Homenaje a Teresa María Rojas: una vida sobre las tablas

Con ocasión del lanzamiento de su último poemario (Ecos de la brevedad, Ediciones Hurón Azul, Madrid, 2020), El Nuevo Herald presenta un breve recorrido por algunas de las escenas a las que Teresa dio vida en su carrera. Puedes verlo aquí:

https://www.elnuevoherald.com/entretenimiento/teatro/article247224374.html

El Centro Cultural Cubano de Nueva York dedica su congreso anual a los vínculos entre Cuba y España

Inmigración, criollismo, independencia e integración cultural serán temas de dos próximas jornadas

El Centro Cultural Cubano de Nueva York celebrará su XIX congreso anual el próximo fin de semana en dos jornadas que dedicará este año a los estrechos vínculos entre Cuba y España y que se realizarán de manera virtual a través de la página oficial de la institución.

El evento, titulado España en Cuba: un ir y venir se concentrará el sábado 21 de noviembre en la inmigración, el criollismo y la gestación nacional con las palabras de bienvenida de la presidenta del centro cultural, Iraida Iturralde, y la conferencia de apertura “España en Cuba… y viceversa” y un conversatorio vía Zoom.

Ese mismo día la jornada vespertina iniciará con el segmento gastronómico “La comida española lejos de España, el contrapunteo de la tortilla y otras anécdotas”, a cargo de Juan Ángel Espasande, de Ñ Tapas Bar, situado en Crosby Street en Nueva York.

A las 2:00PM está previsto un panel con fragmentos fílmicos y las conferencias “El obispo Espada y su legado a Cuba”, “El habla de Andalucía y el español de Cuba: una identidad compartida”; “Sociedades gallegas en Cuba: Identidad local y movilización atlántica (1870-1940)”, y “Cuba y Asturias: Rutas de memoria y reinvención”, tras las que se realizará otro conversatorio, también vía digital.

El día cerrará con danza fusión, flamenco cubano, una propuesta de la compañía de Lizt Alfonso.

El domingo el congreso del Centro Cultural Cubano de Nueva York sesionará centrado en la independencia, la identidad e integración cultural.

El programa incluye la presentación del Premio Amelia Peláez 2021 en su jornada matutina durante la cual también se celebrará un panel que incluye un testimonio de Juan Goytisolo sobre la Cuba colonial y se conversará sobre el legado empresarial de los catalanes en Cuba, los lazos histórico-literarios entre Cuba y Canarias, entre otros temas.

A las 2:00PM tendrá lugar la mesa redonda “Cuba en España” con historias del exilio cubano. Entre varios testimonios, Pablo Díaz Espí, director de DIARIO DE CUBA, hablará sobre el trabajo de nuestro medio.

En una sección en primer plano se presentarán algunos hitos de la farándula española en Cuba, con Carmen Amaya, Sarita Montiel, Lola y Lolita Flores, entre otros, y una coda en Son de negros en Cuba (filme) cerrará el programa a las 5:00PM.

Los asistentes al congreso en línea tendrán acceso exclusivo a tres eventos complementarios que se celebrarán en diciembre.

Estos son El punto cubano y el son, una sesión en vivo entre Yuniel Jiménez y Yeray Rodríguez desde Nueva York y las Islas Canarias, el martes 1 a las 7:00PM; la premiere mundial de la obra de teatro La Indiana, de Saida Santana, en vivo desde Madrid, el domingo 13 a las 5:00PM; así como el espectáculo ¡La Magia de la Zarzuela!, con arias legendarias de zarzuelas cubanas y españolas, en vivo desde México, el viernes 18 de diciembre, a las 7:00PM.

El programa del congreso ha sido presentado en asociación con el Instituto Cervantes, el Instituto Canarias-América of Hunter College, el Forum on Migration of Bernard College, el Instituto de Estudios Latinoamericanos y el Greater Caribbean Center de la Universidad de Columbia.

Lée la noticia original en Diario de Cuba: https://diariodecuba.com/cultura/1605270241_26444.html

Entrevista a Haydée Sardiñas por… Haydee Sardiña

Portada del libro

Publicado en: Otro Lunes. Revista hispanoamericana de cultura. nº57

8 de noviembre de 2020

Nacho Rodríguez

Haydée es tan especial que prefiere entrevistarse a sí misma. Cuando le propuse hacerle una entrevista para un medio de comunicación, a tenor de su nuevo libro de relatos Fresa salvaje para siempre. Historias de amor y fastidio (Ediciones Hurón Azul, 2020) enseguida me respondió, vía mensaje de texto desde La Habana, que preferiría entrevistarse a sí misma. Adujo que ya lo había hecho, en anteriores ocasiones, y que nadie lo haría tan bien como ella misma. Claro, pensé, uno se conoce mejor a sí mismo que a los otros. Además, ya habíamos hecho otra entrevista meses atrás y había gastado mis mejores balas.

El ejercicio en cuestión parece originarse en un cuestionario estándar que encontró en algún lugar y le gustó. Hace meses le dio por responderlo. “Envíamelo entonces”, le dije, “y así salimos airosos del asunto y no tienes que molestarte en enviarme enmiendas parciales”. El problema era que el cuestionario, con las decenas de respuestas, estaba o está en su oficina, a la que hace meses no acude por la pandemia. Esa pequeña circunstancia no fue obstáculo para Haydée, ya que… Decidió entrevistarse nuevamente.

Al poco de revisar la entrevista comprobé con preocupación que había firmado su propia entrevista como Haydee Sardiña; esto es, sin la ese final que recoge el libro en lomo, portada, portadillas, colofón, etc. Esperé que fuera una hora decente en La Habana y le envié un mensaje. ¿Sardiña o Sardiñas?, pregunto. “Ponlo como esté en la portada” me responde de inmediato. ¿Y qué hay de la tilde de tu nombre?, continúo en otro mensaje, ¿también como aparezca en la portada? Su siguiente respuesta me deja estupefacto: “Sí, son detalles sin importancia”. Pues sí, esta es Haydée, Sardiñas o Sardiña. No importa. Y como no importa, además de maquetar algo el texto y ponerle un par de tildes, he tenido que completar una respuesta que estaba cortada… ¿Quién que no sea Haydée Sardiñas/ Haydee Sardiña podría darse cuenta? Son detalles sin importancia.

Ahora les presento a la autora, a partir de lo que ella escribió sobre sí misma al comenzar este 2020: “Me gradué en 1989 en Ingeniería en Control Automático en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría. Fabriqué muñecas de trapo durante el Periodo Especial, escribí guiones para programas de Radio y TV, intenté dar clases de inglés, trabajé como secretaria ejecutiva para una compañía canadiense que por algún motivo quebró, y desde hace 10 años trabajo en la Embajada Norteamericana en La Habana (o lo que queda de ella). Mis gustos literarios tienen más que ver con la forma en que está escrito algo que con la historia que cuentan. Las cosas que me gustaría hacer antes de morirme, son: escribir una obra de teatro y escribir otro guion para un telefilme (ya escribí uno). Pero no tengo apuro. Tengo dos pasiones: la literatura y enamorarme (en tercer lugar estaría la cerveza y los amigos, juntos).”

