Una autora cubana recuperada por La Palma: Soleida Ríos (2003)

soleida

La remodelación de las oficinas de La Palma ha dado a la luz una caja olvidada con algunas decenas de ejemplares de «El libro roto», de la cubana Soleida Ríos, colección Ministerio del Aire, dirigido por Elsa López.

El proyecto cultural cubano de la editorial, pretende, además de impulsar las dos nuevas colecciones cubanas, recuperar autores y autoras de la Isla que, por las limitaciones del mercado editorial español, han estado dormidos en las cajas del almacén por demasiados años.

Orlando González Estévez, Lorenzo García Vega, Armando Suárez Cobián, Atilio J. Caballero, Víctor Fowler, Sigfrido Ariel, Emilio García Montiel, Carlos Augusto Alfonso, Antonio José Ponte, Omar Pérez, Frank Abel Dopico, Sonia Díaz Corrales, Jorge Luis Mederos, Pedro Márquez de Armas, Nelson Simón González y Liet Lee López son las y los poetas que en un pasado más o menos lejano se unieron a La Palma y que ahora queremos dar nueva luz.

Nota debajo de la puerta (El libro roto)

Este libro se escribe bajo un signo terrible. Dios es el hombre y tiene miedo de su edad. Eso lo dijo ella en otro libro. No me invitó por complacencia o conmiseración o por bondad sino porque sabía que sin este animal hasta la letra torcería su cercado. Yo manejaba mi camión tranquilamente en Caibarién. Vine y la iluminé. Le di mi ojo de cíclope. Le di un puchero criollo que mi papá me puso bajo el brazo para que hipnotizara y luego arremetiera contra mí con una paradita universal. Lo que ella escribe se lo he dictado yo y cuando la veo que duerme en una casa que se cae y que ella llama el asteroide para hacerla importante. Ella es una inocente mariposa. Sus alas brillan ante el foco amarillo de la lámpara. Y corren riesgo. No me hago responsable. O, mejor dicho, sí. Yo soy el timbre y el oído. Ella no existe sino en vuelo, en peligroso salto de un punto al otro de la isla. Esta nota nunca la escribí yo. El libro tendrá hojas de gaceta, me dice, y despegadas. Va a ser raro. Va a ser un libro malo. Dichoso el que lo lea. Dichoso, si más tarde lo estruja contra un pecho feliz. Sé que la dicha camina al lado del camión. Todo depende del par de ojos que miren, del par de pies que toquen las coordenadas del mapa de esta isla.

Entregamos «Mural de poesía cubana» a Leonardo Padura. Librería Rafael Alberti, Madrid

Padura MB

Esta noche Leonardo Padura presentó su libro de relatos «Aquello estaba deseando ocurrir» en la librería Rafael Alberti de Madrid. Lamentablemente habló más un contertulio español que el propio Leonardo, invitándole a hablar de Hemingway, de sus pintores favoritos, y de la capital de Cuba, temas sin duda apasionantes si no fuera por el extenso prólogo del introductor.

En medio de la conversación, y pese a ridiculizar Padura a un presentador portugués tras preguntarle por Fidel Castro en la televisión hace unos días, él mismo se metió en la arena política con el asunto del «resablecimiento de las relaciones», demostrando que todo cubano necesita hablar de lo Único (que no es el sexo ni siquiera la pelota).

También es entendible: hablar de literatura cubana te lleva a hablar de La Habana, hablar de La Habana te lleva a hablar de su ruina, y hablar de la ruina de La Habana te lleva a hablar del futuro y hablar del futuro de La Habana… ¿Tengo que seguir?

Después de comprar el libro me puse en la cola de las firmas, en el último lugar. Varias señoras jubiladas o a punto de hacerlo habían recabado su autógrafo entre laudatorios comentarios que Padura parecía escuchar con indulgencia y algo de sueño. Aunque no había descartado por entero pedirle que me firmara el libro, aquello terminó de convencerme de que no debía repetir el ritual.

