Con ocasión del lanzamiento de su último poemario (Ecos de la brevedad, Ediciones Hurón Azul, Madrid, 2020), El Nuevo Herald presenta un breve recorrido por algunas de las escenas a las que Teresa dio vida en su carrera. Puedes verlo aquí:
Inmigración, criollismo, independencia e integración cultural serán temas de dos próximas jornadas
El Centro Cultural Cubano de Nueva York celebrará su XIX congreso anual el próximo fin de semana en dos jornadas que dedicará este año a los estrechos vínculos entre Cuba y España y que se realizarán de manera virtual a través de la página oficial de la institución.
El evento, titulado España en Cuba: un ir y venir se concentrará el sábado 21 de noviembre en la inmigración, el criollismo y la gestación nacional con las palabras de bienvenida de la presidenta del centro cultural, Iraida Iturralde, y la conferencia de apertura “España en Cuba… y viceversa” y un conversatorio vía Zoom.
Ese mismo día la jornada vespertina iniciará con el segmento gastronómico “La comida española lejos de España, el contrapunteo de la tortilla y otras anécdotas”, a cargo de Juan Ángel Espasande, de Ñ Tapas Bar, situado en Crosby Street en Nueva York.
A las 2:00PM está previsto un panel con fragmentos fílmicos y las conferencias “El obispo Espada y su legado a Cuba”, “El habla de Andalucía y el español de Cuba: una identidad compartida”; “Sociedades gallegas en Cuba: Identidad local y movilización atlántica (1870-1940)”, y “Cuba y Asturias: Rutas de memoria y reinvención”, tras las que se realizará otro conversatorio, también vía digital.
El día cerrará con danza fusión, flamenco cubano, una propuesta de la compañía de Lizt Alfonso.
El domingo el congreso del Centro Cultural Cubano de Nueva York sesionará centrado en la independencia, la identidad e integración cultural.
El programa incluye la presentación del Premio Amelia Peláez 2021 en su jornada matutina durante la cual también se celebrará un panel que incluye un testimonio de Juan Goytisolo sobre la Cuba colonial y se conversará sobre el legado empresarial de los catalanes en Cuba, los lazos histórico-literarios entre Cuba y Canarias, entre otros temas.
A las 2:00PM tendrá lugar la mesa redonda “Cuba en España” con historias del exilio cubano. Entre varios testimonios, Pablo Díaz Espí, director de DIARIO DE CUBA, hablará sobre el trabajo de nuestro medio.
En una sección en primer plano se presentarán algunos hitos de la farándula española en Cuba, con Carmen Amaya, Sarita Montiel, Lola y Lolita Flores, entre otros, y una coda en Son de negros en Cuba (filme) cerrará el programa a las 5:00PM.
Los asistentes al congreso en línea tendrán acceso exclusivo a tres eventos complementarios que se celebrarán en diciembre.
Estos son El punto cubano y el son, una sesión en vivo entre Yuniel Jiménez y Yeray Rodríguez desde Nueva York y las Islas Canarias, el martes 1 a las 7:00PM; la premiere mundial de la obra de teatro La Indiana, de Saida Santana, en vivo desde Madrid, el domingo 13 a las 5:00PM; así como el espectáculo ¡La Magia de la Zarzuela!, con arias legendarias de zarzuelas cubanas y españolas, en vivo desde México, el viernes 18 de diciembre, a las 7:00PM.
El programa del congreso ha sido presentado en asociación con el Instituto Cervantes, el Instituto Canarias-América of Hunter College, el Forum on Migration of Bernard College, el Instituto de Estudios Latinoamericanos y el Greater Caribbean Center de la Universidad de Columbia.
