Legna Rodríguez Iglesias: Premio Casa de las Américas de Teatro

DDC | La Habana | 29 Ene 2016

La escritora cubana Legna Rodríguez Iglesias obtuvo el Premio Literario Casa de las Américas en la categoría de Teatro, por Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta, una obra sobre la muerte y el poder del amor. El jurado decidió galardonarla —argumentó— porque “invita a puestas en escena posibles y tan diversas como quienes la lean”.

Legna Rodríguez Iglesias, nacida en Camagüey, en 1984, tiene publicado una novela, dos libros de cuentos, un libro de literatura infantil y varios textos de poemas. Algunas muestras de su poesía se encuentran en nuestra sección DE LEER, entre ellas Llovían gatos y perros, La Marlene, 33, 22 y Cuando mando mis poemas a concurso…

Los premios de la institución cultural fueron otorgados anoche en la sede de Casa de las Américas, después de unas intensas jornadas deliberativas repartidas entre La Habana y Cienfuegos, según confirmaron varios medios oficiales, entre ellos Cubadebate.

lenaDe acuerdo con el diario oficial Granma, los jueces de Teatro—el mexicano Alejandro Román Bahena, el brasileño André Carreira, la uruguaya Mariana Percovich, el peruano Luis A. Ramos García y la cubana Fátima Patterson— también repartieron menciones a Subasta (Boceto No. 1 de la serie DíasporA), de Laura Liz Gil Echenique (Cuba), Yelow, Dream Rd., de Rogelio Orizondo (Cuba) y Odisea doble par (Farsa del Imperio), de Mariano Saba (Argentina)

En el apartado de Cuento, fue Ni una sola voz en el cielo, del argentino Ariel Urquiza, la obra premiada por el jurado, compuesto por Pedro Juan Gutiérrez (Cuba), Santiago Gamboa (Colombia), Ana Quiroga (Argentina), Eduardo Lalo (Puerto Rico) y Ramiro Sanchiz (Uruguay).

De las cenizas al texto. Literaturas andinas de las disidencias sexuales en el siglo XX, de Diego Falconí Trávez, de Ecuador, resultó el galardonado de los Premios Casa de las Américas en Ensayo de tema artístico-literario; mientras merecieron menciones las obras A flote. Dos décadas de arte en Cuba, de Mailyn Machado, y Corazones errantes: ¿Dónde está mi mundo?, de Joaquín Borges Triana, ambos de la Isla.

Por segundo año consecutivo en el concurso, el Premio de Estudios sobre las culturas originarias de América recayó esta vez en el colombiano Miguel Rocha Vivas, por Mingas de la palabra. Textualidades oralitegráficas y visiones de cabeza en las oralituras y literaturas indígenas contemporáneas.

Los galardones para la Literatura brasileña y caribeña en francés o creole fueron otorgados a Devotos e Devassos. Representação dos padres e beatas na literatura anticlerical brasileira, de Cristian Santos, Le Bataillon créole (Guerre de 1914-1918), de Raphaël Confiant (Martinica. La mención fue para Guadeloupe ouvre ses ailes froi­sseés, poesía de Ernest Pepin, de Guadalupe.

Los Premios Honoríficos, que desde el 2000 la Casa de las Américas entrega a relevantes obras de autores latinoamericanos o sobre temas de América Latina, consideraron este año libros publicados en español entre los años 2013 y 2014.

En ese sentido, el Premio de poesía José Lezama Lima, fue para Verdad posible, de Eduardo Langagne (México); el de ensayo Ezequiel Martínez Estrada para Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX, de Víctor Goldgel (Argentina); y el de narrativa José María Arguedas a Las cenizas del cóndor, de Fernando Butazzoni (Uruguay).

Mario Conde en sus Bodas de Plata

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Por José Antonio Michelena

Veinticinco años es una edad de plenitud juvenil para una persona,
pero registra otra connotación cuando se trata de un personaje que
vive en las páginas de los libros. Y esa es justamente la cifra que
alcanza, en 2016, el inefable, inquietante y popular Mario Conde,
protagonista de –hasta ahora– ocho novelas de Leonardo Padura, un
ciclo que muy apretadamente intentaremos recorrer.

Mario Conde inicia su recorrido novelesco en la edición de Pasado
perfecto que la Universidad de Guadalajara pusiera en circulación en
1991. Una de las paradojas que envuelven a Conde es su lugar de
alumbramiento: siendo raigalmente cubano fue a nacer a México.

