LA BITÁCORA DE CINE SE AMPLÍA A CENTROAMÉRICA

1.        ANTECEDENTES DEL PROYECTO

 Dentro de la colección Cuba, ediciones La Palma consolida su alianza con la Cinemateca de Cuba con la aparición, en 2016, del libro “El cartel cubano llama dos veces”, cofinanciado por la  Agencia  Española  de  Cooperación  Internacional  para  el  Desarrollo  AECID  del Ministerio   de  Asuntos   Exteriores   y   Cooperación.  Este   libro   es   un   compendio de   la cartelística  cubana  desde  1915  hasta  nuestros  días.  Medios  tan  relevantes  como  El  País celebraron su llegada afirmando que: “Más allá de lo que se muestra en las pantallas, una parte de la historia del cine de cada país se puede contar también a través de los carteles que   promocionan   sus   películas.   Un   lugar   donde  tradicionalmente   se   ha   mimado   la elaboración de afiches para filmes es Cuba, como demuestra el libro El cartel cubano llama dos veces, de Ediciones La Palma, en colaboración con la Cinemateca de Cuba y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.” https://elpais.com/cultura/2017/01/31/actualidad/1485865517_220031.html

Otros medios de difusión de la cultura cubana, como Diario de Cuba, también recogieron en sus páginas la notica afirmando que: “el volumen tiene como objetivo contar la historia del cine  cubano  a  través  de  los  carteles  generados  por  sus  películas,  y  ha  sido editado  por Gilberto  Padilla  y  su  equipo  de  Colección  G.  en  Ediciones  La  Palma.  El  ejemplar  es  un recopilatorio con los mejores carteles de cine cubano desde 1915 hasta nuestros días”. http://www.diariodecuba.com/cultura/1484577942_28175.html

En 2018, durante la 77 Feria del Libro de Madrid, Ediciones La palma/ Hurón Azul, con el apoyo el Ministerio de Cultura y Deporte de España, La Filmoteca Canaria, y también la AECID, presentó los 3 primeros tomos de la “Bitácora del cine cubano”, un compendio de todo el patrimonio cinematográfico de creación nacional. El 4º tomo fue editado en 2019, en colaboración también con la AECID. El 5º y último tomo ha sido editado en 2023 con el apoyo de la AECID.

Tomo 1: La República (1897-1960)

Cine silente (ficción & documental) y Cine sonoro (ficción & documental) 340 páginas

Tomo 2: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen I

Ficción & animación 445 páginas

Tomo 3: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen II

Noticiero ICAIC Latinoamericano. 420 páginas

Tomo 4: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen III

Enciclopedia Popular / Documentales científico-populares / Revistas cinematográficas. 405 páginas

Tomo 5: Otras producciones (1960 – 2020)

Productoras independientes del ICAIC (19) 758 páginas

Estos volúmenes constituyen la única referencia de su tipo sobre la producción fílmica cubana, desde el cine silente en 1897 hasta la producida por el ICAIC desde su constitución en 1959 hasta el año 2017. El presente proyecto puede entenderse como el producto de años o décadas de recuperación del patrimonio fílmico cubano, siendo éste la guía o bitácora, entendido como andadura, revisión, ampliación y rectificación. Nuevamente este reciente hecho ha sido reseñado por medios tanto cubanos como españoles, como La Vanguardia, quien señala que: “expertos de España y Cuba se han unido para compendiar la primera enciclopedia de la historia del cine del país caribeño, que en cuatro tomos reúne todo el patrimonio cinematográfico de la isla, desde el cine mudo de 1897 hasta la actualidad. Bitácora del cine cubano es un detallado y exhaustivo compendio del séptimo arte en Cuba cuya publicación culmina un trabajo de años por parte de multitud de profesionales”. https://www.lavanguardia.com/vida/20180526/443854126992/una-enciclopedia- recupera-por-primera-vez-el-patrimonio-filmico-de-cuba.html

2.       EL CINE CUBANO Y LA CINEMATECA DE CUBA

La Cinemateca de Cuba, en años recientes, comenzó a vivir un anhelado programa de restauración y digitalización de toda la producción, cumpliendo así su primer objetivo: preservar la memoria; para cumplimentar inmediatamente su segundo objetivo: el educativo, el de difundir esa memoria, para el enriquecimiento de todos. La “Bitácora” es parte esencial en el logro de este propósito. Aquí se reúne la información recuperada de la producción cinematográfica cubana, incluyendo la información complementaria sobre la parte que, hasta el presente, siempre ha faltado: las películas no pertenecientes al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) como empresa señera. Es una contradicción que solamente explican las circunstancias en que ha trabajado la Cinemateca de Cuba, creada, regida y mantenida por el aparato central de la producción audiovisual cubana durante más de medio siglo. Las películas que no controlaba, ya fueran institucionales, de grupos o individuales, en el trabajo cinematecario quedaban en el simple archivado de informaciones, reportajes y crónicas periodísticas.  Y el actual compendio surge, precisamente, en un tiempo-bisagra, período de cambios en que esa otra producción adquiere gravitación. Aceptar el reclamo implica un punto de giro. A no dudarlo, su información será una adenda de este libro.

La trayectoria de la Cinemateca de Cuba refleja la del cine cubano de los inicios, cuando cada proyecto de película equivalía a una empresa y fenecía una vez concluida. El ICAIC dotó a esta Cinemateca con una colección de cine, algo que la define en la consideración de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). Existió un proyecto antecesor, en los años cincuenta, que solo fraguó como activismo de un cine-club, a pesar de aunar talentos jóvenes y valiosos; su principal adversidad fue el desinterés de sucesivas gobernaciones, incapaces de comprender y dar calor a una aspiración de ese tipo.

El instituto de cine fundó una verdadera cinemateca, dirigida por Héctor García Mesa, sujeta a los pálpitos de la industria, su mayor bien y su dificultad suprema. Pulió y reconstruyó filmes, línea en que no tuvo un trabajo de gran relieve. Sí lo alcanzó en la documentación, terreno donde se forjó la presente “Bitácora”. Fue su iniciadora la especialista María EulaliaDouglas, baluarte de muchos años, hasta que llegaron a la convicción de que el ambicioso listado que presentamos requería un trabajo conjunto. El crecimiento del número de colaboradores, como puede verse más adelante, también traduce el rigor de la obra.

Consignada por documentales, ficción, dibujos animados y noticieros, la producción fílmica que se relaciona es asombrosa para la Isla en medio de corrientes tormentosas y, también como el mar, siempre recomenzando. La consideración ganada por el cine cubano, sus creadores e intérpretes, traducida en premios y reconocimientos, denota la pasión puesta en sus afanes creativos. Sorprende el simple hecho de la supervivencia, de una industria que se cuenta entre las más costosas y arriesgadas. Es una experiencia digna, con puntos culminantes en una trayectoria que provoca asombro y reconocimiento hasta en la curva que devela un cierre de parábola, el referido tiempo-bisagra, que requiere imaginación y riesgo. En ese sentido, aunque demorada, esta Bitácora llega cuando debe llegar.

Contrario a la magnificación que se le otorga en la distancia, el clima tropical no es tan benigno como se piensa, con temperaturas altísimas y supremos grados de humedad, donde la polución más que crecer, se perpetúa. El estado crítico del celuloide cautivo en las bóvedas de la Cinemateca de Cuba llegó a niveles de espanto. Condicionada por los altibajos económicos, no siempre contó con las posibilidades mínimas para salvaguardar en profundidad su colección de películas, resignada a un mantenimiento discreto que, gracias al ICAIC, no le faltó. Pero en los finales años ochenta y en los primeros noventa, con alguna ayuda extranjera, se inició un proceso de revisión y restauración de algunas bóvedas, que no llegaron a climatizar.