Lée la noticia original en Diario de Cuba: https://diariodecuba.com/cultura/1605270241_26444.html
Publicado en: Otro Lunes. Revista hispanoamericana de cultura. nº57
8 de noviembre de 2020
Nacho Rodríguez
Haydée es tan especial que prefiere entrevistarse a sí misma. Cuando le propuse hacerle una entrevista para un medio de comunicación, a tenor de su nuevo libro de relatos Fresa salvaje para siempre. Historias de amor y fastidio (Ediciones Hurón Azul, 2020) enseguida me respondió, vía mensaje de texto desde La Habana, que preferiría entrevistarse a sí misma. Adujo que ya lo había hecho, en anteriores ocasiones, y que nadie lo haría tan bien como ella misma. Claro, pensé, uno se conoce mejor a sí mismo que a los otros. Además, ya habíamos hecho otra entrevista meses atrás y había gastado mis mejores balas.
El ejercicio en cuestión parece originarse en un cuestionario estándar que encontró en algún lugar y le gustó. Hace meses le dio por responderlo. “Envíamelo entonces”, le dije, “y así salimos airosos del asunto y no tienes que molestarte en enviarme enmiendas parciales”. El problema era que el cuestionario, con las decenas de respuestas, estaba o está en su oficina, a la que hace meses no acude por la pandemia. Esa pequeña circunstancia no fue obstáculo para Haydée, ya que… Decidió entrevistarse nuevamente.
Al poco de revisar la entrevista comprobé con preocupación que había firmado su propia entrevista como Haydee Sardiña; esto es, sin la ese final que recoge el libro en lomo, portada, portadillas, colofón, etc. Esperé que fuera una hora decente en La Habana y le envié un mensaje. ¿Sardiña o Sardiñas?, pregunto. “Ponlo como esté en la portada” me responde de inmediato. ¿Y qué hay de la tilde de tu nombre?, continúo en otro mensaje, ¿también como aparezca en la portada? Su siguiente respuesta me deja estupefacto: “Sí, son detalles sin importancia”. Pues sí, esta es Haydée, Sardiñas o Sardiña. No importa. Y como no importa, además de maquetar algo el texto y ponerle un par de tildes, he tenido que completar una respuesta que estaba cortada… ¿Quién que no sea Haydée Sardiñas/ Haydee Sardiña podría darse cuenta? Son detalles sin importancia.
Ahora les presento a la autora, a partir de lo que ella escribió sobre sí misma al comenzar este 2020: “Me gradué en 1989 en Ingeniería en Control Automático en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría. Fabriqué muñecas de trapo durante el Periodo Especial, escribí guiones para programas de Radio y TV, intenté dar clases de inglés, trabajé como secretaria ejecutiva para una compañía canadiense que por algún motivo quebró, y desde hace 10 años trabajo en la Embajada Norteamericana en La Habana (o lo que queda de ella). Mis gustos literarios tienen más que ver con la forma en que está escrito algo que con la historia que cuentan. Las cosas que me gustaría hacer antes de morirme, son: escribir una obra de teatro y escribir otro guion para un telefilme (ya escribí uno). Pero no tengo apuro. Tengo dos pasiones: la literatura y enamorarme (en tercer lugar estaría la cerveza y los amigos, juntos).”
No obstante, y antes de entrar en su auto entrevista, debemos hablar del libro en cuestión. Decía Teresa Dovalpage en el prílogo (sí, escrito así) de Alamar, te amo, publicado en 2018 y en el que participaron catorce narradoras cubanas (entre ellas la propia Haydée), que “el realismo puro y duro pierde parte de su dureza, casi diría que se humedece, pasando por las manos de una mujer”. Y es que estamos, en la mayor parte de los relatos de Haydée, ante un narrador masculino escrito por una mujer.
Ponerse en el pellejo de un hombre no solo es pan comido para Haydée (por algo será), sino que, cuando lo hace, uno tiene el deseo de querer ser el hombre que ella juega a ser. Qué simples son los hombres, para que se identifiquen tan plenamente con una fantasía femenina. O qué grande es la escritora. Como siempre, Haydée nos ofrece una explicación desapegada: “No sé por qué he preferido a veces escribir desde una voz masculina. Será una manera de esconderme. No me gusta sentirme descubierta.” ¿Pero es que hay algo menos encubierto que afirmar esto?
