Miguel Coyula: una inspección de herejías

RIALTA (https://rialta.org/miguel-coyula-una-inspeccion-de-herejias/)

[Replicamos el artículo aquí para que pueda leerse en Cuba]

Con ‘Mar rojo, mal azul’, la extraña originalidad de Miguel Coyula ha alcanzado la dimensión de literatura.

Miguel Coyula no es un director que escribe sino un cineasta que además es escritor. Antes incluso. Y no porque la fecha de terminación de la novela Mar rojo, mal azul y de un grupo de cuentos en su mayoría inéditos haya antecedido a sus largometrajes, sino porque asume la realización de sus películas como un autor su literatura. En solitario: guion, fotografía, edición, música y sonido también a su cuenta.

Hasta piensa literariamente su cine, como confesaba en una entrevista de 2010 a partir de sus teorías del montaje: “Cada vez que hago un encuadre, y corto, el siguiente tiene que ser un plano diferente. Porque creo que es igual en el lenguaje cinematográfico que en la literatura. Después de un punto, escribes una oración distinta de la anterior con otro significado”. Quizás por ello ha utilizado de forma inconsciente el término “distracción” para referirse a los años en que se mantuvo filmando tras terminar en 1999 este libro.

No obstante escritor, volvamos a que Coyula es cineasta. En Mar rojo, mal azul “leemos” la propuesta estética de su cine. Dosificada primero: se pulsa play y se narran hechos y diálogos en montajes paralelos, se describen secuencias, miradas que enfocan y desenfocan el primer plano y el fondo que observan; mas en las páginas siguientes se enuncia por el personaje de Miguel una aspiración: hacer una película por la que moriría. Me refiero asimismo a ese guion que más bien es un diario y termina siendo un testamento y, en especial, a la frase: “Necesito el estado natural de la percepción, sin extensiones intelectuales, o códigos simbólicos universales”.

Porque el Miguel de la novela, semejante al Coyula de Cuba –un país, otra ficción– rechaza las invitaciones a trabajar en industrias e instituciones, con los reglamentos de pertenencia que estas imponen; declina la colaboración en equipo en la búsqueda de una libertad que le compartirá al espectador una vez que logre materializar esa planeada narración interactiva que se reconfigure a partir de la ordenación aleatoria de sus distintos segmentos. Una libertad, sí, totalitaria, pero inofensiva, puesto que Coyula no encarna a un político. Se trata del único totalitarismo benévolo: el del creador sobre su obra.

Más de cinco años empleó –no demoró– Coyula en completar su segundo largometraje, Memorias del desarrollo (2010). Cinco años durante los cuales la idea de una versión condensada de la trama de Edmundo Desnoes –ambientada mayormente en el entorno rural adyacente a las montañas Catskill– se redujo a uno de los tantos episodios y varió a un desierto, en tanto se adicionaron escenas y elementos surgidos en medio de filmaciones en diversas ciudades y se acentuó una mirada desenfadada, irreverente, de la Historia y los grandes relatos.

Más de una década tardó –sí– Coyula en publicar Mar rojo, mal azul, enmarcada en el terreno que ha reconocido es el que más le atrae: la ciencia ficción, en su afán por desligarse de contextos y geografías específicas. En su lectura, caminamos por una ciudad con Malecón, con un túnel que atraviesa un río, pero cuyos rasgos habaneros se desdibujan en ese futuro impreciso del siglo XXI de lluvias ácidas que despedazan a los seres humanos, plantas de energía alternativa situadas en los polos y gases reparadores de la capa de ozono, en el que confirmamos el germen de su primera cinta, Red Cockroaches, y de su posterior producción Corazón azul.

Se rastrean en Mar rojo, mal azul obsesiones latentes en la cinematografía del autor. Una vieja cámara analógica llega a manos de Iván, y pasa de este a Miguel, similar a aquella de VHS con la que Coyula adolescente grabó imágenes que luego reciclaría en uno de sus trabajos iniciales: el corto Clase Z Tropical. Entre esas obsesiones, se encuentra la de diseccionar al individuo exponiendo los componentes que suelen asociarse a lo promiscuo y la oscuridad, asumiendo la tramposa inocencia característica de la infancia, que es la manera más descarnada y agresiva de cuestionar.

