Bitácora del cine cubano: Volumen III. Producción ICAIC 1960-2014

El Ministerio de Cultura de España apoya el proyecto de ediciones La Palma para difundir el patromonio cinematográfico cubano

Dentro de la colección Cuba, ediciones La Palma, consolida su alianza con la Cinemateca de Cuba, en la persona de su Director, Luciano Castillo. Fruto de la relación entre la institución cultural cubana y la editorial española, la Cinemateca ha encargado a La Palma que represente su reciente obra en España, denominada: “Bitácora del cine cubano”, un compendio de la historia del cine cubano en 3 volúmenes.

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Estos volúmenes constituirán la única referencia de su tipo sobre la producción fílmica cubana, desde el cine silente hasta 1959 y a partir de la constitución del ICAIC hasta el año 2013. El presente proyecto puede entenderse como el producto de años o décadas de recuperación del patrimonio fílmico cubano, siendo éste la guía o bitácora, entendido como andadura, revisión, ampliación y rectificación. En su origen, la bitácora fue un cajón donde permanecía el libro de ruta para verificaciones constantes de la travesía, era el reservorio del conocimiento. Así debe verse este conjunto de informaciones que detallan un oficio, una afición y un placer comenzado en los albores del cinematógrafo, que fueron los del siglo xx.

 

La Cinemateca de Cuba, en años recientes, comenzó a vivir un anhelado programa de restauración, digitalización de toda la producción, cumpliendo así su primer objetivo: preservar la memoria; para cumplimentar inmediatamente su segundo objetivo: el educativo, el de difundir esa memoria, para el enriquecimiento de todos. La “Bitácora” es parte esencial en el logro de este propósito. Aquí se reúne la información mayoritaria de la producción cinematográfica cubana, y tácitamente se evidencia la necesidad de acometer una información complementaria sobre la parte que falta: las películas no pertenecientes al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) como empresa señera. Es una contradicción que solamente explican las circunstancias en que ha trabajado la Cinemateca de Cuba, creada, regida y mantenida por el aparato central de la producción audiovisual cubana durante más de medio siglo. Las películas que no controlaba, ya fueran institucionales, de grupos o individuales, en el trabajo cinematecario quedaban en el simple archivado de informaciones, reportajes y crónicas periodísticas. Y el actual compendio surge, precisamente, en un tiempo-bisagra, período de cambios en que esa producción-otra adquiere gravitación. Aceptar el reclamo implica un punto de giro. A no dudarlo, su información será una adenda de este libro.

Contrario a la magnificación que se le otorga en la distancia, el clima tropical no es tan benigno como se piensa, con temperaturas altísimas y supremos grados de humedad, donde la polución más que crecer, se perpetúa. El estado crítico del celuloide cautivo en las bóvedas de la Cinemateca de Cuba llegó a niveles de espanto. Condicionada por los altibajos económicos, no siempre contó con las posibilidades mínimas para salvaguardar en profundidad su colección de películas, resignada a un mantenimiento discreto que, gracias al ICAIC, no le faltó. Pero en los finales años ochenta y en los primeros noventa, con alguna ayuda extranjera, se inició un proceso de revisión y restauración de algunas bóvedas, que no llegaron a climatizar.

En ese sentido, en diciembre de 2006, la Presidencia de la Junta de Andalucía autorizó a la Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales (hoy Instituto Andaluz de las Artes y las Letras) para rehabilitar las catorce bóvedas que resguardan el patrimonio cinematográfico, la reconstrucción en profundidad de las instalaciones, la habilitación de equipos para el control de la temperatura y la humedad relativa, la instalación de sistemas de seguridad contra incendios, estanterías móviles, creación de tres talleres para la revisión y restauración de los materiales fílmicos y la compra e instalación de equipos para el escaneado de películas y otros documentos, más la digitalización de todos los soportes analógicos.

Debe comprenderse que a los efectos prácticos los vínculos de la Cinemateca con el ICAIC resultan predominantes. Hablamos de 6.485 filmes, películas a 50.000 rollos de películas cubanas y 22.000 de cine internacional, para un total de 72.000 rollos. En la cifra entra la producción anterior a 1959 y toda la del ICAIC, desde su fundación hasta la actualidad. La labor de restauración en las bóvedas de los Archivos Fílmicos y en el Laboratorio y otras dependencias, contribuirá de modo determinante a detener el proceso de deterioro y crear condiciones óptimas para la conservación del patrimonio cultural cubano.