Si bien hay relatos que están pintados con ese material que Virgilio Piñera (dicen que) llamó “costumbrismo socialista” (como el propio relato «Amor y fastidio»), donde se exacerba hasta el límite las contradicciones de un sistema patológicamente institucionalizado y que para los lectores ajenos a él podrán leerse como simple “realismo mágico”, está siempre el amor (y el erotismo) penetrando su dureza como único antídoto de salvación de la vida cotidiana, por más que este, como en el relato citado, sea también institucionalizado.
Esta selección de relatos proviene de cuatro libros de la autora. Tres de ellos editados (en Cuba). El primero de ellos, Historias de Amor y fastidio (Editorial Extramuros, 2007), fue editado por Michel Encinosa, uno de los autores compilados en Malditos bastardos (Colección G., La Palma, 2014). Ese mismo año, otra pequeña editorial antillana publicó Recortes del Paraíso (Editorial El Mar y la Montaña, 2009). La última publicación es Fosforera Bill y otros cuentos (Ediciones Loynaz, 2011). Aunque entre esa fecha y 2018 Haydée no volvió a publicar (dos de sus relatos aparecieron en la antología erótica Alamar, te amo de Ediciones La Palma), cuenta con otro libro (inédito) de relatos (o de cuentos, como mejor dicen en Cuba).
Al revisar su auto entrevista, comprendo que falta algo vital: la alusión a su propia creación. Una vez más le pido a Haydée que visite sus relatos, a tenor de la selección que hemos hecho. Le sugiero que intente tejer puentes entre la ficción narrativa y su génesis vital. “Te lo envío pronto”, contesta en un breve mensaje. Tarda unos días en responder; se lo está pensando, ya ha hablado y escrito mucho sobre lo que opina de su propia obra (esto lo digo yo). Finalmente, escribe esto: “Hay algunos relatos que prefiero por encima de los demás. De Fosforera Bill me gustan sobre todo los personajes, que están creados a partir de personas que conocí. A Lino el trompetista, la flaca y al mismo Fosforera Bill te los puedes encontrar cualquier noche haciendo sopa (música por encargo) en el malecón habanero. También los personajes negativos, los problemas con la vivienda y la precariedad económica los puedes encontrar en cualquier esquina, desafortunadamente. Pero si tuviera que elegir tres de ellos, serían: «Filosofía Poética de Marcelino Pasquale», una historia de literatura dentro de la literatura, inspirado por eventos reales (intento de suicidio, escritura y redención) y por la lectura de Roberto Bolaño; «Una botella de felicidad», por su ingenuidad y sencillez, y «Alternativas probables” inspirado, probablemente, en la lectura de Alfredo Brice Echenique hace muchos años. El relato cuenta una historia de amor entre personajes que se sobreviven en los ambientes más sórdidos, pero creo que hay ternura en la historia y música en las palabras. Creo que la depresión, la adicción a los psicofármacos y la frustración están en todos ellos, pero también, la superación, la esperanza y, a ratos, la resignación.”
Ahora pasemos, finalmente, a la auto entrevista.
¿Cuál es el primer libro que recuerdas?
La primera historia que recuerdo es «Juan Darién» de Horacio Quiroga. Me la leyó mi papá siendo chiquita y se la leí yo a mi hijo después. Creo que «Juan Darién» siembra compasión en las personas. Luego recuerdo muy vívidamente «La vida de algunos animales», de una autora rusa que era veterinaria en un zoológico de Moscú y que marcó a gran parte de mi generación, y La mujer fantasma de William Irish. Leí muchos policiacos cuando era adolescente.
¿Crees en la inspiración? ¿De dónde vienen tus ideas?
Totalmente. Creo en la inspiración y en la lectura. Los libros que lees en la adolescencia y primera juventud te enseñan casi todo lo que hay que saber para escribir. Luego, llega una frase o una idea que se te queda dado vueltas y describe una situación que estás atravesando o sentimientos que estás experimentando, y a partir de ahí todo ocurre naturalmente. Sin esa frase, (o metáfora, como diría Milan Kundera) no habría historia.
¿Cuál es una de las historias que has escrito que más te gusta? ¿Recuerdas cómo nació?
