Mario Conde en sus Bodas de Plata

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Por José Antonio Michelena

Veinticinco años es una edad de plenitud juvenil para una persona,
pero registra otra connotación cuando se trata de un personaje que
vive en las páginas de los libros. Y esa es justamente la cifra que
alcanza, en 2016, el inefable, inquietante y popular Mario Conde,
protagonista de –hasta ahora– ocho novelas de Leonardo Padura, un
ciclo que muy apretadamente intentaremos recorrer.

Mario Conde inicia su recorrido novelesco en la edición de Pasado
perfecto que la Universidad de Guadalajara pusiera en circulación en
1991. Una de las paradojas que envuelven a Conde es su lugar de
alumbramiento: siendo raigalmente cubano fue a nacer a México.

No sabemos cómo fue la circulación internacional en esa primera
edición de Pasado Perfecto y cuántos ejemplares llegaron a Cuba,
porque solo hasta unos tres o cuatro años después pude leer la novela,
gracias a un préstamo del propio autor. Para entonces ya había leído
Vientos de Cuaresma, la segunda entrega de la saga.

Ese orden inverso no altera el resultado final de la lectura, la
cosmovisión que nos dejan las obras, porque las tramas de ambas
transcurren en 1989 al igual que las otras dos integrantes de la
tetralogía: Máscaras y Paisaje de otoño, solo que en estaciones
distintas. De hecho, los lectores cubanos, en su gran mayoría, no han
podido hacer una lectura ordenada de las novelas de Padura (ni estas
ni las siguientes) dado el alto grado de dificultad para acceder a las
mismas. (Son productos con mucha demanda y poca oferta en la isla.)

La sensación que nos produjeron esas dos novelas, devoradas más que
leídas, fue de júbilo y sorpresa por el hallazgo de una literatura
policial cubana distinta, novedosa, que se apartaba radicalmente del
agotado modelo que había imperado durante dos décadas. El logro del
escritor fue relevante: a un mismo tiempo colocaba sus libros en la
vanguardia de la narrativa local y del neopolicial iberoamericano.

Descubierto por los lectores cubanos en Vientos de cuaresma (1994), la
única cuya edición príncipe ha sido la cubana, la popularidad de Conde
no ha dejado de crecer con cada nueva entrega, en cada retorno del
personaje, según pasan los años.

¿Qué nos trajo este personaje, cuáles son sus atractivos, por qué
arrastra a los lectores de todo el mundo tras sus peripecias?

En primer lugar, por la cualidad esencial que se le pide a un
personaje literario: su credibilidad artística, su coherencia al
actuar y comunicarse en los diferentes espacios de la narración, en
los distintos ambientes de cada historia contada.

La construcción del personaje contiene una gran riqueza de elementos,
procedentes de fuentes diversas, con un rigor encomiable. El resultado
corona la aspiración máxima de un creador artístico: que su criatura
tenga una proyección orgánica al desenvolverse en diferentes tramas
argumentales y poseaidentidad, un sello propio.

Ese personaje no existía en la novela policial cubana anterior a
Padura, quien trae, a  ese género, a un policía verosímil en el campo
literarioque va a seguir “viviendo” después de la historia narrada en
cada obra.

Las cuatro primeras salidas de Mario Conde tienen un escenario común,
la sociedad cubana de 1989, año en que transcurrió el proceso de
encarcelación y enjuiciamiento de altos oficiales de las Fuerzas
Armadas y el Ministerio del Interior, sucesos que convulsionaron la
conciencia ciudadana; un cisma que se conjuga, en el exterior, con la
caída del Muro de Berlín.

Los crímenes que debe investigar en “Las cuatro estaciones” lo llevan
a zonas oscuras de la sociedad que habían permanecido sumergidas en la
anterior literatura genérica: la corrupción, el engaño, la doble
moral, la intolerancia ideológica, la homofobia, el enriquecimiento
ilícito, la prostitución, el arribismo. Tales son las “bondades” que
afloran en Pasado Perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, y Paisaje
de Otoño.

Pero en las propias novelas, como un correlato de la trama criminal,
discurre la crónica de un grupo generacional (del Conde y sus amigos)
que ha tenido que enfrentar los embates de esos males con la fuerza de
la amistad y la solidaridad.

Luego de cerrado el ciclo de 1989, Mario Conde tiene otras dos
apariciones que transcurren en la década siguiente, en las noveletas La
cola de la serpiente y Adiós Hemingway.La primera surge de la
investigación que dio lugar al reportaje sobre el barrio chino de La
Habana; la segunda,a pesar de su brevedad, es un texto
significativo,en conexión con las ambiciosas novelas posteriores,y es
la primera referencia de Conde como cazador de libros de uso.

Como buscador de bibliotecas ocultas aparece ya plenamente en La
neblina del ayer, donde lo veremos en pugna con una sociedad diversa a
la de las novelas anteriores. Enfrascado en develar un enigma, Conde
se interna en La Habana profunda del nuevo milenio, en zonas marcadas
por la marginalidad ysemejan una ciudad recién bombardeada.En estos
escenarios, fijados en 2003, es acompañado por Yoyi el Palomo, un joven
ingeniero que posee, en altas dosis, las herramientas que le faltan a
Conde para el mundo de los negocios.