No obstante, y antes de entrar en su auto entrevista, debemos hablar del libro en cuestión. Decía Teresa Dovalpage en el prílogo (sí, escrito así) de Alamar, te amo, publicado en 2018 y en el que participaron catorce narradoras cubanas (entre ellas la propia Haydée), que “el realismo puro y duro pierde parte de su dureza, casi diría que se humedece, pasando por las manos de una mujer”. Y es que estamos, en la mayor parte de los relatos de Haydée, ante un narrador masculino escrito por una mujer.

Ponerse en el pellejo de un hombre no solo es pan comido para Haydée (por algo será), sino que, cuando lo hace, uno tiene el deseo de querer ser el hombre que ella juega a ser. Qué simples son los hombres, para que se identifiquen tan plenamente con una fantasía femenina. O qué grande es la escritora. Como siempre, Haydée nos ofrece una explicación desapegada: “No sé por qué he preferido a veces escribir desde una voz masculina. Será una manera de esconderme. No me gusta sentirme descubierta.” ¿Pero es que hay algo menos encubierto que afirmar esto?

Si bien hay relatos que están pintados con ese material que Virgilio Piñera (dicen que) llamó “costumbrismo socialista” (como el propio relato «Amor y fastidio»), donde se exacerba hasta el límite las contradicciones de un sistema patológicamente institucionalizado y que para los lectores ajenos a él podrán leerse como simple “realismo mágico”, está siempre el amor (y el erotismo) penetrando su dureza como único antídoto de salvación de la vida cotidiana, por más que este, como en el relato citado, sea también institucionalizado.

Esta selección de relatos proviene de cuatro libros de la autora. Tres de ellos editados (en Cuba). El primero de ellos, Historias de Amor y fastidio (Editorial Extramuros, 2007), fue editado por Michel Encinosa, uno de los autores compilados en Malditos bastardos (Colección G., La Palma, 2014). Ese mismo año, otra pequeña editorial antillana publicó Recortes del Paraíso (Editorial El Mar y la Montaña, 2009). La última publicación es Fosforera Bill y otros cuentos (Ediciones Loynaz, 2011). Aunque entre esa fecha y 2018 Haydée no volvió a publicar (dos de sus relatos aparecieron en la antología erótica Alamar, te amo de Ediciones La Palma), cuenta con otro libro (inédito) de relatos (o de cuentos, como mejor dicen en Cuba).

Al revisar su auto entrevista, comprendo que falta algo vital: la alusión a su propia creación. Una vez más le pido a Haydée que visite sus relatos, a tenor de la selección que hemos hecho. Le sugiero que intente tejer puentes entre la ficción narrativa y su génesis vital. “Te lo envío pronto”, contesta en un breve mensaje. Tarda unos días en responder; se lo está pensando, ya ha hablado y escrito mucho sobre lo que opina de su propia obra (esto lo digo yo). Finalmente, escribe esto: “Hay algunos relatos que prefiero por encima de los demás. De Fosforera Bill me gustan sobre todo los personajes, que están creados a partir de personas que conocí. A Lino el trompetista, la flaca y al mismo Fosforera Bill te los puedes encontrar cualquier noche haciendo sopa (música por encargo) en el malecón habanero. También los personajes negativos, los problemas con la vivienda y la precariedad económica los puedes encontrar en cualquier esquina, desafortunadamente. Pero si tuviera que elegir tres de ellos, serían: «Filosofía Poética de Marcelino Pasquale», una historia de literatura dentro de la literatura, inspirado por eventos reales (intento de suicidio, escritura y redención) y por la lectura de Roberto Bolaño; «Una botella de felicidad», por su ingenuidad y sencillez, y «Alternativas probables” inspirado, probablemente, en la lectura de Alfredo Brice Echenique hace muchos años. El relato cuenta una historia de amor entre personajes que se sobreviven en los ambientes más sórdidos, pero creo que hay ternura en la historia y música en las palabras. Creo que la depresión, la adicción a los psicofármacos y la frustración están en todos ellos, pero también, la superación, la esperanza y, a ratos, la resignación.”

Ahora pasemos, finalmente, a la auto entrevista.

¿Cuál es el primer libro que recuerdas?

La primera historia que recuerdo es «Juan Darién» de Horacio Quiroga. Me la leyó mi papá siendo chiquita y se la leí yo a mi hijo después. Creo que «Juan Darién» siembra compasión en las personas. Luego recuerdo muy vívidamente «La vida de algunos animales», de una autora rusa que era veterinaria en un zoológico de Moscú y que marcó a gran parte de mi generación, y La mujer fantasma de William Irish. Leí muchos policiacos cuando era adolescente.

¿Crees en la inspiración? ¿De dónde vienen tus ideas?

Totalmente. Creo en la inspiración y en la lectura. Los libros que lees en la adolescencia y primera juventud te enseñan casi todo lo que hay que saber para escribir. Luego, llega una frase o una idea que se te queda dado vueltas y describe una situación que estás atravesando o sentimientos que estás experimentando, y a partir de ahí todo ocurre naturalmente. Sin esa frase, (o metáfora, como diría Milan Kundera) no habría historia.

¿Cuál es una de las historias que has escrito que más te gusta? ¿Recuerdas cómo nació?

Escribí una historia de ciencia ficción hace tiempo que se titula «O». En aquel momento me había enredado en una relación sin sentido con un hombre MUY atractivo. Eso era todo lo que yo veía en él. En «O» trato de encontrar una explicación para una relación tan vacía.

¿Qué te motiva? Si es la lectura, menciona títulos.

Leer me motiva mucho. Hay libros que releo cada cierto tiempo y siempre me dan deseos de escribir. Los últimos que recuerdo son El que tiene sed, de Abelardo Castillo y cualquiera de los libros de Chuck Palahniuk. Son dos escritores muy diferentes, pero Castillo tiene música y ritmo, y Palahniuk una manera peculiar de usar el lenguaje. También está Manhattan Transfer de John Dos Passos. Es el tipo de libro que me gustaría escribir alguna vez, pero sobre la Habana.

¿Cuándo supiste que querías ser escritora?

La literatura es la cosa que más disfruto. Me despierta una emoción muy diferente a otros tipos de felicidad. Nunca creí que podría ser escritora. Siempre tuve libreticas de notas, pero la escritura es algo que respeto demasiado para pensarla como posible. Sin embargo, un día, en medio de una de muchas caminatas por La Habana con unos zapatos muy incómodos, bajo un sol terrible y sin poder agarrar el transporte público, se me instaló una frase en la cabeza. La frase se convirtió en un texto de 3 o 4 páginas, que convertí en una especie de cuento. Y a mis amigos les gustó. Fue una revelación. La sensación de que alguien disfruta lo que escribes, de que se rían (porque en aquella época usaba una especie de humor negro y me interesaba mucho reírme de los problemas y de mí misma) fue algo maravilloso que descubrí y que solo comparo con la sensación de enamorarse.

