Altamira Libros, primera librería de Estados Unidos en vender los libros de Ediciones La Palma

A partir de este mes de abril ya se pueden encontrar algunos de los libros de Ediciones La Palma en Altamira Libros, Miami.

El proyecto de su dueño, Carlos Souki, constituye una oportunidad para la comunidad hispanohablante de Miami quien, hasta septiembre pasado, contaba con escasas posibilidades de acudir (caminando, por demás) a una librería de calidad y buenos precios. No será por casualidad que, en mi vuelo de llegada a la ciudad de Miami, una señora argentina cargara, desde Madrid, libros de Camus y Ortega a su anciano padre.

Altamira tiene algunas peculiaridades. Una de ella es su cotidiana relación con escritores latinoamericanos. En la librería trabajan algunos de ellos. Hernán, escritor argentino y profesor de literatura comparada, hace el último turno (hasta las 10 de la noche); y Legna Rodríguez Iglesias, en el turno de la mañana, es el último fichaje de Carlos.

DSCF9994

Altamira, de quien ya antes me había hablado Antonio Ponte (las buenas noticias del libro en español en USA vuelan), está inmersa en el proyecto de vender libros de calidad en español y… a precios de España. Desde ahora, Ediciones La Palma se suma a este gran proyecto de Altamira Libros, mediante su fondo editorial de poesía y narrativa.

Una anécdota: Siempre que nos encontramos con personas que aman los libros suceden cosas extraordinarias; o mejor, conocemos sucesos extraordinarios que acaecieron con los libros. Cuando desde Ediciones La Palma y Cajachina decidimos poner en marcha la edición española de la Colección G., comenzamos con una antología, “Malditos bastardos”, que tuvo buena difusión, principalmente en España. Por causas del azar, unos pocos ejemplares fueron enviados a Nicaragua, más concretamente al Festival de la Poesía de Granada, en 2015, con Elsa López, fundadora de La Palma. Uno de esos libros antológicos fue adquirido en Granada, Nicaragua, por un escritor cubano amigo de Legna. Desde entonces, ese ejemplar de “Malditos bastardos” es uno de los escasos exiliados en USA, tras hacer un complejo viaje desde Madrid, pasando por Granada, para desembarcar en Miami. Con el acuerdo con Altamira Libros, gracias a Ponte y a Legna, ya no estará solo.

Un abrazo a nuestros nuevos amigos y amigas de Altamira Libros.

Altamira Libros: 219 Miracle Mile, Coral Gables, FL 33134

Ediciones La Palma presenta su obra en La Habana y Madrid

Durante esta semana, en las capitales cubana y española, se ha presentado dos de las más recientes obras publicadas por Ediciones La Palma.

El lunes 17 de abril se presentó en la Embajada de España en La Habana, Cuba, la obra del poeta y académico cubano Virgilio López Lemus, “Mural de poesía cubana”, una aproximación a la construcción identitaria desde la poética insular, desde sus orígenes hasta las vanguardias del siglo XX.

DSCF9618

También, este viernes 21 de abril, en el Instituto Europeo de Diseño de Madrid, se ha presentado el libro de la autora de la Cinemateca de Cuba, Sara Vega Miche, “El cartel cubano llama dos veces”, coeditado en diciembre de 2016 por Ediciones La Palma y la AECID, en un intento conjunto de preservar y difundir lo mejor del diseño de las producciones nacionales cubanas desde 1915 hasta 2015.

IMG-20170421-WA0051

Presentación en La Habana del libro “Cuba: Memoria y desolvido” de J.A. Michelena

image description
El autor, José Antonio Michelena

El lunes 17 de abril de 2017 será presentado, en la Embajada de España en La Habana, el libro el libro “Cuba: Memoria y desolvido”, del ensayista cubano José Antonio Michelena, segundo volumen de la Colección Cuba de ediciones La Palma, editado en España en 2015 con prólogo de Leonardo Padura.

