El tsunami Legna

Diario de Cuba

Azucena Plasencia | La Habana | 31 Ene 2016

Habrá que esperar un año, hasta el próximo Premio Casa 2017, para tener en las manos el libro de Legna Rodríguez  Iglesias Si esto no es una tragedia, yo soy una bicicleta, Premio Casa de Teatro 2016, obra que impresionara “por su nivel poético, la excelente construcción de sus personajes” a jurados tan exigentes, experimentados y de extremo rigor como la directora santiaguera Fátima Patterson, nombre de excelencia en las artes escénicas cubanas.

Y es que la camagüeyana Legna Rodríguez Iglesias, poeta, narradora y ahora dramaturga, es “un caso”, como solemos decir por acá cuando tratamos de explicarnos lo inexplicable, lo que desafía cualquier acotación, esquema, orden, categoría o jerarquía: Legna ha sido enfant terrible desde su aparición en el panorama letrado del país, hace ya casi tres lustros, arrasando  con cuanto premio hubiera, desde el Gaceta de Cuba (2008), el Calendario (2010) hasta el iberoamericano Julio Cortázar en 2011.

Su primer libro fue de poesía, Querida lluvia (2002), y  ya no pudo parar de escribir: seis o siete libros más de poesía, luego los de cuento, entre ellos ¿Qué te sucede, Belleza?, (2012) y las novelas Mayonesa bien brillante (2012) y La Gran Arquitecta (2013).

Nacida en Camagüey, en 1984, Legna se graduó en la especialidad de Teatro en la Escuela de Instructores de Arte de su provincia. ¿Pero quién se acuerda de eso? Andariega, de La Habana a Brasil, a Estados Unidos: no se puede estar quieta. En La Habana fue acogida por la poeta Soleida Ríos, hizo amigos sin cuento, entre ellos la ensayista y también poeta Jamila Medina, Lía Villares, las chicas del dúo Jade… En fin, vivió en alquileres, soñó en grande en medio de las más austeras condiciones de vida en la capital de todos los cubanos.

08 Legna

De ella ha dicho el crítico Yoandy Cabrera: “Guste más o menos como literatura o como hecho poético, cuestionable como ejercicio lírico o no, lo cierto es que la voz de Legna Rodríguez es una de las más vigentes y necesarias dentro del panorama poético cubano: refleja la indiferencia generacional, las verdaderas preocupaciones actuales de muchos jóvenes, el ambiente viciado y baladí insular, la equivalencia y la poca importancia de todos los referentes ya sea una lechuga o el futuro de un  país (…) La de Legna es la poesía que se escribe cuando es más importante buscar la talla adecuada en una tienda que analizar a Derrida. La patria, la revolución, la palma real son referentes que desacraliza, banalizándolos, cuestionando el archiheroísmo (Tregua fecunda, Chupar la piedra)”

Y concluye Cabrera diciendo que la de Legna “es la poesía social de nuestro tiempo, el coloquialismo del siglo XXI, como venganza y desquite del conversacionalismo literario de los 70”.

Transgresora, irreverente, excéntrica, un monstruo de desenfado al cultivar lo circunstancial inmediato, Legna es también una gran trabajadora de las palabras: estas pueden ser caprichosas, risueñas, misteriosas, y sobre todo frágiles: nunca alcanza Legna a que la obedezcan sumisamente. Y esa es su misión: alcanzar el grado de transparencia al decir, la expresión querida, deseada y no otra. Porque ellas, las palabras, son traicioneras y su complicidad con el lector puede terminar por borrar a la autora en su intención.

Hay fiesta por acá, los que celebran el Premio Casa 2016 de Legna, conociendo que otros premios y honores están por venir. ¡Muchas felicidades, chiquita!

http://www.diariodecuba.com/cultura/1454191091_19864.html

 

Legna Rodríguez Iglesias: Premio Casa de las Américas de Teatro

DDC | La Habana | 29 Ene 2016

La escritora cubana Legna Rodríguez Iglesias obtuvo el Premio Literario Casa de las Américas en la categoría de Teatro, por Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta, una obra sobre la muerte y el poder del amor. El jurado decidió galardonarla —argumentó— porque “invita a puestas en escena posibles y tan diversas como quienes la lean”.

Legna Rodríguez Iglesias, nacida en Camagüey, en 1984, tiene publicado una novela, dos libros de cuentos, un libro de literatura infantil y varios textos de poemas. Algunas muestras de su poesía se encuentran en nuestra sección DE LEER, entre ellas Llovían gatos y perros, La Marlene, 33, 22 y Cuando mando mis poemas a concurso…

Los premios de la institución cultural fueron otorgados anoche en la sede de Casa de las Américas, después de unas intensas jornadas deliberativas repartidas entre La Habana y Cienfuegos, según confirmaron varios medios oficiales, entre ellos Cubadebate.

lenaDe acuerdo con el diario oficial Granma, los jueces de Teatro—el mexicano Alejandro Román Bahena, el brasileño André Carreira, la uruguaya Mariana Percovich, el peruano Luis A. Ramos García y la cubana Fátima Patterson— también repartieron menciones a Subasta (Boceto No. 1 de la serie DíasporA), de Laura Liz Gil Echenique (Cuba), Yelow, Dream Rd., de Rogelio Orizondo (Cuba) y Odisea doble par (Farsa del Imperio), de Mariano Saba (Argentina)

En el apartado de Cuento, fue Ni una sola voz en el cielo, del argentino Ariel Urquiza, la obra premiada por el jurado, compuesto por Pedro Juan Gutiérrez (Cuba), Santiago Gamboa (Colombia), Ana Quiroga (Argentina), Eduardo Lalo (Puerto Rico) y Ramiro Sanchiz (Uruguay).

De las cenizas al texto. Literaturas andinas de las disidencias sexuales en el siglo XX, de Diego Falconí Trávez, de Ecuador, resultó el galardonado de los Premios Casa de las Américas en Ensayo de tema artístico-literario; mientras merecieron menciones las obras A flote. Dos décadas de arte en Cuba, de Mailyn Machado, y Corazones errantes: ¿Dónde está mi mundo?, de Joaquín Borges Triana, ambos de la Isla.

Por segundo año consecutivo en el concurso, el Premio de Estudios sobre las culturas originarias de América recayó esta vez en el colombiano Miguel Rocha Vivas, por Mingas de la palabra. Textualidades oralitegráficas y visiones de cabeza en las oralituras y literaturas indígenas contemporáneas.

Los galardones para la Literatura brasileña y caribeña en francés o creole fueron otorgados a Devotos e Devassos. Representação dos padres e beatas na literatura anticlerical brasileira, de Cristian Santos, Le Bataillon créole (Guerre de 1914-1918), de Raphaël Confiant (Martinica. La mención fue para Guadeloupe ouvre ses ailes froi­sseés, poesía de Ernest Pepin, de Guadalupe.

Los Premios Honoríficos, que desde el 2000 la Casa de las Américas entrega a relevantes obras de autores latinoamericanos o sobre temas de América Latina, consideraron este año libros publicados en español entre los años 2013 y 2014.