No sabemos cómo fue la circulación internacional en esa primera
edición de Pasado Perfecto y cuántos ejemplares llegaron a Cuba,
porque solo hasta unos tres o cuatro años después pude leer la novela,
gracias a un préstamo del propio autor. Para entonces ya había leído
Vientos de Cuaresma, la segunda entrega de la saga.

Ese orden inverso no altera el resultado final de la lectura, la
cosmovisión que nos dejan las obras, porque las tramas de ambas
transcurren en 1989 al igual que las otras dos integrantes de la
tetralogía: Máscaras y Paisaje de otoño, solo que en estaciones
distintas. De hecho, los lectores cubanos, en su gran mayoría, no han
podido hacer una lectura ordenada de las novelas de Padura (ni estas
ni las siguientes) dado el alto grado de dificultad para acceder a las
mismas. (Son productos con mucha demanda y poca oferta en la isla.)

La sensación que nos produjeron esas dos novelas, devoradas más que
leídas, fue de júbilo y sorpresa por el hallazgo de una literatura
policial cubana distinta, novedosa, que se apartaba radicalmente del
agotado modelo que había imperado durante dos décadas. El logro del
escritor fue relevante: a un mismo tiempo colocaba sus libros en la
vanguardia de la narrativa local y del neopolicial iberoamericano.

Descubierto por los lectores cubanos en Vientos de cuaresma (1994), la
única cuya edición príncipe ha sido la cubana, la popularidad de Conde
no ha dejado de crecer con cada nueva entrega, en cada retorno del
personaje, según pasan los años.

¿Qué nos trajo este personaje, cuáles son sus atractivos, por qué
arrastra a los lectores de todo el mundo tras sus peripecias?

En primer lugar, por la cualidad esencial que se le pide a un
personaje literario: su credibilidad artística, su coherencia al
actuar y comunicarse en los diferentes espacios de la narración, en
los distintos ambientes de cada historia contada.

La construcción del personaje contiene una gran riqueza de elementos,
procedentes de fuentes diversas, con un rigor encomiable. El resultado
corona la aspiración máxima de un creador artístico: que su criatura
tenga una proyección orgánica al desenvolverse en diferentes tramas
argumentales y poseaidentidad, un sello propio.

Ese personaje no existía en la novela policial cubana anterior a
Padura, quien trae, a  ese género, a un policía verosímil en el campo
literarioque va a seguir “viviendo” después de la historia narrada en
cada obra.

Las cuatro primeras salidas de Mario Conde tienen un escenario común,
la sociedad cubana de 1989, año en que transcurrió el proceso de
encarcelación y enjuiciamiento de altos oficiales de las Fuerzas
Armadas y el Ministerio del Interior, sucesos que convulsionaron la
conciencia ciudadana; un cisma que se conjuga, en el exterior, con la
caída del Muro de Berlín.

Los crímenes que debe investigar en “Las cuatro estaciones” lo llevan
a zonas oscuras de la sociedad que habían permanecido sumergidas en la
anterior literatura genérica: la corrupción, el engaño, la doble
moral, la intolerancia ideológica, la homofobia, el enriquecimiento
ilícito, la prostitución, el arribismo. Tales son las “bondades” que
afloran en Pasado Perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, y Paisaje
de Otoño.

Pero en las propias novelas, como un correlato de la trama criminal,
discurre la crónica de un grupo generacional (del Conde y sus amigos)
que ha tenido que enfrentar los embates de esos males con la fuerza de
la amistad y la solidaridad.

Luego de cerrado el ciclo de 1989, Mario Conde tiene otras dos
apariciones que transcurren en la década siguiente, en las noveletas La
cola de la serpiente y Adiós Hemingway.La primera surge de la
investigación que dio lugar al reportaje sobre el barrio chino de La
Habana; la segunda,a pesar de su brevedad, es un texto
significativo,en conexión con las ambiciosas novelas posteriores,y es
la primera referencia de Conde como cazador de libros de uso.

Como buscador de bibliotecas ocultas aparece ya plenamente en La
neblina del ayer, donde lo veremos en pugna con una sociedad diversa a
la de las novelas anteriores. Enfrascado en develar un enigma, Conde
se interna en La Habana profunda del nuevo milenio, en zonas marcadas
por la marginalidad ysemejan una ciudad recién bombardeada.En estos
escenarios, fijados en 2003, es acompañado por Yoyi el Palomo, un joven
ingeniero que posee, en altas dosis, las herramientas que le faltan a
Conde para el mundo de los negocios.