La presentación estará a cargo de José Antonio Michelena, el autor, e Ignacio Rodríguez, editor de ediciones La Palma.

“Cuba: Memoria y desolvido”, es hermana gemela de “Cuba en sepia”, editado en Cuba en 2016, donde obtuvo el Premio de la Crítica en Literatura.

El libro está formado por breves crónicas sobre historias y costumbres cubanas que el autor se propone rescatar del olvido y traer al presente.

En el prólogo a la edición española dice Leonardo Padura: “El abanico de asuntos tocados por estas crónicas es amplio y, como se impone en estos casos, heterogéneo: desde los viajes de Cristóbal Colón a la Isla y su peculiar mirada sobre una realidad desconocida, el cronista se mueve por toda la historia cubana y lo mismo relata (o rerelata, para ser exactos) las tropelías de los piratas que la cacería de demonios que se produjo en Remedios, la historia del ferrocarril y el tranvía en la Isla, o también, desde cuadros típicamente costumbristas, la importancia de los parques en la vida pueblerina, la práctica de las retretas, los usos del pregón o la supervivencia del juego de dominó, hasta retratos de personajes tan diversos como Edith Piaf y Sarah Bernhardt (en su paso por La Habana), Fulgencio Batista (y su destino final) o Máximo Gómez (y la desconocida faceta de su sentido del humor). El resultado perseguido por Michelena al enfrascarse en esta aventura parece cumplido: lo que sigue a continuación es un libro de periodismo coherente, ameno, profundo, bien documentado y, sobre todo, empeñado en el rescate y revitalización de una memoria de lo que fuimos y gracias a la cual podemos entender (¿podemos?) lo que somos”.

LOGOCOLCUBA

Apocalipsis La Habana (americans are coming), por María Matienzo

Apocalipsis La Habana (americans are coming)” es una selección de reportajes publicados en el periódico digital Diario de Cuba. Y aunque la digitalidad obliga a contar brevemente, sin rodeos, y estos reportajes están llenos de gente que prefirió no dar su nombre, son definitivamente un pedazo de la realidad cubana en transición.
En estas páginas se habla de hambre, miseria, mentiras, calamidades, del arribo de los americanos y de una Revolución que patalea ante lo inevitable: se está quemando el muro de bagazo que un par de militares y sus correligionarios han construido alrededor de la isla y la verdad se está saliendo.
Quizás el lector encuentre, entre línea y línea, algo de esperanza. Pero la autora no lo asegura. Una recomendación inicial pudiera ser que si alguien quisiera quedarse con la promesa del paraíso comunista que es para muchos Cuba, no lea este libro. Entre sus manos tiene una visión crítica formada dentro del propio sistema.

 

Apocalipsis La Habana

ISBN/13: 9788416179473
Num. Páginas: 208
Tamaño: 150 X 210 mm
Año de publicación: 2016
Editorial: Guantanamera
Precio: 13,90 euros
Temática: PROSA: NO FICCIÓN

El cine y la literatura acompañan a La Palma en La Habana

La Habana, 6 de febrero de 2017

Por: Mario Vizcaíno Serrat

La editorial española La Palma regresó a La Habana con su producción más reciente de reverencia a la cultura cubana: una enjundiosa colección de cartel cubano hecho para cine.

presentacion-1

Durante la presentación en Fresa y chocolate, Luciano Castillo, Guillermo Corral, Reynaldo González, Sara Vega e Ignacio Rodríguez.