La última aparición de Mario Conde (en Herejes, 2013) registra nuevos
derroteros vitales porque es lanzado no ya tras la pista de un asesino
sino de una obra de arte tras de la cual hay un asesinato, pero
también una historia de casi cuatro siglos y muchas preguntas; tarea a
la que suma la búsqueda de una joven habanera desaparecida cuya seña
más notoria es pertenecer a una de las llamadas tribus urbanas.

Las interrogantes que persiguen a Mario Conde en esta obra son de
naturaleza filosófica, religiosa, política, artística, histórica,
sociológica, antropológica, una señal de cuánto ha evolucionado el
personaje de la mano de su creador.

Tras un cuarto de siglo de andadura, el expolicía navega ya en aguas
trasatlánticas junto al artífice que le dio vida, pero quien no
imaginó la trascendencia que tendría, el milagro de aquella creación.

Sin embargo, tal vez la pregunta que más sigue inquietando a Mario
Conde, es por qué sus novelas no circulan en Cuba como debe ser, por
qué sus lectores naturales deben sufrir tanto para acceder a ellas.

Esa misma interrogación nos hacemos los estudiosos de la obra de
Padura, porque también somos víctimas de ese crimen de lesa cultura.
Mi libro de ensayo (A)cercando a Leonardo Padura, impreso desde marzo
de 2015 después de un largo via crucis, hasta donde sabemos, no ha
circulado por las librerías del país. Es un enigma que Conde no ha
podido aclarar (aunque imagina los motivos).

(2016)

Disponible en: http://www.ipscuba.net/espacios/la-esquina-de-padura/miradas-cubanas/mario-conde-en-sus-bodas-de-plata/

El fondo cubano de La Palma en La Habana

Gracias a la colaboración entre la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España y ediciones La Palma, desde este mes de diciembre puede consultarse en la Mediateca de la Embajada de España en La Habana, el fondo editorial de obras cubanas de La Palma, que son las siguientes:

libro poesíatoda esa genteescrito para borrarsoleidaLorenzoportada MBCubierta_muraldepoesia

El fondo puede consultarse en la Mediateca: Calle Cácel 51 esquina Zulueta. Habana Vieja.

Teléfonos: 86 23716 / 86 23165 / 86 2203165

Cuba pasa página, también literaria

Acaba de salir publicado en Tinta Libre un artículo más sobre la nueva generación de escritores (¡y escritoras!) cubanos. Un nuevo repaso al triste pasado de las letras cubanas de las últimas décadas (“Quinquenio gris”, “Periodo Especial”) así como una recapitulación sobre las penúltimas apuestas (Padura, Senel Paz, Jesús Díaz, etc.) y un breve muestra de las nuevas. Y esto es lo que nos interesa. Se refiere la articulista (Begoña Huertas) a la llamada Generación del Año Cero, y menciona a Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage, Jamila Medina, Rafael Grillo (Isliada), Raúl Flores y Orlando Luis Pardo.

Estando de acuerdo con el listado inicial, trascendiendo un poco la Generación Cero, hubiera podido referir también a: Anisley Negrín, Legna Rodríguez Iglesias, Erick J. Mota, Abel Fernández-Larrea, Michel Encinosa Fu, Osdany Morales, Agnieska Sandoval, Elaine Vilar, Haydée Sardiña, Irina Pino, Dolores Labarcena, Gleyvis Coro, Judith Morales, Kryster Álvarez, Lien Carrazana Lau, María Hérnandez, María Matienzo, Marvelys Marrero, Polina Martínez, Rita Martín, Susana Haug, Teresa Dovolpage, Verónica Vega, Yamila Peñalver, Yordanka Caridad, Yusimí Rodríguez… (perdón por las omisiones).

Este listado es el fruto de varios años de trabajo con los escritor@s cuban@s “jóvenes” que hacemos desde ediciones La Palma. En breve, estará disponible en las librerías de España la antología “Alamar te amo. Cuentos eróticos de escritoras cubanas”.

Les dejo el enlace al artículo (no se puede acceder vía digital):

Tinta Libre

Cuba, escritores de espaldas al mercado, por Ronaldo Menéndez

A Cuba no le gusta el mercado editorial —tal como se entiende la oferta a destajo por parte de los empresarios del libro— y al mercado editorial yo no le gusto. Los escritores que negamos tres veces el mercado tenemos un secreto motivo para hacerlo: no vendemos mucho. Y nuestro más elegante consuelo es la esperanza de llegar a convertirnos en escritor de culto. Un libro es un objeto raro, que puede legitimarse sin su componente comercial porque muchos sabemos que el valor de una obra es independiente de su relación directa con el mercado. Pero eso no tiene nada que ver con otro fenómeno de estirpe humanista: la cultura pertenece a todos y debe estar a su alcance. Malentendido esto con muy buenas intenciones, el Estado cubano decide subvencionar el libro, pilar fundamental de la ciudad letrada.