En ese sentido, en diciembre de 2006, la Presidencia de la Junta de Andalucía autorizó   a   la   Empresa   Pública   de Gestión de Programas Culturales (hoy Instituto  Andaluz   de las  Artes  y   las Letras)   para   rehabilitar   las   catorce bóvedas que resguardan el patrimonio cinematográfico, la reconstrucción en profundidad   de   las   instalaciones,   la habilitación     de     equipos     para     el control     de     la    temperatura    y    la humedad   relativa,   la   instalación   de sistemas de seguridad contra incendios, estanterías móviles, creación de tres talleres para la revisión y restauración de los materiales fílmicos y la compra e instalación de equipos para el escaneado de películas y otros documentos, más la digitalización de todos los soportes analógicos.

Debe comprenderse que a los efectos prácticos los vínculos de la Cinemateca con el ICAIC resultan predominantes. Hablamos de 6.485 filmes, películas  a 50.000  rollos  de películas cubanas y 22.000 de cine internacional, para un total de 72.000 rollos. En la cifra entra la producción anterior a 1959 y toda la del ICAIC, desde su fundación hasta la actualidad. La labor de restauración en las bóvedas de los Archivos Fílmicos y en el Laboratorio y otras dependencias, contribuirá de modo determinante a detener el proceso de deterioro y crear condiciones óptimas para la conservación del patrimonio cultural cubano. El anhelado programa de restauración, digitalización, difusión cultural y económica referido anteriormente, de la Cinemateca de Cuba y el ICAIC  son  la  base  trazada  en  este  libro, “Bitácora del cine cubano”.

3.       LA BITÁCORA DEL CINE CUBANO

Esta “Bitácora” detalla lo hecho antes del surgimiento del ICAIC en 1959, y  lo posterior producido desde el nacimiento de esta peculiar institución que ya en su nombre de bautizo lleva intrínseca la unión de su propósito más preciado, léase: Instituto cubano del ARTE e INDUSTRIA cinematográficos. Aquí están detalladas y acompañadas de toda la imaginaría de  cada época, todas sus películas, agrupadas por períodos y categorías para conocer el talento aplicado al cine y suscreadores.

La producción silente aparece gracias a la indagación en viejos documentos y en la prensa periódica; de la misma manera que el cine parlante, todo ello forma parte del Tomo I “La República”, piezas previas a la constitución del ICAIC. A los efectos de la cultura cinematográfica ese período tiene gran importancia como herencia de la cultura cinematográfica de todo lo que se produjo después. Los siguientes tomos, son el Tomo II: “Largometrajes de ficción y animados”; el Tomo III, que asume la primera parte de la documentalística insular, con la característica de que allí está, por ejemplo, el Noticiero ICAIC Latinoamericano en sus 1.490 ediciones categorizado por la UNESCO como Memoria del Mundo; y el Tomo IV, que contiene la otra parte de los documentales nacionales, que es el único tomo en proceso de edición.

Las  autoridades cinematográficas  que participan  en  la obra (ensayos  cortos), son: Omar González, Ambrosio Fornet, Luciano Castillo, Joel del Río, Jorge Luis Sánchez, Mario Masvidal, Fernando Pérez, Daniel Díaz Torres, Manuel Pérez, José Galiño, Frank Padrón, Jorge Fiallo, Raúl Rodríguez, Alicia García, Sara Vega, Paul Chaviano, Reynaldo  González, Mario  Naito, Luis González Nieto, Pablo Pacheco López, entre otros. Por su notable composición gráfica, así como por la apuesta de su composición, podemos decir que estamos ante un libro – objeto, que trasciende estéticamente su mismo y extraordinario contenido.

4.       AMPLIAR LA BITÁCORA DE CINE LATINOAMERICANO

En la actualidad, Ediciones Hurón Azul apoya una extensión de la labor de recuperación del patrimonio fílmico de la vecina Centroamérica, específicamente la de aquellos países que, como Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá y Nicaragua han realizado una labor desigual, tanto en lo artístico como en lo sistémico y curatorial. En un primer momento, la alianza establecida con la Cinemateca Hondureña “Enrique Ponce Garay”, inmersa en un proceso de mejora y recopilación de su patrimonio fílmico, supone una alianza para un trabajo seguro, siendo el primer foco del proyecto, que dará lugar a la Bitácora de cine centroamericano.

Para llevar a cabo esta expansión enciclopédica con las mejores garantías de rigurosidad académica y apego a la idea original, será la Cinemateca del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica quien, a través de sus especialistas en cine latinoamericano, acojan, orienten y validen la labor de investigación y curadoría del ensanchamiento cinematográfico americano. En la actualidad, con el apoyo del IHCINE y de la AECID, se ha producido el primero de los tomos: Honduras (1942 – 2022), obra que rescata y sintetiza la producción cinematográfica hondureña desde sus orígenes hasta la actualidad.

5. IMPORTANCIA DE UNA BITÁCORA CENTROAMERICANA

América Central, territorio frágil y muy fértil, prensado exactamente en el medio de dos enormes y diferentes subcontinentes, compuesto de diminutos países mantenidos en conflictos permanentes por intereses totalmente ajenos a ellos, con gobiernos autoritarios o de dudosa e inestable democracia, aplastados en el menor intento de proponer alternativas reales de desarrollo para sus pueblos. Sin embargo, es su gente lo más importante, el registro de sus historias que necesitan ser protegidas y compartidas.

Si bien es cierto que cada país ha tenido su propio y desvinculado camino en relación con sus vecinos, el desarrollo o los intentos de producción de los cineastas de la región han empezado a fortalecer instancias de participación creativas por medio de Festivales Nacionales e Internacionales, la creación de Redes como la Red CCAPFA (Red Centroamericana y Caribe del Patrimonio Fílmico y audiovisual), unas tímidas pero reales  coproducciones entre países centroamericanos, los congresos académicos sobre cine que se han desarrollado para ponernos en sintonía y unir fuerzas, esto ha permitido construir una sinergia creadora que poco a poco muestra la conformación  de un cuerpo de avanzada con sólida estructura, que de alguna manera prefigura la tan inesperada integración del área.

El cine, factor de unión e intercambio donde la creatividad y el trabajo colectivo desborda las fuerzas más tradicionales de expresión artística, nos lleva a recuperar la historia y trabajar en el rescate de la memoria, experiencias vividas y testimonios de personas, instituciones públicas y privadas, y nos transporta del acariciado sueño a una realidad más concreta y salvaguardada en las cinematecas. Aunque se trata de una difícil tarea, existen pequeños logros aunque muy valiosos, que han abierto el camino para documentar no solo la historia del cine sino también las iniciativas por el rescate de la memoria de los pueblos. Para citar uno y hasta hoy el más completo, la investigación editada en el tomo “La Pantalla Rota: Historia del cine en Centroamérica” de  María Lourdes Cortés, obra que tenemos que ampliar en el contexto de nuestra realidad actual que ha crecido exponencialmente en materia para el estudio, compilación de lo fílmico y lo que decidimos llamar componentes y documentos “NO FILM”, piezas diversas no audiovisuales de gran carga histórica sobre el cine de nuestros países.

Como en las carreras deportivas, no hay en el cine de Centroamérica una sola “señal de salida”. Cada país ha marcado su propio momento en esta maratónica trayectoria en el campo del cine, impulsado y condicionado por diferentes factores entre los que identificamos conflictos, guerras y acontecimientos políticos. Pero desde que la primera cámara empezara su tan estremecedor ronroneo, cantidad de imágenes han sido registradas ofreciendo hoy un tesoro de memoria imborrable  de nuestra tan sacudida “tierra de en medio”. Por ejemplo, las dictaduras de turno en Centroamérica reconociendo la tremenda fuerza de la imagen proyectada en el imaginario popular construyen su propaganda al estilo de sus modelos Stalin, Hitler, Mussolini creyendo perpetuarse en el poder por siglos, nos heredan secuencias fabulosas de su época y nos proveen de su historia, nuestra historia. Sin estas imágenes nos hubiesen legado sólo la oscuridad e ignorancia de sus descaros y abusos de poder.