En ese sentido, el Premio de poesía José Lezama Lima, fue para Verdad posible, de Eduardo Langagne (México); el de ensayo Ezequiel Martínez Estrada para Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX, de Víctor Goldgel (Argentina); y el de narrativa José María Arguedas a Las cenizas del cóndor, de Fernando Butazzoni (Uruguay).

Mario Conde en sus Bodas de Plata

image description
image description

Por José Antonio Michelena

Veinticinco años es una edad de plenitud juvenil para una persona,
pero registra otra connotación cuando se trata de un personaje que
vive en las páginas de los libros. Y esa es justamente la cifra que
alcanza, en 2016, el inefable, inquietante y popular Mario Conde,
protagonista de –hasta ahora– ocho novelas de Leonardo Padura, un
ciclo que muy apretadamente intentaremos recorrer.

Mario Conde inicia su recorrido novelesco en la edición de Pasado
perfecto que la Universidad de Guadalajara pusiera en circulación en
1991. Una de las paradojas que envuelven a Conde es su lugar de
alumbramiento: siendo raigalmente cubano fue a nacer a México.

No sabemos cómo fue la circulación internacional en esa primera
edición de Pasado Perfecto y cuántos ejemplares llegaron a Cuba,
porque solo hasta unos tres o cuatro años después pude leer la novela,
gracias a un préstamo del propio autor. Para entonces ya había leído
Vientos de Cuaresma, la segunda entrega de la saga.

Ese orden inverso no altera el resultado final de la lectura, la
cosmovisión que nos dejan las obras, porque las tramas de ambas
transcurren en 1989 al igual que las otras dos integrantes de la
tetralogía: Máscaras y Paisaje de otoño, solo que en estaciones
distintas. De hecho, los lectores cubanos, en su gran mayoría, no han
podido hacer una lectura ordenada de las novelas de Padura (ni estas
ni las siguientes) dado el alto grado de dificultad para acceder a las
mismas. (Son productos con mucha demanda y poca oferta en la isla.)

La sensación que nos produjeron esas dos novelas, devoradas más que
leídas, fue de júbilo y sorpresa por el hallazgo de una literatura
policial cubana distinta, novedosa, que se apartaba radicalmente del
agotado modelo que había imperado durante dos décadas. El logro del
escritor fue relevante: a un mismo tiempo colocaba sus libros en la
vanguardia de la narrativa local y del neopolicial iberoamericano.

Descubierto por los lectores cubanos en Vientos de cuaresma (1994), la
única cuya edición príncipe ha sido la cubana, la popularidad de Conde
no ha dejado de crecer con cada nueva entrega, en cada retorno del
personaje, según pasan los años.

¿Qué nos trajo este personaje, cuáles son sus atractivos, por qué
arrastra a los lectores de todo el mundo tras sus peripecias?

En primer lugar, por la cualidad esencial que se le pide a un
personaje literario: su credibilidad artística, su coherencia al
actuar y comunicarse en los diferentes espacios de la narración, en
los distintos ambientes de cada historia contada.

La construcción del personaje contiene una gran riqueza de elementos,
procedentes de fuentes diversas, con un rigor encomiable. El resultado
corona la aspiración máxima de un creador artístico: que su criatura
tenga una proyección orgánica al desenvolverse en diferentes tramas
argumentales y poseaidentidad, un sello propio.

Ese personaje no existía en la novela policial cubana anterior a
Padura, quien trae, a  ese género, a un policía verosímil en el campo
literarioque va a seguir “viviendo” después de la historia narrada en
cada obra.

Las cuatro primeras salidas de Mario Conde tienen un escenario común,
la sociedad cubana de 1989, año en que transcurrió el proceso de
encarcelación y enjuiciamiento de altos oficiales de las Fuerzas
Armadas y el Ministerio del Interior, sucesos que convulsionaron la
conciencia ciudadana; un cisma que se conjuga, en el exterior, con la
caída del Muro de Berlín.

Los crímenes que debe investigar en “Las cuatro estaciones” lo llevan
a zonas oscuras de la sociedad que habían permanecido sumergidas en la
anterior literatura genérica: la corrupción, el engaño, la doble
moral, la intolerancia ideológica, la homofobia, el enriquecimiento
ilícito, la prostitución, el arribismo. Tales son las “bondades” que
afloran en Pasado Perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, y Paisaje
de Otoño.

Pero en las propias novelas, como un correlato de la trama criminal,
discurre la crónica de un grupo generacional (del Conde y sus amigos)
que ha tenido que enfrentar los embates de esos males con la fuerza de
la amistad y la solidaridad.

Luego de cerrado el ciclo de 1989, Mario Conde tiene otras dos
apariciones que transcurren en la década siguiente, en las noveletas La
cola de la serpiente y Adiós Hemingway.La primera surge de la
investigación que dio lugar al reportaje sobre el barrio chino de La
Habana; la segunda,a pesar de su brevedad, es un texto
significativo,en conexión con las ambiciosas novelas posteriores,y es
la primera referencia de Conde como cazador de libros de uso.

Como buscador de bibliotecas ocultas aparece ya plenamente en La
neblina del ayer, donde lo veremos en pugna con una sociedad diversa a
la de las novelas anteriores. Enfrascado en develar un enigma, Conde
se interna en La Habana profunda del nuevo milenio, en zonas marcadas
por la marginalidad ysemejan una ciudad recién bombardeada.En estos
escenarios, fijados en 2003, es acompañado por Yoyi el Palomo, un joven
ingeniero que posee, en altas dosis, las herramientas que le faltan a
Conde para el mundo de los negocios.

La última aparición de Mario Conde (en Herejes, 2013) registra nuevos
derroteros vitales porque es lanzado no ya tras la pista de un asesino
sino de una obra de arte tras de la cual hay un asesinato, pero
también una historia de casi cuatro siglos y muchas preguntas; tarea a
la que suma la búsqueda de una joven habanera desaparecida cuya seña
más notoria es pertenecer a una de las llamadas tribus urbanas.

Las interrogantes que persiguen a Mario Conde en esta obra son de
naturaleza filosófica, religiosa, política, artística, histórica,
sociológica, antropológica, una señal de cuánto ha evolucionado el
personaje de la mano de su creador.

Tras un cuarto de siglo de andadura, el expolicía navega ya en aguas
trasatlánticas junto al artífice que le dio vida, pero quien no
imaginó la trascendencia que tendría, el milagro de aquella creación.

Sin embargo, tal vez la pregunta que más sigue inquietando a Mario
Conde, es por qué sus novelas no circulan en Cuba como debe ser, por
qué sus lectores naturales deben sufrir tanto para acceder a ellas.

Esa misma interrogación nos hacemos los estudiosos de la obra de
Padura, porque también somos víctimas de ese crimen de lesa cultura.
Mi libro de ensayo (A)cercando a Leonardo Padura, impreso desde marzo
de 2015 después de un largo via crucis, hasta donde sabemos, no ha
circulado por las librerías del país. Es un enigma que Conde no ha
podido aclarar (aunque imagina los motivos).