Una obra que surge de la imaginación no debe obedecer a la “lógica” de realismo alguno. De ahí la densidad habitual en Coyula: fragmentación de la narración, yuxtaposición de asociaciones, donde es tan importante lo que se revela como la elipsis; partes que el espectador –en este caso, el lector– precisa rearmar para hallar su “todo”.

1994, 1995, 1996 son las fechas de las que datan muchos de los cuentos de Coyula –hubo tres que aparecieron en una revista de 2013–. Las más de las veces, se percibe en ellos el reflejo de ambientes y personas que pudieron rodearlo en su adolescencia y temprana juventud. Pero en cada caso encontramos el rechazo a cualquier reproducción realista y el origen de ese lenguaje distinto de su cine. Quizás “lenguaje” no sería el término apropiado, porque más que a una estética particular de composición de planos, consecutividad en el montaje o ritmo, me refiero a la lógica inusual de esos universos que nos presenta. Desde sus tempranos experimentos cinematográficos, ya Coyula empleaba los más disímiles métodos y herramientas para crear efectos con los que apoyar esa otra realidad que no apunta solo a situaciones fruto de la invención, sino a un mundo visualmente distinto que el director nos agencia observar con una intensidad que es imposible al ojo humano fuera de sus películas.

Si en cada uno de sus filmes Coyula interviene casi la totalidad de sus planos, con una intención plástica, en Mar rojo, mal azul no se ha privado de concatenar texto e ilustración –otro tipo de texto–, al entrelazar el negro de las letras impresas con el de las imágenes, como si el cineasta percibiera la necesidad de enfatizar determinados rasgos no solo con palabras. De este modo, el escritor nos sugiere la mirada, tal como lo haría cámara en mano.

En múltiples situaciones del libro debemos permanecer alertas, pues parten de una proyección subjetiva de personajes sumidos en una hiperrealidad confusa e inconexa –se sabe del despertar de clonados amnésicos– que dejan emerger el afán mayor de unos sobre otros: la posesión. ¿Cuánta relación no habrá entre que el niño Iván se lamentase de las olas que destruían los complicados castillos levantados en la arena, el test realizado a sus ocho años en el que la palabra “muerte” le sugería “mar”, y el hecho de que pida a Marina (véase el nombre) que deje ondear su cabello como el mar, donde la termina (o comienza) viendo muerta?

Sobrecoge el misterioso objeto rojo –especie de flauta–, y cucarachas, siempre las cucarachas, y siempre rojas. Destaquemos además la insatisfacción de Iván, Heber, Azucena, Remy, Fernando, Miguel, Marina; ese caos total con el que lidian puede corresponder al desmesurado desarrollo industrial que hace peligrar el planeta; o a las consecuencias inútiles de los inútiles proyectos por crear “hombres nuevos”, pero es también una circunstancia que nos acompaña siempre a los seres humanos. Porque en esa primera imagen de un cuerpo flotando, inerte, en el mar, identificamos la incógnita de una náufraga sumida en el sueño de otra vida lejos de la tierra firme que conoce. Con Mar rojo, mal azul, la extraña originalidad de Miguel Coyula ha alcanzado la dimensión de literatura.