¿Cuál es tu mejor recuerdo como escritora?

El día que leí mi primer cuento más o menos serio («O») en público y Raúl Aguiar me dijo que lo quería publicar.

¿Cuál es tu criptonita como escritora?

La estabilidad. Una pareja estable y un trabajo de 8 a 5 que me permita pagar las cuentas pero me robe el tiempo.

¿Alguna vez has considerado escribir bajo un pseudónimo? ¿Cuál?

Muchas veces. Me gustaría esconderme un poco sobre todo de la familia. No quisiera que leyeran lo que escribo. Además, mi nombre no es musical. Haydee Paz, por ejemplo, sería más sonoro.

Al escribir, ¿intentas sobre todo ser original o complacer a los lectores?

Ninguna de las dos cosas. Cuando tengo suerte de escribir algo, lo hago en primer lugar para mí, porque necesito hacerlo y sobre asuntos que me preocupan o me interesan.

¿Con qué otros autores mantienes amistad y de qué manera te han ayudado a ser mejor como escritora?

Raúl Aguiar, José Miguel Gómez (Yoss) y Ernesto Pérez Castillo han revisados mis textos y me han infundido confianza, que siempre me falta. A ser mejor escritora me ha ayudado leer.

¿Cómo afectó publicar tu primer libro a tu proceso de escritura?

Entonces descubrí que quería más. Implica el riesgo de empezar a escribir pensando en el público, en los concursos, en volver a publicar porque ser conocida de cierta forma, es una trampa que puede hacerte pensar en hacer cosas que no querrías hacer antes.

¿Qué hiciste con tu primer pago como escritora?

Fueron 2.000 pesos de un premio regional. No era mucho dinero y eran tiempos difíciles económicamente. Lo gasté en cosas primarias.

¿Lees las reseñas de tus libros? ¿Te afecta? ¿Cómo enfrentas eso?

Las leo, por supuesto. Me afectan mucho. Tanto como los comentarios de los amigos. Con el tiempo he aprendido a superar la ansiedad de esperar un comentario y he aprendido a confiar más. También me tomo más tiempo para compartir los textos.

¿Tienes alguna máxima o refrán que rija tu vida? ¿Cuál es?

No sé si sea una máxima en mi vida, pero termino aplicándola siempre, así que debe serlo. Es una frase de «Tauromaquia», un minicuento de Juan José Arreola: “Donde quiera que haya un duelo, estaré de parte del que cae, ya se trate de héroes o rufianes (…) porque yo también soy dos, el que pega y el que recibe las bofetadas”.

¿Tienes miedo a la página en blanco?

No vivo de la literatura. Si tuviera que escribir para vivir, una columna o en un espacio fijo en alguna revista, tendría que enfrentar esos miedos. Pero cuando uno escribe por placer, esos fantasmas no existen. Cuando no escribo, me falta algo, lamento no ser capaz de crear nada, pero he descubierto que forzar la creatividad no funciona. Se pueden producir muchas cosas de poco valor si uno se deja llevar por las ganas de tener algo que mostrar. Entonces, le voy a la contraria al refrán que dice “no tener nada que decir no es motivo para callarse». Pienso que “no tener nada que decir es el mejor motivo para callarse.” Y es lo que hago. No es que me guste, pero mientras tanto, leo y vivo. Para compensar esa frustración escribo guiones de radio y TV. Es un área que depende menos de la inspiración y que disfruto mucho también.

Madrid y octubre de 2020

  • * * *

Haydée Sardiñas (La Habana, Cuba, 1966). Premio Luis Rogelio Nogueras de cuento 2006, con el cuaderno Historias de Amor y Fastidio, publicado por la editorial Extramuros, que luego recibiera el premio La Puerta de Monserrat 2008, otorgado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura. Primer premio en el concurso de cuentos de ciencia ficción Juventud Técnica 2007, con el relato «O». Premio La llama doble 2008, con el relato «Finales felices». Premio Regino E. Boti 2008 con el cuaderno Fresa salvaje para siempre, publicado por la editorial El mar y la montaña, con el título Recortes del paraíso. Premio Paco Mir 2009 con el cuaderno En la escena del crimen (inédito). Premio Hermanos Loynaz 2010 por la obra Fosforera Bill y otros cuentos. En 2018 dos de sus relatos conformaron la antología erótica Alamar, te amo (Ediciones La Palma, Madrid).

  • * * *

Lée el artículo original, en: http://otrolunes.com/57/otrolunes-conversa/entrevista-a-haydee-sardinas-por-haydee-sardina/

 

La Cinemateca de Honduras Enrique Ponce Garay tendrá su propia Bitácora de cine

ANTECEDENTES

 

Hurón Azul consolida su alianza con la Cinemateca de Cuba con la aparición, en 2016, del libro “El cartel cubano llama dos veces”, cofinanciado por la Agencia  Española  de  Cooperación  Internacional  para  el  Desarrollo  AECID  del Ministerio   de  Asuntos   Exteriores   y   Cooperación.  Este   libro   es   un   compendio de la cartelística cubana desde 1915 hasta nuestros días.  Medios tan relevantes como El País celebraron su llegada afirmando que: “Más allá de lo que se muestra en las pantallas, una parte de la historia del cine de cada país se puede contar también a través de los carteles que promocionan sus películas. Un lugar donde tradicionalmente se ha mimado la elaboración de afiches para filmes es Cuba, como demuestra el libro El cartel cubano llama dos veces, en colaboración con la Cinemateca de Cuba y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.”

En 2018, durante la 77 Feria del Libro de Madrid, Ediciones Hurón Azul, con el apoyo de la Filmoteca Canaria, y también la AECID, presentó los 3 primeros tomos de la “Bitácora del cine cubano”, un compendio de todo el patrimonio cinematográfico de creación nacional. El 4º tomo fue editado en 2019, en colaboración también con la AECID.

AMPLIAR LA BITÁCORA DE CINE LATINOAMERICANO

En la actualidad, Ediciones Hurón Azul busca apoyos para lograr una extensión de la labor de recuperación del patrimonio fílmico de la vecina Centroamérica, específicamente la de aquellos países que, como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua han realizado una labor desigual, tanto en lo artístico como en lo sistémico y curatorial.

En un primer momento, la alianza establecida con la Cinemateca Hondureña “Enrique Ponce Garay”, inmersa en un proceso de mejora y recopilación de su patrimonio fílmico, supone una alianza para un trabajo seguro, siendo el primer foco del proyecto, que dará lugar a la Bitácora de cine centroamericano.

Para llevar a cabo esta expansión enciclopédica con las mejores garantías de rigurosidad académica y apego a la idea original, será la Cinemateca del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica quien, a través de sus especialistas en cine latinoamericano, acojan, orienten y validen la labor de investigación y curadoría del ensanchamiento cinematográfico americano.