La pasión del cine, venga de donde venga llenó salas y teatros provocando en todas partes del mundo el deseo no solamente de consumir, sino también, para algunos, contar y recrear sus propias historias, con la intención de, a su vez, llenar pantallas y seducir muchedumbres. Y es así como, más allá de la necesidad de documentar los acontecimientos, nacen también en Centroamérica las primeras películas, ficciones o no ficciones, cortos y relatos cinematográficos que las instituciones acumulan en bodegas, aficionados coleccionistas celosos de sus tesoros guardan en lo recóndito de sus casas, o en raras ocasiones en institutos de archivos nacionales, pero siempre con el riesgo de no saber cómo conservarlas cuidadosamente.

Surge aquí, como en todos los países antecesores a Centroamérica,  la pregunta y repentinamente la preocupación de saber qué pasó con todo este material, del encuentro fortuito de rollos  acumulado en cines, de la simple curiosidad, hace que surjan las primeras cinematecas o espacios consagrados únicamente a la conservación del género cine, y al igual que en esos países que ahora son nuestros referentes como Italia, Francia, Cuba y muchos otros que tienen la tradición del archivo y la conservación de la memoria profundamente arraigado en su cultura.

Una vez ya establecidos estos espacios en nuestros países del Istmo, debemos encontrar las estrategias más efectivas de cómo acercar ese material fílmico -memoria de los pueblos-, a las nuevas generaciones de creadores activos para que sus productos no tengan principalmente las influencias de un cine foráneo sino que responden a rasgos identitarios que encuentren en su propia historia del cine, y con ello, las películas centroamericanas que ahora viajan por el mundo sean testimonio de los aspectos más profundos de nuestra cultura y nuestras raíces.

El proyecto Bitácora de cine centroamericano es ahora mismo la mejor estrategia para hacer llegar esos contenidos fílmicos que son custodiados en los espacios de conservación de nuestro cine, no solo a estos actuales creadores sino a todo investigador y público general que quiera conocer más sobre los recursos fílmicos con los que contamos en los países de la región. El proyecto de recuperación, sistematización y difusión del patrimonio cinematográfico centroamericano, por su carácter regional y plurianual, ha sido planificado, apenas desde su inicio en 2021, involucrando a las instituciones fundamentales regionales; a saber: las cinematecas centroamericanas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá y Nicaragua. A la par, y considerando el decidido y originario involucramiento del Centro Cultural de España en Tegucigalpa CCET de la Embajada de España en Honduras, se ha extendido este apoyo al resto de Centros Culturales de España en Centroamérica, así como Ministerios de Cultura y otras entidades nacionales y regionales.

6.       LA CINEMATECA UNIVERSITARIA “ENRIQUE PONCE GARAY”

La Cinemateca Universitaria “Enrique Ponce Garay”, desde su creación en 2014, ha publicado el libro titulado “SAMI KAFATI, un homenaje a su vida y a su obra”. Sami Kafati es considerado como el referente del cine hondureño por haber realizado en 1962 el primero corto metraje de ficción “Mi Amigo Ángel”. También está en la fase de publicación el segundo volumen dedicado a la persona que ha dado su nombre a la cinemateca: “Enrique Ponce Garay”, crítico cinematográfico y gran erudito del cine universal, desaparecido en 2006 y que ha dejado escritos de gran valor.

En esta línea la preocupación de la Cinemateca ha sido y sigue siendo la elaboración de una guía que recupere la historia del cine hondureño desde su origen, cuando las primeras cámaras iniciaron su tradicional ronroneo por parte de profesionales y aficionados. A raíz de haber conocido la colección Bitácora de cine cubano, la Cinemateca Universitaria “Enrique Ponce Garay”, al margen de tener en sus archivos “no film” textos y ensayos que abordan aspectos del cine hondureño, determinó tomar la decisión de producir un libro inspirado por la experiencia hispano-cubana en su contenido y forma, en una edición de un volumen, donde se recoja la historia del cine hondureño desde su inicio a nuestros días, tomando en cuenta su relativa corta existencia.

7.       ANTECEDENTES DEL PROYECTO: HONDURAS

El cine, desde los años 40 del siglo pasado, no ha sido parte de una política de Estado, al menos hasta el año 1977, cuando el Ministerio de Cultura, Turismo y Comunicación creó un Departamento de Cine. En los años 80 se realizaron algunas producciones cinematográficas como las de Sami Kafati, Fosi Bendeck y algunos documentalistas del momento. Pero no pudieron, sin demeritarlos, acercarse a lo que hoy llamamos industria cinematográfica. Habrá de esperar hasta 1995 para que se reiniciara, con cierta timidez, la posibilidad de volver a hacer cine, proceso que iría tomando en los años siguientes una nueva fuerza tanto en el ámbito institucional como privado.

En 2014 se logra, finalmente, crear la estructura actual de la Cinemateca Nacional, cuyo objetivo fue y es: recuperar 80 años de producción cinematográfica con escasa continuidad. Este proyecto es especialmente complejo en un país donde la memoria es fugaz y frágil, tanto por sus acontecimientos políticos como naturales y por ello este anhelo constituye un reto que cineastas, intelectuales, e historiadores, preocupados por esta amnesia memorial, decidieron acometer.

Así pues, después de varios intentos, es en el año 2014 que se presenta un proyecto a las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras UNAH, señalando la necesidad de rescatar la memoria cinematográfica fílmica y audiovisual del país, poniendo, a disposición de la Academia, una herramienta de investigación sobre el pasado y, complementariamente, asegurar la recuperación y sistematización del acervo nacional en un momento en que se incrementa de forma exponencial la producción cinematográfica gracias a advenimiento de medios que facilitan su proliferación.

Hoy la Cinemateca cuenta con un local adecuado para la conservación del acervo, personal para los trabajos de rescate, reparación menor del material fílmico y video, y un sistema de digitalización de diferentes formatos video. A la par de esta labor de conservación, desarrolla actividades de promoción e investigación tanto en el ámbito académico como el popular.

La dispersión de los materiales audiovisuales (cine y video), sumado al hecho que muchos medios e instituciones se han dado a la tarea de borrar o embodegar en condiciones inapropiadas el material producido sin un criterio de conservación, hace de esta tarea de recuperación algo sumamente delicado y complejo.

Sin embargo, algunas personas han realizado importantes contribuciones a título individual, como el caso de la familia Asfura que, recientemente, ha donado a la Cinemateca verdaderos tesoros fílmicos de la vida del país, desde los años 40, en formato 16 mm blanco y negro. A pasar de gran deterioro que encontramos en esta colección donada este hecho ha motivado el inicio de un trabajo sistemático de investigación fílmica, lo cual está tomando una importancia primordial en las actividades que la cinemateca desarrolla en la actualidad.

8.       LA BITÁCORA DE CINE HONDUREÑO

El historiador Jorge Banegas Amaya, en el libro dedicado a Sami Kafati, llama el periodo que va de la dada de los 60 a la década de los 80 “la edad de oro del cine hondureño”. Una afirmación que toma toda su fuerza y veracidad cuando sabemos que Sami Kafati, con medios muy reducidos, produjo en 1962 la primera ficción corta: “Mi Amigo Ángel”. Sobre la década de los 70, donde hay más medios y se traduce en la producción de una serie de documentales institucionales y de autor, escribió: “Es hora de darnos cuenta que en los países pobres también tenemos capacidad por hacer buen cine”, frase que inspiró al cineasta Fosi Bendeck gran amigo de Sami Kafati, para afirmar que “tenemos un cine pobre pero no un pobre cine”.

Podemos describir la historia del cine hondureño estableciendo tres épocas esenciales que permitir visualizar su crecimiento y madurez, cada una analizada con su debido tratamiento.