El anhelado programa de restauración, digitalización, difusión cultural y económica referido anteriormente, de la Cinemateca de Cuba y el ICAIC son la base trazada en este libro, “Bitácora del cine cubano”.

Esta “Bitácora” detalla lo hecho antes del surgimiento del ICAIC en 1959, y lo posterior producido desde el nacimiento de esta peculiar institución que ya en su nombre de bautizo lleva intrínseca la unión de su propósito más preciado, léase: Instituto cubano del ARTE e INDUSTRIA cinematográficos. Aquí están detallas y acompañadas de toda la imaginaría de cada época, todas sus películas, agrupadas por períodos y categorías para conocer el talento aplicado al cine y sus creadores.

La producción silente aparece gracias a la indagación en viejos documentos y en la prensa
periódica; de la misma manera que el cine parlante, todo ello forma parte del Tomo I “La República”, piezas previas a la constitución del ICAIC. A los efectos de la cultura cinematográfica ese período tiene gran importancia como herencia de la cultura cinematográfica de todo lo que se produjo después.

Los siguientes tomos, son el Tomo II: “Largometrajes de ficción y animados”; y el Tomo III, que asume todo lo referido a los “documentales”, con la característica de que allí está, por ejemplo, el Noticiero ICAIC Latinoamericano en sus 1.490 ediciones categorizado por la UNESCO como MEMORIA DEL MUNDO.

Las autoridades cinematográficas que participan en la obra (ensayos cortos), son: Omar González, Ambrosio Fornet, Luciano Castillo, Joel del Río, Jorge Luis Sánchez, Mario Masvidal, Fernando Pérez, Daniel Díaz Torres, Manuel Pérez, José Galiño, Frank Padrón, Jorge Fiallo, Raúl Rodríguez, Alicia García, Sara Vega, Paul Chaviano, Reynaldo González, Mario Naito, Luis A. González Nieto, Pablo Pacheco López, entre otros.

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El cartel de cine cubano llama dos veces.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo apoya el proyecto artístico de La Cinemateca de Cuba, en alianza con ediciones La Palma. El libro de cartelística del cine cubano será el 4º volumen de la Colección Cuba.

La obra consiste en la selección, diseño e impresión de un volumen que represente lo más destacado de la cartelística cubana hasta el presente (2015). El libro será preparado por la especialista en cartelística de la Cinemateca de Cuba Sara Vega Miche y antologado por su Director, Luciano Castillo. El diseño correrá a cargo de ediciones Cajachina (Colección G.), dirigido por Gilberto Padilla. La distribución comercial será realizada por UDL y catálogo de La Palma.

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Hasta ahora, los libros sobre el cartel cinematográfico cubano, nunca la mirada se ha focalizado exclusivamente en los carteles realizados para la cinematografía nacional, aspecto novedoso de este proyecto. A pesar de las ausencias, pues no a todos los filmes cubanos se le realizaron carteles (de hecho, filmes documentales, incluso muy importantes no tienen carteles y en peor caso se encuentra la animación), el libro representará una aproximación novedosa al tema.

El fondo digital de la Cinemateca de Cuba cuenta con más de 600 títulos de filmes cubanos y de coproducciones, de los cuales posee aproximadamente 520 imágenes. Hay muchos y muy buenos carteles de filmes cubanos que, al ser reproducidos en el libro propuesto, darían una validación en exclusiva, sin competir con los carteles realizados para filmes extranjeros, como ha ocurrido en otras publicaciones sobre el tema.

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La obra contará con un texto introductorio a propósito del tema y concerniente a la gráfica realizada por los emblemáticos diseñadores Eduardo muñoz  Bachs, Antonio Fernández  Reboiro, Alfredo Rostgaard, Antonio Pérez (Ñiko) entre otros y producida por la Cinemateca desde los años 60 hasta la actualidad. El análisis abarcará también lo relativo a los carteles producidos en los últimos tiempos en que una generación de jóvenes se ha encargado de la realización de la gráfica promocional del ICAIC y que en  algunos casos ha diseñado e impreso carteles desde los márgenes de lo alternativo.

Habrá una reproducción a toda página de una selección de los mejores carteles. Cada cartel aparecerá con su ficha correspondiente (título, autor, año, técnica y medidas). Los datos concernientes a la técnica y las medidas se definirá más adelante, pues en la mayoría de los casos la técnica (serigrafía) y medidas (76 x 51 cm) se repetirían.  Como no serán reproducidos todos los carteles, al final del libro aparecerán todos, en pequeño formato, como referencia del quehacer de esta gráfica referida al cine cubano. En este caso también estas imágenes tendrían suficha al pie.