   La compilación la armó Sara Vega, especialista de la Cinemateca, perteneciente al Instituto cubano del cine, tras un minucioso recorrido por el cartel para cine nacional desde 1915 hasta la actualidad, que La Palma convirtió en elegante ejemplar.

portada-y-lomo

Presentado en el centro cultural Fresa y chocolate –como la película de Tomás Gutiérrez Alea- El cartel cubano llama dos veces, editado por la Colección Cuba, atrajo a cineastas, críticos, diseñadores y periodistas que pudieron admirar el detallado trabajo de Vega en el estudio y la clasificación de los mejores carteles de cine cubano.

imagen_9_1

Durante la presentación de la Colección G. en la Embajada de España en La Habana: Guillermo Corral, Gilberto Padilla e Ignacio Rodríguez

  Mientras, en la embajada española en La Habana, decenas de lectores tuvieron acceso a cuatro volúmenes de lo más fresco de la literaria colección G: Malditos bastardos, antología con obras de jóvenes narradores que muestra la evolución de la literatura isleña, el cuaderno de cuentos No sabe/No contesta, de Legna Rodríguez, y las novelas Días de entrenamiento, de Ahmel Echevarría, y La autopista, de Jorge Enrique Lage.

imagen_9_20

Después de la presentación, en la azotea de la Emabajada, con Pedro Juan Gutiérrez

  De ese modo, La Palma continuó su labor de promoción de buena literatura cubana y agrega ahora, con el libro sobre el cartel para cine, una mirada a otras manifestaciones del arte que valga la pena diseminar fuera de las fronteras de la isla. Una mirada que seguirá deteniéndose y escogiendo dentro de la abundante calidad de la cultura cubana.

El Pequeño Cine Estudio de Madrid venderá el “El cartel cubano llama dos veces”

Madrid, 26 de enero de 2017

A partir de hoy, jueves 26 de enero, el Pequeño Cine Estudio de Madrid vende en exclusiva, con un 5% de descuento, la última obra de Colección Cuba de ediciones La Palma: “El cartel cubano llama dos veces”, recientemente presentado en La Habana.

El libro constituye el último trabajo de la Cinemateca de Cuba sobre el cartel cubano, desde 1915, año del que se conserva la primera obra de la cartelística cinematográfica nacional (“El veneno de un beso”), hasta el año 2015, es decir, un siglo después. El ensayo de Sara Vega recorre la cartelística cubana exclusivamente centrada en la producción nacional, uno de los aspectos novedosos de esta obra.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID y ediciones La Palma han coeditado esta priemera edición de 1.ooo ejemplares.

portada-y-lomo

Palabras de presentación de “El cartel cubano llama dos veces”, de Sara Vega”

El martes 17 de enero se presentó en La Habana el libro sobre la cartelística cubana, de Sara Vega Miche, de quien reproducimos sus palabras de agradecimiento.

sara-vega

“Agradezco a todos los que asisten a esta presentación  y que no saben si podrán comprar el libro. A los amigos que vinieron por mí, porque se alegran por lo que de alguna manera resulta un premio a mi trabajo.

A todos los que durante mucho tiempo han colaborado conmigo en libros, exposiciones, conferencias, proyectos y en la tarea de documentación catalogación y completamiento tanto del fondo físico como digital de carteles de la Cinemateca de Cuba. Fotógrafos, restauradores digitales, personal de la Biblioteca Nacional y diseñadores, especialmente Claudio Sotolongo, quien no está aquí hoy, pero que desde que era un estudiante del ISDi trabaja conmigo como si recibiera un salario por sus ideas, por su dedicación, porque le conviene.

Especialmente agradezco a Luciano Castillo a quien pertenece esta idea de mirar con atención y en exclusiva,  a los carteles producidos para la promoción del cine nacional los cuales, hasta ahora, no habían sido debidamente atendidos por estar en desventaja dentro de ese inmenso volumen que son los carteles realizados para filmes extranjeros. Él me hizo pensar en ese tema y descubrir cosas en las que no había reparado. A la embajada de España en Cuba cuyo apoyo resulto vital para llevar a vías de hecho esta publicación y por supuesto agradezco  a Ignacio Rodríguez, Nacho, quien apoyó con fuerza y esfuerzo el libro y siempre estuvo al tanto de todo.