(2016)

Disponible en: http://www.ipscuba.net/espacios/la-esquina-de-padura/miradas-cubanas/mario-conde-en-sus-bodas-de-plata/

El fondo cubano de La Palma en La Habana

Gracias a la colaboración entre la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España y ediciones La Palma, desde este mes de diciembre puede consultarse en la Mediateca de la Embajada de España en La Habana, el fondo editorial de obras cubanas de La Palma, que son las siguientes:

libro poesíatoda esa genteescrito para borrarsoleidaLorenzoportada MBCubierta_muraldepoesia

El fondo puede consultarse en la Mediateca: Calle Cácel 51 esquina Zulueta. Habana Vieja.

Teléfonos: 86 23716 / 86 23165 / 86 2203165

Cuba pasa página, también literaria

Acaba de salir publicado en Tinta Libre un artículo más sobre la nueva generación de escritores (¡y escritoras!) cubanos. Un nuevo repaso al triste pasado de las letras cubanas de las últimas décadas (“Quinquenio gris”, “Periodo Especial”) así como una recapitulación sobre las penúltimas apuestas (Padura, Senel Paz, Jesús Díaz, etc.) y un breve muestra de las nuevas. Y esto es lo que nos interesa. Se refiere la articulista (Begoña Huertas) a la llamada Generación del Año Cero, y menciona a Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage, Jamila Medina, Rafael Grillo (Isliada), Raúl Flores y Orlando Luis Pardo.

Estando de acuerdo con el listado inicial, trascendiendo un poco la Generación Cero, hubiera podido referir también a: Anisley Negrín, Legna Rodríguez Iglesias, Erick J. Mota, Abel Fernández-Larrea, Michel Encinosa Fu, Osdany Morales, Agnieska Sandoval, Elaine Vilar, Haydée Sardiña, Irina Pino, Dolores Labarcena, Gleyvis Coro, Judith Morales, Kryster Álvarez, Lien Carrazana Lau, María Hérnandez, María Matienzo, Marvelys Marrero, Polina Martínez, Rita Martín, Susana Haug, Teresa Dovolpage, Verónica Vega, Yamila Peñalver, Yordanka Caridad, Yusimí Rodríguez… (perdón por las omisiones).

Este listado es el fruto de varios años de trabajo con los escritor@s cuban@s “jóvenes” que hacemos desde ediciones La Palma. En breve, estará disponible en las librerías de España la antología “Alamar te amo. Cuentos eróticos de escritoras cubanas”.

Les dejo el enlace al artículo (no se puede acceder vía digital):

Tinta Libre

Autores cubanos desde la octava isla: Isliada, 22 de octubre de 2015

Por: Rafael Grillo

Para los que echamos de menos que las editoriales foráneas no se interesen por otros autores cubanos que no sean Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura, enterarse de la labor, ya sostenida en el tiempo, por la española Ediciones La Palma a favor de la literatura de la isla grande del Caribe, es una situación muy grata.

En los últimos meses, Isliada ha tenido mucho contacto electrónico con Ignacio Rodríguez, representante de esa editorial radicada en Madrid, y él nos ha puesto en conocimiento de la más reciente Colección Cuba (identificada en página de internet como La Octava Isla) y sus nuevas publicaciones, así como de fructíferas ediciones anteriores y venideras.

Cabe empezar por lo último de lo último, el lanzamiento más fresquito, de septiembre pasado, cuando en un esfuerzo conjunto entre La Palma y Colección G vio la luz No sabe/No contesta, nuevo libro de Legna Rodríguez Iglesias, la autora que en 2011 obtuviera el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Según la apasionada nota de contraportada se trata de “un libro neurótico. De hospital. Sus 15 historias son para perder el juicio”. También se le califica de “libro promiscuo”, por la imposibilidad de encasillarlo en las etiquetas al uso de “cuentos”, “novela”’ o “poemario”.

No es la primera vez que Legna pasa por el catálogo de este proyecto, ni tampoco el primer volumen salido de este esfuerzo combinado. Pues a este volumen 1 le antecedió un número 0, la antología recopilada por Gilberto Padilla y titulada Diez narradores cubanos que no son Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura ni…, donde además de la autora nacida en Camagüey, 1984, se incluyó a otros escritores  actuales, y ya multipremiados en certámenes nacionales, de los conocidos dentro de la Generación 0, como Ahmel Echevarría, Jorge E. Lage y Raúl Flores.

Desde febrero de 2014, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, la autóctona Colección G (desprendimiento de la Editorial Cajachina del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso) había pactado este hermanamiento con el sello madrileño para la impresión y distribución en España de esta colección que se sumaría a la Colección Cuba, su predecesora dentro de Ediciones La Palma.

El romance de La Palma con la literatura cubana comenzó, en verdad, desde 1994, cuando su colección Archipiélago publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80 (integraba a autores como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José Ponte y Sonia Díaz Corrales). Más tarde, en 1997, fue dentro de la colección Ojo Inmundo que salió Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida, un volumen en el que participaron Alexis Díaz Pimienta, Ronaldo Menéndez y Yoss, entre otros.

Ese mismo año acogió la salida del poemario Escrito para borrar. Cuaderno de playa, de Orlando González Esteva; y detrás han conseguido espacio más poetas: Soleida Ríos (El libro roto. Poesía incompleta y desunida , 2003), y Lorenzo García Vega (Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto, en 2011, poco antes de su muerte).

Ya en 2013 toma cuerpo la idea de crear una Colección Cuba, cuyo primer lanzamiento sería el Mural de poesía cubana, en 2015, que abarca desde los orígenes hasta el momento vanguardista de esa expresión en la isla y fue coordinado por un experto del nivel de Virgilio López Lemus.

La última apuesta de Colección Cuba está todavía en imprenta y será Cuba: memoria y desolvido, nada menos que una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano, con textos alegóricos al origen del ferrocarril en Cuba, la memoria de los cines de pueblo, el ajiaco, la toma de La Habana por los ingleses… Quien fraguó ese libro es José Antonio Michelena y cuenta con el sabor adicional de una introducción escrita por el recién galardonado con el Premio Princesa de Asturias, Leonardo Padura.

Puestos al corriente de esta andadura amable y quijotesca de La Palma por los caminos de la literatura cubana, que pareciera contradecir al desdén por nuestras letras mencionado al inicio, sólo resta animarlos a regresar a la rebeldía de Legna Rodríguez y emprender la lectura de No sabe/No contesta.

cropped-cropped-plain.jpg

GENERACIÓN CERO: NUEVARRATIVA EN LA LITERATURA CUBANA e-MERGENTE

Obra de Adonis Flores
Obra de Adonis Flores

by Sampsonia Way    /  July 29, 2013

En la Cuba de hoy varios autores –unos muy jóvenes y otros pasados los treinta– desafían los cánones tradicionales literarios. ¿Quiénes son? ¿Qué están escribiendo? Algunos nombres han sido presentados por otras publicaciones, mas leer un compendio de su obra era, hasta hoy, imposible. Sampsonia Way invitó a su columnista Orlando Luis Pardo Lazo para que editara una antología con los nombres, que según su criterio como escritor y bloguero de La Habana, podrían ser claves en el futuro de la literatura cubana.