BITÁCORA DE CINE DENTROAMERICANO (4 tomos): Recuperar y sistematizar un siglo de producción cinematográfica de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.

TOMO I (Honduras): Recuperar y sistematizar 80 años de producción cinematográfica hondureña.

 

 

Un libro de poemas de Teresa María Rojas

DIARIO DE CUBA

Miami
Rosie Inguanzo

Jorge Luis Borges, quien nunca escribió una novela, dice: “Yo no sé por qué la gente escribe tanto”.

Borges, para quien la poesía es síntesis, utiliza la palabra riddle, así en inglés, para referirse a ella.

Riddle.

Me gusta cuando se traduce como “acertijo” o “enigma” porque en inglés la definición incluye ingenuidad y juego con el significado.

A Borges le hubieran gustado estos poemas de Teresa María Rojas: lírica, actriz, maestra de muchos.

Porque estos poemas son acertijos, cápsula, conjetura, teorema, canto, crónicas autobiográficas ultra breves.

Como punto de partida propongo dos temas presentes aquí:

1. la orfandad, de la que se desprende un segundo tema:
2. la maternidad enraizada en la muerte —Teresa es huérfana de madre.

La niñez termina cuando somos conscientes de que recordamos, o cuando muere la madre.

La niñita Teresa María quedó varada en la niñez huérfana, que ella insiste en hacerla canto. Porque, no se llame a engaño lector, el paraíso es la niñez, incluso una niñez desgraciada como la suya, o como la mía.

Hay una fotografía fija de la niñita Teresa María en mi mente, donde la huérfana juega para espantar los hechos —en la casa de muñecas de la niñez.

Y desde entonces obran en ella las palabras.

Teresa vive como poeta las 24 horas del día.

Ella me enseñó eso.

Mi Teresa convocaba, entre arroz pollo a la chorrera y plátanos maduros fritos, a Alberto Baeza Flores, Eugenio Florit, Orlando González Esteva (que no son poca cosa), para que oyeran a Rosita leer sus poemas adolescentes.

Me mortifica que en español no existe una palabra para una de las experiencias más desgarradoras que pueda ocurrirle a un ser humano, que es la muerte de un hijo.

Que lo más terrible no se nombre propiamente.

Para la Real Academia Española uno puede quedar huérfano de hijo; pero no es suficiente.

A La Federación Española de Padres de Hijos con Cáncer se le ha ocurrido huérfilo, compuesta por la misma raíz indoeuropea —orbh— (separar, perder, alejar) y “filius”, también del latín, que significa “hijo”.

(Querida Teresa, me atrevo con algo tan personal que me hace daño. Permíteme.)

Nuestra Teresa es huérfila de hija.

En “Rorro” la voz poética es la madre inconclusa:

del pecho roto pozo de sed.

Dice:

aún mece la cuna
la cuna que ya no llora.

También:

y todo en mí es el dolor
como si fueras a nacer.

El poema “Alusión” es un drama fílmico: una mujer va al cementerio y busca una tumba cualquiera:

(… los nombres los devoran también los gusanos del tiempo)

El dolor de la pérdida resuena en el libro como un eco:

Donde sonaba
la vieja cicatriz
la herida abierta.

No es un poemario triste, sin embargo.

En lo anecdótico de estos poemas hay un juego perenne que no es trivialización; si acaso, temeridad lúdica.

Homo ludens.

El juego es una necesidad primaria del ser.

Sigmund Freud ha dicho: “Nunca abandonamos un placer que hemos conocido; lo sustituimos”.

A la niña Teresa María la vida se le ensombreció.

Entonces sustituyó el juego infantil por el retozo verbal. No en balde en inglés nos llaman players a los actores.

Suplir la carencia en el juego.

Para los griegos el juego verbal es ocultación.

Por ello en el fondo de estos juegos poéticos está encapsulada la biografía de la autora.

Poemas como “Yerma” o “Lunch” son breves puestas en escena.

Esta es una escritura performativa.

El placer del juego, apunta Freud, nunca nos abandona. Esa es la respuesta de la especie a la presión social, la norma y al destino implacable —que nos toca. Dice que estamos predeterminados a buscar el placer, rehuir del dolor y encontrarlo.

Homo ludens que ensaya sobre el papel del juego.

La voz poética aquí no teme a los juegos arriesgados:

jugar al pinpón
con los abismos.

Asimismo esta niña grande es muy enamoradiza; retoza entre el amor y los celos.

pero a ti
te amé un libro entero.

Está Dios como compañero de juegos de Teresa María, aventurando nuestras vidas cual fichas sobre el tablero, desatando lo imprevisible:

Dios regaló a la novia el extraño velo nupcial:
la niebla.

Nubóloga eficaz, Teresa lleva una vida mirando hacia arriba; es especialista en “los blancos disparates de las nubes”:

En “Tinta blanca” dice:

Hoy pareciera
que solo salen nubes de mi letra.

Cubana contumaz, hace miles de años que se fue de Cuba y no ha vuelto. (Ah, olvidaba decirles que le tiene fobia a los aviones.) He dicho alguna vez que el exiliado exhibe duplicada orfandad:

Apunta ella:

buscaba un hueco, o una patria donde estar
lo que durará el tiempo.

(Foto de Rosie Iguanzo)

En estos poemas algo que se me pierde. Y es que algo debe quedar perdido para siempre.

Porque hay algo escurridizo en Teresa. Incluso ahora que nuestra venerada maestra se mueve lento, todavía es inaprensible. Y esa cualidad esquiva forma parte de su atractivo.

Cito:

yo
que no me entrego del todo

Cito:

yo, fugitiva
¿A qué hora quedarme para siempre (…)?

Para concluir regresemos al título del libro: Ecos de la brevedad.

O sea, la poética es caja de resonancia.

Teresa parece colocar en el libro-maleta solo lo imprescindible para el viaje.

Quiere ir ligera.

De ahí la insistencia en la ligereza —brevedad que es la destilación de sus temas; por ello Teresa prepara una “maleta de barro” (todo es perecedero), y dentro breviaturas, tweets, premuras, cifra, migaja de pan para hallar el camino de regreso.

En “Rojo duradero”, uy, uno de mis poemas favoritos, queda dicho:

Vino al mundo sin nada
hueso y llanto
se irá trino y ceniza
con los labios pintados
y un retrato del aire.

Y qué tal la retórica:

para decir adiós no siempre es necesario despedirse.

Aquí nos da una clave para abordar esta poesía de la concisión, donde cunden las nubes, el juego y otras cosas intangibles.

Poesía fugitiva.

Díganme si no:

Yo,
que amo con el amor lastimado
de los huérfanos,
y robo algo de todos.
(…)
Yo, que creo
en el espíritu del instante.

Teresa es animista, mira y da vida a las cosas. Aquí hallamos personificaciones varias; de un plumazo: teléfono que muere, brisa que se ahoga, fango que acaricia la orilla, olvido que da caza, aguas traviesas y flor que dice.

