LA BITÁCORA DE CINE SE AMPLÍA A CENTROAMÉRICA

1.        ANTECEDENTES DEL PROYECTO

 Dentro de la colección Cuba, ediciones La Palma consolida su alianza con la Cinemateca de Cuba con la aparición, en 2016, del libro “El cartel cubano llama dos veces”, cofinanciado por la  Agencia  Española  de  Cooperación  Internacional  para  el  Desarrollo  AECID  del Ministerio   de  Asuntos   Exteriores   y   Cooperación.  Este   libro   es   un   compendio de   la cartelística  cubana  desde  1915  hasta  nuestros  días.  Medios  tan  relevantes  como  El  País celebraron su llegada afirmando que: “Más allá de lo que se muestra en las pantallas, una parte de la historia del cine de cada país se puede contar también a través de los carteles que   promocionan   sus   películas.   Un   lugar   donde  tradicionalmente   se   ha   mimado   la elaboración de afiches para filmes es Cuba, como demuestra el libro El cartel cubano llama dos veces, de Ediciones La Palma, en colaboración con la Cinemateca de Cuba y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.” https://elpais.com/cultura/2017/01/31/actualidad/1485865517_220031.html

Otros medios de difusión de la cultura cubana, como Diario de Cuba, también recogieron en sus páginas la notica afirmando que: “el volumen tiene como objetivo contar la historia del cine  cubano  a  través  de  los  carteles  generados  por  sus  películas,  y  ha  sido editado  por Gilberto  Padilla  y  su  equipo  de  Colección  G.  en  Ediciones  La  Palma.  El  ejemplar  es  un recopilatorio con los mejores carteles de cine cubano desde 1915 hasta nuestros días”. http://www.diariodecuba.com/cultura/1484577942_28175.html

En 2018, durante la 77 Feria del Libro de Madrid, Ediciones La palma/ Hurón Azul, con el apoyo el Ministerio de Cultura y Deporte de España, La Filmoteca Canaria, y también la AECID, presentó los 3 primeros tomos de la “Bitácora del cine cubano”, un compendio de todo el patrimonio cinematográfico de creación nacional. El 4º tomo fue editado en 2019, en colaboración también con la AECID. El 5º y último tomo ha sido editado en 2023 con el apoyo de la AECID.

Tomo 1: La República (1897-1960)

Cine silente (ficción & documental) y Cine sonoro (ficción & documental) 340 páginas

Tomo 2: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen I

Ficción & animación 445 páginas

Tomo 3: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen II

Noticiero ICAIC Latinoamericano. 420 páginas

Tomo 4: Producción ICAIC (1960-2017). Volumen III

Enciclopedia Popular / Documentales científico-populares / Revistas cinematográficas. 405 páginas

Tomo 5: Otras producciones (1960 – 2020)

Productoras independientes del ICAIC (19) 758 páginas

Estos volúmenes constituyen la única referencia de su tipo sobre la producción fílmica cubana, desde el cine silente en 1897 hasta la producida por el ICAIC desde su constitución en 1959 hasta el año 2017. El presente proyecto puede entenderse como el producto de años o décadas de recuperación del patrimonio fílmico cubano, siendo éste la guía o bitácora, entendido como andadura, revisión, ampliación y rectificación. Nuevamente este reciente hecho ha sido reseñado por medios tanto cubanos como españoles, como La Vanguardia, quien señala que: “expertos de España y Cuba se han unido para compendiar la primera enciclopedia de la historia del cine del país caribeño, que en cuatro tomos reúne todo el patrimonio cinematográfico de la isla, desde el cine mudo de 1897 hasta la actualidad. Bitácora del cine cubano es un detallado y exhaustivo compendio del séptimo arte en Cuba cuya publicación culmina un trabajo de años por parte de multitud de profesionales”. https://www.lavanguardia.com/vida/20180526/443854126992/una-enciclopedia- recupera-por-primera-vez-el-patrimonio-filmico-de-cuba.html