Pardo Lazo optó por concentrarse en lo que él llama Generación Año Cero y que, distinto a lo que estamos acostumbrados, no aglutina a sus miembros por edad sino por el año en que estos empiezan a publicar: el 2000. Según el editor, el nombre también hace referencia a que estos escritores empiezan “desde cero”, sin experiencia previa.

Generación Año Cero es un fenómeno eminentemente urbano, muy de La Habana, tanto en la biografía de sus autores como en sus temáticas. Si existen otras coincidencias entre ellos, son la tendencia de sus miembros a no aceptar ninguna etiqueta, ni siquiera el nombre de Generación Año Cero, y su presencia en el espacio cibernético. La mayoría de sus historias deconstruyen desde los paradigmas despóticos de la identidad nacional hasta la propia tradición literaria ad usum.

Si bien es cierto que resultaría imposible incluir a todos los cuentistas de este grupo, también lo es que esta muestra, bajo el título de “GENERACIÓN AÑO CERO: NUEVARRATIVA EN LA LITERATURA CUBANA e-MERGENTE”, es una puerta abierta a un nuevo movimiento literario.

Sampsonia Way presenta el prólogo escrito por Pardo Lazo, como la primera entrega de una serie que incluye 16 cuentos acompañados de la biografía de sus escritores, así como fragmentos de entrevistas que han concedido a diferentes medios de comunicación. La serie ha sido ilustrada con la obra de los artistas contemporáneos El Sexto y Luis Trápaga, quienes hasta la fecha no han participado en ninguna exhibición internacional.

el sexto

Nueva Bandera Cubana por El Sexto.

Prólogo por Orlando Luis Pardo Lazo

Nueva narrativa o nuevarrativa es un término retador. En especial si viene de Cuba, una isla más bien claustrofóbica todavía hoy, en estos tiempos post-revolucionarios en que el general Raúl Castro trata de reformar toda la vida social para preservar todo el control sobre la misma (incluida la cultura, por supuesto, y la literatura).

La nuevarrativa cubana emerge, pues, no como reacción pasiva sino como resistencia activa. Y emerge desde cero, inesperada, desde los márgenes de la tradición literaria y el mainstream, casualmente justo durante los llamados años cero en Cuba: la década decadente de los 2000´s.

Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.

Por edades, técnicamente no se trata de una sola generación, pero en algún punto de sus meteóricas carreras se han llamado a sí mismos así: Generación Año Cero. Siendo un fenómeno ante todo urbano, interesado mucho más en la prosa que en la poesía o el ensayo, ya han ocupado los espacios públicos y privados con sus lecturas performáticas, que involucran otras expresiones artísticas como la música y el video-clip.

Expulsados o auto-excluidos de algunas instituciones cubanas según sus bizarras biografías, en sus textos muchos mutan con facilidad de la irreverencia a la indolencia a la incredulidad a la iconoclastia, deseosos de deconstruir todo discurso previo sobre lo que se supone sea la “cubanidad”, desde lo erótico hasta lo político, y apostando mejor por una cierta cubanidad descubanizada.

Así, la nuevarrativa comprende un amplio rango de tópicos que se mueven del realismo sórdido más que sucio de Lizabel Mónica y Jhortensia Espineta, a la ciencia ficción de Erick Mota y las intertextualidades de Osdany Morales. Algunos de estos escritores llegan incluso a expresarse directamente en inglés, como el melómano Raúl Flores, en una especie de xenofilia que aspira a escapar del fundamentalismo hispanista. Otros, como la artista del performance Polina Martínez Shviétsova o el traductor Abel Fernández-Larrea, musicalizan su prosa narrativa con los acordes genéticos de una lengua post-soviética llegada como de otro planeta (o de una paleo-Revolución que en Cuba todavía no del todo pasó, pues nuestros gobernantes son octogenarios que sobrevivieron al Boom y a la Caída del socialismo real). Y hay hasta quienes se apropian de un francés aprendido viendo festivales de cine europeo, como la bloguera Lia Villares. Mientras que otros dan cabida en sus obras a un humor de sutiles raíces sociales, como Carlos Esquivel y Gleyvis Coro Montanet. No son pocos los que exploran el formato digital underground cubano, desarrollando peñas para la polémica como Espacio Polaroid (en Ciudad de La Habana) y revistas literarias y de opinión (en Cuba no son legales) al estilo de: Cacharro(s) de Jorge Alberto Aguiar Díaz, Lizabel Mónica y Orlando Luis Pardo Lazo; 33 y 1 tercio de Raúl Flores, Michel Encinosa y Jorge Enrique Lage; The Revolution Evening Post de Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage y Orlando Luis Pardo Lazo; La Caja de la China de Lien Carrazana; Des-Liz de Lizabel Mónica; y Voces de Orlando Luis Pardo Lazo junto a la reconocida bloguera cubana Yoani Sánchez y su esposo el periodista independiente Reinaldo Escobar.

Este arco iris de subjetividades e-mergentes ya ha ganado casi todos los premios nacionales dentro de Cuba, pero aún es virtualmente inédito fuera de la Isla. Algunos nuevos nombres se han sumado a la Generación Año Cero (Jamila Medina, Anisley Negrín, Arnaldo Muñoz Viquillón, Legna Rodríguez y Evelyn Pérez, por ejemplo), pero no aparecen en esta antología inicial, cuya primicia publica ahora Sampsonia Way Magazine, con la gráfica de dos artistas contestatarios de La Habana: el grafitero Danilo Maldonado “El Sexto” y el pintor Luis Trápaga.

Trápaga

Por Luis Trápaga.

Creemos que antologar, como traducir, es traicionar. Traducir una antología es, por lo tanto, una doble traición. Pero, en literatura, sólo las posiciones radicales son creativas. Todo arte auténtico parte del desastre y, ya sabemos, el lenguaje existe porque la comunicación es imposible.

Habría, pues, que pensar lo literario literalmente desde la herejía, nunca desde las estéticas de un ecumenismo cultural. Habría que antologar desde la angustia, decidir desde el delirio, instigar desde lo imposible. En literatura, el pacifismo es el peor pecado: todo panorama poético invita a ser violado con un corte longitudinal, que es el más efectivo si estuviéramos hablando en términos de abrir venas y arterias con cada narración. Y es que toda antología es siempre un poco suicida (y otro tanto censora).

Cuba entera se comporta como tal. Un gueto de personajes mitad patriotas y mitad apátridas. Una clínica sin clic, pues en pleno 2013 el gobierno aún no autoriza el derecho ciudadano a la información, lo cual incluye por supuesto a internet.