La primera consecuencia de la ausencia de mercado es algo que podríamos llamar síndrome del escritor de espaldas al lector manso. Cortázar hablaba —en tiempos donde aún no estaba de moda el feminismo— del lector macho, o sea, de ese lector activo capaz de desentrañar todos los sentidos de un texto. Por contraste, el lector manso sería ese otro que lee de una manera más ligera y azarosa. Un escritor que trabaja con la conciencia plena (y vacía) de que al otro lado de su libro no hay nadie, sino, como mucho, gente especializada del gremio que lo leerán y juzgarán porque deben hacerlo, se arriesga a observarse el ombligo más de la cuenta.

En una de mis visitas de hace unos años recorrí la isla en busca de libros publicados y de la venia de sus autores para intentar colocarlos en España. El primer problema al que tuve que enfrentarme fue la delgadez extrema de los libros, casi no se trataba de volúmenes. No podía tocar a la puerta de editores españoles con novelas de 70 páginas y libros de relatos de 50. ¿Y por qué esta gimnástica profusión de libros flacos? Sin mercado, y como da igual el precio y la venta, lo mejor es adelgazar los libros en un país con crisis económica: así se puede publicar mucho más, cumplir estadísticas y difundir a gran número de jóvenes autores.

La primera consecuencia de la ausencia de mercado es algo que podríamos llamar síndrome del escritor de espaldas al lector manso

No quiero parecer juez porque soy parte: yo también escribí en Cuba de espaldas al mercado, teniendo como lectores a intelectuales y amigos del gremio. Sigo pregonando que un escritor debe escribir como y lo que le venga en gana, pero el mercado del libro es algo más que el precio en librerías y la engañosa publicidad para venderle bodrios al personal. Lleva asociado un sistema de divulgación, un marco de reseñas y una crítica que le sirven al escritor para autoeducarse. Para tomarle el pulso al campo literario, e ir construyendo de manera realista ese lector modelo del que hablaba Umberto Eco. Cuando en el punto de partida está descartada la posibilidad de ese lector común, manso y anónimo, el escritor se enfrenta a una peligrosa libertad absoluta. Por eso me encontré que mucho de lo que se escribía en Cuba era endógeno, hermético, gratuitamente experimental y hasta cierto punto ilegible. De pronto me vi sumergido en un reino donde los posestructuralistas franceses inspiraban relatos, se inventaban microgéneros que hace tiempo estaban inventados, los temas eran muy locales, el neobarroco seguía siendo una estética de vanguardia, o una idea enrevesada de Foucault explicaba el meollo de una novela.

Como suele suceder, no todo cabe en el mismo saco. Magníficos —y desconocidos en España— son los libros de Sergio Cevedo Sosa, Daniel Díaz Mantilla, Raúl Aguiar, Alberto Guerra, Jorge Enrique Lage o Ahmel Echevarría, entre otros. No obstante a su cualidad de obras exigentes, puedo imaginar que el lector manso consiga paladear a cualquiera de estos autores, y por tanto funcionarían en un mercado más abierto. Pero el sistema de librerías en Cuba se sostiene de espaldas al lector, subvencionado por el Estado, sin que importe promocionar y vender a ninguno de estos autores para un público más allá del gremio.

Si hay oferta es porque hay demanda: el cubano nunca ha querido vivir de espaldas a sus escritores

Si se quiere conocer el libro cubano actual, está la librería de la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), nutrida con lo más selecto que se publica en la isla, y donde jamás pone un pie el simple mortal, sino solo gente del gremio. Lo mismo ocurre con la librería Fayad Jamís, ubicada frente al Instituto Cubano del Libro (ICL), mayormente visitada por los propios escritores cubanos, algún que otro estudiante universitario y los turistas despistados que entran a ver si hay mojitos. La Moderna Poesía, emblemática librería situada en la cabecera de la calle del Obispo, va quedando como reducto aislado. Y hace poco la editorial Verbum, con sede en Madrid y fundada hace 25 años por el exiliado cubano Pío Serrano, acaba de abrir sedes simultáneas en Miami y en la calle Maloja, 567, de Centro Habana, cosa impensable hasta hace un par de años y pequeño síntoma de que el cambio no se limita a Obama y Raúl Castro hablando de las relaciones por venir.

El resto del sistema de librerías, y auténtico síntoma de esa alternativa privada que el Gobierno ha ido permitiendo, son los libreros de segunda mano. Su meca es la propia plaza de Armas, y luego en portales, ventanas, recodos, salas y nichos de viviendas con puertas a la calle. Hay zonas donde la ciudad parece una trajinada biblioteca que se vende. Un cajón de sastre ofertando libros viejos donde conviven portadas de biografías del Che con El reino de este mundo, de Carpentier, junto a los clásicos rusos que se publicaron por miles en entusiastas ediciones de tiempos del comunismo. Es como si, a pesar de la ausencia de mercado del libro, la ciudad quisiera hacerse leer. Convirtiendo en vitrina cualquier espacio, para decir que si hay oferta es porque hay demanda: el cubano nunca ha querido vivir de espaldas a sus escritores.

Babelia, El País, 31 de octubre de 2015

Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970) es autor de libros como Rojo aceituna (Páginas de Espuma) y Contar las huellas (Alba).

29 tatuajes/ La central, Madrid

La Central 1

“Un hombre ve a otro hombre con tatuajes y se pregunta si este hombre estuvo preso.