Imagen de cubierta de 'Mar rojo, mar azul'
Imagen de cubierta de ‘Mar rojo, mar azul’

Posdata de 2014: Al repasar este prólogo a Mar rojo, mal azul, incluí algunas de las notas leídas en el lanzamiento de la novela, el sábado 19 de octubre de 2013, en The Place, de Miami. Llegando a esa línea final en que hablo de Coyula y su “extraña originalidad”, advierto que ya en la presentación a una entrevista publicada en Surco Sur, en 2011, lo había referido como un “director desconcertante”. Aquel mismo año, en una crítica titulada “Memorizar”, afirmé que él representaba en el cine cubano una “singularidad rayana en la anomalía”. Aunque creo haber sido claro en no aludir solo a cualidades de Coyula como su rebeldía e independencia, quizás dejé un tanto demasiado implícito el elogio a su inteligencia y talento. Sentado en el suelo de una abarrotada sala Mundo Nuevo, en la ciudad de Camagüey, en 2010, durante el estreno de Memorias del desarrollo —primera obra suya que veía–, me percaté de estar visionando una gran película; para más, hecha por un cubano; y, más aún, por alguien de mi generación.

CARTA ABIERTA DE LOLA CALVIÑO

El lunes 17 de julio Lola me hizo llegar este mensaje, escrito para dejar constancia de su posicionamiento en relación a los últimos acontecimientos ocurridos en el ICAIC y en la Escuela Internacional de Cine. Con el permiso de Lola, comparto este importante posicionamiento, esperando que contribuya a generar consensos en la sociedad cubana.

 

MI OPINIÓN
Intente quedarme callada pero realmente eso sería un acto más de aceptación con lo que no estamos de acuerdo.
Muchos conocen la historia y los detalles de los momentos que me han tocado vivir, a pesar de esto hemos seguido adelante por dos cosas fundamentales en nuestras vidas: la Patria y el Cine Cubano. Y hablo en plural porque desde luego Julio García Espinosa corre por mis venas y mi corazón.
No es posible en tiempos tan difíciles como los que vivimos se tome una decisión sin que todos, absolutamente todas y todos los trabajadores, técnicos, personal de oficina, de la administración y los servicios, todas las mujeres y los hombres, y nosotros los que por el momento no nos han considerado de la CREACIÓN, no tengamos la oportunidad de compartir y expresar nuestro criterio en decisiones tan importantes como es la salida del Presidente del ICAIC, Ramón Samada.
No quiero entrar en discusión sobre la censura, sobre el Fondo de Fomento, sobre la actual producción del cine cubano, todo esto y más es un camino que debemos seguir trabajando y alcanzando decisiones nuevas, frescas para el desarrollo del cine y de la cultura nacional. Lo que pido ahora es que se escuche mi criterio, el de mis compañeros de la Cinemateca de Cuba, el del personal administrativo, el de los cines que nuevamente nos toca atender, en fin todos y todas las que cada día hacemos lo nuestro por mantener y sobre todo defender la institución cultural que Fidel fundará, a la vez que decretaba la ley de Reforma Agraria. Eso no fue un acto de amiguismo del Comandante en Jefe, con su luz eterna se dio cuenta de inmediato lo que significaba esa decisión.
Desde entonces y hasta hoy el ICAIC vive una permanentemente lucha de oleada de funcionarios ,
que quieren destruirlo, y que se asustan ante la posibilidad de que salten jóvenes y no tan jóvenes que tengan criterios, posiciones y combates por mantener el “Nuevo Cine Latinoamericano “ en este caso cubano, parafraseando a Fernando Birri.
No acepto y no aceptaremos la salida de un hombre, de un amigo, de un luchador como Ramón Samada. Este hombre llegó un día al ICAIC se descamisó y puso su noble pecho a ”aprender haciendo”.
Escuchó a todas y todos, tropezó y se levantó, dedico el día entero a trabajar por salir adelante en la producción, en las salas de cine, en el trabajo con las provincias, en todo y cada uno de los problemas que recibió apenas bajándose del elevador en el séptimo piso.
Pido que nos den la oportunidad de expresar y discutir nuestros criterios. Quizás Samada no comparta esta propuesta, pero nosotros queremos compartir, como siempre, la decisión final.
Dolores (LOLA) Calviño
Vicedirectora de la Cinemateca de Cuba y trabajadora del ICAIC desde 1974
La Habana, Domingo 16 de julio-2023.