2.       EL CINE CUBANO Y LA CINEMATECA DE CUBA

La Cinemateca de Cuba, en años recientes, comenzó a vivir un anhelado programa de restauración y digitalización de toda la producción, cumpliendo así su primer objetivo: preservar la memoria; para cumplimentar inmediatamente su segundo objetivo: el educativo, el de difundir esa memoria, para el enriquecimiento de todos. La “Bitácora” es parte esencial en el logro de este propósito. Aquí se reúne la información recuperada de la producción cinematográfica cubana, incluyendo la información complementaria sobre la parte que, hasta el presente, siempre ha faltado: las películas no pertenecientes al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) como empresa señera. Es una contradicción que solamente explican las circunstancias en que ha trabajado la Cinemateca de Cuba, creada, regida y mantenida por el aparato central de la producción audiovisual cubana durante más de medio siglo. Las películas que no controlaba, ya fueran institucionales, de grupos o individuales, en el trabajo cinematecario quedaban en el simple archivado de informaciones, reportajes y crónicas periodísticas.  Y el actual compendio surge, precisamente, en un tiempo-bisagra, período de cambios en que esa otra producción adquiere gravitación. Aceptar el reclamo implica un punto de giro. A no dudarlo, su información será una adenda de este libro.

La trayectoria de la Cinemateca de Cuba refleja la del cine cubano de los inicios, cuando cada proyecto de película equivalía a una empresa y fenecía una vez concluida. El ICAIC dotó a esta Cinemateca con una colección de cine, algo que la define en la consideración de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). Existió un proyecto antecesor, en los años cincuenta, que solo fraguó como activismo de un cine-club, a pesar de aunar talentos jóvenes y valiosos; su principal adversidad fue el desinterés de sucesivas gobernaciones, incapaces de comprender y dar calor a una aspiración de ese tipo.

El instituto de cine fundó una verdadera cinemateca, dirigida por Héctor García Mesa, sujeta a los pálpitos de la industria, su mayor bien y su dificultad suprema. Pulió y reconstruyó filmes, línea en que no tuvo un trabajo de gran relieve. Sí lo alcanzó en la documentación, terreno donde se forjó la presente “Bitácora”. Fue su iniciadora la especialista María EulaliaDouglas, baluarte de muchos años, hasta que llegaron a la convicción de que el ambicioso listado que presentamos requería un trabajo conjunto. El crecimiento del número de colaboradores, como puede verse más adelante, también traduce el rigor de la obra.

Consignada por documentales, ficción, dibujos animados y noticieros, la producción fílmica que se relaciona es asombrosa para la Isla en medio de corrientes tormentosas y, también como el mar, siempre recomenzando. La consideración ganada por el cine cubano, sus creadores e intérpretes, traducida en premios y reconocimientos, denota la pasión puesta en sus afanes creativos. Sorprende el simple hecho de la supervivencia, de una industria que se cuenta entre las más costosas y arriesgadas. Es una experiencia digna, con puntos culminantes en una trayectoria que provoca asombro y reconocimiento hasta en la curva que devela un cierre de parábola, el referido tiempo-bisagra, que requiere imaginación y riesgo. En ese sentido, aunque demorada, esta Bitácora llega cuando debe llegar.

Contrario a la magnificación que se le otorga en la distancia, el clima tropical no es tan benigno como se piensa, con temperaturas altísimas y supremos grados de humedad, donde la polución más que crecer, se perpetúa. El estado crítico del celuloide cautivo en las bóvedas de la Cinemateca de Cuba llegó a niveles de espanto. Condicionada por los altibajos económicos, no siempre contó con las posibilidades mínimas para salvaguardar en profundidad su colección de películas, resignada a un mantenimiento discreto que, gracias al ICAIC, no le faltó. Pero en los finales años ochenta y en los primeros noventa, con alguna ayuda extranjera, se inició un proceso de revisión y restauración de algunas bóvedas, que no llegaron a climatizar.

En ese sentido, en diciembre de 2006, la Presidencia de la Junta de Andalucía autorizó   a   la   Empresa   Pública   de Gestión de Programas Culturales (hoy Instituto  Andaluz   de las  Artes  y   las Letras)   para   rehabilitar   las   catorce bóvedas que resguardan el patrimonio cinematográfico, la reconstrucción en profundidad   de   las   instalaciones,   la habilitación     de     equipos     para     el control     de     la    temperatura    y    la humedad   relativa,   la   instalación   de sistemas de seguridad contra incendios, estanterías móviles, creación de tres talleres para la revisión y restauración de los materiales fílmicos y la compra e instalación de equipos para el escaneado de películas y otros documentos, más la digitalización de todos los soportes analógicos.