  • Primera época: 1940/1980: Los pasos iniciales del cine hondureño. Lo no anunciado se perfila con lentitud y talento. Un futuro todavía incierto.
  • Segunda época: 1980/2000: Crecimiento del cine hondureño con una nueva generación en formación (principalmente formada académicamente en Cuba). El comienzo de la transición de lo analógico a lo digital. Experiencias que marcan cambios hacia un grupo mayor de cineastas profesionales.
  • Tercera época: 2000/2022: El cine hondureño alza vuelo con la incorporación de jóvenes talentos (formados en una diversidad de escuelas de cine de América y Europa). La narrativa cinematográfica se independiza un poco más del apoyo de la literatura (característica de las generaciones anteriores). El cine se abre al ámbito internacional en la última década. Se crea  formalmente la primera carrera de cine en Honduras. Se cierra este periodo con la aprobación de una Ley de Cine y se deja abierto el porvenir promisorio de la naciente industria cinematográfica con la creación y la implementación del Instituto General del Cine Nacional. Durante el largo período que va del siglo pasado a la fecha de hoy, se gestan productos novedosos abarcando ficciones y no ficciones corto, medio y largo metraje, video-artes y el fondo documental que hemos llamado “No Film” (entre afiches, libros, revistas, fotos, ensayos, artículos sin mencionar el museo cinematográfico).

9.    CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS

  • Impresión: Digital
  • Formato: 220x266mm
  • Interior: Papel 100 gr blanco impreso a una tinta.
  • Cubierta: Cartulina 30 gr impreso a 4 tintas por una cara con solapas de 100mm con plastificado
  • Encuadernación: PUR
  • Número de ejemplares: 300

 

 

PILARICIDIO

La Habana, 28 de enero de 2022

Por Luis Trápaga

Hay sol bueno y mal de espuma y Pilar quiere absorber arena fina, la niña ya no luce divina y nadie la besa, se llena sus pulmoncitos de arena y declama frente al mar:  Martí se ha puesto clandestinamentis de moda y todos lo queremos mucho, lo amamos profundamente con nuestro corazón ensangrentado. Y  Pilar quiere antes de morir con patria y con amo, llenar de versos mi palma.

Hoy, 28 de enero, al tragarse por accidente un sombrerito de plumas, Pilar dio a luz un gallopinto ensangrentado, había quedado embarazada una noche después de una pesadilla en la que era violada por una manada de aves de corral de sexo indefinido, logró salvar la vida gracias a que intervinieron en su auxilio dos ciudadanos, transeúntes ocasionales, quienes después fueron acusados por las autoridades de haber violado a Pilar, las pruebas contra ellos consistían, aparte de su sospechosa diferencia racial, en que al ser capturados en su huida estaban empapados de la sangre menstrual de Pilar, y fueron salpicando toda la ciudad con dicha sangre putrefacta causando el terror y la posterior indignación de los vecinos ante un acto tan deleznable como es la adicción a beber sangre menstrual de niñas con conflictos psicológicos de identidad.

Un bigote revuela orondo sobre la cabeza de Pilar que viene y va, la niña lo confunde con una mariposa y lo atrapa con su vestidito de flores, lo encierra en una pecera de cristal y lo oculta en su habitación, pasa con el los mejores momentos de su adolescencia solitaria, escribe un día en su diario contemplando el bigote revoletear en su pecera: yo soy un hombre sincero nadando en arena fina, nado y nado durante años sin avanzar más que unos centímetros, pero no cejo en mi empeño, he sentido la arena durante años correr y correr por todo mi cuerpo, mis senos han crecido bañados en arena, mi condición física y emocional no puede ser igual que la de ninguna de mis condiscípulas, pero me cuido mucho que se haga notar esa diferencia.

Pilar entra en conflicto con sus pocos adeptos  luego de ser objeto de un acto de repudio al declarar que el mensaje de su obra “la mariposa marina” era una respuesta al recrudecimiento del bloqueo espiritual del PCC hacia cuba y que tenía una marcada influencia del famoso poema épico judío “Das Kapital”, su último intento de lograr algún contacto social antes de la profunda depresión que la llevo a su fin fue intentar crear una fundación contra el hábito de fumar tabacos cosechados en suelo extranjero -la maldita circunstancia del café por  todas partes nos obliga a estornudar picadura continuamente, generando una alergia crónica en toda una generación de nuestros niños que han sido contagiados por el hábito de solo fumar tabaco cultivado en suelo patrio, declaro-.

Una noche, meses antes de su fallecimiento, Pilar se sintió poseída por una doncella barbada de yeso, la doncella se presentó como su oráculo personal, y Pilar le preguntó: your majesty when we will destroy this earth?  La doncella respondió: Later, Id like to use before my imagination.  Esa frase provocó el último orgasmo que Pilar recuerda haber tenido en su corta vida de doncella virgen.

Pilar muere otro día de enero  al ser agredida por desertores de la secta clandestina oficial “Los eunucos de Rosa”, se desconoce la locación exacta de su sepulcro donde nunca ha habido un solo ramo de flores y menos una bandera. Años después el Vaticano y la OMS rechazaron la propuesta de que  Pilar fuera canonizada por su supuesto alumbramiento en virginidad, aludiendo incesto interespecies y que no constaban suficientes pruebas ni teológicas ni científicas que pudieran sustentar dicha propuesta.

“Cuadernos Carcelarios”, relatos desde las prisiones de Cuba

Por: Federico Segarra
EFE
Madrid, 15 de agosto de 2021
Un amante de los libros decide crear hace diecinueve años un taller de literatura y narrativa en una prisión cubana, por puro altruismo. Hace pocos meses, conoce a un editor español en una terraza de La Habana; esta es la génesis de “Cuadernos Carcelarios”, una colección de experiencias biográficas de prisioneros cubanos que revelan con naturalidad la idiosincrasia carcelaria cubana, historias reales y crudas que transitan entre el drama y el humor.
Todo nace de Ernesto Arcia y su taller de literatura en Combinado del Este, centro penitenciario de máxima seguridad, cerca de La Habana. Este cubano de 39 años, que en la actualidad imparte también lecciones de poesía, lleva casi media vida ayudando a estimular el arte de leer y escribir a los presos, impartiendo clases a todos los presos que “deseen formarse”, sin distinciones.
A través del taller “muchos presos se han capacitado para cuando estén en libertad”, explica Arcia para Efe con orgullo desde el Malecón, escondido de oídos indiscretos y buscando un internet decente, codiciado especialmente estos días en Cuba. “Algunos descubren un apetito escondido por aprender y acaban en la universidad”, añade.
Las historias humanas de gente con problemas y las duras condiciones de las cárceles cubanas son el eje principal de los relatos, pero para el director de Hurón Azul, la editorial española que publicó este libro el pasado julio, Nacho Rodríguez, quizá “ el equilibrio entre lo que puedes hablar y lo que no” en la Cuba actual es el motivo central de estos.
Apenas hay información transparente sobre las prisiones cubanas. Se sabe que hay 200 centros penitenciarios en la isla; en Bélgica, con la una población casi calcada (11,4 millones), solo hay 35. Además, Cuba es el quinto país con mayor población carcelaria del mundo en proporción a sus habitantes, según un estudio de World Prison Brief, del Instituto de Crimen y Justicia de la Universidad de Londres de 2013. Cuba es de los pocos países donde actualizar desde entonces los datos no ha sido posible.
La Isla Prisión
Las ilustraciones de Luis Trápaga, artista cubano residente en La Habana, acompañan vivamente a los relatos, pero también aportan un capitulo propio que narra una historia visual a través de los dibujos, una crítica ácida contra la represión y el sometimiento que titula el `decálogo de la Isla Prisión´. “Antes había que pedir permiso para salir de Cuba, y era una especie de cárcel en ese sentido”, comenta Trápaga. ¿Y hoy en día?
“Ha sido la pieza artística con la que mayor libertad [temática] he trabajado nunca, he podido dibujar lo que se me antojara”. Sin embargo, Luis desvela que “muchos de mis amigos artistas tienen problemas en la isla”. Luis cuenta cómo también pasó un par de noches en el calabozo por “asistir a una performance en la Plaza de la Revolución. Aquello les pareció una ofensa”.
Para Trápaga, la “violencia y el erotismo entre los presos (todos hombres) es el elemento central” de la mayoría de narraciones, donde el sexo homosexual abunda en los relatos. Un erotismo sin tapujos que resulta, pues, una sublevación total contra la consigna de “el trabajo os hará hombres”, frase lapidaria – remedo de aquella en las puertas de Auschwitz –  que daba la bienvenida al campo de trabajos forzosos que Ernesto “Che” Guevara construyó en la península Guanahacabibes tras la victoria de la Revolución en 1959, y que en sus inicios albergaba a homosexuales cubanos, enemigos del Estado por su condición sexual.
En otra de las historias del libro detalla la estancia en prisión de Pablo, un recluso que fue condenado a 40 años por matar a una vaca. El escritor cubano Jorge Carpio, que editó los relatos carcelarios, explica que esta sentencia es “una hipérbole, pero refleja con humor los castigos severos a los que se enfrentaban los presos por delitos comunes”, y añade que las penas por robar ganado eran durísimas en los primeros años de la revolución cubana.
Preso político
El único relato de un preso político es de Ángel Saintesteban, conocido escritor y disidente cubano. Su hermano intentó escapar de la isla hace tres décadas, y a él lo condenan a catorce meses cuando apenas tenía 17 años por no delatarlo.
Santiesteban, escondido en una casa de la capital cubana, cuenta para Efe entre lágrimas y ansioso por una detención que considera inminente por su participación en las manifestaciones del 11 de julio, que su relato lo escribió durante su largo presidio en una huelga de hambre, ya de adulto y por motivos políticos, según detalla el escritor. “Me maltrataban dándome un líquido pérfido cuando ya estaba al borde de la inanición, y me enseñaban fotos de mi hijo, también detenido y torturado”.
El relato vio la luz porque unos presos, “amigos que se la jugaron por mí”, lo sacaron a la calle. Y además denuncia que ahora él solo “quiere vivir, escribir y crear en libertad. Punto”.
Carlos Montenegro, pionero en los relatos carcelarios cubanos, y cuya narración es el primero de los cuentos del libro, escrito desde prisión en la años 30 del siglo pasado, opinaba: “Piensa en un país bajo una tiranía, pues es una prisión”.
Lee la noticia original en EFE: https://www.efe.com/efe/espana/cultura/cuadernos-carcelarios-relatos-desde-las-prisiones-de-cuba/10005-4608571