Entonces, puestos a antologar en Cuba —coto cerrado entre una represión feudal de puertas adentro y la utopía terrena de cara a la izquierda internacional—, la labor del editor ha de ser casi heroica. Si, como es el caso de este dossier exclusivo para Sampsonia Way Magazine, se trata de voces emergentes en la Isla literaria, entonces ya no tendremos una simple selección, sino una apuesta que nos pone en peligro. Se trata de una botella lanzada al futuro, que puede explotar como una granada de infinitos significados o que puede regresar a duras penas hasta el lector como un boomerang vacío.

Seamos sinceros: nadie sabe qué pasará mañana con los ya no tan jóvenes autores cubanos de esta llamada Generación Año Cero, ahora antologados desde Pittsburgh o tal vez Pittsburghabana por primera vez en español a la par que en inglés.

Seamos incluso cínicos: tampoco importa mucho qué pasará. Literatura y profecía no son sinónimos. No hay garantía de éxito, más allá del universo único de cada texto autoral. La literatura no implica certeza, es sólo un síntoma de la experiencia humana, que es básicamente una experiencia imaginaria: ficción iluminada por la memoria emotiva y expresada según los límites del lenguaje. Esa es toda la sabiduría que cabe dentro de lo literario. Y la sabiduría termina muchas veces en el golpe de efecto de un fracaso.

Lo que es más: estos autores no temen, sino que buscan infatigablemente ese fracaso. Una carrera de éxito es siempre sospechosa, cuando no acarrea la culpa y cierta sensación de colaborar con el statu quo.

No. A nuestros antologados tampoco les encaja nada bien, dentro del campo minado de lo literario, esa noción standard del éxito, ni una idea naif de lo democrático. En la nación literaria, la mayoría tiende a estar equivocada, dormida entre los lugares comunes del canon de la tradición y los milagros del mercado. De manera que una especie de “público privado” ha de ser concebido una y otra vez por cada generación literaria, especialmente si se trata de una generación de cubanos que parecen esquivar el clásico concepto de campo literario, para provocar a un camping literárido secuestrado por un Estado obsoleto que aspira a ser el Máximo Narrador.

Así, entre las ficciones mayoritarias del poder y la literatura menor de esta nuevarrativa a ras del Año Cero o 2000, la Cultura Cubana con mayúsculas no gana nada o, mejor, gana la nada. Vaciamiento de autor versus violencia de Estado. En ese nihilismo espontáneo —donde se prioriza lo histriónico antes que lo histórico, el hedonismo de todo exilio interior antes que la barbarie revolucionaria, lo íntimo antes que lo institucional (lo doméstico aún no domesticado: la libertad residual), y la retórica antes que el relato—, estaría sin duda el rasgo más visible de este fenómeno escritural que Sampsonia Way Magazine intenta fotografiar: el Hombre Nuevo está cansado de ser no un intelectual comprometido, sino de que lo comprometan fuerzas ajenas a su obra y su voluntad.

Los lectores del mundo se asoman, pues, a una literatura que intenta ubicarse lejos de los estereotipos de la cubanía, sin por ello evadir el tedio terminal de un día a día habitado al límite que, a los efectos de estos autores, es un día a día de resistencia al margen de la contemporaneidad.

10 Orlando Luis P

Orlando Luis Pardo presenta en Miami antología de 11 escritores cubanos (aunque no se trata de “Malditos bastardos”)

10 Orlando Luis P

Sarah MorenoEl Nuevo Herald, 27 de mayo de 2014

Ante el criterio de algunos cubanólogos, politólogos, historiadores y analistas del caso cubano de toda índole que consideran que uno de los legados del castrismo en la isla es la desconfianza entre los cubanos, Orlando Luis Pardo tiene un criterio diferente.

“El castrismo fue, ante todo, un enfermizo exceso de confianza”, dice el bloguero disidente, en entrevista vía email con el Nuevo Herald. Y es difícil contradecirlo cuando se piensa en las consecuencias de esos letreros que los cubanos pusieron hace cinco décadas a la puerta de su hogares y que rezaban: “Esta es tu casa, Fidel”.

“No confiarnos entre los propios cubanos nos hace más sabios y saludables en tanto pueblo”, afirma Pardo, que ha sido en los últimos años una de las voces más críticas contra el gobierno cubano desde sus blogs Lunes de Post-Revolución y Boring Home Utopics, y que a su vez ha experimentado las consecuencias de esta rebeldía en la persecusión de las autoridades, no solo contra él, sino contra sus allegados.

“Cuando no tenía voz, tenía mucho miedo y vivía sin biografía. En el momento en que recuperé la voz, casi sin darme cuenta, el miedo se hizo entonces mi única mentira”, afirma, precisando el saldo de una postura como la suya en la Cuba actual. “Lo pierdes todo, pero quedas más libre que nadie en el mundo”.

Pardo (La Habana, 1971) ha escrito desde dentro de la isla y “ha posteado” fotos de La Habana que son un revelador testimonio del cataclismo que ha vivido la ciudad y sus habitantes. Ochenta de estas imágenes que vieron primero la luz en el fotoblog Boring Home Utopics serán publicadas este año por Restless Books (Brooklyn, New York), según informa Pardo, ahora desde un punto de la geografía de Estados Unidos.

“Vivo a salto entre ciudades y aviones, sobre todo en Washington, D.C.”, dice el escritor, que el miércoles 28 estará en Miami para presentar en Books and Books Cuba in Splinters, una antología en inglés en la que ha compilado relatos de 11 narradores cubanos de la llamada Generación Año Cero, en referencia a un grupo de escritores que, como él, comenzaron a editar y publicar desde la isla en revistas digitales, a principios del siglo XXI.

“Nos une el deseo de ruptura con la tradición literaria y con los estereotipos que el mundo espera de ‘lo cubano’. Reconocemos que esa voluntad de fuga al final fracasa y uno cae de nuevo bajo el peso de la gravitación nacional. Cuba como fatalidad”, explica cuando se le pregunta cuáles son los elementos en común de las historias antologadas y el criterio de selección. “Elegí los 11 relatos de Cuba in Splinters como quien escribe un testamento generacional, como quien busca una aguja entre los restos de patria, como quien se hace una foto de la familia que nunca fue. Con suerte, aspiramos a inaugurar el siglo XXI literario cubano, que todavía sigue pataleando en provincianismos insulares propios no ya del siglo XX sino incluso del XIX. Quisiéramos que la ‘reiteratura’ cubana se convirtiese en ‘liberatura’ ”.

De esos 11 escritores solo tres residen fuera de Cuba: Jorge Alberto Aguiar Díaz (JAAD), que vive en España y es monje budista; Lien Carrazana Lau, que es parte del equipo editorial de la publicación digital radicada en España Diario de Cuba, y el mismo Pardo. El resto, como, por ejemplo, Lia Villares, una de las más activas blogueras, responsable de las bitácoras Habanemia y Arroz con punk, permanece en Cuba.