Debe comprenderse que a los efectos prácticos los vínculos de la Cinemateca con el ICAIC resultan predominantes. Hablamos de 6.485 filmes, películas  a 50.000  rollos  de películas cubanas y 22.000 de cine internacional, para un total de 72.000 rollos. En la cifra entra la producción anterior a 1959 y toda la del ICAIC, desde su fundación hasta la actualidad. La labor de restauración en las bóvedas de los Archivos Fílmicos y en el Laboratorio y otras dependencias, contribuirá de modo determinante a detener el proceso de deterioro y crear condiciones óptimas para la conservación del patrimonio cultural cubano. El anhelado programa de restauración, digitalización, difusión cultural y económica referido anteriormente, de la Cinemateca de Cuba y el ICAIC  son  la  base  trazada  en  este  libro, “Bitácora del cine cubano”.

3.       LA BITÁCORA DEL CINE CUBANO

Esta “Bitácora” detalla lo hecho antes del surgimiento del ICAIC en 1959, y  lo posterior producido desde el nacimiento de esta peculiar institución que ya en su nombre de bautizo lleva intrínseca la unión de su propósito más preciado, léase: Instituto cubano del ARTE e INDUSTRIA cinematográficos. Aquí están detalladas y acompañadas de toda la imaginaría de  cada época, todas sus películas, agrupadas por períodos y categorías para conocer el talento aplicado al cine y suscreadores.

La producción silente aparece gracias a la indagación en viejos documentos y en la prensa periódica; de la misma manera que el cine parlante, todo ello forma parte del Tomo I “La República”, piezas previas a la constitución del ICAIC. A los efectos de la cultura cinematográfica ese período tiene gran importancia como herencia de la cultura cinematográfica de todo lo que se produjo después. Los siguientes tomos, son el Tomo II: “Largometrajes de ficción y animados”; el Tomo III, que asume la primera parte de la documentalística insular, con la característica de que allí está, por ejemplo, el Noticiero ICAIC Latinoamericano en sus 1.490 ediciones categorizado por la UNESCO como Memoria del Mundo; y el Tomo IV, que contiene la otra parte de los documentales nacionales, que es el único tomo en proceso de edición.

Las  autoridades cinematográficas  que participan  en  la obra (ensayos  cortos), son: Omar González, Ambrosio Fornet, Luciano Castillo, Joel del Río, Jorge Luis Sánchez, Mario Masvidal, Fernando Pérez, Daniel Díaz Torres, Manuel Pérez, José Galiño, Frank Padrón, Jorge Fiallo, Raúl Rodríguez, Alicia García, Sara Vega, Paul Chaviano, Reynaldo  González, Mario  Naito, Luis González Nieto, Pablo Pacheco López, entre otros. Por su notable composición gráfica, así como por la apuesta de su composición, podemos decir que estamos ante un libro – objeto, que trasciende estéticamente su mismo y extraordinario contenido.

4.       AMPLIAR LA BITÁCORA DE CINE LATINOAMERICANO

En la actualidad, Ediciones Hurón Azul apoya una extensión de la labor de recuperación del patrimonio fílmico de la vecina Centroamérica, específicamente la de aquellos países que, como Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá y Nicaragua han realizado una labor desigual, tanto en lo artístico como en lo sistémico y curatorial. En un primer momento, la alianza establecida con la Cinemateca Hondureña “Enrique Ponce Garay”, inmersa en un proceso de mejora y recopilación de su patrimonio fílmico, supone una alianza para un trabajo seguro, siendo el primer foco del proyecto, que dará lugar a la Bitácora de cine centroamericano.

Para llevar a cabo esta expansión enciclopédica con las mejores garantías de rigurosidad académica y apego a la idea original, será la Cinemateca del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica quien, a través de sus especialistas en cine latinoamericano, acojan, orienten y validen la labor de investigación y curadoría del ensanchamiento cinematográfico americano. En la actualidad, con el apoyo del IHCINE y de la AECID, se ha producido el primero de los tomos: Honduras (1942 – 2022), obra que rescata y sintetiza la producción cinematográfica hondureña desde sus orígenes hasta la actualidad.