CUADERNOS CARCELARIOS. SELECCIÓN DE RELATOS CUBANOS

La Colección Arte Impossible inaugura su andadura con un libro escrito por creadores privados de libertad en las cárceles cubanas. La obra, ilustrado por Luis Trápaga, sitúa el relato de temática carcelaria a partir del prólogo Literatura y prisión: a propósito de una isla, así como incluye un decálogo ilustrado y dos relatos de autores consagrados que escribieron sobre la prisión.

Cuadernos carcelarios selecciona trece relatos, once de ellos escritos por reclusos cubanos miembros de un taller literario de un municipio habanero, y los dos restantes de la autoría de Carlos Montenegro, pionero de este género en Cuba, y Ángel Santiesteban, escritor contemporáneo que ha sufrido prisión y publicado libros al respecto.

El sexo, la violencia aparejada al entorno carcelario, la fuga del reclusorio y del país, son algunas de las temáticas que abordan estos autores, casi siempre basadas en experiencias personales. Los textos de Cuadernos carcelarios muestran un lenguaje directo, y siempre descarnado, sobre una realidad que se torna insoportable, aunque en algunos casos destellan chispas de humor como válvula de escape, ante una situación límite.

Los relatos de la presente antología han sido ilustrados por el artista de la plástica cubana Luis Trápaga, cuyos dibujos no solo abordan el encierro en la cárcel, sino que también hacen referencia al individuo en su máxima expresión. Además, en ocasiones, el artista muestra al sujeto capturado por la maquinaria carcelaria, en la realidad cubana. Es, en definitiva, el individuo enrejado, como componente fundamental de la “isla-prisión”.

Los autores

Daviel Prieto Olay (Pinar del Rio, 1985); Raúl Pedro García Rouco (La Habana, 1977); Madalina D. Cobián González (La Habana, 1970); Jesús Lacier Ortiz Hechavarría (La Habana, 1992); Daniel Fuentes Ferrer (La Habana, 1995); Carlos Montenegro (La Coruña, 1900); Ángel Santiesteban (La Habana, 1966); Ernesto Arcía Fuentes Noel (Guantánamo, 1966).

Ilustrador: Luis Trápaga

Selección y edición: Jorge Carpio

Obra de cubierta: Ángel Hernández

ISBN: 978-84- 123798-0-8

PVP: 16 euros

“La noche”, primero de los relatos carcelarios ilustrados

LA NOCHE, por Daviel Prieto Olay  

Taller Literario “Tras las rejas del poeta”

Ilustraciones de Luis Trápaga

Ambos somos locos. Eminentemente locos. Él tiene una cicatriz en el rostro. Hace mucho tiempo, cuando en una riña del pasillo, le arrebató la chaveta al flaco de la esquina. Mi rara marca en la parte izquierda del pecho viene de una calentura, con mi prima del campo durante mi adolescencia.

No puedo decir que tenemos dulce el alma ni la mente, algo horrible que nos aleja un tanto de la belleza. Tanto los suyos como los míos son ojos llenos de
rabia y resignación enfrentados a la situación del entorno. Eso nos ha unido por largos años de encierro. Quizás por el desprecio que sentimos el uno al otro por nosotros mismos.

Nos conocimos una mañana en el patio solar, mientras hacíamos ejercicios para avivar el cuerpo y moretear un poco la piel. Nos examinamos sin gracia, pero con rara curiosidad; allí nos dimos la primera ojeada, nuestras respectivas miradas de complicidad.

En las celdas todos estaban de a seis. Otras eran de nueve y las más grandes para treinta y seis reclusos. Las literas de tres camas de hierro parecían un vaivén sobre el piso de granito toda la noche. Eran auténticas parejas de viejos presidiarios que se amaban como locos, entre la angustia, el amor y el desamor tras las rejas; esposos, novios, amantes, transgresores de la ley. Atados de la mano a la deriva del tiempo. Solo Ángel y yo teníamos las manos sueltas, crispadas a la cintura sin soltarnos.

Nos miramos con detenimiento, con solvencia, sin reparo. Recorrí la hendidura de sus pompas con el enorme desparpajo que daba mi símbolo lingual desaparecido en sus adentros. Él, sonrojado, mugía como gata en celo.

– Me gustó que fuera dura- dijo. Has inspeccionado mis entrañas cual hojarasca en bosque ajeno. Me gusta tu barba, cómplice de subversiones policiales.

Llegada la hora entramos donde más queríamos. Él se retorcía a los bombardeos continuos de mi bomba presidiaria.

A la mañana siguiente nos sentamos en mesas distintas. Las aulas del Combinado del Este eran destinadas a los más jóvenes. Para sopesar la situación aprobaron que los de más años se unieran a nosotros como ejemplo de perseverancia. Un viejo sentado al lado de un joven. Solo eso nos separaba un par de horas al día dos veces por semana. Él no podía mirarme. Le daba celos verme sentado con otro, pero yo, aun en la penumbra del local y la oscuridad del día lluvioso rozaba de reojo su negra cabellera encrespada, su oreja colorada ante la mirada penetrante de su amado. Era la mirada de su lado virginal.

Durante dos horas admiramos las respectivas bellezas de cada uno, a pesar de la distancia prudencial. Un guardia, vestido totalmente de verde, uniforme ajustado y bastón enarbolado descubrió como espantajo la complicidad del entorno.

– Oye, tú, interno. Póngase de pie. ¿Cuál es su insistente mirar al interno de la fila dos?

– A usted le importa, o quiere que lo mire a usted- le dije.

Solo sentí el duro golpear de mi cabeza sobre el piso de granito. Ahora, en una cama del Hospital, la cabeza vendada y doce puntadas en el rostro. El guardia de pie frente a mi cama en espera de que me recupere para arremeter nuevamente su embestida brutalidad. El guardia se sobaba el paquete a cada instante mostrando su hombría ante un pervertido encarcelado.