Escribí una historia de ciencia ficción hace tiempo que se titula «O». En aquel momento me había enredado en una relación sin sentido con un hombre MUY atractivo. Eso era todo lo que yo veía en él. En «O» trato de encontrar una explicación para una relación tan vacía.
¿Qué te motiva? Si es la lectura, menciona títulos.
Leer me motiva mucho. Hay libros que releo cada cierto tiempo y siempre me dan deseos de escribir. Los últimos que recuerdo son El que tiene sed, de Abelardo Castillo y cualquiera de los libros de Chuck Palahniuk. Son dos escritores muy diferentes, pero Castillo tiene música y ritmo, y Palahniuk una manera peculiar de usar el lenguaje. También está Manhattan Transfer de John Dos Passos. Es el tipo de libro que me gustaría escribir alguna vez, pero sobre la Habana.
¿Cuándo supiste que querías ser escritora?
La literatura es la cosa que más disfruto. Me despierta una emoción muy diferente a otros tipos de felicidad. Nunca creí que podría ser escritora. Siempre tuve libreticas de notas, pero la escritura es algo que respeto demasiado para pensarla como posible. Sin embargo, un día, en medio de una de muchas caminatas por La Habana con unos zapatos muy incómodos, bajo un sol terrible y sin poder agarrar el transporte público, se me instaló una frase en la cabeza. La frase se convirtió en un texto de 3 o 4 páginas, que convertí en una especie de cuento. Y a mis amigos les gustó. Fue una revelación. La sensación de que alguien disfruta lo que escribes, de que se rían (porque en aquella época usaba una especie de humor negro y me interesaba mucho reírme de los problemas y de mí misma) fue algo maravilloso que descubrí y que solo comparo con la sensación de enamorarse.
¿Cuál es tu mejor recuerdo como escritora?
El día que leí mi primer cuento más o menos serio («O») en público y Raúl Aguiar me dijo que lo quería publicar.
¿Cuál es tu criptonita como escritora?
La estabilidad. Una pareja estable y un trabajo de 8 a 5 que me permita pagar las cuentas pero me robe el tiempo.
¿Alguna vez has considerado escribir bajo un pseudónimo? ¿Cuál?
Muchas veces. Me gustaría esconderme un poco sobre todo de la familia. No quisiera que leyeran lo que escribo. Además, mi nombre no es musical. Haydee Paz, por ejemplo, sería más sonoro.
Al escribir, ¿intentas sobre todo ser original o complacer a los lectores?
Ninguna de las dos cosas. Cuando tengo suerte de escribir algo, lo hago en primer lugar para mí, porque necesito hacerlo y sobre asuntos que me preocupan o me interesan.
¿Con qué otros autores mantienes amistad y de qué manera te han ayudado a ser mejor como escritora?
Raúl Aguiar, José Miguel Gómez (Yoss) y Ernesto Pérez Castillo han revisados mis textos y me han infundido confianza, que siempre me falta. A ser mejor escritora me ha ayudado leer.
¿Cómo afectó publicar tu primer libro a tu proceso de escritura?
Entonces descubrí que quería más. Implica el riesgo de empezar a escribir pensando en el público, en los concursos, en volver a publicar porque ser conocida de cierta forma, es una trampa que puede hacerte pensar en hacer cosas que no querrías hacer antes.
¿Qué hiciste con tu primer pago como escritora?
Fueron 2.000 pesos de un premio regional. No era mucho dinero y eran tiempos difíciles económicamente. Lo gasté en cosas primarias.
¿Lees las reseñas de tus libros? ¿Te afecta? ¿Cómo enfrentas eso?
Las leo, por supuesto. Me afectan mucho. Tanto como los comentarios de los amigos. Con el tiempo he aprendido a superar la ansiedad de esperar un comentario y he aprendido a confiar más. También me tomo más tiempo para compartir los textos.
¿Tienes alguna máxima o refrán que rija tu vida? ¿Cuál es?