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Al final del libro, habrá un apartado destinado a reproducir una selección de bocetos originales como expresión del proceso de entrega y adecuación de los diseños al tamaño estándar para serigrafía, artesanal técnica de impresión en la que fueron impresos la casi totalidad de los carteles.

La edición será de 1.000 ejemplares.

La poesía está presente en todos mis actos y sueños

El poeta, traductor y crítico literario Virgilio López Lemus arriba este año a su 70 aniversario con una vasta obra publicada entre poesía y ensayística

Autor: Madeleine Sautié | madeleine@granma.cu

21 de julio de 2016

Virgilio

De una vastísima obra que alcanza en cifras 12 cuadernos de poesía y más de 20 de ensayo es au­tor Virgilio López Lemus (Fo­mento 1946), un hombre de obligatorias re­fe­ren­cias en las letras cubanas con­tem­po­rá­neas a juzgar por sus desempeños co­mo poeta, crítico, tra­ductor, pro­fesor titular de la Facultad de Ar­tes y Letras y acucioso investigador literario, cuyos saberes tocan figuras esenciales de la literatura insular.

Sonriente y sociable, creyéndose realmente importante solo para su familia y sus amigos, y desde luego “para mí mismo, pues no puedo vivir sin mí”, su nombre ha estado en los jurados de los más importantes concursos literarios cubanos, algunos españoles y del Premio Ibe­roamericano de Poesía Pablo Ne­ru­da del 2012. Miembro de tribunales académicos y docentes nacionales e internacionales, su madera de conferencista lo ha llevado a universidades de más de 15 países, su obra ha sido traducida a varios idiomas y desde el año 2000 al 2013 ha sido nominado para el Premio Nacional de Literatura.

Virgilio no tiene “mecanismos afi­nados para cierta convivencia so­cial llamada diplomacia”. A veces llega a ser amigo de sus jefes y prefiere tratar a sus jefes antes y después de sus cargos. No es dado a buscar premios “porque la vida me premió con un oficio que adoro y en todo caso me gustaría que me conozcan por mí mismo y mi labor”. Tiene un alto sentido de la lealtad y “lo he sido profundamente con las gentes que más he amado y con mi país.”

De no haber sido poeta, le hubiese gustado ser astrónomo, profesión extraor­dinaria que admira y materia sobre la que lee incansablemente. “Me pro­pongo ser en toda la extensión de la palabra, bueno, ojalá lo lograse siempre, siempre.”

—Un poeta probado se ha dedicado a escribir sobre la obra de otros. ¿Por qué?

—Creo que soy al menos para mí mismo un “poeta probado”, es la vocación fundamental de mi vida y a la que he entregado lo que he podido. Como nada poético me es ajeno y creo que la poesía es ara y no pedestal, deseo ser un servidor del hecho poético sea quien sea el autor o autora cuyos textos me conmuevan. Co­mo “servidor”, que es mejor que lla­marme “crítico”, he deseado ser de utilidad en el rescate y homenaje de grandes o menos elevados poetas del panorama nacional cubano y he deseado también concentrarme en el estudio de las poesías de lenguas española y portuguesa.

“A la larga me he dado cuenta de que más allá de ser un crítico, me he ido convirtiendo en un ‘ca­tador’ de poesía escrita, incluso oral, y disfruto enormemente cuando des­cubro entre los más jóvenes el nacimiento de un poeta de verdad, pues en este oficio muchos son los llamados y pocos los elegidos.”

—¿Qué fascinación produjo la poesía en Usted, y desde cuándo, para que la vida no le alcance trabajando para ella?

—Sí, esa es la palabra justa: fascinación. Cuando era niño, claro que leí a Martí, pero también mi abuelo me obsequió El Arquero Divino, de Amado Nervo, y un no sé qué poderoso nació en mí o quizá si lo traía en mis genes. En la adolescencia sentí el em­brujo de Bécquer y de Tagore. Luego, Rimbaud, Rilke y Pessoa colmaron mi deslumbramiento, Höl­derlin, Whit­man, Darío, Antonio Ma­chado, Bor­ges, Neruda, ¡qué poetas esos poetas! Cuando leí a Lezama Lima entré en pánico: “Esto es ser poeta”, me dije, “no puedo volar tan alto”.