Cuando llegué a la mesa donde firmaba alejé su libro de su alcance y le pedí permiso para regalarle un par de libros a él: «Mural de poesía cubana», recién salido de la imprenta como homenaje a la poesía «clásica» insular; y por supuesto»Malditos bastardos», que ediciones La Palma editó el pasado año en España sobre nueva narrativa cubana.

Padura, según él mismo afirma, desconoce en gran medida (ver el artículo «Cuba song» de Ignacio Echevarría) lo relacionado con la nueva creación literaria en la isla. El motivo es comprensible: lo reducido del tiempo humano. Revisó los libros haciendo alguna pregunta (el cuidador de la edición de «Mural de poesía cubana» es uno de sus editores en la isla). Al final se mostró un poco más frío. Imagino que el descubrimieno de la alusión a su persona en la portada de «Malditos bastardos» fuera la causante del repliegue de su inicial apertura, al generarle dudas sobre mis intenciones. Pero aseguro que eran amistosas.

Cuando salí de la librería vi que Padura cogía los libros de la mesa. Espero saber algún día qué piensa Padura de los malditos bastardos de G. y del homenaje poético insular, para él seguramente tan antiguo.

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Luis Antonio de Villena sobre «Mural de poesía cubana»

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Decadencias

Luis Antonio de Villena

MURAL DE POESÍA CUBANA

Digámoslo claro: en este momento no existe especialista que pueda seguir no ya la literatura, sino ni la poesía tan siquiera que se escribe en el mundo en español.  Habrá que tener (necesariamente) una idea global del conjunto, pero se puede saber –y hasta entender- que hay profesores universitarios especialistas en “literatura mexicana”, por ejemplo… Creo que son en este momento (y desde el siglo XIX) cuatro los grandes centros desde los que irradia la inmensa poesía en español: Argentina, Chile, México, España y probablemente Cuba. Aunque quede muy cerca Perú, Nicaragua… Es difícil.  Quizá llame la atención Cuba, por su insularidad y porque habiendo grandes prosistas (Martí, Alejo Carpentier, Lezama, Virgilio Piñera, Cabrera Infante…) es en la poesía –parece- donde Cuba sobresale más. Un cubano exilado –ya sabemos lo de las dos Cubas pero una literatura obviamente única- acaba de publicar  (Ediciones La Palma) una breve y muy bien hecha, dentro de sus límites estrictos, antología de la poesía cubana, desde sus orígenes  -la inevitable oda “A la piña” de  Manuel de Zequeira y Arango, muy dieciochesca, cuando finaliza ese siglo y comienza el siguiente- hasta los vanguardismos de la medianería del siglo XX: Juan Marinello, Regino Pedroso (que era medio chino)  o el muy purista (de “poesía pura”) Mariano Brull…

Se me dirá que falta toda la gran poesía que desde “Orígenes” llega hasta hoy mismo: Lezama, Baquero, Vitier, Carilda Oliver, Antón Arrufat, Díaz Martínez o Raúl Rivero, seguro que entre muchos más. Pero lo que quiere demostrar la pequeña y astuta “Mural de poesía cubana” de Virgilio López Lemus, es la riqueza y singularidad de la poesía de la isla (consciente de la singularidad frutal mucho antes que de su independencia) con exóticos nombres neoclásicos que mezclan al latino Horacio con el mamey y la papaya, grandes románticos, como el gran José María Heredia de “El Niágara” o más delicados cual el casi becqueriano  Juan Clemente Zenea, pasando por la dama que nacida en Cuba vivió casitoda su vida en España, Gertrudis Gómez de Avellaneda.  Un romanticismo amplio que sabe llegar  a las décimas populares criollas y luego, enorme, la gran eclosión modernista de José Martí, espléndido escritor que los escolares españoles estábamos casi obligados a ignorar (pese a su nada escaso amor aEspaña) porque buscó la independencia, Julián del Casal –el gran lujo primero de la poesía cubana, epítome del decadentismo  “Amo el bronce, el cristal, las porcelanas…”-, Juana Borrero y luego un ausente acaso por populismo,  José Ángel Buesa, popular sonetista de muy buen hacer, en una poesía (la cubana) llena de espléndidos sonetos. Por cierto, ¿hay hoy fuera de los cantautores, que son otra cosa, poetas tan radicalmente populares como fue Buesa en la isla?  Claro, una pequeña antología, pero sabia, porque deja el apetito abierto hacia los dos lados, y porque nos muestra una muy rica poesía, que aunque conectada con la total del idioma, bien podría estudiarse en sí misma, como le pasa a las otras grandes hispánicas, incluida la española. ¿Cómo valorar la rica y plural poesía cubana de hoy, sin recorrer siquiera este sucinto mural?  “Más suave que pera/en Cuba es la gratísima guayaba…” Ahí está.