Presentado el cuarto tomo de la Bitácora de cine cubano

La Habana/ Madrid

8 de diciembre de 2020

Cinemateca de Cuba

El martes 8 de diciembre se presentó en La Habana, después de ser postergado durante varios meses por le epidemia de covid19, el cuarto tomo de la Bitácora de cine cubano.

La implicación de la Cinemateca de Cuba y colaboración la Agencia Española de Cooperación Internacional AECID, ha servido para sacar a la luz varias obras clave de la cultura cinematográfica cubana, muy especialmente la denominada Bitácora de cine cubano, obra de referencia de todo el patrimonio fílmico insular en 5 tomos.

Estos volúmenes constituyen la única referencia de su tipo sobre la producción fílmica cubana, desde el cine silente en 1897 hasta la producida por el ICAIC desde su constitución en 1959 hasta el año 2017. El presente proyecto puede entenderse como el producto de años o décadas de recuperación del patrimonio fílmico cubano, siendo éste la guía o bitácora, entendido como andadura, revisión, ampliación y rectificación.

En la presentación estuvieron los representantes de las embajadas de Francia, Polonia y España, quien, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, ha apoyado, junto a Ediciones Hurón Azul y la Cinemateca Canaria, el proyecto de sistematización del cine cubano.

BITÁCORA DE CINE CUBANO

TOMO IV: PRODUCCIÓN ICAIC (1960 – 2017)

Volumen 4: Cine documental

El cuarto tomo de la Bitácora de cine cubano ahonda en la documentalística insular, compilando todas las obras de la llamada Escuela Documental Cubana. Abarca la vasta producción de cine documental del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), desde su fundación el 24 marzo de 1959 hasta el año 2017.

La Cinemateca de Honduras Enrique Ponce Garay tendrá su propia Bitácora de cine

ANTECEDENTES

 

Hurón Azul consolida su alianza con la Cinemateca de Cuba con la aparición, en 2016, del libro “El cartel cubano llama dos veces”, cofinanciado por la Agencia  Española  de  Cooperación  Internacional  para  el  Desarrollo  AECID  del Ministerio   de  Asuntos   Exteriores   y   Cooperación.  Este   libro   es   un   compendio de la cartelística cubana desde 1915 hasta nuestros días.  Medios tan relevantes como El País celebraron su llegada afirmando que: “Más allá de lo que se muestra en las pantallas, una parte de la historia del cine de cada país se puede contar también a través de los carteles que promocionan sus películas. Un lugar donde tradicionalmente se ha mimado la elaboración de afiches para filmes es Cuba, como demuestra el libro El cartel cubano llama dos veces, en colaboración con la Cinemateca de Cuba y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.”

En 2018, durante la 77 Feria del Libro de Madrid, Ediciones Hurón Azul, con el apoyo de la Filmoteca Canaria, y también la AECID, presentó los 3 primeros tomos de la “Bitácora del cine cubano”, un compendio de todo el patrimonio cinematográfico de creación nacional. El 4º tomo fue editado en 2019, en colaboración también con la AECID.

AMPLIAR LA BITÁCORA DE CINE LATINOAMERICANO

En la actualidad, Ediciones Hurón Azul busca apoyos para lograr una extensión de la labor de recuperación del patrimonio fílmico de la vecina Centroamérica, específicamente la de aquellos países que, como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua han realizado una labor desigual, tanto en lo artístico como en lo sistémico y curatorial.

En un primer momento, la alianza establecida con la Cinemateca Hondureña “Enrique Ponce Garay”, inmersa en un proceso de mejora y recopilación de su patrimonio fílmico, supone una alianza para un trabajo seguro, siendo el primer foco del proyecto, que dará lugar a la Bitácora de cine centroamericano.

Para llevar a cabo esta expansión enciclopédica con las mejores garantías de rigurosidad académica y apego a la idea original, será la Cinemateca del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica quien, a través de sus especialistas en cine latinoamericano, acojan, orienten y validen la labor de investigación y curadoría del ensanchamiento cinematográfico americano.