La gente se hace preguntas que puede responderte, y la respuesta combina con sus creencias.

Yo me pregunto si un hombre al ver mis tatuajes se pregunta si estuve presa.

Y la respuesta combina con mis creencias.

Pero estoy equivocada, esa no es la respuesta.

La verdad es que sí, estuve presa.

Cada vez que estuve presa me hice uno.

En la cárcel de mujeres una mujer le hace un tatuaje a otra, y esa mujer le pide que se lo haga con cariño.

Así que son tatuajes nacidos del amor.

Duele porque quema.

El tatuaje.

Y el amor”

Legna

No Sabe/ No contesta

Legna Rodríguez Iglesias

Colección G.

Ediciones La Palma

Librería La Central, Madrid

Autores cubanos desde la octava isla: Isliada, 22 de octubre de 2015

Por: Rafael Grillo

Para los que echamos de menos que las editoriales foráneas no se interesen por otros autores cubanos que no sean Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura, enterarse de la labor, ya sostenida en el tiempo, por la española Ediciones La Palma a favor de la literatura de la isla grande del Caribe, es una situación muy grata.

En los últimos meses, Isliada ha tenido mucho contacto electrónico con Ignacio Rodríguez, representante de esa editorial radicada en Madrid, y él nos ha puesto en conocimiento de la más reciente Colección Cuba (identificada en página de internet como La Octava Isla) y sus nuevas publicaciones, así como de fructíferas ediciones anteriores y venideras.

Cabe empezar por lo último de lo último, el lanzamiento más fresquito, de septiembre pasado, cuando en un esfuerzo conjunto entre La Palma y Colección G vio la luz No sabe/No contesta, nuevo libro de Legna Rodríguez Iglesias, la autora que en 2011 obtuviera el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Según la apasionada nota de contraportada se trata de “un libro neurótico. De hospital. Sus 15 historias son para perder el juicio”. También se le califica de “libro promiscuo”, por la imposibilidad de encasillarlo en las etiquetas al uso de “cuentos”, “novela”’ o “poemario”.

No es la primera vez que Legna pasa por el catálogo de este proyecto, ni tampoco el primer volumen salido de este esfuerzo combinado. Pues a este volumen 1 le antecedió un número 0, la antología recopilada por Gilberto Padilla y titulada Diez narradores cubanos que no son Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura ni…, donde además de la autora nacida en Camagüey, 1984, se incluyó a otros escritores  actuales, y ya multipremiados en certámenes nacionales, de los conocidos dentro de la Generación 0, como Ahmel Echevarría, Jorge E. Lage y Raúl Flores.

Desde febrero de 2014, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, la autóctona Colección G (desprendimiento de la Editorial Cajachina del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso) había pactado este hermanamiento con el sello madrileño para la impresión y distribución en España de esta colección que se sumaría a la Colección Cuba, su predecesora dentro de Ediciones La Palma.

El romance de La Palma con la literatura cubana comenzó, en verdad, desde 1994, cuando su colección Archipiélago publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80 (integraba a autores como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José Ponte y Sonia Díaz Corrales). Más tarde, en 1997, fue dentro de la colección Ojo Inmundo que salió Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida, un volumen en el que participaron Alexis Díaz Pimienta, Ronaldo Menéndez y Yoss, entre otros.

Ese mismo año acogió la salida del poemario Escrito para borrar. Cuaderno de playa, de Orlando González Esteva; y detrás han conseguido espacio más poetas: Soleida Ríos (El libro roto. Poesía incompleta y desunida , 2003), y Lorenzo García Vega (Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto, en 2011, poco antes de su muerte).

Ya en 2013 toma cuerpo la idea de crear una Colección Cuba, cuyo primer lanzamiento sería el Mural de poesía cubana, en 2015, que abarca desde los orígenes hasta el momento vanguardista de esa expresión en la isla y fue coordinado por un experto del nivel de Virgilio López Lemus.

La última apuesta de Colección Cuba está todavía en imprenta y será Cuba: memoria y desolvido, nada menos que una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano, con textos alegóricos al origen del ferrocarril en Cuba, la memoria de los cines de pueblo, el ajiaco, la toma de La Habana por los ingleses… Quien fraguó ese libro es José Antonio Michelena y cuenta con el sabor adicional de una introducción escrita por el recién galardonado con el Premio Princesa de Asturias, Leonardo Padura.

Puestos al corriente de esta andadura amable y quijotesca de La Palma por los caminos de la literatura cubana, que pareciera contradecir al desdén por nuestras letras mencionado al inicio, sólo resta animarlos a regresar a la rebeldía de Legna Rodríguez y emprender la lectura de No sabe/No contesta.

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La Palma distribuye “La autopista: The movie”, de Jorge E. Lage

Gracias al acuerdo entre Cajachina y ediciones La Palma, contamos con un limitado número de ejemplares del inaugural libro de la colección G. “La autopista: the movie”, de Jorge Enrique Lage, a disposición de los amantes de la colección G. en todo el mundo. Se trata de la edición cubana, con ilustración en contraportada de Jorge Otero Escobar.

Banner (con logo de Colección G.)