Tríadas sin título a veces, con algo del haiku (no en la métrica), en la empatía, la sensibilidad hacia las cosas del mundo (lo otro, lo que no es una).

Para elogiar brevedades no voy a expandirme (más).

“¿Qué tal de resonancia?” pregunta Lezama Lima.

¿Qué tal de resonancia?, nos preguntamos.

Baste decir, que ante tanta economía verbal, no va hallar usted aquí palabras erróneas que degraden el verso o la vida.

Para oír estos ecos en su voz, pongamos la cabeza dentro de la campana de su poesía o bajo la cúpula de su indulgencia.


Teresa María Rojas, Ecos de la brevedad (Hurón Azul, Madrid, 2020).

Rosie Inguanzo presentará el libro de Teresa María Rojas el miércoles 18 de noviembre, 7:30PM (hora Miami), desde el portal de la Feria del Libro de Miami.

Puedes leer la noticia original en Diario de Cuba: https://diariodecuba.com/de-leer/1604594154_26234.html

Teresa María Rojas presenta Ecos de la brevedad en el marco de la Feria del libro de Miami

La obra ECOS DE LA BREVEDAD, es un libro caprichoso que reúne un manojo de versos esenciales y habitados por la música y el ritmo propio de todo lo existente.

En conversación con Rosie Inguanzo.

La presentación de “Ecos de la brevedad” se lanzará el miércoles 18 de noviembre a las 7:30 pm hora de Miami y se transmitirá desde el portal de la Feria www.MiamiBookFairOnline.com/login

Para acceder al portal de la Feria deben entrar a esta página web:  www.miamibookfaironline.com/login  y crear una cuenta con su dirección de email y una contraseña. El programa completo de la Feria se divulgará en esa página a partir del 1 de noviembre.

ECOS DE LA BREVEDAD, poemario de Teresa María Rojas, será presentado en la Feria del Libro de Miami 2020

La FIL Miami 2020

En este extraño 2020, que nos obliga a distanciarnos para seguir celebrando, tenemos el honor de apoyar la presentación de un poemario de Teresa María Rojas en la Feria del Libro de Miami. Aunque sea virtual, esperamos que podáis participar.

El miércoles 18 de noviembre a las 7:30 pm hora de Miami, desde el portal de la Feria www.MiamiBookFairOnline.com será la presentación del último poemario ECOS DE LA BREVEDAD, estaremos con ella, junto a la escritora y amiga ROSIE INGUANZO, que la presentará.

Teresa nos deja este mensaje para vosotr@s: “compartiré algunos versos. Los invito con mucha ilusión”

Para acceder al portal, es necesario registrarse con un email, lo cual pueden hacer desde ahora.

El programa completo de la Feria se divulgará en esa página a partir del 1 de noviembre.

El poemario

La autora profundiza su senda poética que, según el poeta chileno Alberto Baeza Flores, es “de clara luz antillana, de herido paraíso y de recuperado fulgor que no teme ni a lo muy íntimo y secreto, ni a lo muy externo y difuso, porque todo –suma y síntesis de su mundo- le sirve para expresar su personal universo humano hacia el universo de todos”.

La autora

Teresa María Rojas, La Habana, Cuba. Poeta, actriz y directora de teatro. Reside en Miami. Es licenciada en Psicología. Ha publicado Señal en el agua (Época y Ser, Costa Rica); Raíz en el desierto (Suplemento antológico Torre Tavira, Barcelona), La casa de agua (Editorial Playor, Madrid), Campo oscuro y capilla ardiente (Ediciones Universal, Miami), Hierba dura (Torre de Papel, Miami), Los días cercanos (Eriginal Books, 2013) y Ecos de la brevedad (Editorial Las Palmas, Madrid, 2020). Su poesía ha sido incluida en diversas antologías y selecciones como Poesía en éxodo(OCLC); Cinco poetisas cubanasCaballo de fuego y La pérdida y el sueño Antología de poetas cubanos en la Florida (Término Editorial). Fundó y dirigió Teatro Prometeo en el Miami Dade College, el único programa de teatro universitario en español en los Estados Unidos. Ha trabajado en televisión, cine y teatro, siendo reconocida en Cuba, Ecuador, Estados Unidos, España, México y República Dominicana. Ha recibido múltiples distinciones y reconocimientos, entre ellos, el nombramiento de Profesora Emérita del MDC. En Crear fuera de Cuba, Rojas presenta Ecos de la brevedad (Hurón azul), un poemario de vocación intimista y de carácter reflexivo, no exento de notas alegres que se alternan con otras nostálgicas.’

T, esa de ahí arriba.

FRESA SALVAJE PARA SIEMPRE… en ojos de otros cuentistas cubanos

FRESA SALVAJE PARA SIEMPRE. HISTORIAS DE AMOR Y FASTIDIO es una selección de relatos de cuatro libros de la escritora cubana Haydée Sardiñas de La Paz. Tres de esos libros han sido editados en Cuba (Historias de amor y fastidio, Recortes del paraíso y Fosforera Bill) y otro permanece inédito. Esta selección, que ahora presentamos dentro de la Colección Mujeres de Nieve, ha sido comentada por otros autores cubanos. Exponemos aquí algunos fragmentos.

Yoss sobre “Historias de Amor y fastidio”

¿Literatura femenina? ¿crítica social?  Todo eso y más. Los cuentos de este libro, no por breve menos contundente, pueden ser estremecedores en su ingenua, a veces alienada y cotidiana crueldad. Escritos con un estilo sincero y directo, con grata fluidez, 200% en función de lo más importante de la literatura y el arte en general: conmover… inspirar amor, fastidio o ¿por qué no? Ambas emociones a la vez.

Carelsy Falcon sobre “Recortes del paraíso”

Con una prosa concisa, irónica, pero llena de sutilezas, Haydee describe la cotidianidad abrumadora, la desidia, la abulia que consume a cada uno de sus protagonistas. Las historias son escenas, recortes de los ambientes donde se desdoblan estos individuos carentes de motivación, de planes, de alegrías, encerrados en una increíble orfandad.

Paradójicamente estos cuentos, están llenos de vacío.

Jose Raul Fragela sobre “Fosforera Bill”

Protagonizan estas  historias seres que al lector se le antoja haberse cruzado alguna vez en el trayecto de su propia existencia. Hombres y mujeres signados por la soledad, incapaces de adaptarse a las circunstancias que, pese a las particularidades de cada relato, resultaran familiares desde un primer acercamiento. Haydee no intenta timarnos con alardes de técnica literaria (muy bien utilizada , no obstante) pero resulta imposible atisbar la realidad que ha diseñado sin involucrase y tomar partido, sufrir o sonreír con los personajes tan vívidamente perfilados que terminaran por recordarse como viejos conocidos.