– Yo te voy a dar miradas furtivas a los demás, cabrón. No te imaginas lo que te espera. Un 47 es poco para maricones como tú.

– ¿Qué cojones voy a hacer yo en el 47? Ahí debes ir tú por abusador. Te luces porque estás vestido de verde, pero deja que salga y te coja en la calle, cabronzón de pacotilla. Tú vas a saber lo que es dar bastonazos a un indefenso. Lo que tienes es envidia porque no eres capaz de admirar lo bello como nosotros, que, aun perdiendo la libertad, no perdemos el gusto y el amor.

– Cállate.

– Oyeeee

– Que te calles he dicho.

– Ja, ja, ja. Yo gozo con tu sufrimiento. Estás loco por cogerme el tolete y no tienes más que conformarte con el bastoncito negro ese en la mano. Ja ja ja ja ja ja ja. Rinoceronte con cabeza, so´a podrío. ja ja ja ja ja ja ja

El guardiecito se abalanzó sobre la cama y me arrancó de un solo tajo parte de la venda. La herida comenzó a sangrar como si fuera hecha en el momento.

Una enfermera chaparrita corrió a socorrerme. –¡Firme, soldado! Salga inmediatamente de la sala. ¡Salga!

– Pártelo en dos, enfermera. Pártesela. Sin tener piedad, que él no la tuvo conmigo.

– Me pregunto qué suerte habrías corrido si y no estuviera de guardia hoy en la sala. Normalmente la jefa de turno, que le tocaba hoy, es su novia, pero es tan perra como él. No se dan tiempo ni para ellos mismos.

– Ah, ahora entiendo su carácter lacónico y pervertido.

– Ya estás de alta, Rodrigo. Puedes regresar a tu Destacamento. Llamaré a un guardia para que te conduzca. Yo les acompañaré. Aquí están las instrucciones del médico. Debes seguirla al pie de la letra.

La esperé a la salida del hospital. Caminé unos metros junto a ella y el guardia de conduce. Cuando llegamos al edificio 2 ella se detuvo y me miró. Tuve la impresión de que me vacilaba. La invité a que charláramos en la enfermería, y aceptó.

La sala estaba llena, pero en ese momento se desocupó una cama. A medida
que pasábamos entre los guardias y reclusos de conduce, quedaban a nuestras espaldas las rejas, las miradas y comentarios de chismes.

Mis antenas de seguridad biológica están adiestradas para captar la curiosidad enfermiza de guardias y presos, ese bruto sadismo que llevan en el rostro, pero mis oídos alcanzan para registrar murmullos, comentarios, risitas y falsas carrasperas. Es como para pegarle un manotazo en la cara, pero no vale la pena. Es mejor ignorarlos y el premio será más grande.

Nos sentamos al pie de la cama que me tocaba a partir de ese momento, no sé cuántos días o semanas. Nos trajeron las ropas de cama y el pijama de paciente. También, pedimos firmar el libro de entrada, si no, es como si nunca hubieras estado allí: lo mismo pueden matarte que desaparecerte sin que nadie sepa de uno. Te dan por fugado de la prisión, o apareces ultimado junto a una cerca acusado por intento de fuga. Si es que alguien vuelve a saber de ti.

— Prométame no tomarme como un loco.

— Jamás pensaría eso. ¿Y tu novio?

— Míralo al espejo que está frente a nosotros. Está a mi lado. ja ja ja ja ja ¿Lo intentas? Hay mucha posibilidad de meternos en la noche. En nuestra noche. Sí, hacerla nuestra en la total oscuridad del silencio. ¿Me entiendes?

— Eso intento. Te preguntaba por el chico de las miradas. Lo leí en tu historia clínica.

— ¡Tienes que entenderme! No es que sea mi novio, novio. Es mi amante amigo. Aquí, si no lo tienes, se te encoge el rabo y la mente, de manera que no vuelves a verlo nunca más. Son veinte años que estaré preso perdiendo toda la juventud. Tengo 22 años y ya llevo cuatro aquí. Cuando salga no tendré ni familia y nadie querrá saber de un expresidiario. Lo total oscuro de la vida. El hombre tiene que saber amar al cuerpo y la mente, si no, estamos perdidos.
Tu cuerpo es lindo, ¿no lo sabías?

Se puso roja como un tomate, y los pómulos de la mejilla se volvieron más oscuros que una manzana madura.

— Vivo solo, tengo el apartamento cerrado. Y estoy solo aquí. Mis padres se marcharon del país antes de yo caer en prisión y no he sabido más de ellos. Ni siquiera saben que estoy aquí, y no creo importarles. Si te casas conmigo me portaré bien y haré todo por salir pronto de aquí.

Mirándome a los ojos, como me gusta, me dijo.

— Nosotros no podemos tener relaciones con los reclusos. Eso está en el reglamento.

— Pero ¿Y la parte humana? Está por debajo del Reglamento.

— No, no es eso, mi santo. Yo quisiera, pero no puedo. Es como dice la canción de Los Van Van: me gustas pero no puede ser. Te ayudaré en todo lo que pueda, pero más no puedo hacer, por favor.

Hice un brusco gesto insinuando una caída al piso y, al intentar agarrarme por el brazo, tomé sus labios con los míos. Lo más dulce que he sentido en toda mi vida.

No supe más de ella. En aquel instante un guardia entraba por la puerta del frente conduciendo a otro recluso. Todos los golpes siempre van a mi cabeza. Su bastón no fue la excepción. Todavía me duele, más que el golpe, saber que la trasladaron de centro por mi causa. Mis ojos se apagan como luces en la noche. Ángel, a mi lado, cuida como un gran enfermero mis heridas. Este es el lugar más oscuro del alma.

La cinematografía cubana y su soporte vital: el cartel serigrafiado como artesanía de colección

El cartel cubano de cine, según lo define la máxima especialista de la Cinemateca de Cuba ICAIC, Sara Vega, en El cartel cubano llama dos veces (Ediciones La Palma: 2015) se caracteriza y se diferencia de otros carteles tanto por limitar la información al título del filme y los créditos principales, sin interferir en el diseño central, además de abandonar los tradicionales fotogramas, como por su tamaño (otra característica del cartel de cine cubano fue cambiar el gran formato por una medida standard de 51 x 76 cm.), así como por su manufactura; si exceptuamos la época del Periodo Especial durante los años 90, cuando se realizaron numerosos diseños en formato digital, los carteles de cine de Cuba se producen basados en la técnica serigráfica con base de cuatro colores.

Según Ricardo Alonso Venereo, especialista en cine del diario Granma, por constituir parte imprescindible del patrimonio del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y ser la expresión gráfica que acompañó a la cinematografía cubana en todo su devenir, la colección de carteles cubanos de cine, recibió julio de 2017, el certificado de inscripción en el Registro Nacional del Programa Memoria del Mundo de la Unesco, conocido como MOW por sus siglas en inglés.

Según palabras del curador Nelson Ysla, el fondo digital de la Cinemateca de Cuba cuenta con más de 600 títulos de filmes cubanos y de coproducciones, de los cuales posee aproximadamente 520 imágenes. Hay muchos y muy buenos carteles de filmes, sin competir con los carteles realizados para filmes extranjeros.

Pese a ello, la colección de carteles cubanos impresos desde los tiempos fundacionales del ICAIC es una colección incompleta y su cifra total es imposible de precisar. También señala que no a todos los filmes cubanos se le realizaron carteles (de hecho, filmes documentales, incluso muy importantes no tienen carteles y en peor caso se encuentra la animación). Uno de los motivos de esto fue la inexistencia, antes de la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) en 1959, de una institución que preservara el cine nacional, algo que provocó que parte considerable de la filmografía de esa primera mitad del siglo XX desapareciera definitivamente.