También agradezco a Gilberto Padilla, el editor, con quien se trabaja en libertad y con el que  mantuve conversaciones fáciles e inteligentes con relación a la gráfica y a otros asuntos y que aportó sugerencias no solo en el campo de la edición sino también en el diseño.

Especial mención merece Alejandro Rodríguez, Alucho,  quien es el responsable máximo del excelente diseño de este libro y con quien vivimos jornadas tensas debido a la premura de la entrega, lo cual ocurre siempre, pero que con su talento consiguió trasmitir la esencia del contenido y aporto soluciones atractivas y eficaces.

No puedo dejar de mencionar a Dawn y Alyssa, fotógrafos de la Universidad de Los Ángeles, California, quienes en una de sus visitas a la Isla con una rapidez olvidada por estos predios y de manera divertida lograron fotografiar los fondos de  carteles de la Cinemateca, lo que sin dudas hizo posible la excelente reproducción de las obras que aparecen en este libro.

Finalmente a Reynaldo González quien gentilmente accedió a presentar El cartel cubano llama dos veces y recordar mi trabajo durante el tiempo en que también lo incentivó durante los años en que dirigió la Cinemateca de Cuba.

A todos gracias por estar aquí”

portada-y-lomo

Hay una muerte de la que nadie habla en La Habana

Diario Las Américas. Miami, 20 de diciembre de 2016 – 17:12  – Por Luis Leonel León

pepe-fajardo

En el más absoluto silencio falleció en La Habana José Ramón (Pepe) Fajardo, autor de “Nosotros vivimos en el submarino amarillo”, que estampó una época e inspiró a no pocos narradores de la isla

José Ramón Fajardo Atanes, Pepe o Monchi para sus amigos, acaba de morir en La Habana. El autor de Nosotros vivimos en el submarino amarillo, compendio de relatos que recoge de forma inigualable el choque de las primeras generaciones de la ilusión revolucionaria de los 60 y 70, con los muros de la verdadera realidad, dejó de respirar el pasado 11 de diciembre y aunque su obra y su intelecto lo sitúan en el mapa literario de la isla, su muerte ha pasado en el más absoluto anonimato, incluso hasta entre quienes integran la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), donde Pepe debió tener muchos conocidos.

La capital desolada donde vivió y murió Pepe, es una máquina demoledora que obliga a escapar a sus hijos lanzándolos al mar, haciéndolos atravesar la selva centroamericana o inspirando a tiernas muchachas a negociar sus cuerpos con turistas para salvarse de la indigencia y el fracaso. Es terrible contemplar cómo esta vergüenza nacional se ha vuelto casi normal, una pieza más de la sobrevida de las últimas generaciones.

Pero el castrismo no sólo sigue provocando que su pueblo huya, marchando desde la Plaza de la Revolución hacia el indetenible exilio. A los que se quedan, aferrados o prisioneros del pantano social, los aplasta como a cucarachas o los condena a un abrumador insilio. Unos subsisten heridos, otros fenecen.

Pepe murió en la desidia. Sin procurar ser contestatario, lo era por naturaleza, negando de un tajo el realismo socialista, describiendo y cuestionando un cosmos juvenil signado por las prohibiciones, la frustración, la decadencia. Con menos de 30 años, sin pretenderlo, los cuentos compendiados en Nosotros vivimos en el submarino amarillo le distinguieron como un escritor de referencia.

Un solo libro le bastó para ser el más extraordinario cuentista de su generación, marcar la diferencia y trazar un camino que inspiró a no pocos narradores de la isla. Título clave que jamás se volvió a editar y ni siquiera se puede encontrar de segunda mano. Una historia que, aún más descarnada, siguió escribiendo en un amargo y oscuro silencio. Como su muerte, de la que nadie habla.