—¿Cuáles son, a su juicio, las obras más importantes que ha aportado a la crítica literaria cubana?

—Es una pregunta difícil, pues lucho por no ser vanidoso y pensar que hago cosas “eternas”, nadie las hace. Pero creo que mi mejor libro de ensayo es Narciso, las aguas y el espejo (2004 y 2007), y el de crítica literaria más hondo es El siglo entero. El discurso poético de la nación cubana en el siglo XX (2008). Tam­bién he hecho un libro docente quizá valioso: Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española (2009), que es obra de sín­tesis versológica y de algunos aportes míos, premiado por la Aca­demia de Ciencias.

“Tengo inédito un Diccionario breve de versología hispánica y creo que he hecho algunas contribuciones al estudio de la estrofa llamada décima en el ámbito del idioma, así como una mirada que deseo creer que es honda sobre Samuel Feijóo.”

—¿Qué se experimenta cuando uno se sumerge en el mundo interior de otros poetas para descifrar sus valores?

—Experimento gozo. Sentido de la belleza emotiva o intelectiva. De­seo luego comunicar aquello que descubro desde varias lecturas atentas. Quizá pueda cumplir con la idea de Juan Marinello, quien proponía que la crítica debe orientar, develar y ser creativa. El ensayo literario es labor de bellas letras, la crítica es oficio de servicio social más directo. Pero primero hay que sentir, vibrar al unísono, y he tratado de hacerlo con muchos, muchos poetas, más de cien. A no pocos les he dedicado estudios o libros enteros, sobre todo a Dulce María Loy­naz, al español Justo Jorge Padrón y al ya aludido Feijóo.

—¿Cuánto de regocijo y de in­satisfacciones tiene la misión de un crítico de literatura?

—Yo diría cuánto de incomprensión tiene el oficio crítico. No nos ha­ce monedita de oro, el crítico de vo­luntad honesta no puede decir elogios vanos, no puede ser el socio que glorifica. Es un oficio que no nos hace simpáticos para diversos creadores que a veces se la cobran de variadas formas: ninguneo, silenciamiento, ha­­bladurías incluso sobre nuestro carácter o vida privada, cerrar puertas, puñaladitas. Yo, por ejemplo, no soy ni deseo ser un polemista, yo trabajo, y si mi labor vale la pena, creo tener suficiente valentía para exponerla. Es un oficio al que debían pa­gar por peligrosidad.

—¿En qué momentos vuelve a la poesía, a ser poeta?

—No, no, yo no tengo momentos para la poesía, la amo entrañablemente y por eso está presente en todos mis actos y sueños, hasta en los menos poéticos. Pero sí que su escritura debe venir cuando llega el instante raro de la emoción, que diría Martí. Mis alegrías, mi dolor y mis lucubraciones son lo que en­tiendo por poesía. Pero también creo que ella está integrada a las fuerzas creativas del cosmos, supera con creces al género literario de igual nombre, y se asienta en la inteligencia y la sensibilidad creativa humanas.

—Una nueva entrega, Elogio de los poetas, acaba de ver la luz. De sus páginas emergen gratitud y nostalgia. ¿Son estos sentimientos los que lo invadieron mientras lo escribía o es impresión de esta lectora?

—Siento gratitud ante la belleza que otros, mediante las palabras, ponen ante mi vista y oído. Pien­so que toda poesía es “mi” poesía porque la que yo escribo quiere ser de todos. Nostalgia sí siento, pues hubiera deseado tener dones más amplios para que mi laboriosidad fuese más fecunda. Elogio de los poetas (2016) es una suerte de re­membranza de personalidades cu­ba­nas que tuve la suerte de conocer, y es un complemento por me­dio de mi memoria, de mi labor diferente como crítico y estudioso de sus obras.

—¿En qué nuevos proyectos tra­baja? ¿Cuáles considera debe emprender la crítica literaria cu­ba­na en estos tiempos?

—Tengo un libro inédito sobre un gran poeta europeo del que no hablo por ahora; estoy armando otro con estudios sobre poetas de España; he concluido un nuevo vo­lumen, el quinto, sobre la décima; tengo tres libros de poemas inéditos. He publicado una decena de libros traducidos del portugués y otra do­cena de antologías de poesía y tengo inédita y sin editor una que considero muy valiosa sobre la poesía neorromántica cubana, la corriente lírica menos estudiada de Cuba. Creo poco inteligente no publicarla. No sé otra cosa que deba hacer la crítica literaria de ahora sino lo que ha he­cho siempre: otear, admirar, dese­char o exaltar, opinar. Un crítico opina, no es un magister dixit. Allá el soberbio que crea serlo. Un crítico debe estar al tanto de la evolución de su género y de las llamadas “ciencias de la literatura”, pero ser él, no vomitar sabiduría, que lo haría un pedante.