“Todos escriben desde cierta noción de exilio”, afirma Pardo, para luego explicar, “no nos parecemos entre nosotros. Entre los autores Cero los hay rusos y chinos, esteticistas y ripiosos, cultos y atroces”.

A principios del 2000, con la publicación de revistas digitales como Cacharro(s), 33 y Tercio, La Caja de la China, DesLiz y The Revolution Evening Post, que llegaron antes del boom de los blogs, muchos de esos escritores emprendieron el camino para ser un poco más libres. Sus publicaciones fueron, como explica Pardo, radicalmente revolucionarias en texto e imagen, pero también poco leídas.

‘Los lectores del tema ‘Cuba’ son mitad conservadores y mitad reaccionarios. Ese será el mejor legado del castrismo: una intelectualidad indignante ante un público paupérrimo”, apunta Pardo, que se graduó de Bioquímica en la Universidad de La Habana en 1994 y trabajó cinco años como biólogo molecular en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, hasta que lo expulsaron por un delito de opinión que afirma no cometió.

“Nunca me decepcionó la Revolución, siempre me resultó de una retórica ajena”, apunta.

Si la irreverencia y frescura con que se expresan los autores de Cuba in Splinters –publicada por O/R Books, de Nueva York, en traducción de Hillary Gulley– pueden crear la ilusión de que hay espacios de libertad más amplios en isla, el espectro de la censura gravita aun sobre la cultura cubana.

“Sigue en pie la actitud despótica del Estado hacia la libre creación en Cuba. Sigue en pie el matonismo [el talante de matones de la cúpula gobernante] que desprecia todo intento intelectual”, dice Pardo, que en el prólogo de la antología recuerda el acto de suprema guapería de Fidel Castro cuando, durante la famosa reunión con los intelectuales en la Biblioteca Nacional en 1961, desenfundó la pistola y pronunció la frase: “Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”.

Como apunta Pardo, hoy hay escritores encarcelados en Cuba, entre ellos, Angel Santiesteban, autor del blog Los hijos que nadie quiso. Otros no tuvieron otro recurso que tomar el camino del exilio para no estar en la misma situación.

“A mí desde el 2008 me advirtieron que nunca más publicaría una letra en Cuba. En este sentido, Abel Prieto fue un ministro matón, un sargento asesino con pelos de oveja, un taquígrafo del totalitarismo. Como Ministro de Cultura, Armando Hart era un ángel comparado con él, además de que escribía mucho mejor que Prieto, y tuvo la delicadeza de no publicar novelas. No estoy ironizando. Lo que es más: antes que Hart, Fidel Castro es el Ministro de Cultura que todo autor merece en las sociedades paternalistas. La literatura cubana está escrita en una lengua muerta llamada Fidel”, dice el escritor.

A pesar de esta imposibilidad de publicar en su país, las semblanzas biográficas de Pardo dicen que “su residencia es en La Habana y que vive temporalmente en Estados Unidos”. Por otra parte, cuando el Nuevo Herald le preguntó cuál fue el momento en que se dio cuenta que no podía vivir en Cuba, el escritor fue firme en su respuesta.

“Descubrí que no podía vivir más en Cuba cuando el domingo 22 de julio del 2012 asesinaron a sangre fría a Oswaldo Payá, acaso tras someterlo a un juicio sumarísimo antes de ejecutarlo. ¿Has visto la foto de Fidel Castro haciendo la L después de la Primavera Negra de 2003? Una hiena”, dijo Pardo, afirmando a su vez que ese día decidió que “mi cadáver no quedaría en Cuba, que tendrían que venir a matarme en el exilio, lo cual es más fácil. Todas las noches me despierta puntualmente la misma pesadilla: despierto y estoy en Cuba; poco después, caigo en la cuenta de que estoy en Cuba porque estoy muerto”.

Una pesadilla similar vive el protagonista del relato suyo que Pardo eligió para incluir en la antología, El hombre, el lobo y el bosque nuevo ( The Man, The Wolf and The New Woods), cuyo título parodia el cuento de Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo, en el que se inspira el filme Fresa y chocolate.

Pardo narra el regreso a la isla, 20 años después de vivir fuera, de Diego, el homosexual. “Diego soy yo: lúcido, sexual, escéptico, chocofresa”, expresa Pardo. “David es Senel Paz: lúgubre, lujurioso, estulticio, insípido. David es quien cuenta el cuento de Senel Paz en 1991: El lobo, el bosque y el hombre nuevo, pletórico de patetismo y pudor [un texto que yo adoro, por cierto]. Diego, en cambio, es quien narra mi cuento, una crónica cínica de cómo Cuba se convirtió en nuestro cadalso anacrónico”.

Desde la azotea de la casa de Nancy en Lawton, la mujer madura, voluptuosa y suicida –el personaje que interpreta Mirtha Ibarra en el filme de Tomás Gutiérrez Alea–, el Diego de Pardo contempla La Habana como si fuera el Aleph. En este cuento que incluye a Lezama Lima, pero también a Jorge Luis Borges y a Robert Arlt, a Calvert Casey y a los grupos musicales Habana Abierta y Habana Oculta, la literatura cubana se comporta menos provinciana, como se propuso la Generación Cero. La cuestión es que Diego ha vuelto a Cuba, pero Cuba no lo quiere. Es un final sugerente para zanjar ese dilema tan candente entre algunos exiliados: volver o no volver a la isla.

“He hablado en universidades desde Miami hasta Alaska, y no es que haya tanta diferencia tampoco: todo es desierto. Soy un paria perfecto, como en Cuba”, cuenta Pardo cuando se le pregunta a qué se dedica en estos días.

Muchísimas personas me han apoyado, incluso desde posiciones políticas que no comparto. Quiero expresar, pues, mi gratitud a un exilio que no tiene que reconciliarse con nadie, porque de nada es culpable”.

Los autores en Cuba están súper satisfechos con contar con este libro en sus manos, en un país que no reconoce las antologías ‘de grupo’. Ojalá podamos hacer pronto un lanzamiento dentro de la Isla”, concluye.

Portada_Malditosbastardos

Un día de entrenamiento con Ahmel Echevarría (2ª parte)

Ahmel 2

Por Leopoldo Luis 30 de julio de 2012

Segundas partes nunca fueron buenas. Peor cuando se trata de entrevistas y el entrevistador no supo aprovechar ese “primer impacto” para atraer la atención con sus mejores preguntas. El doble de malo si el entrevistado es un escritor y horrible si el escritor, en definitiva, “no es solo aquel individuo al que nada más le debe interesar la literatura”.