No sé si sea una máxima en mi vida, pero termino aplicándola siempre, así que debe serlo. Es una frase de «Tauromaquia», un minicuento de Juan José Arreola: “Donde quiera que haya un duelo, estaré de parte del que cae, ya se trate de héroes o rufianes (…) porque yo también soy dos, el que pega y el que recibe las bofetadas”.
¿Tienes miedo a la página en blanco?
No vivo de la literatura. Si tuviera que escribir para vivir, una columna o en un espacio fijo en alguna revista, tendría que enfrentar esos miedos. Pero cuando uno escribe por placer, esos fantasmas no existen. Cuando no escribo, me falta algo, lamento no ser capaz de crear nada, pero he descubierto que forzar la creatividad no funciona. Se pueden producir muchas cosas de poco valor si uno se deja llevar por las ganas de tener algo que mostrar. Entonces, le voy a la contraria al refrán que dice “no tener nada que decir no es motivo para callarse». Pienso que “no tener nada que decir es el mejor motivo para callarse.” Y es lo que hago. No es que me guste, pero mientras tanto, leo y vivo. Para compensar esa frustración escribo guiones de radio y TV. Es un área que depende menos de la inspiración y que disfruto mucho también.
Madrid y octubre de 2020
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Haydée Sardiñas (La Habana, Cuba, 1966). Premio Luis Rogelio Nogueras de cuento 2006, con el cuaderno Historias de Amor y Fastidio, publicado por la editorial Extramuros, que luego recibiera el premio La Puerta de Monserrat 2008, otorgado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura. Primer premio en el concurso de cuentos de ciencia ficción Juventud Técnica 2007, con el relato «O». Premio La llama doble 2008, con el relato «Finales felices». Premio Regino E. Boti 2008 con el cuaderno Fresa salvaje para siempre, publicado por la editorial El mar y la montaña, con el título Recortes del paraíso. Premio Paco Mir 2009 con el cuaderno En la escena del crimen (inédito). Premio Hermanos Loynaz 2010 por la obra Fosforera Bill y otros cuentos. En 2018 dos de sus relatos conformaron la antología erótica Alamar, te amo (Ediciones La Palma, Madrid).
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Lée el artículo original, en: http://otrolunes.com/57/otrolunes-conversa/entrevista-a-haydee-sardinas-por-haydee-sardina/
ANTECEDENTES
Hurón Azul consolida su alianza con la Cinemateca de Cuba con la aparición, en 2016, del libro “El cartel cubano llama dos veces”, cofinanciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. Este libro es un compendio de la cartelística cubana desde 1915 hasta nuestros días. Medios tan relevantes como El País celebraron su llegada afirmando que: “Más allá de lo que se muestra en las pantallas, una parte de la historia del cine de cada país se puede contar también a través de los carteles que promocionan sus películas. Un lugar donde tradicionalmente se ha mimado la elaboración de afiches para filmes es Cuba, como demuestra el libro El cartel cubano llama dos veces, en colaboración con la Cinemateca de Cuba y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.”
En 2018, durante la 77 Feria del Libro de Madrid, Ediciones Hurón Azul, con el apoyo de la Filmoteca Canaria, y también la AECID, presentó los 3 primeros tomos de la “Bitácora del cine cubano”, un compendio de todo el patrimonio cinematográfico de creación nacional. El 4º tomo fue editado en 2019, en colaboración también con la AECID.
AMPLIAR LA BITÁCORA DE CINE LATINOAMERICANO
En la actualidad, Ediciones Hurón Azul busca apoyos para lograr una extensión de la labor de recuperación del patrimonio fílmico de la vecina Centroamérica, específicamente la de aquellos países que, como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua han realizado una labor desigual, tanto en lo artístico como en lo sistémico y curatorial.
En un primer momento, la alianza establecida con la Cinemateca Hondureña “Enrique Ponce Garay”, inmersa en un proceso de mejora y recopilación de su patrimonio fílmico, supone una alianza para un trabajo seguro, siendo el primer foco del proyecto, que dará lugar a la Bitácora de cine centroamericano.