No hay muchos detalles de su fallecimiento. No hubo autopsia y rápidamente fue cremado. Dicen que “estaba borracho, tuvo un infarto y cayó por las escaleras, o viceversa”. Al parecer dejó de respirar encerrado en su hogar, que de una mansión pasó a ser una cárcel ebria, un vacío, un espejismo con olor a bazofia quemada, como diría en uno de sus cuentos. Ni otros escritores, ni la prensa oficial cubana han escrito siquiera una línea sobre la muerte de este reconocido intelectual que nunca se fue de la isla. Como mismo se desentendieron de su vida han hecho con su muerte. Y puede que aún ni se hayan enterado.

Nacido el 13 de febrero de 1957 en La Habana, hizo sus primeros estudios en su barrio, La Víbora. Se graduó de Historia en el Instituto Pedagógico. Fue profesor, integró la Brigada de Instructores de Arte XX Aniversario (que se convirtió en la asociación de jóvenes creadores Hermanos Saíz), creó programas de radio, magacines literarios, publicó cuentos en revistas cubanas (Bohemia, La Gaceta de Cuba, Alma Mater, Letras Cubanas) e investigaciones en Cuadernos Americanos, de México. Nosotros vivimos en el submarino amarillo ganó en 1985 el concurso David de cuento, destinado a autores noveles, y el premio especial del certamen, que le valió un viaje a la extinta República Democrática Alemana, experiencia que compartió con su amigo el poeta y humorista Ramón Fernández-Larrea.

Dedicó su vida a la literatura. Lo hizo fervorosamente hasta que desencantado, enajenado, vencido, cada vez más solo, se refugió en ilícitos alcoholes ermitaños y se fue apagando. No todos los creadores están preparados para soportar el crecimiento imparable de la ruina social y salir airosos, o vivos, de la pelea contra los demonios de la indolencia, la vida vuelta una mueca triste, la miseria material y espiritual convertida en país. Fue de esos cubanos nacidos al filo del “triunfo de la revolución” que se formaron creyendo en los delirios del esquizofrénico proceso, y luego ni escaparon de la isla ni pudieron resistir dentro de sus márgenes. Ni siquiera su aguda ironía lo salvó.

Todo el descalabro que afectó al país a partir de la desaparición del bloque socialista de Europa del Este y los años más brutales del “Periodo Especial”, lo entristeció más de lo que su aliento podía tolerar. En 1989, yo a punto de graduarme del preuniversitario y él ya un escritor conocido, especulamos sobre el impacto que podía significar para Cuba la caída del Muro de Berlín y el plebiscito de Chile. Leíamos con expectativa las revistas Novedades de Moscú y Sputnik, que pronto fueron prohibidas por el régimen cubano. Pero a mediados de los 90’, aquella utopía despedazada contribuyó a su letargo y se enclaustró en su biblioteca bañado de azuquín [brebaje preparado a partir de la destilación casera de alcohol, que se consume en Cuba, a falta de bebidas debidamente elaboradas].

No se ayudó mucho a sí mismo -porque no se daba cuenta de su desplome o porque escogió desplomarse lentamente- pero siempre le gustó ayudar. En 1988 me publicó mis primeros poemas en La Abeja, pequeña revista literaria que editaba en la Casa de la Cultura de Arroyo Naranjo. Fue mentor de escritores y aficionados a las letras en su Taller Literario Carlos Enríquez, homenaje al pintor y escritor que vivió en esa localidad, en cuya casa-museo organizaba eventos junto a su excompañera, el amor de su vida, la asesora literaria Lourdes Zayón, recientemente exiliada en EEUU. Hace más de una década, el alcoholismo fue el motivo de su separación. No poder detener la caída de Pepe, la hirió a ella tanto como a él, aunque, sin suerte, siguió intentando rescatarlo del naufragio.

toda esa gente

Al poco tiempo de crearse el sanatorio Los Cocos donde el régimen recluyó a los contagiados con VIH, Pepe y Lourdes crearon un Taller Literario dentro de esos muros, La montaña mágica, inspirando a los enfermos a través de la literatura y las artes. De esos intensos encuentros de los años 90’ surgió la antología Toda esa gente solitaria, 18 cuentos cubanos sobre el SIDA, publicada en 1997. El título, al igual que su submarino amarillo, fue tomado de una canción de Lennon y McCartney, Eleanor Rigby. Los Beatles lo influyeron de manera especial. Eran parte de su inspiración y de su refugio. Escuchaba sus discos y era como si escapara de un tiempo que se negaba a aceptar.