De esta novela, Rafael Rojas (Libros del crepúsculo, 2014) dijo: “Leyendo La autopista confirmo algo que he comentado aquí y es que la más joven generación de escritores cubanos llega con un repertorio simbólico y un campo referencial fuertemente marcado por la cultura popular y, especialmente, por la cultura popular mediática y electrónica de Estados Unidos -publicidad, series de televisión, Hollywood, nuevas tecnologías-, lo cual establece diferencias clarísimas con la generación inmediatamente anterior, la de los 90, que era más letrada, rusófila y afrancesada. No es extraño que esta nueva generación aparezca ya con un dominio pleno de la novela y el cuento, como géneros literarios, que no pase por el ritual iniciático de la poesía tertuliana y que no haga culto a la escritura fragmentaria, tan celebrada por el postestructuralismo y el postmodernismo en los 80…”

La novela solo se podrá obtener, a partir de noviembre, vía catálogo: http://www.edicioneslapalma.com/catalogo/

02 Jorge Enrique Lage

La PALMA y CUBA; CUBA y LA PALMA

LA PALMA Y CUBA; CUBA Y LA PALMA

La editorial La Palma comenzó su andadura cubana en 1994, de la mano de la poesía, como no podía ser de otro modo. La colección Archipiélago, dirigida por Elsa López, publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80, donde aparecen poetas como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José ponte o Sonia Díaz Corrales. La antología estuvo a cargo de Alicia Llarena, quien también escribió, junto a Osmar Sánchez Aguilera, una interesante introducción a la poética insular.

libro poesía

En el año 1997, trece años después de la fundación de La Palma, la colección Ojo Inmundo dirigida por David Cabrera, publica “Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida”, el primer volumen de relatos vertebrados por la experiencia del VIH a una serie de nóveles escritores cubanos, casi todos desconocidos en el extranjero por entonces y aun en la propia isla, y que hoy forman parte de un pequeño grupo consagrado a la escritura dentro y fuera de Cuba. En esta primera antología de relatos podemos encontrar a Alexis Díaz, Frank Lima, David Díaz, Norberto Marrero, Rolando Menéndez, Miguel A. Fraga o Yoss. La antología fue preparada por José Ramón Fajardo y Lourdes Zayón. El origen de la antología fue el taller literario “La montaña mágica” del sanatorio Santiago de las Vegas o “Sidatorio Villa de los Cocos”, donde los antólogos impartían técnicas narrativas a las personas infectadas por el IVH. El título responde a una de las pasiones de Pepe Fajardo: los Beatles. Cien ejemplares fueron llevados a Cuba ese mismo año y aún hoy, de tarde en tarde, se puede encontrar alguno de ellos en los puestos de libros de segunda mano.

toda esa gente

En ese mismo año, 1997, la colección Tierra del poeta saca a la luz otro tesoro insular: “Escrito para borrar. Cuaderno de playa”, del poeta Orlando González Esteva.

escrito para borrar

Desde esa publicación, la editorial La Palma, orientada en consagrar las creaciones poéticas dentro y fuera de España, no olvidó sus relaciones con la octava isla. En numerosas ocasiones surgieron proyectos, aunque la mayoría de ellos quedó en el inventario de las memorias. No fue así, empero, en el caso de la poeta Soleida Ríos, cuyo poemario, “El libro roto; poesía incompleta y desunida septiembre 1987 – julio 1989”, fue editado en 2003, en la colección Ministerio del Aire, con una Nota debajo de la puerta que dice “este libro se escribe bajo un signo terrible: dios es el hombre y tiene miedo a su edad…”

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En el año 2011, poco antes de su muerte, salió a la luz la última apuesta poética de Lorenzo García Vega, “Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto” en el número 7 de la colección La Palma, dirigida por el también poeta Nicolás Melini.

Lorenzo

A finales de 2013, un equipo de intelectuales españoles con estrechas relaciones con la cultura cubana, aglutinados en la editorial La Palma, pergeñó la idea de recuperar una parte del inmenso material artístico que duerme en el sueño insular. De este modo, surgió la idea de la Colección Cuba, un intento restaurador ajeno a encorsetamientos genéricos, y por tanto heterodoxo, que pretende cubrir el vacío de una suma de minoritarias pero inmensas sensibilidades artísticas que sobreviven talentosamente en la Cuba de hoy pese al aplastamiento de sus condicionantes materiales. El primer número, “Mural de poesía cubana”, abarca la poesía cubana desde sus orígenes al vanguardismo, editado a inicio de 2015 bajo la dirección de Virgilio López Lemus.

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En febrero de 2014, durante la Feria del Libro de La Habana, se materializó el acuerdo entre Ediciones La Palma y Editorial Cajachina, por la cual se imprimiría en España una colección hermana, aunque no gemela, de la Colección G. habanera, partiendo de un número 0 inaugural que recogería 10 relatos de 10 narrador@s jóvenes y prolíficos en publicaciones y premios. Diez narradores y narradoras que, como bien señala Gilberto Padilla, editor de la colección, no son ni Pedro Juan Gutiérrez, ni Zoe Valdés ni Leonardo Padura… sino Ahmel Echevarría, Orlando Luis Pardo, Legna Rodríguez Iglesias, Jorge E. Lage o Raúl Flores.