BITÁCORA DE CINE DENTROAMERICANO (4 tomos): Recuperar y sistematizar un siglo de producción cinematográfica de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.

TOMO I (Honduras): Recuperar y sistematizar 80 años de producción cinematográfica hondureña.

 

 

Animación: la otra narrativa del arte cubano

Publican Los flujos de la imagen, primer libro sobre animación en la isla.

POR: Iris Cepero. ARTEPOLI

La reciente publicación del libro Los flujos de la imagen. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013), de la comisaria, crítica e investigadora cubana Caridad Blanco, marca un hecho inédito en Cuba al ser el primero que analiza la animación como arte y como puente entre las artes visuales, el cine, la televisión, el diseño e internet.

Publicado por la editorial española Hurón Azul, el volumen parte de la exposición Las otras narraciones, inaugurada como parte del 6to Salón de Arte Contemporáneo Cubano en el 2014 y pone en su contexto el fenómeno que esta muestra, por inédita y desprejuiciada, significó en el salón mismo y en el universo expositivo de las artes cubanas de la segunda década del siglo XXI. El libro es, cinco años después, la continuidad de la visión, profundamente abarcadora, de su autora al analizar, como lo hiciera revolucionariamente la muestra en su momento, todas las creaciones donde la animación toma un rol protagónico, independientemente del formato, la generación o las militancias estéticas de sus creadores o las circunstancias en que las obras fueron creadas.

En una edición bilingüe español/inglés, con imágenes de más de 170 obras de 120 creadores cubanos, las páginas de Los flujos de la imagen incluyen videoarte, videoinstalaciones, obras interactivas, game mods, spots, mensajes de bien público, videoclips, créditos, microstock, Net.art, videoensayos, mapping y performances audiovisuales, junto a cortos animados, documentales, filmes experimentales y efectos visuales. Al también descubrir y analizar los antecedentes de la animación en Cuba y el efecto de los nuevos medios y tecnologías, el libro se convierte en una sugerente cartografía del audiovisual cubano contemporáneo; un mapa de las formas animadas en Cuba, al decir de Jorge Fernández, director del Museo Nacional de Bellas Artes al presentarlo en la XIII Bienal de La Habana el pasado mayo. “Consigue sistematizar los estudios sobre el audiovisual cubano en diferentes ámbitos de expresión, convirtiéndose en memoria de una parte ignorada de la creación experimental, desde la década del sesenta hasta el presente, reconociendo los valores (y legitimando) manifestaciones audiovisuales que han tenido dificultades para su reconocimiento artístico.“

Para Caridad Blanco (La Habana, 1961), especialista del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de Cuba durante más de dos décadas y autora del libro, este es “… la memoria de un largo período de investigación que me ha revelado a la animación como expresión expandida, una arista fecunda de la imagen en movimiento. Con el libro me interesa compartir un proceso que se dio en Cuba de manera puntual, pero que se desborda hacia lo universal, socializar las particularidades de lo ocurrido en la Isla, así como poder dialogar en alguna medida con lo global en materia de animación independiente. Este es un intercambio posible solo ahora tras la publicación de Los flujos de la imagen por parte de la editorial madrileña Hurón Azul”.

Otro de los grandes valores del libro, como lo fue la exposición que es su punto de partida, es el análisis abarcador y desprejuiciado del género animación. En el libro la autora cataloga el fenómeno creador y valoriza este arte, pero sin pretender ser concluyente, ni planteárselo como una antología, al partir de una mirada que integra sin jerarquías expresiones artísticas disímiles conectadas a través de la animación, para ofrecer una panorámica analítica de esta expresión artística, sin prejuicios o preferencias, precisamente uno de los valores más celebrados de la muestra misma cinco años atrás.