Para llevar a cabo esta expansión enciclopédica con las mejores garantías de rigurosidad académica y apego a la idea original, será la Cinemateca del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica quien, a través de sus especialistas en cine latinoamericano, acojan, orienten y validen la labor de investigación y curadoría del ensanchamiento cinematográfico americano.
BITÁCORA DE CINE DENTROAMERICANO (4 tomos): Recuperar y sistematizar un siglo de producción cinematográfica de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.
TOMO I (Honduras): Recuperar y sistematizar 80 años de producción cinematográfica hondureña.
DIARIO DE CUBA
Jorge Luis Borges, quien nunca escribió una novela, dice: “Yo no sé por qué la gente escribe tanto”.
Borges, para quien la poesía es síntesis, utiliza la palabra riddle, así en inglés, para referirse a ella.
Riddle.
Me gusta cuando se traduce como “acertijo” o “enigma” porque en inglés la definición incluye ingenuidad y juego con el significado.
A Borges le hubieran gustado estos poemas de Teresa María Rojas: lírica, actriz, maestra de muchos.
Porque estos poemas son acertijos, cápsula, conjetura, teorema, canto, crónicas autobiográficas ultra breves.
Como punto de partida propongo dos temas presentes aquí:
1. la orfandad, de la que se desprende un segundo tema:
2. la maternidad enraizada en la muerte —Teresa es huérfana de madre.
La niñez termina cuando somos conscientes de que recordamos, o cuando muere la madre.
La niñita Teresa María quedó varada en la niñez huérfana, que ella insiste en hacerla canto. Porque, no se llame a engaño lector, el paraíso es la niñez, incluso una niñez desgraciada como la suya, o como la mía.
Hay una fotografía fija de la niñita Teresa María en mi mente, donde la huérfana juega para espantar los hechos —en la casa de muñecas de la niñez.
Y desde entonces obran en ella las palabras.
Teresa vive como poeta las 24 horas del día.
Ella me enseñó eso.
Mi Teresa convocaba, entre arroz pollo a la chorrera y plátanos maduros fritos, a Alberto Baeza Flores, Eugenio Florit, Orlando González Esteva (que no son poca cosa), para que oyeran a Rosita leer sus poemas adolescentes.
Me mortifica que en español no existe una palabra para una de las experiencias más desgarradoras que pueda ocurrirle a un ser humano, que es la muerte de un hijo.
Que lo más terrible no se nombre propiamente.
Para la Real Academia Española uno puede quedar huérfano de hijo; pero no es suficiente.
A La Federación Española de Padres de Hijos con Cáncer se le ha ocurrido huérfilo, compuesta por la misma raíz indoeuropea —orbh— (separar, perder, alejar) y “filius”, también del latín, que significa “hijo”.
(Querida Teresa, me atrevo con algo tan personal que me hace daño. Permíteme.)
Nuestra Teresa es huérfila de hija.
En “Rorro” la voz poética es la madre inconclusa:
del pecho roto pozo de sed.
Dice:
aún mece la cuna
la cuna que ya no llora.
También:
y todo en mí es el dolor
como si fueras a nacer.
El poema “Alusión” es un drama fílmico: una mujer va al cementerio y busca una tumba cualquiera:
(… los nombres los devoran también los gusanos del tiempo)
El dolor de la pérdida resuena en el libro como un eco:
Donde sonaba
la vieja cicatriz
la herida abierta.
No es un poemario triste, sin embargo.
En lo anecdótico de estos poemas hay un juego perenne que no es trivialización; si acaso, temeridad lúdica.
Homo ludens.
El juego es una necesidad primaria del ser.
Sigmund Freud ha dicho: “Nunca abandonamos un placer que hemos conocido; lo sustituimos”.
A la niña Teresa María la vida se le ensombreció.
Entonces sustituyó el juego infantil por el retozo verbal. No en balde en inglés nos llaman players a los actores.
Suplir la carencia en el juego.
Para los griegos el juego verbal es ocultación.
Por ello en el fondo de estos juegos poéticos está encapsulada la biografía de la autora.
Poemas como “Yerma” o “Lunch” son breves puestas en escena.
Esta es una escritura performativa.