Llega, por fin, esta segunda sesión de entrenamiento con Ahmel Echevarría, escritor y ciudadano: categorías que entrañan una responsabilidad inmensa. Ojalá nos estimule, en tanto lectores, a procurarnos cualquiera de sus libros: aquellos “de los que ya no queda rastro ni en los centros espirituales” o los que verán la luz en venideros meses. Ojalá nos ayude a establecer los rumbos que sigue la literatura cubana más reciente, y ojalá —lo doy por descontado— el nuestro no termine siendo un ejercicio estéril, como marcha de búfalos camino al matadero

Perteneces a una generación literaria que se dio a conocer en los primeros años de este siglo. ¿Cuán cerca y cuán lejos te sientes del resto de los escritores de esa hornada, en lo tocante a intereses temáticos, maneras de narrar, maneras de entender la literatura? (Estoy pensando en habaneros como Raúl Flores, Orlando Luis Pardo, Michel Encinosa y Jorge Enrique Lage, pero también en narradores que viven en otras provincias, como Ernesto Peña, Yunier Riquenes y Alejandro Cernuda). ¿Puede hablarse de una estética generacional o cada quien está escribiendo y de alguna manera perfilando su propio estilo?

—A esta generación la llaman Generación 0. El nombre proviene de una deformación de Generación Año Cero, que fue idea del escritor Orlando Luis Pardo; su intención era darle cuerpo, voz y visibilidad a lo que estábamos haciendo un grupo de amigos narradores. Éramos pocos, no una generación, sino un grupo que compartíamos lecturas, criterios, algunos puntos de contacto en nuestra incipiente narrativa. Habíamos coincidido a inicios del nuevo siglo y milenio en el Taller Salvador Redonet —coordinado por Jorge Alberto Aguiar (JAAD)—, y además comenzamos a publicar nuestros libros en los 2000. Eres testigo de lo que sucedió cuando nos reunimos para hablarle a El Caimán Barbudo acerca de nosotros. Resultó que solo a Orlando, a Lage y a mí nos interesaba de veras esa alianza. Al resto no le importó, o no entendieron lo que teníamos en las manos, lo que estábamos a punto de gestar. ¿Se fueron con la bola de trapo? Quizá solo les interesaba su nicho de creación (la soledad del corredor de fondo), o quizá nosotros no supimos proveer el combustible suficiente a aquella máquina imaginada por Orlando y que solo aprovechamos él, Lage y yo (de ahí surgió el e-zine de escritura irregular the revolution evening post; el spirit de ese fanzine es el aura que hay en los textos narrativos y críticos de cada uno de nosotros —por supuesto, cada cual con su manera particular de asociar, de asumir la escritura, de la escritura misma).

“Lo cierto es que una década después se deformó el nombre original que ahora sirve para identificar al batallón más joven de escritores cubanos, a pesar de la resistencia de los que estuvieron en esa entrevista grupal en La Cabaña. Lo ocurrido allí caracteriza a nuestra generación: la dispersión, la no unidad temática, la aparente diversidad de estilos, la apatía, la fragmentación. Creo que no es interés de casi nadie hacer el ‘gran libro’. Poco espíritu de resistencia (¿con qué frecuencia lees un texto crítico pensado desde nuestra generación, quiénes lo escriben?). Esa puede ser la marca de estos tiempos, o el efecto de estos tiempos (eso que vino después del Período Especial) sobre nosotros. Pero no todo es gris, hay quienes están haciendo algo no solo por ellos mismos, ahí están Isliada, Claustrofobias, La noria, 33 y 1/3

“Debes suponer que aquello que nos distancia es, paradójicamente, lo que nos agrupa. En estos momentos te puedo decir, sin temor a equivocarme, que no ha variado mucho el panorama desde aquella entrevista en La Cabaña. Sólo que somos menos jóvenes y un poco más ladinos”.

En lo personal, ¿qué influencias eres capaz de reconocer en tu “modo de hacer”? ¿Qué lecturas, qué tics, qué subterfugios se esconden detrás de tu escritura?

—Las influencias han ido variando con el tiempo. Llegué tarde a la literatura y delante de mí hay todo un universo por descubrir; no provengo de una familia de académicos, por lo tanto, a pesar de que en mi niñez leí mucho, no era lo que podríamos llamar “buena literatura para niños y jóvenes”. Leía, pero también disfrutaba muchísimo andar de mataperros (puedes incluso leerlo literalmente), haciendo barbaridades a la vista de nadie aunque después me matara el cargo de conciencia. Así que no me preocupa para nada haber descubierto tarde a ciertos escritores. Lo importante es saber qué hacer con todo ese material, cuál es tu verdadera tradición literaria, qué te propones en tanto escritor y, en especial, qué escritor quieres ser.

“Decirte nombres y apellidos es responderte rápido y mal de dónde podrían provenir esas ‘participaciones profundas’ que están en mis textos. Hay clásicos y contemporáneos. Debo confesarte que mi interés no está solo en los autores y libros clásicos; digamos que a los clásicos los leo buscando fraguar bien eso que podría ser ‘los cimientos’. Los escritores contemporáneos serían el update en la arquitectura de mis libros.

“Pero no extraigo combustible solo de la literatura; me interesan mucho las artes plásticas, por ejemplo, el universo Picasso y Picasso en tanto creador, en tanto ser humano —vaya tipo interesante, complejo, duro de pelar, ladino; no creas que no he pensado hacer mi versión literaria de Las señoritas de Avignon—, o Lam, Warhol… No te imaginas lo que experimenté en El Prado —no en el museo, sino en nuestro paseo custodiado por leones— el día en que Los Carpinteros ejecutaron su Conga irreversible

“Tampoco puedo dejar fuera a la música —en especial el jazz, la Nueva Trova y la timba, y esos cubanos nostálgicos y rabiosos que, antes de irse en estampida, se reunían en 13 y 8 o en el Bartolo—, las series para TV, el cine. Y no solo presto atención a la obra de arte, también me interesa la cosmovisión del creador, lo que se ha planteado para con su obra”.

La presencia de escritores en la web mediante proyectos personales y blogs, más la publicación creciente de libros digitales, genera un espacio prácticamente inexplorado por los autores cubanos. ¿Cómo evalúas esa opción en aras de favorecer la promoción y difusión de sus obras? ¿En qué medida condiciona a nuestros escritores la circunstancia de su desconexión a Internet y la afiliación casi exclusiva respecto a las editoriales del patio?

—Cuba es un caso singular. Alto nivel educacional, alta alfabetización (incluso tecnológica, si es que existe el término); en los noticiarios te hablan de Internet, de Facebook y Twitter, del Presidente Chávez como twittero y del gran alcance de esa herramienta. Sin embargo, a muchos cubanos de a pie es como si les hablaran en cantonés, porque de Internet solo conocen el nombre.

“Si no tienes la posibilidad de comprar (o pedir en préstamo) literatura clásica o contemporánea —ya sea porque no esté a la venta en las librerías, en CUP o CUC, o porque no esté en las bibliotecas—, la única variante es leer en formato digital. Hay un gran filón ahí. Pero los libros digitales se descargan en Internet o se envían por correo electrónico. Surge la barrera. Eso te aísla doblemente, porque las redes sociales y el e-mail te permitirían establecer alianzas fuera de las aguas territoriales y pensar en la ‘toma de una cabeza de playa’. Esos proyectos digitales independientes vienen como anillo al dedo, porque ya no hay que depender en su totalidad de una institución que tiene diseñado un lentísimo plan de publicación y promoción para las obras de autores cubanos, o de las revistas nacionales.