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En el año 2015, tras las numerosas alabanzas de revistas como Leer o Quimera, así como de críticos literarios como Ignacio Echevarría o Daniel Serrano, por no hablar del propio Pedro Juan Gutiérrez, que se encontró con el libro en la Feria del Libro de Tenerife y acabó comprándolo, leyéndolo y reseñándolo, La Palma afianza su relación con la Cajachina habanera y saca a la calle, con una semana de diferencia con La Habana, el segundo volumen de la Colección G.; “No sabe/ No contesta”.

Legna

Y para acabar la actualización, la editorial La Palma tiene en imprenta el siguiente volumen de la Colección Cuba. Una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano. En el libro “Cuba: memoria y desolvido” se recogen textos de los orígenes del ferrocarril en Cuba, de la memoria de los cines de pueblo, del ajiaco, o de la toma de La Habana por los ingleses. El autor del libro es José Antonio Michelena y cuenta con una soberbia introducción de Leonardo Padura.

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Las colecciones G. y Cuba siguen buscando artistas…

“Mural de poesía cubana” en “El marcapáginas de Gestiona Radio”, 12 de septiembre de 2015

Desde los orígenes al vanguardismo

El sábado 12 de septiembre se emitió en directo un coloquio sobre la cuasi antología “Mural de poesía cubana”, una primera propuesta para adentrarse en la poesía insular desde sus orígenes hasta el vanguardismo del siglo XX.

Elmarcapáginas

En la tertulia radiofónica participaron: el conductor, David Arranz; el autor, en conexión directa desde La Habana, Virgilio López Lemus; el responsable de la Colección Cuba de ediciones La Palma, Ignacio Rodríguez; y los contertulios Antonio Domingo y Ricardo Guerrero.

heredia

David Arranz, además de conducir la tertulia, leyó varios de los poemas, entre ellos “Oda a la piña” de Manuel de Zequeira y Arango, “Niágara” de José María Heredia, “Al partir” de Gertrudis Gómez de Avellanada, “Hierro” de José Martí o “Proclama” de José Talet.

Virgilio López Lemus profundizó en la construcción de la identidad nacional cubana a través de la poesía, desde los mismos tiempos de “Espejo de paciencia” (s.XVII), y recalcando la importancia de los elementos identitarios en poemas como los de Heredia (s.XIX), siendo un medio de expresión del pueblo naciente, que se refuerza con la contribución a la creación del Modernismo que realiza José Martí.

Como colofón de la tertulia, autor y editor se comprometieron a trabajar en una segunda edición ampliada para 2016.

VLL

Les invitamos a oír la tertulia íntegra en el siguiente enlace:

http://www.gestionaradio.com/26019-el-marcapaginas-david-felipe-arranz-2-2015-09-12-200000-256kbps-mp3/

Dirige y presenta: David Felipe Arranz

Correo electrónico: elmarcapaginas@gestionaradio.com

¿La hora del libro independiente en Cuba?

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Aquí os dejo un artículo de Isliada de 2014 sobre las posibilidades de hacer edición independiente en Cuba; un escrito muy interesante que alude a Colección G.

Por: Rafael Grillo 6 de julio de 2014.

PARA LEER Y APLASTAR (PRIMER ACTO)

—LIBRO LATA: ese es el nombre que di a mi proyecto —dice.

Y el objeto que ha puesto en mis manos cumple esa consigna, literalmente. Un puñado de hojillas impresas con poemas en letra pequeña y encuadernadas con la merced de gruesos anillos de cobre. Unas láminas de envase cervecero estrenándose en las funciones de cubierta y contracubierta. Y no de una birra cualquiera sino de la cubanísima Cristal, aquella que el eslogan dice: “Cervezas claras conservan amistades”.

Acabo de conocer en persona a Osmel Almaguer, y lo invito, justamente, a beber unas cristales. Brindo el pretexto de halagar el encuentro y rebajar el calor ignominioso; si bien mi interés esencial es que me cuente más del “Libro lata” y ofrecerle, de paso, un aporte de materia prima a su proyecto.

Osmel es poeta y promotor cultural, dos cualidades que podría fundir en “su invento”. Pendiente aún de publicar su primer cuaderno con alguna editorial nacional —tiene uno, casualmente titulado La Pendiente, en proceso editorial por Ediciones Ávila—, está explorando la vía de la autopublicación con el engendro de hoja y lata, donde ha vertido su poemario On crash.

Pero no quiere que este sea ejemplar único y planea que otros autores entren en “el catálogo” de los libros-lata. Otros que siente cercanos, de su generación; y en particular se identifica con “aquellos que hacen una poesía de línea dura”. Se refiere al estilo que hoy representan jóvenes como Oscar Cruz, José Ramón Sánchez, Legna Rodríguez, Jamila Medina

Osmel sueña también con que su emprendimiento pueda adquirir algún valor comercial. “Colocarlo en los puestos para turistas de los artesanos”, dice. Piensa en su significado de únicos, de libro-objeto, acaso “hecho performático” o “gesto conceptual”. Con sus Libros-latas pretende alcanzar una alianza absoluta de forma y contenido: versos crudos y embalados bajo una tosca apariencia. “Para vender en CUC”, dice.