Su escritor predilecto era J. D. Salinger, creador del icónico Seymour Glass, famoso por su novela The Catcher in the Rye, publicada en Cuba como El guardián en el trigal, que me regaló y aún conservo. Sentía gran fascinación por el destino de los personajes de Salinger. El aislamiento del autor estadounidense era una especie de espejo, entre el amor y el odio.

Gracias a él conocí la posmodernidad de Umberto Eco, los trópicos de Henry Miller, la Generación Beat (Jack Kerouac, William Burroughs, Allen Ginsberg, Philip Lamantia, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti), los cuentos de Hemingway, la tierra baldía de T. S. Eliot, los heterónimos de Fernando Pessoa, el mundo de Vargas Llosa, La Habana de Cabrera Infante. Títulos difíciles conseguir como Fuera del juego de Heberto Padilla, Condenados de Condado de Norberto Fuentes y las novelas de Lichi Diego.

Me presentó a otro amigo, Yonny Ibáñez, nieto de Juan Gualberto Gómez, que me prestó libros proscritos de Reinaldo Arenas y Severo Sarduy, y en su residencia de Mantilla, jóvenes nacidos en los 60’ y 70’, retomamos en los 90’ La Ciudad Celeste, peña fundada por Virgilio Piñera, como nuestro abrazo a lo que el eufemístico Quinquenio gris había marginado.

Recuerdo cuando Pepe me llamó para hacerme saber el crimen masivo del remolcador 13 de Marzo, donde murieron ahogadas más de 40 personas, entre ellos 10 menores, hundidos exprofeso por agentes de la dictadura. A su lado Lourdes lloraba porque su colega Cary Ruíz y su hijo de tres años estaban entre los asesinados por orden de Fidel Castro para escarmentar a quienes intentaban fugarse de una isla que sentían perdida. Dejó que Lourdes me contara mientras miraba a través del ventanal, creo que al vacío, casi no habló. Estuvo una semana sin presentarse en la Casa de la Cultura. Aquella tarde no bebió, pero no tardaría en hacerlo otra vez, y cada vez más. Era su océano salvador.

Ya entregado a la evasión que el alcohol significaba, escribió poco, pero no dejó de escribir. En los 90’ tenía otro libro de cuentos, un grito silente que jamás publicó. Y había empezado a escribir una novela que no sé si terminó. Su encierro era vehemente. Sólo algunos tuvimos el rarísimo privilegio de conocer sus textos secretos, escritos en una vieja Underwood portátil (nunca se adaptó a teclear sus historias directamente en la computadora) y que no leía él, prefería que lo hiciéramos en el silencio de su biblioteca, mientras tomaba ron con té, mezcla que disfrutaba y que hacía “durar más el material”, solía decir. Aquellos relatos eran la imagen literaria más fecunda de la consumación de la catástrofe cubana.

Su actitud contestataria no sólo la expresaba desde la literatura. Una vez un agente de la Seguridad del Estado lo visitó para decirle que no invitara más al escritor Fabio Hurtado a su Taller Literario porque era un desafecto. Escuchó pacientemente al policía, sin decirle sí o no, pero al poco tiempo Fabio fue jurado del concurso del Taller y siguió visitándonos. Gracias a ello me hice amigo del señor de barba y cabello largos, encanecidos, que había visto vendiendo flores por La Víbora sin saber que era un poeta disidente.

