La PALMA y CUBA; CUBA y LA PALMA

LA PALMA Y CUBA; CUBA Y LA PALMA

La editorial La Palma comenzó su andadura cubana en 1994, de la mano de la poesía, como no podía ser de otro modo. La colección Archipiélago, dirigida por Elsa López, publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80, donde aparecen poetas como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José ponte o Sonia Díaz Corrales. La antología estuvo a cargo de Alicia Llarena, quien también escribió, junto a Osmar Sánchez Aguilera, una interesante introducción a la poética insular.

libro poesía

En el año 1997, trece años después de la fundación de La Palma, la colección Ojo Inmundo dirigida por David Cabrera, publica “Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida”, el primer volumen de relatos vertebrados por la experiencia del VIH a una serie de nóveles escritores cubanos, casi todos desconocidos en el extranjero por entonces y aun en la propia isla, y que hoy forman parte de un pequeño grupo consagrado a la escritura dentro y fuera de Cuba. En esta primera antología de relatos podemos encontrar a Alexis Díaz, Frank Lima, David Díaz, Norberto Marrero, Rolando Menéndez, Miguel A. Fraga o Yoss. La antología fue preparada por José Ramón Fajardo y Lourdes Zayón. El origen de la antología fue el taller literario “La montaña mágica” del sanatorio Santiago de las Vegas o “Sidatorio Villa de los Cocos”, donde los antólogos impartían técnicas narrativas a las personas infectadas por el IVH. El título responde a una de las pasiones de Pepe Fajardo: los Beatles. Cien ejemplares fueron llevados a Cuba ese mismo año y aún hoy, de tarde en tarde, se puede encontrar alguno de ellos en los puestos de libros de segunda mano.

toda esa gente

En ese mismo año, 1997, la colección Tierra del poeta saca a la luz otro tesoro insular: “Escrito para borrar. Cuaderno de playa”, del poeta Orlando González Esteva.

escrito para borrar

Desde esa publicación, la editorial La Palma, orientada en consagrar las creaciones poéticas dentro y fuera de España, no olvidó sus relaciones con la octava isla. En numerosas ocasiones surgieron proyectos, aunque la mayoría de ellos quedó en el inventario de las memorias. No fue así, empero, en el caso de la poeta Soleida Ríos, cuyo poemario, “El libro roto; poesía incompleta y desunida septiembre 1987 – julio 1989”, fue editado en 2003, en la colección Ministerio del Aire, con una Nota debajo de la puerta que dice “este libro se escribe bajo un signo terrible: dios es el hombre y tiene miedo a su edad…”

soleida

En el año 2011, poco antes de su muerte, salió a la luz la última apuesta poética de Lorenzo García Vega, “Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto” en el número 7 de la colección La Palma, dirigida por el también poeta Nicolás Melini.

Lorenzo

A finales de 2013, un equipo de intelectuales españoles con estrechas relaciones con la cultura cubana, aglutinados en la editorial La Palma, pergeñó la idea de recuperar una parte del inmenso material artístico que duerme en el sueño insular. De este modo, surgió la idea de la Colección Cuba, un intento restaurador ajeno a encorsetamientos genéricos, y por tanto heterodoxo, que pretende cubrir el vacío de una suma de minoritarias pero inmensas sensibilidades artísticas que sobreviven talentosamente en la Cuba de hoy pese al aplastamiento de sus condicionantes materiales. El primer número, “Mural de poesía cubana”, abarca la poesía cubana desde sus orígenes al vanguardismo, editado a inicio de 2015 bajo la dirección de Virgilio López Lemus.

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En febrero de 2014, durante la Feria del Libro de La Habana, se materializó el acuerdo entre Ediciones La Palma y Editorial Cajachina, por la cual se imprimiría en España una colección hermana, aunque no gemela, de la Colección G. habanera, partiendo de un número 0 inaugural que recogería 10 relatos de 10 narrador@s jóvenes y prolíficos en publicaciones y premios. Diez narradores y narradoras que, como bien señala Gilberto Padilla, editor de la colección, no son ni Pedro Juan Gutiérrez, ni Zoe Valdés ni Leonardo Padura… sino Ahmel Echevarría, Orlando Luis Pardo, Legna Rodríguez Iglesias, Jorge E. Lage o Raúl Flores.