 

 

Cine sumergido, por Rafael Rojas

Rafael Rojas. Princeton
DIARIO DE CUBA

¿A qué llaman cine sumergido Luis Duno-Gottberg y Michael J. Horswell en su estudio sobre las más recientes películas realizadas en Cuba?

Buena parte del trabajo intelectual tiene que ver con el arte de “nombrar las cosas”, de que hablara el poeta. Dotar de nombres nuevos fenómenos de la producción artística, en un país como Cuba, inmerso en mutaciones y cambios sociales que alteran y, a la vez, reafirman prácticas y discursos culturales, requiere de imaginación  y discernimiento conceptual.

En los últimos veinte años, la Cuba post-soviética no escenifica tanto el drama del “hombre nuevo” como el dilema del “nombre nuevo”. En cómo llamar lo que está sucediendo en un socialismo que se capitaliza y un nacionalismo que se globaliza, sin que muchos de los actores de ese tránsito busquen el abandono de su identidad socialista o nacionalista, se dirime un volumen importante de la cultura cubana contemporánea.

La preservación de esas identidades o rótulos —”socialismo”, “nacionalismo”…— se produce, por lo general, al margen o en la periferia de las poéticas, como si se tratara de la cotización retórica que se requiere para producir una crítica. El desplazamiento político que operan esas poéticas, en relación con el discurso oficial, no siempre se expone con transparencia. Pero, igual que en la literatura o las artes visuales de las dos últimas décadas, asistimos al despliegue de una manera de pensar e imaginar el país cultural que no se ajusta a las leyes e instituciones que rigen el país estatal.

Algunos críticos de cine en la Isla, como Dean Luis Reyes y Juan Antonio García Borrero, y estudiosos del cine cubano en la academia norteamericana, como Julio Ramos, Luis Duno-Gottberg y Michael J. Horswell, han debatido en los últimos años la emergencia de una filmografía que, en su producción, su estética y su ideología, busca un lugar de enunciación que parece articular una vecindad o una interpelación del cine facturado por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la institución estatal que desde los primeros años de la Revolución Cubana en el poder, estableció las pautas artísticas y políticas de ese arte en la Isla.

Creadores, críticos y la misma institución han entrecomillado ese cine como “joven”, “nuevo”, “independiente”, “alternativo”, “experimental” o “subterráneo” desde los 80. Adjetivos en los que, como en el concepto de vanguardia, se dan la mano enunciados estéticos y políticos, y que, sin embargo, no alcanzan a capturar plenamente el rebasamiento de sentidos que opera ese cine en Cuba.

A tono con la globalización: sumergirse

A partir de una provocación de García Borrero, Duno Gottberg y Horswell proponen en su libro Submerged. Alternative Cuban Cinema el término de “cine sumergido”, que entre otras cosas tiene la ventaja de remitir a un mundo marino u oceánico, más a tono con la globalización. En la Cuba actual, lo culturalmente globalizado o lo cibernéticamente conectado actúan desde la inmersión o la sumersión, es decir, bajo una superficie discursiva oficial o institucional, menos sólida que la del periodo soviético.

Gottberg y Horswell le conceden gran importancia, en términos de una apertura a nuevas formas de sociabilidad y nuevos modos de producción fílmica, a la declaración que hicieron 60 cineastas cubanos, el 4 de mayo de 2013, a favor de una reorganización de la actividad cinematográfica en la Isla que “no puede hacerse solo en el marco” del organismo estatal. Varios cineastas de las dos o tres últimas generaciones, que comenzaron a producir de manera independiente o institucionalmente afiliada desde los 90, se sumaron a esa demanda en medio de una crisis en la dirección del ICAIC, que desembocó en la designación de un nuevo titular para el organismo, y que al cabo de un año todavía genera frustraciones y malestares.

Sin desconocer la variada y dispareja producción de las dos últimas décadas, los autores de Submerged (2013), una muestra itinerante de cine por cuatro universidades de Estados Unidos (Florida Atlantic University, Rice, Tulane y Princeton), y de este volumen, proponen algunos films ilustrativos del “cine sumergido” en Cuba: La piscina (2011) de Carlos Machado, Juan de los Muertos (2011) de Alejandro Brugués, Molina’s Ferozz (2010) de Jorge Molina, Melaza (2012) de Carlos Lechuga, Memorias del desarrollo (2010) de Miguel Coyula.

Aunque este cine sumergido, mayoritariamente producido al margen del Estado, emerge para interpelar a un cine oficial o institucional auspiciado por el ICAIC, la propia institución se ve involucrada en un proceso de pluralización de discursos fílmicos, que la obliga a producir fuera de sus propios cánones. Juan Antonio García Borrero, uno de los mayores críticos del “icaicentrismo” dentro de la Isla, no duda en incluir dentro del amplio espectro de ese cine sumergido, películas de producción estatal como José Martí. El ojo del canario de Fernando Pérez. Y algunos críticos están identificando dentro de ese cine a Conducta (2013), la más reciente película de Ernesto Daranas, que ilustraría una aproximación del Estado a los modos del cine independiente.

Una piscina que reúne a un grupo de discapacitados o solitarios; un ingenio desmantelado donde una joven pareja vive en los límites de la sobrevivencia; una Habana tomada por los zombies y sus exterminadores; un bohío en las montañas acechado por la superstición y el incesto; la memoria de un viejo cubano exiliado que, al cabo de medio siglo en Nueva York, se ha vuelto un collage de la epopeya revolucionaria y la globalización capitalista; Martí adolescente, golpeado por su padre y descubriendo el sexo y la esclavitud en Hanábana…

Un espectro temático igualmente elusivo y perturbador podría descifrarse en la “documentalística reflexiva” o “ensayo documental”, como prefiere llamarle Julio Ramos. Un asesino que rememora su pasado criminal mientras pesca clarias en algún río sucio de La Habana, en De agua dulce (2011) de Damián Sainz; la nostalgia de los últimos habitantes del pueblo de Hershey, abiertamente expuesta, por un pasado republicano de progreso y felicidad, en Model Town (2006) de Laimir Fano; una vieja casona republicana de provincias, en ruinas, que alberga un enjambre de abejas en sus tabiques, donde habita una familia fantasmal, en Nos quedamos (2009) de Armando Capó; un grupo de antiguos refrigeradores vacíos, en medio de una sala desvencijada, que bailan una suerte de danza georgiana, mientras se escucha un discurso en ruso, sobre la Historia y el Hombre, en el animado La segunda muerte del hombre útil (2010) de Adrián Replansky.

Nuevas referencias, nuevas subjetividades

Como advierte Dean Luis Reyes, no se trata solo de identificar ese cine por la deliberada elusión del discurso oficial que proponen sus argumentos. Pero es inevitable observar que esas tramas abandonan algunas funciones primordiales del cine de la Revolución, como las relacionadas con la formación de ciudadanos leales al Estado y a sus líderes, que viven en condiciones materiales aseguradas por el desarrollo socialista y que poseen las virtudes propias de una sociedad que va saliendo de la pobreza, la desigualdad y el subdesarrollo. El cine como documento testificador de la modernidad socialista y como agente de la promoción internacional de una sociedad modelo, sobre todo, en el contexto latinoamericano, se ve fuertemente impugnado en esta filmografía.