Osmel quiere hacer y vender por cuenta propia sus metáforas de la vida real. Vida dura y frágil: Cristal. Cuba de hoy: oposiciones de mercado y carencias, de vitrina y subsistencias. Insinuación de los buzos: gente que hurga en la basura y recopila latas vacías para trocarlas por pesos. Insinuación de los usos: gente que de latas vacías hace sus vasijas contra la sed.

En uno de sus poemas de On crash escribió Almaguer: “con la cara de Martí en los billetes/ niños pagan el durofrío/ calman sus deseos de lamer/ mi madre/ vende y de paso los educa/ pequeños adictos al frío y la dureza”.

¿ALTERNATIVOS CON INDEPENDENCIA? (INTERLUDIO)

La hora del audiovisual independiente en Cuba comenzó hace ya más de una década. Cámara digital en mano (gracias al efecto democratizador de las nuevas tecnologías), conocimiento aportado por las academias (gratuita, dicho sea), más talento, frescura y atrevimiento de grupo etario emergente, se unieron para ir poco a poco bajando humos a la institución estatal, el ICAIC, hasta esa fecha organismo supremo, que centralizaba y fiscalizaba toda la producción y distribución de la actividad cinematográfica.

Fueron apareciendo entonces un puñado de “productoras independientes”, con nombres como Cucurucho o En Candela, que daban cuenta, a la vez, de su precariedad y de su brío. Al día de hoy, este fenómeno parece imparable y aunque todavía no acaban de recibir un respaldo legislativo, ya algunas como Quinta Avenida (premiada nada menos que con el Goya, por Juan de los Muertos) hacen ruido allende fronteras.

En el ámbito del libro, en cambio, ha tardado más para que se desboquen los jóvenes caballos. Algo que, en parte, puede ser explicado por el impulso estatal a la cobertura editorial dado en el tránsito de entre siglos, con la aparición de varias editoriales nuevas, las llamadas “Riso”, que cubrieron toda la geografía del país y calmaron las apetencias de publicación de los autores nacientes, y las de lectura, para tantos lectores cubanos cuyos apetitos soportaron hambre suprema durante “la crisis del papel” de los años 90.

Inconformidades nuevas y, en consecuencia, apetencias nuevas, están comenzando ahora a empujar el panorama hacia una modificación que en el futuro se vislumbra sustancial. ¿Actores alternativos a la hegemonía del Instituto Cubano del Libro? ¿Independientes en los dominios de producción editorial? Pues sí, ya hay algunos casos…

En “Puestos pá su cartón”, un reportaje de Ihoeldis Rodríguez aparecido el 14 de abril de 2014 en Diario de Cuba, desmenuza la corriente de las “editoriales cartoneras”. Basadas en la manufactura de libros a partir del reciclaje de desechos, las pioneras llevan de nombre: Ediciones Samandar, Costanera Editorial y Ediciones Encaminarte.

Cada una tiene su cabeza pensante y su filosofía fundacional. En el mencionado artículo, plantea la poeta y promotora Teresa Fornaris que Ediciones Samandar surge a partir de que “hay una especie de necesidad, de espacio vacío, que hay que cubrir”. Alude fundamentalmente a la poesía, en el momento que este género, con más practicantes en la isla que potencialidades económicas para sacarse en libros, comienza además a ser relegado a fuer de las actuales condiciones de exigencia de “rentabilidad comercial” a las editoriales estatales.

Por su parte, Yanelys Encinosa, poeta y creadora de Costanera Editorial, ve en esta una opción de “autogestión editorial para la promoción de la joven literatura”. Mientras, Junior Fernández persigue un propósito similar con Ediciones Encaminarte y adiciona la intención de corregir ciertas dinámicas disfuncionales de la promoción y distribución del libro.

Un rasgo común de estas tres iniciativas “libertarias” es, sin embargo, la búsqueda de alguna sombrilla institucional bajo la cual cobijarse de la intemperie legislativa; toda vez que el business editorial en Cuba está constitucionalmente amarrado para que sea asunto de Estado. Así, Fornaris recibe amparo como directora de la Casa de la Poesía en La Habana Vieja; Costanera Editorial cuenta con la suerte de que su gestora esté vinculada al Centro Cultural Dulce María Loynaz; y Ediciones Encaminarte, con sede en Las Tunas, ha buscado a Ediciones La Luz, de la Asociación Hermanos Saíz de Holguín, para iluminarse una vía de publicaciones. Luego, estas se conciben a sí mismas como “complementarias” y “no competidoras” con la gestión estatal.

Colección G es la denominación adoptada por un caso parecido a los anteriores en cuanto al binomio independencia-institucionalidad; pero distinto en cuanto al soporte, porque se fragua dentro del camino más tradicional, la producción industrial del libro. Comandado por Gilberto Padilla, un ensayista y profesor de literatura; este ha compaginado su rol al frente de la editorial Caja China del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, con la iniciativa de fundar un sello literario cuya novedad respecto al contexto definió en la presentación de su primer título (La Autopista: The Movie, del escritor cubano Jorge Enrique Lage), de la siguiente manera:
“Cuando se revisan los catálogos de las grandes casas editoriales (creo que no hablaba de las extranjeras, Tusquets o Anagrama, sino de las nativas: UNIÓN, Letras Cubanas…), se evidencia una monotonía en las obras y la ausencia del valor del juicio personal, del editorialismo”.