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En el año 2015, tras las numerosas alabanzas de revistas como Leer o Quimera, así como de críticos literarios como Ignacio Echevarría o Daniel Serrano, por no hablar del propio Pedro Juan Gutiérrez, que se encontró con el libro en la Feria del Libro de Tenerife y acabó comprándolo, leyéndolo y reseñándolo, La Palma afianza su relación con la Cajachina habanera y saca a la calle, con una semana de diferencia con La Habana, el segundo volumen de la Colección G.; “No sabe/ No contesta”.

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Y para acabar la actualización, la editorial La Palma tiene en imprenta el siguiente volumen de la Colección Cuba. Una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano. En el libro “Cuba: memoria y desolvido” se recogen textos de los orígenes del ferrocarril en Cuba, de la memoria de los cines de pueblo, del ajiaco, o de la toma de La Habana por los ingleses. El autor del libro es José Antonio Michelena y cuenta con una soberbia introducción de Leonardo Padura.

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Las colecciones G. y Cuba siguen buscando artistas…

“Mural de poesía cubana” en “El marcapáginas de Gestiona Radio”, 12 de septiembre de 2015

Desde los orígenes al vanguardismo

El sábado 12 de septiembre se emitió en directo un coloquio sobre la cuasi antología “Mural de poesía cubana”, una primera propuesta para adentrarse en la poesía insular desde sus orígenes hasta el vanguardismo del siglo XX.

Elmarcapáginas

En la tertulia radiofónica participaron: el conductor, David Arranz; el autor, en conexión directa desde La Habana, Virgilio López Lemus; el responsable de la Colección Cuba de ediciones La Palma, Ignacio Rodríguez; y los contertulios Antonio Domingo y Ricardo Guerrero.

heredia

David Arranz, además de conducir la tertulia, leyó varios de los poemas, entre ellos “Oda a la piña” de Manuel de Zequeira y Arango, “Niágara” de José María Heredia, “Al partir” de Gertrudis Gómez de Avellanada, “Hierro” de José Martí o “Proclama” de José Talet.

Virgilio López Lemus profundizó en la construcción de la identidad nacional cubana a través de la poesía, desde los mismos tiempos de “Espejo de paciencia” (s.XVII), y recalcando la importancia de los elementos identitarios en poemas como los de Heredia (s.XIX), siendo un medio de expresión del pueblo naciente, que se refuerza con la contribución a la creación del Modernismo que realiza José Martí.

Como colofón de la tertulia, autor y editor se comprometieron a trabajar en una segunda edición ampliada para 2016.

VLL

Les invitamos a oír la tertulia íntegra en el siguiente enlace:

http://www.gestionaradio.com/26019-el-marcapaginas-david-felipe-arranz-2-2015-09-12-200000-256kbps-mp3/

Dirige y presenta: David Felipe Arranz

Correo electrónico: elmarcapaginas@gestionaradio.com

Sueño para compartir el horizonte La bendita circunstancia del mar

Por José Antonio Michelena

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En su poema, leído el 14 de agosto, durante la ceremonia de reapertura de la embajada estadounidense en La Habana, el poeta Richard Blanco eligió el mar como metáfora de unión entre las dos naciones que inician un nuevo camino, entre las personas que, en ambas orillas, sueñan con “el fin de todas nuestras dudas y miedos”.

Ciertamente, el mar, como sujeto, actor, símbolo, escenario, ha estado presente siempre en la poesía cubana. “¿Quién es sagrado Mar/ quién es el hombre/ A cuyo pecho estúpido y mezquino/ Tu majestuosa inmensidad no asombre”, escribió José María Heredia; mientras que Gertrudis Gómez de Avellaneda, “no encuentr[a] delicia ninguna/ como amar y cantar en el mar”.

Por el contrario, Virgilio Piñera dice en “La isla en peso”: “La maldita circunstancia del agua por todas partes/ me obliga a sentarme en la mesa del café./ Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer/ hubiera podido dormir a pierna suelta”.

Pero es que “Una isla es una ausencia de agua rodeada de agua: Una ausencia de amor rodeada amor”, según Dulce María Loynaz; y seguidamente pregunta: “¿Qué es un océano?”, para responder: “El mar es solo un sueño largo/ que está soñando la tierra/ entre soles columpiada/ Es el sueño de la tierra/ dormida sobre una llama”.