Miércoles, 4 de marzo de 2015

Villena

«Mural de poesía cubana» en las librerías de España

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Amigos, amigas,

recién salido de la imprenta: Breve antología poética que abarca desde los orígenes de la cubanidad hasta la primera mitad del siglo XX a cargo del poeta y académico cubano Virgilio López Lemus.

Estos son los poetas (y los poemas) antologados:

Manuel de Zequeira y Arango: A la piña; Manuel Justo de Rubalcava: Silva cubana; José María Heredia: Niágara; Gabriel de la Concepción Valdés Plácido Plegaria a Dios; José Jacinto Milanés: La fuga de la tórtola; Gertrudis Gómez de Avellaneda: Al partir; Rafael María de Mendive: La gota de rocío; Joaquín Lorenzo Luaces: La muerte de la bacante; Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé: A Rufina. Invitación segunda; Juan Clemente Zenea: En días de esclavitud. II; Luisa Pérez de Zambrana: La vuelta al bosque; Isaac Carrillo O’farrill: Connais-tu le pays?; Mercedes Matamoros: La muerte del esclavo; José Martí: Hierro; Enrique Hernández Miyares: La más fermosa; Bonifacio Byrne: Mi bandera; Julián del Casal; Páginas de vida; Federico Uhrbach: Campanas de Noël; Juana Borrero: Apolo; Regino E. Boti: Funerales de Hernando de Soto; René López; Barcos que pasan; Hilarión Cabrisas: La lágrima infinita; Agustín Acosta; Las carretas en la noche; José Manuel Poveda; Sol de los humildes; Mariano Brull: Yo me voy a la mar de junio; Manuel Navarro Luna: ¡Adelante!; Gustavo Sánchez Galarraga: Meditación; José Z. Tallet: Proclama; Regino Pedroso: Yuan Pei Fu despide a su discípulo; Juan Marinello: Soneto imperfecto para la frente de Pepilla Vidaurreta; Rubén Martínez Villena: El gigante

Breves extractos dichos por un amigo lejano

JOSÉ Z. TALLET

(1893-1989)

(…) Quise en mi tiempo romper unos cuantos eslabones,

y me expresé en mi tiempo con palabras distintas,

y fui precursor en mi tiempo de lo que era diferente y contrario de ayer.

Hoy estoy solo, absolutamente solo,

y no soy de mañana ni de ayer. (…)

 Proclama

RUBÉN MARTÍNEZ VILLENA

(1899-1934)

¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada

grande que hacer? ¿Nací tan sólo para

esperar, esperar los días,

los meses y los años? (…)

El gigante

HILARIÓN CABRISAS

(1883-1943)

(…)Esa!… La que en el alma llevo oculta;

la que no salta afuera ni se expande

en la pupila; la que a nadie insulta

en un alarde de dolor: La grande, (…)

La lágrima infinita

JOSÉ MARTÍ

(1853-1895)

(…)Mi mal es rudo; la ciudad lo encona:

Lo alivia el campo inmenso: ¡Otro más vasto

Lo aliviará mejor! –Y las oscuras

Tardes me atraen, cual si mi patria fuera

La dilatada sombra. ¡Oh verso amigo:

Muero de soledad, de amor me muero! (…)

Hierro

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