5. IMPORTANCIA DE UNA BITÁCORA CENTROAMERICANA

América Central, territorio frágil y muy fértil, prensado exactamente en el medio de dos enormes y diferentes subcontinentes, compuesto de diminutos países mantenidos en conflictos permanentes por intereses totalmente ajenos a ellos, con gobiernos autoritarios o de dudosa e inestable democracia, aplastados en el menor intento de proponer alternativas reales de desarrollo para sus pueblos. Sin embargo, es su gente lo más importante, el registro de sus historias que necesitan ser protegidas y compartidas.

Si bien es cierto que cada país ha tenido su propio y desvinculado camino en relación con sus vecinos, el desarrollo o los intentos de producción de los cineastas de la región han empezado a fortalecer instancias de participación creativas por medio de Festivales Nacionales e Internacionales, la creación de Redes como la Red CCAPFA (Red Centroamericana y Caribe del Patrimonio Fílmico y audiovisual), unas tímidas pero reales  coproducciones entre países centroamericanos, los congresos académicos sobre cine que se han desarrollado para ponernos en sintonía y unir fuerzas, esto ha permitido construir una sinergia creadora que poco a poco muestra la conformación  de un cuerpo de avanzada con sólida estructura, que de alguna manera prefigura la tan inesperada integración del área.

El cine, factor de unión e intercambio donde la creatividad y el trabajo colectivo desborda las fuerzas más tradicionales de expresión artística, nos lleva a recuperar la historia y trabajar en el rescate de la memoria, experiencias vividas y testimonios de personas, instituciones públicas y privadas, y nos transporta del acariciado sueño a una realidad más concreta y salvaguardada en las cinematecas. Aunque se trata de una difícil tarea, existen pequeños logros aunque muy valiosos, que han abierto el camino para documentar no solo la historia del cine sino también las iniciativas por el rescate de la memoria de los pueblos. Para citar uno y hasta hoy el más completo, la investigación editada en el tomo “La Pantalla Rota: Historia del cine en Centroamérica” de  María Lourdes Cortés, obra que tenemos que ampliar en el contexto de nuestra realidad actual que ha crecido exponencialmente en materia para el estudio, compilación de lo fílmico y lo que decidimos llamar componentes y documentos “NO FILM”, piezas diversas no audiovisuales de gran carga histórica sobre el cine de nuestros países.

Como en las carreras deportivas, no hay en el cine de Centroamérica una sola “señal de salida”. Cada país ha marcado su propio momento en esta maratónica trayectoria en el campo del cine, impulsado y condicionado por diferentes factores entre los que identificamos conflictos, guerras y acontecimientos políticos. Pero desde que la primera cámara empezara su tan estremecedor ronroneo, cantidad de imágenes han sido registradas ofreciendo hoy un tesoro de memoria imborrable  de nuestra tan sacudida “tierra de en medio”. Por ejemplo, las dictaduras de turno en Centroamérica reconociendo la tremenda fuerza de la imagen proyectada en el imaginario popular construyen su propaganda al estilo de sus modelos Stalin, Hitler, Mussolini creyendo perpetuarse en el poder por siglos, nos heredan secuencias fabulosas de su época y nos proveen de su historia, nuestra historia. Sin estas imágenes nos hubiesen legado sólo la oscuridad e ignorancia de sus descaros y abusos de poder.

La pasión del cine, venga de donde venga llenó salas y teatros provocando en todas partes del mundo el deseo no solamente de consumir, sino también, para algunos, contar y recrear sus propias historias, con la intención de, a su vez, llenar pantallas y seducir muchedumbres. Y es así como, más allá de la necesidad de documentar los acontecimientos, nacen también en Centroamérica las primeras películas, ficciones o no ficciones, cortos y relatos cinematográficos que las instituciones acumulan en bodegas, aficionados coleccionistas celosos de sus tesoros guardan en lo recóndito de sus casas, o en raras ocasiones en institutos de archivos nacionales, pero siempre con el riesgo de no saber cómo conservarlas cuidadosamente.

Surge aquí, como en todos los países antecesores a Centroamérica,  la pregunta y repentinamente la preocupación de saber qué pasó con todo este material, del encuentro fortuito de rollos  acumulado en cines, de la simple curiosidad, hace que surjan las primeras cinematecas o espacios consagrados únicamente a la conservación del género cine, y al igual que en esos países que ahora son nuestros referentes como Italia, Francia, Cuba y muchos otros que tienen la tradición del archivo y la conservación de la memoria profundamente arraigado en su cultura.