En su casa, un castillo que sobrevivía en medio del descalabro, solíamos juntarnos escritores de su Taller. Custodiados por su dóberman Sting y “armados” con botellas de ron o cualquier invento sustituto, infinitas noches hablamos de literatura, política, historia, intercambiamos libros, casetes, discos de acetato, chistes “contra el gobierno”, como le gustaba acotar, o seguimos el campeonato nacional de baseball en su viejo radio Selena, pues siempre le gustó más escuchar los partidos que verlos por televisión. Unos siguieron otros caminos. Otros nos fuimos del país. Y Pepe casi que se quedó solo.

Hace menos de dos años vino a Miami por primera y única vez para reencontrarse con su padre, a quien no veía desde que era un muchacho. No importaba si le mostraba lugares atractivos, cenábamos en un exquisito restaurante, lo llevara a Barnes & Noble a comprar Todo Marlowe de Raymond Chandler o descubriera el sushi. Nada era más necesario que unas cuantas cervezas y cajas de cigarros. Se quejaba de que en casa de su padre le permitían fumar algún que otro cigarrillo, pero beber le estaba prohibido y por eso quería regresar a La Habana donde sí le daban todo el alcohol que quisiera. Seguía riendo, aunque mostrando una apaleada dentadura. Más que delgado estaba consumido y tenía hematomas en los brazos. Había envejecido demasiado. Me alegraba ver al gran amigo que hacía años no veía, pero me dolía el destino que su imagen avizoraba.

Para celebrar los 30 años de Nosotros vivimos en el submarino amarillo, planeamos una reedición conmemorativa con textos de varios colegas, ilustraciones de Armando Tejuca y una entrevista que le haría a su regreso en 2017. Editaríamos uno o dos libros con sus cuentos inéditos y me mostraría la vieja novela que -como Pasternak- hacía años estaba escribiendo. Aceptó destapar el baúl a cambio de traerme mis primeros cuadernos de poemas, que jamás publiqué y que él conservaba desde finales de los 80’. Le di mi palabra de que también los publicaría. Celebraríamos en Miami su 60 cumpleaños con todo esto. Pero no pudo ser. Siento mucho que quienes le quisimos y admiramos no pudimos salvarle. Ahora sólo nos queda salvar su literatura. Ojalá podamos hacerlo.

http://www.diariolasamericas.com/america-latina/hay-una-muerte-la-que-nadie-habla-n4110558

Ediciones La Palma ha publicado a 3 de los 10 autor@s cuyas obras ganaron los Premios de la Crítica Literaria en Cuba para los libros publicados en 2015

En la tarde del pasado jueves 15 de diciembre, se efectuó en La Habana la entrega del Premio de la Crítica Literaria a los 10 libros más importantes, de autores nacionales, publicados en Cuba durante el pasado año. Un jurado, integrado por 7 miembros del Círculo de la Crítica, presidido por la doctora Margarita Mateo Palmer, otorgó los premios, atendiendo, principalmente, a su calidad literaria y a su importancia, según consta en el acta enviada a los medios por el Instituto Cubano del Libro. Las obras distinguidas son:

  1. El convidado del juicio, de Antón Arrufat. Ediciones UNIÓN.
  2. Encuentros cercanos de vario tipo (ensayos sobre literaturas en diálogo), de Mayerín Bello. Editorial Letras Cubanas.
  3. El niño congelado, de Mildre Hernández. Editorial Casa de las Américas.
  4. Virgilio Piñera al borde de la ficción, de Carlos Aníbal Alonso y Pablo Argüelles Acosta. Tomos I y II. Coedición Editorial Letras Cubanas y Editorial UH.
  5. La cinta métrica, de Efraín Rodríguez Santana. Ediciones UNIÓN.
  6. Cuba en sepia, de José Antonio Michelena. Ediciones Boloña.
  7. Recreos para la burocracia, de Sigfredo Ariel. Ediciones UNIÓN.
  8. trillos/ precipicios/ concurrencias, de Alfredo Zaldívar. Ediciones Matanzas.
  9. Esperando por el sol, de Raúl Flores Iriarte. Ediciones Matanzas.
  10. La hija del reo, de Sonia Díaz Corrales. Editorial Letras Cubanas.