El placer del juego, apunta Freud, nunca nos abandona. Esa es la respuesta de la especie a la presión social, la norma y al destino implacable —que nos toca. Dice que estamos predeterminados a buscar el placer, rehuir del dolor y encontrarlo.
Homo ludens que ensaya sobre el papel del juego.
La voz poética aquí no teme a los juegos arriesgados:
jugar al pinpón
con los abismos.
Asimismo esta niña grande es muy enamoradiza; retoza entre el amor y los celos.
pero a ti
te amé un libro entero.
Está Dios como compañero de juegos de Teresa María, aventurando nuestras vidas cual fichas sobre el tablero, desatando lo imprevisible:
Dios regaló a la novia el extraño velo nupcial:
la niebla.
Nubóloga eficaz, Teresa lleva una vida mirando hacia arriba; es especialista en “los blancos disparates de las nubes”:
En “Tinta blanca” dice:
Hoy pareciera
que solo salen nubes de mi letra.
Cubana contumaz, hace miles de años que se fue de Cuba y no ha vuelto. (Ah, olvidaba decirles que le tiene fobia a los aviones.) He dicho alguna vez que el exiliado exhibe duplicada orfandad:
Apunta ella:
buscaba un hueco, o una patria donde estar
lo que durará el tiempo.
(Foto de Rosie Iguanzo)
En estos poemas algo que se me pierde. Y es que algo debe quedar perdido para siempre.
Porque hay algo escurridizo en Teresa. Incluso ahora que nuestra venerada maestra se mueve lento, todavía es inaprensible. Y esa cualidad esquiva forma parte de su atractivo.
Cito:
yo
que no me entrego del todo
Cito:
yo, fugitiva
¿A qué hora quedarme para siempre (…)?
Para concluir regresemos al título del libro: Ecos de la brevedad.
O sea, la poética es caja de resonancia.
Teresa parece colocar en el libro-maleta solo lo imprescindible para el viaje.
Quiere ir ligera.
De ahí la insistencia en la ligereza —brevedad que es la destilación de sus temas; por ello Teresa prepara una “maleta de barro” (todo es perecedero), y dentro breviaturas, tweets, premuras, cifra, migaja de pan para hallar el camino de regreso.
En “Rojo duradero”, uy, uno de mis poemas favoritos, queda dicho:
Vino al mundo sin nada
hueso y llanto
se irá trino y ceniza
con los labios pintados
y un retrato del aire.
Y qué tal la retórica:
para decir adiós no siempre es necesario despedirse.
Aquí nos da una clave para abordar esta poesía de la concisión, donde cunden las nubes, el juego y otras cosas intangibles.
Poesía fugitiva.
Díganme si no:
Yo,
que amo con el amor lastimado
de los huérfanos,
y robo algo de todos.
(…)
Yo, que creo
en el espíritu del instante.
Teresa es animista, mira y da vida a las cosas. Aquí hallamos personificaciones varias; de un plumazo: teléfono que muere, brisa que se ahoga, fango que acaricia la orilla, olvido que da caza, aguas traviesas y flor que dice.
Tríadas sin título a veces, con algo del haiku (no en la métrica), en la empatía, la sensibilidad hacia las cosas del mundo (lo otro, lo que no es una).
Para elogiar brevedades no voy a expandirme (más).
“¿Qué tal de resonancia?” pregunta Lezama Lima.
¿Qué tal de resonancia?, nos preguntamos.
Baste decir, que ante tanta economía verbal, no va hallar usted aquí palabras erróneas que degraden el verso o la vida.
Para oír estos ecos en su voz, pongamos la cabeza dentro de la campana de su poesía o bajo la cúpula de su indulgencia.
Teresa María Rojas, Ecos de la brevedad (Hurón Azul, Madrid, 2020).
Rosie Inguanzo presentará el libro de Teresa María Rojas el miércoles 18 de noviembre, 7:30PM (hora Miami), desde el portal de la Feria del Libro de Miami.
Puedes leer la noticia original en Diario de Cuba: https://diariodecuba.com/de-leer/1604594154_26234.html