Una vez ya establecidos estos espacios en nuestros países del Istmo, debemos encontrar las estrategias más efectivas de cómo acercar ese material fílmico -memoria de los pueblos-, a las nuevas generaciones de creadores activos para que sus productos no tengan principalmente las influencias de un cine foráneo sino que responden a rasgos identitarios que encuentren en su propia historia del cine, y con ello, las películas centroamericanas que ahora viajan por el mundo sean testimonio de los aspectos más profundos de nuestra cultura y nuestras raíces.

El proyecto Bitácora de cine centroamericano es ahora mismo la mejor estrategia para hacer llegar esos contenidos fílmicos que son custodiados en los espacios de conservación de nuestro cine, no solo a estos actuales creadores sino a todo investigador y público general que quiera conocer más sobre los recursos fílmicos con los que contamos en los países de la región. El proyecto de recuperación, sistematización y difusión del patrimonio cinematográfico centroamericano, por su carácter regional y plurianual, ha sido planificado, apenas desde su inicio en 2021, involucrando a las instituciones fundamentales regionales; a saber: las cinematecas centroamericanas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá y Nicaragua. A la par, y considerando el decidido y originario involucramiento del Centro Cultural de España en Tegucigalpa CCET de la Embajada de España en Honduras, se ha extendido este apoyo al resto de Centros Culturales de España en Centroamérica, así como Ministerios de Cultura y otras entidades nacionales y regionales.

6.       LA CINEMATECA UNIVERSITARIA “ENRIQUE PONCE GARAY”

La Cinemateca Universitaria “Enrique Ponce Garay”, desde su creación en 2014, ha publicado el libro titulado “SAMI KAFATI, un homenaje a su vida y a su obra”. Sami Kafati es considerado como el referente del cine hondureño por haber realizado en 1962 el primero corto metraje de ficción “Mi Amigo Ángel”. También está en la fase de publicación el segundo volumen dedicado a la persona que ha dado su nombre a la cinemateca: “Enrique Ponce Garay”, crítico cinematográfico y gran erudito del cine universal, desaparecido en 2006 y que ha dejado escritos de gran valor.

En esta línea la preocupación de la Cinemateca ha sido y sigue siendo la elaboración de una guía que recupere la historia del cine hondureño desde su origen, cuando las primeras cámaras iniciaron su tradicional ronroneo por parte de profesionales y aficionados. A raíz de haber conocido la colección Bitácora de cine cubano, la Cinemateca Universitaria “Enrique Ponce Garay”, al margen de tener en sus archivos “no film” textos y ensayos que abordan aspectos del cine hondureño, determinó tomar la decisión de producir un libro inspirado por la experiencia hispano-cubana en su contenido y forma, en una edición de un volumen, donde se recoja la historia del cine hondureño desde su inicio a nuestros días, tomando en cuenta su relativa corta existencia.

7.       ANTECEDENTES DEL PROYECTO: HONDURAS

El cine, desde los años 40 del siglo pasado, no ha sido parte de una política de Estado, al menos hasta el año 1977, cuando el Ministerio de Cultura, Turismo y Comunicación creó un Departamento de Cine. En los años 80 se realizaron algunas producciones cinematográficas como las de Sami Kafati, Fosi Bendeck y algunos documentalistas del momento. Pero no pudieron, sin demeritarlos, acercarse a lo que hoy llamamos industria cinematográfica. Habrá de esperar hasta 1995 para que se reiniciara, con cierta timidez, la posibilidad de volver a hacer cine, proceso que iría tomando en los años siguientes una nueva fuerza tanto en el ámbito institucional como privado.

En 2014 se logra, finalmente, crear la estructura actual de la Cinemateca Nacional, cuyo objetivo fue y es: recuperar 80 años de producción cinematográfica con escasa continuidad. Este proyecto es especialmente complejo en un país donde la memoria es fugaz y frágil, tanto por sus acontecimientos políticos como naturales y por ello este anhelo constituye un reto que cineastas, intelectuales, e historiadores, preocupados por esta amnesia memorial, decidieron acometer.