Por otro lado, la controvertida política de la dirección del ICAIC de borrón y cuenta nueva, obstinada en renegar de todo vestigio del cine pre-revolucionario, contribuyó a que los escasos rollos de celuloide rescatados en las dispersas distribuidoras, no recibieran a lo largo de varias décadas el cuidado prioritario que ameritaban por integrar esos filmes también, no obstante sus falencias, el patrimonio cultural de la nación. Si ni siquiera la Cinemateca exhibía esos títulos en su programación, tampoco existió demasiado interés en conservar toda la información en torno a ellos.

Como señala Sara Vega en la mencionada obra de referencia, del período silente solo se conocen y conservan dos carteles impresos en litografía (y posiblemente diseñados) por alguna firma de Estados Unidos. Uno estaba destinado a la publicidad del largometraje La manigua o La mujer cubana (1915), de Enrique Díaz Quesada, el «padre de la cinematografía nacional». De su prolífica obra sobrevivió apenas un minuto del documental El parque de Palatino (1906). El otro lo encargó la compañía B.P.P. Pictures para estreno de El veneno de un beso (1929), realizado por otro pionero: Ramón Peón. Su concepción, como la de la melodramática trama, rememora visualmente el que promocionó en Estados Unidos el del filme The Sport of the Gods (1921), de Henry Vernot.

Según Luciano Castillo, crítico e historiador cinematográfico y actual Director de la Cinemateca de Cuba, los afiches del ICAIC buscaron siempre proponer el disfrute de la obra de arte y traducir a la vez, el rasgo fundamental del filme que promovían en verdaderas metáforas visuales. Casi desde los primeros en diseñarse y difundirse, constituyeron un genuino medio pleno de posibilidades para la creación artística. No tardó el cartel cubano de cine en convertirse en pieza autónoma capaz de ir más allá de su intención original para devenir pieza obligada en la decoración de una vivienda y pronto objeto de atención por coleccionistas.

Los artistas cubanos del cartel, del afiche, libres de la idea fija de la incitación comercial, tratan de llevar un arte a la calle, allí donde todos lo vean. El cartel de cine del ICAIC es galería permanente, abierta a todos, puerta en las murallas, ostentosa en las esquinas, usándose en él de todas las técnicas de figuración: montaje, collage, reproducciones de imágenes paralelas, popup, y hasta, cuando viene bien, remedos de viejos estilos, interpretados, transfigurados, en función de un título, de un contenido, de un mensaje determinado.

Particular significación concede Carpentier a encomiar el cartel cubano de cine que desde que el catalán Eduardo Muñoz Bachs concibiera el primero —para Historias de la Revolución, de Tomás Gutiérrez Alea, el estreno inaugural de la producción del ICAIC— alcanzara un esplendor extraordinario. Diseñadores de la talla de Morante, Reboiro, Azcuy, Rostgaard, Holbein y Ñiko, entre otros nombres clave, con estilos inconfundibles, convirtieron las limitaciones de la serigrafía en desafíos para la imaginación y el talento.

Siguiendo a Castillo, quien conoció bien aquellos primeros tiempos del nacimiento del nuevo cine cubano y su plasmación en los carteles expuestos en las calles, aquellos que transitaban por las calles de una Habana contemplaban los novedosos diseños promocionales de estrenos de importantes películas en enormes vallas situadas en lugares estratégicos. No es excepcional que los carteles concebidos por creadores cubanos y sus soluciones gráficas para aprehender la esencia argumental de una película, no solo incitaban a verla, sino que resultaran más sugerentes y atractivos que las propias obras que las originaron, razón por la cual han trascendido.

Desde su propia creación por el ICAIC las estrategias asumidas de estructurar una producción acorde a los intereses de la Revolución, la «descolonización» de las pantallas y diversificación geográfica de la programación con el fin de contribuir al fomento de un público cualitativamente superior, incluyó también dinamitar los mecanismos publicitarios utilizados hasta ese momento. La concepción renovadora de los carteles anunciadores de las películas adquiridas para su estreno, contribuyeron en enorme medida a otorgar un signo propio y genuino a lo que no demoró en devenir un movimiento por las proporciones alcanzadas.

Paralelamente, afirma Castillo, a aquellos carteles cubanos que acompañaban grandes obras procedentes de Europa occidental, los países del campo socialista y de Asia, sobre todo China y Japón (con su sangrienta invasión de samuráis), ante la imposibilidad de acceder a la producción fílmica norteamericana por las imposiciones del bloqueo, el devenir del nuevo cine cubano puede seguirse a través de los que identificaban tanto la escuela documental cubana imperante en los palmarés de los más notorios certámenes internacionales, como el cine de ficción.

Animación: la otra narrativa del arte cubano

Publican Los flujos de la imagen, primer libro sobre animación en la isla.

POR: Iris Cepero. ARTEPOLI

La reciente publicación del libro Los flujos de la imagen. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013), de la comisaria, crítica e investigadora cubana Caridad Blanco, marca un hecho inédito en Cuba al ser el primero que analiza la animación como arte y como puente entre las artes visuales, el cine, la televisión, el diseño e internet.

Publicado por la editorial española Hurón Azul, el volumen parte de la exposición Las otras narraciones, inaugurada como parte del 6to Salón de Arte Contemporáneo Cubano en el 2014 y pone en su contexto el fenómeno que esta muestra, por inédita y desprejuiciada, significó en el salón mismo y en el universo expositivo de las artes cubanas de la segunda década del siglo XXI. El libro es, cinco años después, la continuidad de la visión, profundamente abarcadora, de su autora al analizar, como lo hiciera revolucionariamente la muestra en su momento, todas las creaciones donde la animación toma un rol protagónico, independientemente del formato, la generación o las militancias estéticas de sus creadores o las circunstancias en que las obras fueron creadas.

En una edición bilingüe español/inglés, con imágenes de más de 170 obras de 120 creadores cubanos, las páginas de Los flujos de la imagen incluyen videoarte, videoinstalaciones, obras interactivas, game mods, spots, mensajes de bien público, videoclips, créditos, microstock, Net.art, videoensayos, mapping y performances audiovisuales, junto a cortos animados, documentales, filmes experimentales y efectos visuales. Al también descubrir y analizar los antecedentes de la animación en Cuba y el efecto de los nuevos medios y tecnologías, el libro se convierte en una sugerente cartografía del audiovisual cubano contemporáneo; un mapa de las formas animadas en Cuba, al decir de Jorge Fernández, director del Museo Nacional de Bellas Artes al presentarlo en la XIII Bienal de La Habana el pasado mayo. “Consigue sistematizar los estudios sobre el audiovisual cubano en diferentes ámbitos de expresión, convirtiéndose en memoria de una parte ignorada de la creación experimental, desde la década del sesenta hasta el presente, reconociendo los valores (y legitimando) manifestaciones audiovisuales que han tenido dificultades para su reconocimiento artístico.“

Para Caridad Blanco (La Habana, 1961), especialista del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de Cuba durante más de dos décadas y autora del libro, este es “… la memoria de un largo período de investigación que me ha revelado a la animación como expresión expandida, una arista fecunda de la imagen en movimiento. Con el libro me interesa compartir un proceso que se dio en Cuba de manera puntual, pero que se desborda hacia lo universal, socializar las particularidades de lo ocurrido en la Isla, así como poder dialogar en alguna medida con lo global en materia de animación independiente. Este es un intercambio posible solo ahora tras la publicación de Los flujos de la imagen por parte de la editorial madrileña Hurón Azul”.

Otro de los grandes valores del libro, como lo fue la exposición que es su punto de partida, es el análisis abarcador y desprejuiciado del género animación. En el libro la autora cataloga el fenómeno creador y valoriza este arte, pero sin pretender ser concluyente, ni planteárselo como una antología, al partir de una mirada que integra sin jerarquías expresiones artísticas disímiles conectadas a través de la animación, para ofrecer una panorámica analítica de esta expresión artística, sin prejuicios o preferencias, precisamente uno de los valores más celebrados de la muestra misma cinco años atrás.