—Llamarse Virgilio es casi un compromiso. ¿Alguna anécdota breve sobre la coincidencia?

—Sí, como no: una vez fui a lanzar un libro en presencia de José Antonio Portuondo, y el presentador me llamó Virgilio Piñera, quien había muerto cinco años antes. Por­tuondo preguntó si aquello era un lanzamiento o una sesión espiritista. Cintio Vitier, quien me llamaba “Virgilio, el bueno”, me hacía sonreír preguntándome si ya tenía terminada La Eneida.

“En una ocasión, cuando salía de mi casa en Marianao, un vecino me llamó y me dijo que no sabía que yo era un escritor tan importante, porque oyó por la radio una exaltación, supuestamente sobre mí. A la sazón ponían en escena Electra Garrigó. Y mi barbero solía decirme: ‘Si vas a comer, espera por Virgilio’. Mi nombre es un desafío para cualquier escritor”.

Granma

Legna Rodríguez Iglesias presenta en Miami su libro ‘No sabe/ No contesta’

DDC | Miami | 20 de Julio de 2016

El Centro Cultural Español de Miami (CCEMiami) organiza este 22 de julio la presentación del libro de cuentos No sabe/ No contesta (Colección G, Editorial Caja China, La Habana, 2015), de Legna Rodríguez Iglesias.

No sabe/No contesta es un libro promiscuo. Esa es la marca de Legna Rodríguez Iglesias, que en vez de escribir ‘cuentos’, ‘novelas’ o ‘poemarios’, dice que no, que ‘preferiría no hacerlo’, como Bartleby, y publica libros bastardos, degenerados, y gana concursos con su depravación literaria”, señala la nota editorial.

“Sus historias son el reino del desperfecto: nada funciona, secretos atroces revientan como pólvora, el amor disfraza el despotismo o la perversión, los padres atormentan, someten o literalmente destruyen a los hijos, la atmósfera es irrespirable. Pero Legna tiene la prosa, la agilidad y la falta de escrúpulos de una infante terrible. Engalanado con las ‘desviaciones’ que ningún censo se tomaría el trabajo de registrar, No sabe/ No contesta es un libro neurótico. De hospital”, indican sobre este volumen, que también ha publicado en España la editorial La Palma, en convenio con la Caja China.

“Escribo lo que me da la gana, como me da la gana y cuando me da la gana”, confiesa la autora en una entrevista realizada por Ena Columbié en el Nuevo Herald. “Si hay un tema que no toco es porque aún no me interesa. Porque aún no he pensado en eso. Porque aún no me ha dolido. Porque estoy buscando trabajo y lo olvidé en el camino. La libertad de mi escritura es obvia y concreta. Soy libre, aunque solo sea ahí”, señala la escritora, quien reside actualmente en Miami.

Legna Rodríguez Iglesias (Camagüey, 1984) es poeta y narradora. Ha colaborado en publicaciones como Amnios, El Caimán Barbudo, La Gaceta de Cuba, Hypermedia Magazine, Jai Alai Magazine y DIARIO DE CUBA.

Ha obtenido el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2011 y el Premio Casa de las Américas 2016, en la categoría de Teatro.

Tiene publicado los libros de poesía Hilo+Hilo (Bokeh, 2015); La Gran Arquitecta (Colección Sur, 2014); Chicle (Colección Limón Partido, Proyecto Literal, 2013); Chupar la piedra (Abril, 2013); Tregua fecunda (Unión, 2012), y El momento perfecto (Editorial Matanzas, 2012).

También ha publicado las novelas El arroz de la locura (Gente Nueva, 2015); Las analfabetas (Bokeh, 2015); Mayonesa bien brillante (Editorial Matanzas, 2012), y el libro La mandarina mecánica (Reina del Mar editores, 2015), de literatura infantil.

No sabe/ no contesta será presentado por el escritor Abel Fernández-Larrea, este viernes 22 de julio, a las 7:00 pm, en CCEMiami (1490 Biscayne Boulevard Miami). La entrada es gratuita.

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