“Esa inmediatez del entorno digital es frescura y freescura (como diría Orlando Luis). Se establece un diálogo vivo y en tiempo casi real, sobre todo con lectores no cubanos. La fuerza de esos proyectos es directamente proporcional a la fuerza de quienes los hagan, de quienes se enrolen y colaboren (como también su debilidad). La lista de ejemplos sería larga y agruparía no solo esfuerzos en los predios de la literatura. Es cierto que la blogosfera, las redes sociales, la web, es un mundo de cierta manera inexplorado por buena parte de los escritores cubanos. Pero no todos se quedan de brazos cruzados y algunos se inventan alternativas para acceder a esos espacios o para dar a conocer lo que en esos espacios se hace”.

Háblame de Vercuba. ¿Por qué un escritor —o un grupo de ellos— se decide por la implementación de un sitio de mirada amplia, trascendiendo el ámbito de lo estrictamente literario?

Vercuba es una suerte de cooperativa de opinión. Para mí, el escritor no es solo aquel individuo al que nada más le debe interesar la literatura. Carpentier decía que él, antes que escritor, era un ciudadano. Y si tienes el don de la palabra, si tu oficio te obliga no solo a observar, sino también a asociar, ¿por qué no ejercer la opinión en otros terrenos? Es cierto que el grueso de los textos del sitio opinan sobre literatura; pero propiciar la escritura de blogs o bitácoras en las que se hable de lugares de Cuba, se entrevisten a cubanos cuyo campo de acción sea la música, la literatura, el activismo social, o seres sin más historia que el mínimo acontecer de sus vidas, que se vea reflejada la vida de los cubanos fuera de su país natal, que se hable de cine y teatro, es la posibilidad de otorgarle al escritor ese espacio que no tiene y que debería tener en la prensa.

“¿Qué escritor cubano tiene una columna en la prensa plana para hablar, por ejemplo, sólo de literatura? Me entristece leer, gracias al e-mail, los textos de opinión escritos por Padura. Me entristece porque creo que lo natural sería leerlo en nuestra prensa; deberían publicarse, aunque fueran refritos, en el macuto que Granma edita los viernes, a fin de cuentas es lo que por lo general hace ese periódico con intelectuales extranjeros. ¿Has comparado la cantidad de intelectuales extranjeros que aparecen publicados en el Granma de los viernes con respecto a la cantidad de cubanos? Ojalá esté equivocado, equivocarme sería muy saludable, no sólo para mí”.

¿Y qué papel juega el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso? ¿Cuánto te sientes ligado a esa institución (de la cual eres egresado) y cómo valoras tu experiencia de varios años administrando el sitio web correspondiente?

—Toda institución que se respete debe tener su espacio en Internet. No solo un sitio web, también su nichito en las redes sociales, de lo contrario no existe. En su sitio web (Centronelio) está la labor que ha ido haciendo el Centro Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, desde 1998, con los jóvenes escritores cubanos. Por supuesto, ese trabajo está incompleto, falta lo que ha hecho el Centro en la rama editorial; está en proyecto subir a la web lo concerniente a la Editorial Cajachina (la revista El cuentero, las antologías del Concurso Internacional de Minicuentos El Dinosaurio, los libros de cuentos y novelas publicados).

“Es un proyecto constructivo y amoroso, toma tiempo desarrollarlo. En un inicio pensé que trabajaría contra el vacío y en el vacío, pero los correos que recibo y las estadísticas sobre el funcionamiento del sitio web me demostraron que no solo en Cuba se interesan por la información que yo administro y edito para Centronelio, información concerniente a la labor del Centro y a la literatura en general.

“El Taller del Onelio fue una apuesta que hice en este largo e interminable proceso de formación e interacción que es la literatura. Y fue una apuesta de la que obtuve buenos dividendos. Allí descubrí parte de lo que debía o no hacer; hicimos circular ideas, autores y libros, establecí alianzas, surgieron buenas amistades que duran hasta hoy. El Onelio fue la puerta (como para muchos jóvenes escritores cubanos) para salir por primera vez fuera de Cuba. No creo que sea una fábrica, que impongan un dogma, una ‘metodología’; si sales con una es porque te fuiste con la de trapo, y ese caso en cualquier lugar te pasarían pollo por pescado”.

A partir de su presencia en Internet (mediante uno u otro proyecto), de la publicación en medios tradicionales o de su eventual aparición en espacios radiales y televisivos, ¿dirías que tiene suficiente peso la opinión de los escritores cubanos? Fuera de los círculos intelectuales, ¿son apreciados los criterios que emiten? ¿Llega con efectividad a los lectores la literatura que escriben nuestros contemporáneos?

—Ha sido larga la entrevista. Me has pegado contra las cuerdas y yo, a gusto, he aceptado el cuerpo a cuerpo. Estoy fatigado y siento que, sin proponérmelo, te he ido respondiendo esas interrogantes. A la primera parte de tu pregunta mi respuesta debería ser afirmativa. Pero camino en la ciudad y sobre mí y varios transeúntes pende una gran interrogante.

“A la segunda, mi respuesta también debería ser afirmativa. Pero transcurren los años y muchos cubanos jóvenes (y no tan jóvenes) apuestan por emigrar.

“Y en cuanto a la última: Me sorprende que a seis años de la publicación de Esquirlas e Inventario, la gente me hable de esos libros, de los que ya no queda rastro ni en los centros espirituales. Te hablo de gentes que no son ‘lectores profesionales’. No digo centenares, pero he visto a personas en la guagua leyendo a Michel Encinosa, a Raúl Flores, a Yoss, a Chavarría, las antologías que hace Garrandés… Padura casi todo lo puede y no es una sorpresa. No sé si eso es ‘efectividad’ o que el público se ha convertido en una especie de lector ‘por cuenta propia’, pero sucede y es una maravilla.”

portada

Sobre la pieza de Adonis Flores: “Pelotón”

De Tom Wolfe a la Colección G.

Adonis Flores ha transformado lo militar en pasarela. Pero –advertencia– no es el típico producto estilo Benetton. Ensayo autobiográfico sin anestesia, mirada sin parpadear en la arritmia del camuflaje, su obra parece un manual de instrucciones para anarquistas/nihilistas cubanos. ¿Es peligrosa esa marcialidad de Adonis Flores? Por supuesto que sí. Una prueba de ello es su pieza “Lenguaje”, que sirve de portada a Emboscada en Fort Bragg, el mítico libro de Tom Wolfe. Brutal. Pocas veces un artista cubano le ha sacado la lengua a tanta gente.

Obra de Adonis Flores
Obra de Adonis Flores

Adonis Flores (Sancti Spítitus, 1971) abre la Colección G. en su versión española con “Pelotón”. Artista y Arquitecto, graduado en la Universidad Central de Las Villas.

Correo-e: adonismarianela@cubarte.cult.cu

Translate »