En entrevista con Artepoli, Caridad Blanco actualiza sobre el actual momento de la animación en Cuba. “El libro Los flujos de la imagen, capta un momento excepcional de la animación como arte en Cuba, fuera del ámbito institucional, y del cine como expresión hegemónica. Ese período de excepción de florecimiento y desarrollo ha decaído a partir del 2014 por razones diversas: económicas, de preparación de los artistas, pues la formación de un animador es un proceso largo, como largo y arduo es el proceso una obra animada; agotamiento de los artistas. No obstante, se siguen creando algunas buenas obras (videoarte, cortos animados, videoclips, efectos visuales, performances audiovisuales, etc.), por realizadores que ya el libro compila y algún que otro emergente, a lo que se suman experiencias artísticas que incluyen la realidad aumentada”.

“En el último lustro, se produjo –paulatinamente- una reducción significativa en el número de los trabajos, tanto en la televisión, en los estudios de animación del ICAIC, como entre los creadores independientes, si se compara con las recogidas en el libro. Durante los años 2017 y 2018 en la Muestra Joven ICAIC se tornó muy notable esa merma y también la falta de excelencia en lo presentado a concurso. Una situación que se tornó más aguda en 2019, y fue tan escasa la participación de los artistas que los organizadores no convocaron al premio de animación.”

Varias muestras nacionales e internacionales han dado visibilidad a las creaciones animadas cubanas durante los pasados cinco años, pero será la exposición Formas animadas, ya programada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba para enero del 2021, y focalizada en la video creación y otras expresiones experimentales, la que volverá a analizar y celebrar la animación en la isla como Los flujos de la imagen hace en este momento.

'Los flujos de la imagen'
‘Los flujos de la imagen’. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013), de la comisaria, crítica e investigadora cubana Caridad Blanco.

Enlace a publicación: https://artepoli.com/animacion-la-otra-narrativa-del-arte-cubano/

 

Bitácora de cine cubano. Tomo 4: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen III

Compilar la vasta producción de cine documental del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), desde su fundación, el 24 marzo de 1959 hasta el año 2017 es la razón de ser de este cuarto y último tomo.

Los primeros títulos producidos en esta categoría con un carácter marcadamente didáctico- informativo para promover los logros y conquistas de la naciente Revolución, pronto ceden su paso a otros de mayor elaboración formal y una atinada conjunción de lo político y lo popular, reveladores de un conjunto de cineastas —formados sobre la marcha ante la inexistencia de una escuela de cine—, que llaman la atención desde que comienzan a participar en certámenes internacionales.

Ya en el temprano año de 1961 el jurado del  Festival Internacional de Cine Documental de Leipzig, República Democrática Alemana, otorgó un Premio al mejor programa al conjunto de filmes  cubanos,  exhibidos en el certamen.   A  partir de esa  edición del festival cada  año la presencia  del  documental  cubano  fue  subrayada  por  los  reconocimientos  recibidos,  en especial al ganar por primera vez el máximo galardón: la Paloma de Oro por Historia de un ballet (1962), de José Massip. El cronista del Tercer Mundo, Santiago Álvarez, documentalista intuitivo, se alzó cinco veces con el lauro por sus obras: Ciclón (1963), Now! (1965), considerada como  un  antecedente  del  videoclip,  Cerro  pelado  (1966),  Hanoi,  martes  13  (1967)  y  79 primaveras (1969). Otros creadores de la isla también atesoran el premio: Octavio Cortázar por el clásico Por primera vez (1968) y Orlando Rojas por el largometraje A veces miro mi vida (1982).

La  llamada  Escuela  Documental  Cubana,  marcada  por  una  gran  diversidad  estilística,  se impuso por derecho propio en la década fundacional de los años sesenta, fue consolidándose en los setenta y ochenta y en el 2009 alcanzaba la cifra de 1191 títulos.

El lenguaje documental ejerció gran influencia sobre el cine cubano de ficción —sobresalen en este sentido Memorias del subdesarrollo, La primera carga al machete (1969), de Manuel Octavio Gómez y De cierta manera (1974), de Sara Gómez—, al mismo tiempo que recursos del cine de ficción enriquecieron las propuestas de los documentalistas cubanos. Con gran derroche imaginativo y una inmersión en los más variados temas, la documentalística de la isla mayor de Las Antillas amerita por su envergadura y trascendencia el tomo íntegro que le concede la Bitácora del cine cubano.

 

Impresión: Offshet

Formato: 220x266mm

Interior: Papel 100 gr blanco impreso a una tinta.

Cubierta: Cartulina 30 gr impreso a 4 tintas por una cara con solapas de 100mm con plastificado brillo.

Encuadernación: Rústica cosido hilo.

Número de ejemplares: 500

Animación: la imagen que fluye. Publican Los flujos de la imagen, primer libro de animación en la isla.

'Los flujos de la imagen'

Iris Cepero

 

La reciente publicación del libro Los flujos de la imagen. Una década de animación independiente en Cuba (2003-2013), de la comisaria, crítica e investigadora cubana Caridad Blanco marca un hecho inédito en Cuba al ser el primer libro que analiza la animación como arte y como puente entre las artes visuales, el cine, la televisión, el diseño e internet.

El volumen parte de la exposición Las otras narraciones, inaugurada como parte del 6to Salón de Arte Contemporáneo Cubano en el 2014 y pone en su contexto el fenómeno que esta muestra, por inédita y desprejuiciada, significó en el salón mismo y en el universo expositivo de las artes cubanas de la segunda década del siglo XXI. El libro es, cinco años después, la continuidad de la visión, profundamente abarcadora, de su autora al analizar, como lo hiciera revolucionariamente la muestra en su momento, todas las creaciones donde la animación toma un rol protagónico, independientemente del formato, la generación o las militancias estéticas de sus creadores o las circunstancias en que las obras fueron creadas.

En una edición bilingüe español/inglés, con imágenes de más de 170 obras de 120 creadores cubanos, las páginas de Los flujos de la imagen incluyen videoarte, videoinstalaciones, obras interactivas, game mods, spots, mensajes de bien público, videoclips, créditos, microstock, Net.art, videoensayos, mapping y performances audiovisuales, junto a cortos animados, documentales, filmes experimentales y efectos visuales. Al también descubrir y analizar los antecedentes de la animación en Cuba y el efecto de los nuevos medios y tecnologías, el libro se convierte en una sugerente cartografía del audiovisual cubano contemporáneo; un mapa de las formas animadas en Cuba, al decir de Jorge Fernández, director del Museo Nacional de Bellas Artes al presentarlo en la XIII Bienal de La Habana el pasado mayo.

Para Caridad Blanco (La Habana, 1961), especialista del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de Cuba durante más de dos décadas y autora, con el libro le interesa “compartir un proceso que se dio en Cuba de manera puntual, socializar las particularidades de lo ocurrido en la Isla, así como poder dialogar en alguna medida con lo global en materia de animación independiente.”

Otro de los grandes valores del libro, como lo fue la exposición que es su punto de partida, es el análisis abarcador y desprejuiciado del género animación. En el libro la autora cataloga el fenómeno creador y valoriza este arte, pero sin pretensiones de antología; es una mirada integradora, sin jerarquías, una visión panorámica y analítica de esta expresión artística, sin prejuicios o preferencias.

Caridad Blanco piensa que, sin embargo, en el último lustro, se produjo —paulatinamente— una reducción significativa en el número de los trabajos, tanto en la televisión, en los estudios de animación del ICAIC, como entre los creadores independientes, si se compara con las recogidas en el libro. Las razones son diversas: económicas, de preparación de los artistas, pues la formación de un animador y de una obra es un proceso largo;  agotamiento de los artistas. No obstante, se siguen creando algunas buenas obras por realizadores que ya el libro compila y algunos emergentes.

En los últimos años, varias muestras nacionales e internacionales han dado visibilidad a las creaciones animadas cubanas, pero será la exposición Formas animadas, ya programada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba para enero del 2021, y focalizada en la video creación y otras expresiones experimentales, la que volverá a analizar y celebrar la animación en la isla como Los flujos de la imagen hace en este momento.

 

Para más información y adquirir un ejemplar:

http://huronazul.es/product/los-flujos-de-la-imagen/

 

 

 

 

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