Así pues, después de varios intentos, es en el año 2014 que se presenta un proyecto a las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras UNAH, señalando la necesidad de rescatar la memoria cinematográfica fílmica y audiovisual del país, poniendo, a disposición de la Academia, una herramienta de investigación sobre el pasado y, complementariamente, asegurar la recuperación y sistematización del acervo nacional en un momento en que se incrementa de forma exponencial la producción cinematográfica gracias a advenimiento de medios que facilitan su proliferación.

Hoy la Cinemateca cuenta con un local adecuado para la conservación del acervo, personal para los trabajos de rescate, reparación menor del material fílmico y video, y un sistema de digitalización de diferentes formatos video. A la par de esta labor de conservación, desarrolla actividades de promoción e investigación tanto en el ámbito académico como el popular.

La dispersión de los materiales audiovisuales (cine y video), sumado al hecho que muchos medios e instituciones se han dado a la tarea de borrar o embodegar en condiciones inapropiadas el material producido sin un criterio de conservación, hace de esta tarea de recuperación algo sumamente delicado y complejo.

Sin embargo, algunas personas han realizado importantes contribuciones a título individual, como el caso de la familia Asfura que, recientemente, ha donado a la Cinemateca verdaderos tesoros fílmicos de la vida del país, desde los años 40, en formato 16 mm blanco y negro. A pasar de gran deterioro que encontramos en esta colección donada este hecho ha motivado el inicio de un trabajo sistemático de investigación fílmica, lo cual está tomando una importancia primordial en las actividades que la cinemateca desarrolla en la actualidad.

8.       LA BITÁCORA DE CINE HONDUREÑO

El historiador Jorge Banegas Amaya, en el libro dedicado a Sami Kafati, llama el periodo que va de la dada de los 60 a la década de los 80 “la edad de oro del cine hondureño”. Una afirmación que toma toda su fuerza y veracidad cuando sabemos que Sami Kafati, con medios muy reducidos, produjo en 1962 la primera ficción corta: “Mi Amigo Ángel”. Sobre la década de los 70, donde hay más medios y se traduce en la producción de una serie de documentales institucionales y de autor, escribió: “Es hora de darnos cuenta que en los países pobres también tenemos capacidad por hacer buen cine”, frase que inspiró al cineasta Fosi Bendeck gran amigo de Sami Kafati, para afirmar que “tenemos un cine pobre pero no un pobre cine”.

Podemos describir la historia del cine hondureño estableciendo tres épocas esenciales que permitir visualizar su crecimiento y madurez, cada una analizada con su debido tratamiento.

  • Primera época: 1940/1980: Los pasos iniciales del cine hondureño. Lo no anunciado se perfila con lentitud y talento. Un futuro todavía incierto.
  • Segunda época: 1980/2000: Crecimiento del cine hondureño con una nueva generación en formación (principalmente formada académicamente en Cuba). El comienzo de la transición de lo analógico a lo digital. Experiencias que marcan cambios hacia un grupo mayor de cineastas profesionales.
  • Tercera época: 2000/2022: El cine hondureño alza vuelo con la incorporación de jóvenes talentos (formados en una diversidad de escuelas de cine de América y Europa). La narrativa cinematográfica se independiza un poco más del apoyo de la literatura (característica de las generaciones anteriores). El cine se abre al ámbito internacional en la última década. Se crea  formalmente la primera carrera de cine en Honduras. Se cierra este periodo con la aprobación de una Ley de Cine y se deja abierto el porvenir promisorio de la naciente industria cinematográfica con la creación y la implementación del Instituto General del Cine Nacional. Durante el largo período que va del siglo pasado a la fecha de hoy, se gestan productos novedosos abarcando ficciones y no ficciones corto, medio y largo metraje, video-artes y el fondo documental que hemos llamado “No Film” (entre afiches, libros, revistas, fotos, ensayos, artículos sin mencionar el museo cinematográfico).

9.    CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS

  • Impresión: Digital
  • Formato: 220x266mm
  • Interior: Papel 100 gr blanco impreso a una tinta.
  • Cubierta: Cartulina 30 gr impreso a 4 tintas por una cara con solapas de 100mm con plastificado
  • Encuadernación: PUR
  • Número de ejemplares: 300

 

 

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