De estos 7 autores y 3 autoras galardonados con el Premio de la Crítica, ediciones La Palma publicó, en años precedentes, obras de 3 de ellos. Son las siguientes:

1994: Poesía cubana de los años 80. Antología. La Colección Archipiélago, dirigida por Elsa López, publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80, donde aparecen los poemas “Fuera de toda lógica”, “Dicen que antes yo era el humo”, “Nada”, y “Los otros”, de Sonia Díaz Corrales

libro poesía

2015: Malditos bastardos. El número inaugural de Colección G., dirigido por Gilberto Padilla, presenta una decena de autores y autoras de la Generación Año Cero, entre los que se encuentra Raúl Flores, con el relato “Extras”

04 flores1

2016: Cuba: memoria y desolvido. El segundo número de Colección Cuba seleccionó la obra de crónicas periodísticas de José Antonio Michelena, cuyo libro gemelo, “Cuba en sepia”, se encuentra entre los premiados de 2015

image description

Dan a conocer Premios de la Crítica Literaria de Cuba, 2015

Maykel Paneque, La Habana,16 de diciembre de 2016

premios-critica-literaria-2015

Una decena de títulos de importantes casas editoriales del país recibieron este jueves el Premio de la Crítica Literaria 2015 en el Centro Cultural Dulce María Loynaz (CCDML) en una ceremonia presidida por Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro (ICL).

El convidado del juicio, del Premio Nacional de Literatura Antón Arrufat, La cinta métrica, de Efraín Rodríguez Santana y Recreos para la burocracia, de Sigfredo Ariel, fueron los libros seleccionados del catálogo de Ediciones Unión.

La hija del reo, de Sonia Díaz Corrales, Encuentros cercanos de vario tipo (ensayos sobre literaturas en diálogo), de Mayerín Bello, y Virgilio Piñera al borde la ficción, compilación de textos hecha por Carlos Aníbal Alfonso y Pablo Argüelles Acosta (tomo I y II), encabezaron los títulos de la Editorial Letras Cubanas, este último en coedición con Editorial UH.

Ediciones Matanzas se llevó dos galardones otorgados a trillos / precipicios / concurrencias, de Alfredo Zaldívar, y Esperando por el sol, de Raúl Flores Iriarte.

image description

El niño congelado, de Mildre Hernández, (Fondo Editorial Casa de las Américas) y Cuba en sepia, de José Antonio Michelena (Ediciones Boloña) completan los títulos seleccionados.

cuba-en-sepia

Al acto de entrega del Premio de la Crítica Literaria 2015 asistieron también Juan Carlos Santana y Edel Morales, vicepresidentes del ICL, y Jesús David Curbelo, director del CCDML.

El Premio Anual de la Crítica se adjudica a los libros de literatura y arte más importantes publicados por las casas editoriales cubanas durante el periodo de un año, resaltó un comunicado.

Trascendió además que el premio es convocado desde el Centro Cultural Dulce María Loynaz por el Instituto Cubano del Libro y la deliberación la efectúan miembros del Círculo de la Crítica Literaria. El objetivo del galardón es estimular tanto la creación de los autores como el trabajo de las editoriales.

El jurado, presidido por Margarita Mateo Palmer, lo integraron: Daniel Díaz Mantilla, Marilyn Bobes, Cira Romero, Zaida Capote, Eugenio Marrón y David Leyva, cuyo veredicto tuvo lugar el lunes 14 de noviembre en el CCDML.

Editado por: Nora Lelyen Fernández

Tomado de: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=19979&idseccion=30

 

Translate »