Se trata de una producción que parece trascender, finalmente, el dilema planteado por Tomas Gutiérrez Alea en su libro Dialéctica del espectador (1982), y detectable en todas las polémicas sobre cine y ideología de la Revolución Cubana, entre el arte fílmico como documento de la crítica de la burocracia y el autoritarismo y como medio de la ilustración socialista y de la promoción internacional del modelo cubano.

Las formas de contención de la crítica, desde la hegemonía política y el rol que esta última asignaba al cine en la cultura doméstica e internacional de la Revolución, entran en crisis en una producción que busca hacer contacto con subjetividades locales y globales, ya constituidas, antes que involucrarse en un proyecto pedagógico o moral de construcción de un hombre nuevo. De este cine podría decirse, siguiendo a Jacques Rancière, que se trata de un arte en busca de la identificación de sujetos instituidos, antes que en la auto-asignación de un rol instituyente en el cambio político.

Pero no basta el corte ideológico o el desencuentro político con el Estado, como señalan García Borrero y Reyes, para caracterizar al cine sumergido. Es preciso observar ese proceso de inscripción de nuevas subjetividades del siglo XXI en el plano estético e, incluso, en el nivel técnico de esta producción. Advertir, por ejemplo, cómo el campo referencial de esta cinematografía abandona, a la vez, el archivo del realismo socialista y las claves del cine de arte de los 60, 70 y 80 —neorrealismo italiano, nueva ola francesa, cinema novo brasileño, nuevo cine latinoamericano—, y se abre más plenamente al intercambio con un repertorio visual contemporáneo, que incluye el cine comercial, por supuesto, y que, a la vez, dialoga con las nuevas tecnologías y, sobre todo, con el video y el documental de investigación.

Dado que uno de los roles primordiales de este cine es la identificación de sujetos instituidos que han quedado oscurecidos por el resplandor discursivo del socialismo, se tiene la impresión de que con estos filmes se recupera una dimensión antropológica, de reconocimiento y, a la vez, de sorpresa ante nuevas subjetividades, que establece un punto de contacto con poéticas experimentales, dentro del cine cubano de los 60, como las de Néstor Almendros, Orlando Jiménez Leal, Sabá Cabrera Infante, Nicolás Guillén Landrián y Sara Gómez.

La deuda con los grandes artistas del cine de la Revolución (Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás, Santiago Álvarez, Pastor Vega o Sergio Giral) no es desconocida por estos nuevos cineastas cubanos, pero su vínculo con la tradición fílmica de la Isla supone un gesto de reescritura de la historia del cine, donde se describen genealogías resistentes, que cuestionan el estatuto mismo de  “cine revolucionario cubano”, al que inútilmente se aferra el Estado.

Lée la noticia original en DIARIO DE CUBA: https://diariodecuba.com/cultura/1396733463_8002.html

Hablando de cine independiente en Cuba, de gobierno y de mañana

Dean Luis Reyes acaba de publicar ‘El gobierno de mañana. La invención del cine cubano independiente (2001-2015)’

Carlos Quintela
Madrid

Diario de Cuba

Dean Luis Reyes es periodista, profesor, crítico de cine, amante del anime japonés y en temáticas relacionadas con el mundo audiovisual un crack. Conversar con él es un lujo, su capacidad de análisis y lucidez hacen que un chat entre Tarragona y Madrid puedan hacerte el día.

En el caso de Cuba ha sido testigo de la gestación del movimiento de cine independiente y se ha ganado un lugar privilegiado en el corazón de muchos cineastas por asumir la difícil tarea de documentar un fenómeno que floreció —literalmente— entre el marabú.

Conversamos a propósito de su libro El gobierno de mañana. La invención del cine cubano independiente (2001-2015), que recomiendo a todos.

En la presentación online que auspició Rialta Magazine te referiste a El gobierno de mañana… como un libro que le pertenece a todos. ¿Por qué lo crees?

Porque en los asuntos que ahí se resumen yo solo fui testigo. El crítico de cine siempre tiene una porción de parasitismo, y en este caso tuve la suerte de estar en el momento y sitio indicado para presenciar el germen de obras y el crecimiento de realizadores que luego se convirtieron en amigos, colegas, gente querida. En todos ellos, y en los desconocidos también, pensaba al armar la tripa del volumen, que es una recogida de textos escritos al tiempo que vivía los acontecimientos.

La invención de una tradición pasa primeramente por la cabeza del crítico antes de volverse una práctica. ¿Qué valores (estéticos, culturales, políticos) crees que atestigua un crítico que los cineastas o gente cercana al proceso no consigue dilucidar?

Pues primeramente, la distancia. A la hora de examinar el objeto artístico hay multitud de mediaciones de las que el creador no tiene por qué permanecer advertido. Y el trabajo del crítico es insertar la obra en su contexto, ponerla en diálogo con otros territorios, evaluar su función comunicativa, su capacidad alegórica, etc.

El crítico es, al fin y al cabo, parte del sitio adonde va la obra una vez abandonada por el creador, es un espectador privilegiado porque en su impresión queda incluida una parte del revelado de la zona irracional o inconsciente del creador que este no percibe del todo mientras la elabora.

¿Por qué dices que te ves envejecer en el libro?

Porque ahí está el depósito de un tiempo que ya no está. Hay una condición histórica propia del cine independiente cubano en la que todo era muy frágil, que está en las páginas del libro. Cuando yo no me atrevía a adivinar si esos realizadores iban a persistir, si sus obras iban a encontrar su destinatario, si iban a convertirse en una tradición que retomar, o con la cual discutir.

A mediados de los años 2000 las exhibiciones de la Muestra Joven eran a menudo con la sala a la mitad, o apenas con los directores y su familia y amigos. No existían las preguntas que hoy tenemos para hacerle a ese territorio que ahora creció, se convirtió en una tradición, que tiene premios, que ha impactado a audiencias de dentro y fuera de su país.

Para llegar ahí ha habido que envejecer, literalmente. Porque ninguna tradición se asienta sin conspirar con el tiempo. Y ahí también el tiempo me ha pasado a mí: ya no escribo de todo lo que se produce, he tomado distancias porque ese trabajo de criba y visibilización que yo hacía ahora lo hace más gente.

Ya no hay un partido que defender a muerte porque sus verdades son parte de la realidad. Y tampoco escribo igual, ni mi enfoque sobre el cine es el mismo. Es la vida.

En uno de los comentarios de Facebook alguien apuntó que esa primera generación de cineastas nació de una ruptura y por joven e ingenua, anhelaba ser admitida por la oficialidad, por el ICAIC. ¿Cómo ves ahora —gracias a la distancia de residir en Europa— a esa primera generación? ¿Cuál crees que hayan sido alguno de sus principales aportes si es que fuese el caso?