De manera que las voces de nuestros clásicos murmuran en el texto de Richard Blanco, quien hubiera nacido en la isla y no en España si las circunstancias hubieran sido otras para su familia, y hubiera leído más a Ballagas, Lezama, Piñera, o Diego, que a los escritores de lengua inglesa.

Pero la vida, para él, como para muchísimos otros, fue así. Creció lejos de la tierra de sus padres y abuelos, mas estos le hablaron de sabores, olores y colores, y, como la nostalgia también se aprende, soñó con esa isla, y soñó con un océano compartido donde el sonido de las olas sea un mantra que nos sane por encima del ruido del odio y la amargura.

Muy pocas familias cubanas, tal vez ninguna, en los últimos cincuenta y seis años, ha escapado del dolor por la separación –exilio de por medio– de un ser querido, o un amigo entrañable; o, peor aún, por su trágica pérdida en el mar.

Cada familia tiene una historia de vida distinta, recuerdos distintos, pesares distintos, un espacio en el pecho donde reposan esas personas que no hemos vuelto a ver. Allí están dos de mis tías, cinco primos hermanos, una tía-abuela, y una prima segunda a quien quería como una hermana mayor. Unos fallecieron y para otros yo estoy muerto. Ninguna señal, de este lado del mar, es atendida.

No sé si para ellos, los que quedamos aquí, fuimos desterrados de los álbumes de fotos, o, como mi hermano y yo lo hacemos, guardan aquellas imágenes de un tiempo remoto en que los mangos se pudrían en el suelo, jugábamos bajo la mata de mamoncillos y danzábamos todos descalzos bajo la lluvia.

Así como nunca más he visto a esos familiares, igual me ha sucedido con viejos amigos, quienes, a diferencia de los primeros, pueden estar en Facebook y hasta ser contactos nuestros en la red, pero es como si fueran otras personas, mutantes que solo muestran sus rostros en fotos.

A todo el mundo no le ha pasado lo mismo. Mi esposa se reencontró con su hermano después de cuarenta y ocho años sin verlo, y aunque estuvieron como media hora llorando, sobrevivieron al encuentro. Mi cuñado, en cambio, nunca más vio a su padre y este murió nombrándolo en el minuto final. Cada familia cubana tiene un arsenal de recuerdos en estos asuntos.

Conozco una señora de 94 años que emigró en 1959 y lo añora todo de Cuba. No hay un día en que no diga que el café de allá no le gusta y que quiere comer comida cubana porque ya sus hijos y nietos solo comen al estilo americano, y a ella le encanta el plátano maduro frito, el arroz blanco con picadillo, huevo frito y ensalada de aguacate, y se muere por los tamales, el pescado frito, el arroz con pollo y la yuca con mojo.(“Lejos de ti la sed y el hambre/ no se sacian/ con halagos de frutas y chorros de agua:/ lejos de ti es la soledad concreta”, escribió Juana Rosa Pita en “Carta a mi isla”.)

Esa nonagenaria, a quien Ernesto Lecuona dedicó una canción (Azul), habla de las calles de Centro Habana como si caminara por ellas ahora mismo y recuerda todos los refranes cubanos. Dice que cuando salió, por mar, miró intensamente la isla y dijo: déjame mirarte bien porque estoy segura que no te volveré a ver. Quizás ella, al partir, recordaba los versos de la Avellaneda: “¡Adiós, patria feliz, edén querido!/ ¡Doquier que el hado en su furor me impela,/ Tu dulce nombre halagará mí oído!”.

Pero ha pasado el tiempo, que nunca se detiene, porque “en el tiempo no se huye”, nos dejó dicho en “Cuerpo del delfín” Fayad Jamís, quien, en el mismo poema, deslizó este mensaje: “Un ave transparente, gimiendo, allá arriba construye un nuevo mar,/ entre la vieja ciudad y el viejo mar,/ encima de nuestros cuerpos y del muro”; un sueño al que, muchos años después, responde Richard Blanco: “Hoy, el mar sigue diciéndonos/ El fin de todas nuestras dudas y miedos/ Es admirar a los azules lúcidos de nuestro horizonte compartido”. (2015).

[Publicado en ipscuba.net/espacios/laesquinadepadura]

1 septiembre, 2015

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