En entrevista con Artepoli, Caridad Blanco actualiza sobre el actual momento de la animación en Cuba. “El libro Los flujos de la imagen, capta un momento excepcional de la animación como arte en Cuba, fuera del ámbito institucional, y del cine como expresión hegemónica. Ese período de excepción de florecimiento y desarrollo ha decaído a partir del 2014 por razones diversas: económicas, de preparación de los artistas, pues la formación de un animador es un proceso largo, como largo y arduo es el proceso una obra animada; agotamiento de los artistas. No obstante, se siguen creando algunas buenas obras (videoarte, cortos animados, videoclips, efectos visuales, performances audiovisuales, etc.), por realizadores que ya el libro compila y algún que otro emergente, a lo que se suman experiencias artísticas que incluyen la realidad aumentada”.

“En el último lustro, se produjo –paulatinamente- una reducción significativa en el número de los trabajos, tanto en la televisión, en los estudios de animación del ICAIC, como entre los creadores independientes, si se compara con las recogidas en el libro. Durante los años 2017 y 2018 en la Muestra Joven ICAIC se tornó muy notable esa merma y también la falta de excelencia en lo presentado a concurso. Una situación que se tornó más aguda en 2019, y fue tan escasa la participación de los artistas que los organizadores no convocaron al premio de animación.”

Varias muestras nacionales e internacionales han dado visibilidad a las creaciones animadas cubanas durante los pasados cinco años, pero será la exposición Formas animadas, ya programada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba para enero del 2021, y focalizada en la video creación y otras expresiones experimentales, la que volverá a analizar y celebrar la animación en la isla como Los flujos de la imagen hace en este momento.

'Los flujos de la imagen'
‘Los flujos de la imagen’. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013), de la comisaria, crítica e investigadora cubana Caridad Blanco.

Enlace a publicación: https://artepoli.com/animacion-la-otra-narrativa-del-arte-cubano/

 

Bitácora de cine cubano. Tomo 4: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen III

Compilar la vasta producción de cine documental del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), desde su fundación, el 24 marzo de 1959 hasta el año 2017 es la razón de ser de este cuarto y último tomo.

Los primeros títulos producidos en esta categoría con un carácter marcadamente didáctico- informativo para promover los logros y conquistas de la naciente Revolución, pronto ceden su paso a otros de mayor elaboración formal y una atinada conjunción de lo político y lo popular, reveladores de un conjunto de cineastas —formados sobre la marcha ante la inexistencia de una escuela de cine—, que llaman la atención desde que comienzan a participar en certámenes internacionales.

Ya en el temprano año de 1961 el jurado del  Festival Internacional de Cine Documental de Leipzig, República Democrática Alemana, otorgó un Premio al mejor programa al conjunto de filmes  cubanos,  exhibidos en el certamen.   A  partir de esa  edición del festival cada  año la presencia  del  documental  cubano  fue  subrayada  por  los  reconocimientos  recibidos,  en especial al ganar por primera vez el máximo galardón: la Paloma de Oro por Historia de un ballet (1962), de José Massip. El cronista del Tercer Mundo, Santiago Álvarez, documentalista intuitivo, se alzó cinco veces con el lauro por sus obras: Ciclón (1963), Now! (1965), considerada como  un  antecedente  del  videoclip,  Cerro  pelado  (1966),  Hanoi,  martes  13  (1967)  y  79 primaveras (1969). Otros creadores de la isla también atesoran el premio: Octavio Cortázar por el clásico Por primera vez (1968) y Orlando Rojas por el largometraje A veces miro mi vida (1982).

La  llamada  Escuela  Documental  Cubana,  marcada  por  una  gran  diversidad  estilística,  se impuso por derecho propio en la década fundacional de los años sesenta, fue consolidándose en los setenta y ochenta y en el 2009 alcanzaba la cifra de 1191 títulos.

El lenguaje documental ejerció gran influencia sobre el cine cubano de ficción —sobresalen en este sentido Memorias del subdesarrollo, La primera carga al machete (1969), de Manuel Octavio Gómez y De cierta manera (1974), de Sara Gómez—, al mismo tiempo que recursos del cine de ficción enriquecieron las propuestas de los documentalistas cubanos. Con gran derroche imaginativo y una inmersión en los más variados temas, la documentalística de la isla mayor de Las Antillas amerita por su envergadura y trascendencia el tomo íntegro que le concede la Bitácora del cine cubano.