Pues demostrar que el cine podía hacerse también con un grupo de amigos, sin pasar por comités de selección, grupos de creación, vicepresidencias y presidencias del ICAIC, sin que 20 personas le metieran la mano a tu guion. También, que el cine puede ser algo de tan personal casi íntimo, como una orfebrería, tal es el caso de la obra casi artesanal de Miguel Coyula.

Todo esto obligó al documental en Cuba a dejar de ser parte de la administración de la hegemonía del Estado para transformarse en no ficción de vuelo libre, de completa especulación, con lo real como un objeto de referencia, pero nunca un fardo. Ahí están Alejandro Alonso, Raydel Araoz, Rafael Ramírez, Marcel Beltrán, para demostrarlo.

Mostró que un cine nacional no tiene que ser necesariamente un cine estatal. Entrenó a una generación para hacer más con menos. Y mostró que para exhibir tu película no hay que someterse a la autorización de las autoridades.

En lo ideológico, ofreció otros territorios para ejercer la libertad. No hablo solo de la ideología política, sino de los rituales del cuerpo, de la imaginación, de la oportunidad para ir en nuevas direcciones que las fijadas por el hábito.

¿Por qué el título del libro sugiere un mañana? ¿A qué se debe ese juego temporal? Siento que cuando se habla de Cuba, sea en el caso del cine o cualquier otro ámbito casi siempre se exhorta a la conquista de un algo al que desde el presente no podemos acceder. ¿Crees que esa utopía que sugiere el título del libro, sí los cineastas en conjunto se lo propusieran, podría ser provocada y conquistada en la actualidad?

Porque el mañana en Cuba es una noción secuestrada por el Estado autoritario. Una de las claves para entender la situación cubana es advertir que no se admite otro devenir que uno apoyado en la antinomia socialismo/capitalismo.

Eso podría parecer válido para las mentes simples, que bajo semejante lógica deberían creer en el cielo y el infierno. Pero visto así, el mañana aparece como algo imposible de construir colectivamente. Y justo el audiovisual cubano hoy exhibe una historia tejida a partir de esa inteligencia colectiva, a base de ensayo y error, y por eso A media voz, un discurso sobre la producción de identidad a partir de la aventura de reinventarse como sujeto diaspórico, puede ser premiado en el Festival de Cine de la Habana.

Y Juan de los Muertos ser una obra de culto internacional. Ese cine inventado a partir de la libertad que nos dieron las herramientas digitales es uno de los bellos ejemplos de cómo crear sociedad civil independiente en Cuba. Y pese a su fragilidad perenne, ahí están sus evidencias.

¿Qué debilidades le ves al “movimiento” de cine independiente cubano? Me gustaría saber tu opinión personal alejada de tu oficio y también tu diagnóstico como observador profesional.

Las debilidades son muy parecidas a las de otros grupos de la sociedad civil independiente cubana: actúan por reacción (la censura de una película, sobre todo, en el caso que nos ocupa); en vez de ser proactivos y propositivos.

La iniciativa de El Cardumen fue algo estupendo, pero no conozco de su continuidad efectiva. Ese grupo debió haber tomado de forma natural el relevo del Grupo de los 20, por ejemplo. Y debería tener un espacio de intercambio de ideas, un blog, una publicación, un foro regular, por ejemplo, para articular iniciativas. Asimismo, un escenario para ver y discutir sus películas, más allá de la Muestra Joven.

A menudo los cubanos reproducimos el paternalismo en que crecimos y nos cuesta inventar espacios propios sin que otro sea quien los gestione. En el plano formal, pienso que las obras de muchos de los realizadores que comienzan siguen careciendo del descaro, de la vocación experimental que requeriría el cine cubano para quemar etapas. Esto último, sobre todo en la ficción. La no ficción me sigue pareciendo el escenario más intenso y renovador del audiovisual actual en Cuba.

En el libro hay un pasaje que titulaste: “Lo engendrado, para imaginar la muerte del padre”. ¿Qué importancia crees que traiga consigo la muerte de ese padre para el cine cubano? ¿Crees que su muerte abrirá una brecha para la inclusión de nuevas temáticas?

Eso fue en 2010. No creo que el cine independiente posterior a ese año haya puesto el pie al acelerador, porque en general se siguen saldando cuentas con el pasado. Santa y Andrés, Sueños al pairo, La obra del siglo, Nadie, Agosto, tienen que ver con políticas de la memoria.

Eso es muy importante, algo imprescindible en Cuba para discutir la historia oficial. Si no sabemos de dónde vienen nuestras neurosis, ¿cómo las vamos a curar? Y la muerte del padre de la que hablo es algo más complejo: tiene que ver con comprender quiénes somos, qué heredamos.

El Gobierno cubano, por ejemplo, tiene obsesión con la continuidad, como si eso solamente sostuviera toda su legitimidad. No obstante, en lo cotidiano, usa constantemente las distintas acepciones del verbo cambiar.

El audiovisual cubano no debería quedar atascado en ese falso dilema. Entre otras cosas, porque la demanda de una cinematografía como ejercicio de antropología que exigía el nacionalismo del primer ICAIC hoy apenas pesa. Los temas son más diversos. Aunque extraño más historias sobre eso que Enrique Álvarez apuntó en Venecia: cómo imaginar los modos de estar juntos de los jóvenes que no van a trabajos voluntarios ni tienen que ocultar a los parientes emigrados, que tienen un negocito ahí, se conectan a internet y leen más los medios independientes que Granma, que no creen lo que dice el Noticiero, que buscan su propia soberanía… Pero eso es matraca mía.

En el libro hay también un capítulo “Exhumaciones de Nicolás Guillén Landrián” en el que te refieres a él como si fuese un realizador independiente de este tiempo. ¿Por qué lo ves así? ¿Crees que se ha hecho verdaderamente justicia con su obra?

Porque el descubrimiento de su obra engavetada fue uno de los mayores acontecimientos del cine cubano de los pasados 20 años. Y ocurrió donde debía: en la Muestra Joven, para los ojos de los realizadores que andaban buscando quiénes eran sus padres simbólicos, sus influencias.

Landrián apareció de pronto y su forma de mirar se convirtió en una obsesión, sobre todo entre los documentalistas. La marca de su cine apareció de repente como parte natural de las búsquedas que traían consigo entonces Susana Barriga, Rigoberto Jiménez, Jorge de León… Esa clase de fenómenos no ocurren a menudo.

En Cuba, tenemos al origenismo que marcó a la generación literaria de los 80. Pero en el cine, no. Así que es un contemporáneo con todas las de la ley.

¿Justicia? En vida no se le hizo, pero él nos dejó lo mejor de sí, que muchos recogimos y compartimos. Que alguien como Ernesto Daranas se ocupe de la restauración de sus películas, y que ese trabajo sea parte de un proyecto mayor, de estudio y revisión de su legado, es algo muy importante y que, por suerte, está ocurriendo.

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