Pero la demarcación de Colección G no sólo es un dilema de contenidos y autores; también “nos hemos propuesto romper con todo aquello precario en el libro cubano —dijo Padilla—, principalmente, con el libro cubano promedio, y a romper con la larga historia del texto cubano como folleto”. Esta intención se comprende con sólo una ojeada a la novela de Lage: presencia de sobrecubierta y solapas, con un diseño “distinto”, de elegancia con sobriedad, y una atractiva imagen del artista plástico y fotógrafo Jorge Otero abarcando toda la contracubierta.

Encima, y según Padilla, Colección G “se propone lograr que los autores tengan una edición de culto con todo lo que ello implica, una tirada de mil ejemplares, una buena distribución, una promoción alarmante”. De lo anterior se desprende que algunos canales, “bastante alternativos” por cierto, tendrá que abrir para conseguir este propósito.

En esta afluencia de protagonistas de estreno para el contexto literario cubano, se echa a ver la ausencia de proyectos enfocados hacia el terreno más en boga y el más promisorio en este mundo que emigra ineluctablemente hacia lo digital. Pero, como mismo “ojos que no ven corazón que no siente”, en un escenario donde todavía hay escritores, editores y lectores que a la palabra Internet le atribuyen resonancias fantásticas porque nunca —o muy poco— han pisado el sendero virtual, se entiende que términos como ebook o libro electrónico les suenen a “sueños de la razón” que, acaso, “engendran monstruos”.

FÁBULA DIRECTA AL CORAZÓN (SEGUNDO ACTO)

José Adrián Vitier tiene sangre de Orígenes: es nieto de Cintio Vitier y Fina García Marruz. De alguien así no extraña que en el acto de constitución de su proyecto literario personal, se pronuncie con una fábula. Y una fábula de las más antiguas: Bien vs. Mal; Dios y el Diablo disputándose el corazón humano.

Sería largo el cuento completo y, aunque esto no le satisfaga a José Adrián, tendré que ofrecerlo abreviado, en onda Reader Digest:

Dice la fábula que funda la Colección La Isla Infinita, que Dios dio a Adán y Eva el Primer Lenguaje; y atrás llegó el Diablo con su tentación de la Torre de Babel y atomizó a los hombres en mil lenguas. Entonces, Dios “empleando magistralmente eso que los guionistas llaman puntos de giro” bendijo la diversidad y benefició a las culturas con la invención de los alfabetos y los libros buenos y necesarios. Contraatacó el Diablo con la creación de la industria editorial y la codicia que hizo parir los malos libros. El próximo paso estratégico del Señor fue engendrar al amigo, que sólo recomienda el libro ideal… De tal modo ha perdurado la disputa por los siglos de los siglos, tan encarnizadamente que es difícil saber siquiera cuál de los dos inventó el libro electrónico…

Para conocer a José Adrián, en la época que él iniciaba junto al abuelo una revista con el mismo nombre del sello editorial de hoy, tuve que trepar por una escalera al cielo. Era el año 1999 y había apagón, no funcionaba el elevador y Vitier vive en lo más semejante a un rascacielos que hay en La Habana: el Edificio Focsa.

Desde entonces me pareció un tipo que habita en las alturas. Más no por el piso elevado, y tampoco porque exhibiese soberbia de su linaje. Me refiero a las cumbres del espíritu idealista, a las de los sueños y la imaginación. Desde entonces le he visto mostrándose en distintas facetas de la creación: como escritor, editor, ilustrador y pintor, traductor…

Sólo a alguien como él se le ocurriría recuperar la hechura del libro como un suceso manual, y no entenderlo como un signo de precariedad. Al contrario, como un exceso de lo sublime, un empeño rigurosamente estético. Sólo a alguien así se le ocurre involucrar a su esposa Nara, otros familiares y amigos en la fabricación, mediante técnicas artesanales y del grabado, de libros como el Tao Te Ching, La princesa leve de George MacDonald, Escrito de los cinco anillos de Miyamoto Musashi, Mitos y leyendas celtas de Thomas W. Rollestone, junto Las cartas de Martí compiladas por Fina y volúmenes de Eliseo Diego y Samuel Feijóo, entre otros.

A la hora de seleccionar su catálogo, Vitier escoge esos libros que nos sirvan “para aprendernos mejor la conmovedora belleza del mundo’, y reencontrar ‘el alimento innombrable: lo real”. Él parte de la premisa latina Cor ad corloquitur (“El corazón al corazón habla”) y expone de esta manera la razón que lo incitó a crear la Colección La Isla Infinita:

—En mi humilde criterio, la principal causa de que esté decayendo el hábito de leer es que, en su mayoría, los libros que se publican, dentro y fuera de nuestro país, no parten del corazón de nadie, no conmovieron a ningún editor, y difícilmente estremecerán a algún lector; no obstante, llenan las estanterías, obstruyendo con su sola existencia el acceso a los pocos libros que realmente justifican el hábito de leer y pueden suscitar lecturas profundas o memorables en algún lector.

La autopista

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