 

Impresión: Offshet

Formato: 220x266mm

Interior: Papel 100 gr blanco impreso a una tinta.

Cubierta: Cartulina 30 gr impreso a 4 tintas por una cara con solapas de 100mm con plastificado brillo.

Encuadernación: Rústica cosido hilo.

Número de ejemplares: 500

Animación: la imagen que fluye. Publican Los flujos de la imagen, primer libro de animación en la isla.

'Los flujos de la imagen'

Iris Cepero

 

La reciente publicación del libro Los flujos de la imagen. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013), de la comisaria, crítica e investigadora cubana Caridad Blanco marca un hecho inédito en Cuba al ser el primer libro que analiza la animación como arte y como puente entre las artes visuales, el cine, la televisión, el diseño e internet.

El volumen parte de la exposición Las otras narraciones, inaugurada como parte del 6to Salón de Arte Contemporáneo Cubano en el 2014 y pone en su contexto el fenómeno que esta muestra, por inédita y desprejuiciada, significó en el salón mismo y en el universo expositivo de las artes cubanas de la segunda década del siglo XXI. El libro es, cinco años después, la continuidad de la visión, profundamente abarcadora, de su autora al analizar, como lo hiciera revolucionariamente la muestra en su momento, todas las creaciones donde la animación toma un rol protagónico, independientemente del formato, la generación o las militancias estéticas de sus creadores o las circunstancias en que las obras fueron creadas.

En una edición bilingüe español/inglés, con imágenes de más de 170 obras de 120 creadores cubanos, las páginas de Los flujos de la imagen incluyen videoarte, videoinstalaciones, obras interactivas, game mods, spots, mensajes de bien público, videoclips, créditos, microstock, Net.art, videoensayos, mapping y performances audiovisuales, junto a cortos animados, documentales, filmes experimentales y efectos visuales. Al también descubrir y analizar los antecedentes de la animación en Cuba y el efecto de los nuevos medios y tecnologías, el libro se convierte en una sugerente cartografía del audiovisual cubano contemporáneo; un mapa de las formas animadas en Cuba, al decir de Jorge Fernández, director del Museo Nacional de Bellas Artes al presentarlo en la XIII Bienal de La Habana el pasado mayo.

Para Caridad Blanco (La Habana, 1961), especialista del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de Cuba durante más de dos décadas y autora, con el libro le interesa “compartir un proceso que se dio en Cuba de manera puntual, socializar las particularidades de lo ocurrido en la Isla, así como poder dialogar en alguna medida con lo global en materia de animación independiente.”

Otro de los grandes valores del libro, como lo fue la exposición que es su punto de partida, es el análisis abarcador y desprejuiciado del género animación. En el libro la autora cataloga el fenómeno creador y valoriza este arte, pero sin pretensiones de antología; es una mirada integradora, sin jerarquías, una visión panorámica y analítica de esta expresión artística, sin prejuicios o preferencias.

Caridad Blanco piensa que, sin embargo, en el último lustro, se produjo —paulatinamente— una reducción significativa en el número de los trabajos, tanto en la televisión, en los estudios de animación del ICAIC, como entre los creadores independientes, si se compara con las recogidas en el libro. Las razones son diversas: económicas, de preparación de los artistas, pues la formación de un animador y de una obra es un proceso largo;  agotamiento de los artistas. No obstante, se siguen creando algunas buenas obras por realizadores que ya el libro compila y algunos emergentes.

En los últimos años, varias muestras nacionales e internacionales han dado visibilidad a las creaciones animadas cubanas, pero será la exposición Formas animadas, ya programada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba para enero del 2021, y focalizada en la video creación y otras expresiones experimentales, la que volverá a analizar y celebrar la animación en la isla como Los flujos de la imagen hace en este momento.

 

Para más información y adquirir un ejemplar:

http://huronazul.es/product/los-flujos-de-la-imagen/

 

 

 

 

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