La última aparición de Mario Conde (en Herejes, 2013) registra nuevos
derroteros vitales porque es lanzado no ya tras la pista de un asesino
sino de una obra de arte tras de la cual hay un asesinato, pero
también una historia de casi cuatro siglos y muchas preguntas; tarea a
la que suma la búsqueda de una joven habanera desaparecida cuya seña
más notoria es pertenecer a una de las llamadas tribus urbanas.

Las interrogantes que persiguen a Mario Conde en esta obra son de
naturaleza filosófica, religiosa, política, artística, histórica,
sociológica, antropológica, una señal de cuánto ha evolucionado el
personaje de la mano de su creador.

Tras un cuarto de siglo de andadura, el expolicía navega ya en aguas
trasatlánticas junto al artífice que le dio vida, pero quien no
imaginó la trascendencia que tendría, el milagro de aquella creación.

Sin embargo, tal vez la pregunta que más sigue inquietando a Mario
Conde, es por qué sus novelas no circulan en Cuba como debe ser, por
qué sus lectores naturales deben sufrir tanto para acceder a ellas.

Esa misma interrogación nos hacemos los estudiosos de la obra de
Padura, porque también somos víctimas de ese crimen de lesa cultura.
Mi libro de ensayo (A)cercando a Leonardo Padura, impreso desde marzo
de 2015 después de un largo via crucis, hasta donde sabemos, no ha
circulado por las librerías del país. Es un enigma que Conde no ha
podido aclarar (aunque imagina los motivos).

(2016)

Disponible en: http://www.ipscuba.net/espacios/la-esquina-de-padura/miradas-cubanas/mario-conde-en-sus-bodas-de-plata/

El fondo cubano de La Palma en La Habana

Gracias a la colaboración entre la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España y ediciones La Palma, desde este mes de diciembre puede consultarse en la Mediateca de la Embajada de España en La Habana, el fondo editorial de obras cubanas de La Palma, que son las siguientes:

libro poesíatoda esa genteescrito para borrarsoleidaLorenzoportada MBCubierta_muraldepoesia

El fondo puede consultarse en la Mediateca: Calle Cácel 51 esquina Zulueta. Habana Vieja.

Teléfonos: 86 23716 / 86 23165 / 86 2203165

Cuba pasa página, también literaria

Acaba de salir publicado en Tinta Libre un artículo más sobre la nueva generación de escritores (¡y escritoras!) cubanos. Un nuevo repaso al triste pasado de las letras cubanas de las últimas décadas (“Quinquenio gris”, “Periodo Especial”) así como una recapitulación sobre las penúltimas apuestas (Padura, Senel Paz, Jesús Díaz, etc.) y un breve muestra de las nuevas. Y esto es lo que nos interesa. Se refiere la articulista (Begoña Huertas) a la llamada Generación del Año Cero, y menciona a Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage, Jamila Medina, Rafael Grillo (Isliada), Raúl Flores y Orlando Luis Pardo.

Estando de acuerdo con el listado inicial, trascendiendo un poco la Generación Cero, hubiera podido referir también a: Anisley Negrín, Legna Rodríguez Iglesias, Erick J. Mota, Abel Fernández-Larrea, Michel Encinosa Fu, Osdany Morales, Agnieska Sandoval, Elaine Vilar, Haydée Sardiña, Irina Pino, Dolores Labarcena, Gleyvis Coro, Judith Morales, Kryster Álvarez, Lien Carrazana Lau, María Hérnandez, María Matienzo, Marvelys Marrero, Polina Martínez, Rita Martín, Susana Haug, Teresa Dovolpage, Verónica Vega, Yamila Peñalver, Yordanka Caridad, Yusimí Rodríguez… (perdón por las omisiones).

Este listado es el fruto de varios años de trabajo con los escritor@s cuban@s “jóvenes” que hacemos desde ediciones La Palma. En breve, estará disponible en las librerías de España la antología “Alamar te amo. Cuentos eróticos de escritoras cubanas”.

Les dejo el enlace al artículo (no se puede acceder vía digital):

Tinta Libre

¿Quiénes son? ¿Dónde están? La nueva narrativa cubana (El Cultural de El Mundo)

La nueva literatura cubana, la de los nacidos entre mediados de los 60 y fines de los 80, “la generación de la diversidad y la ruptura” -según el investigador estadounidense Seymur Mentor- recoge el testigo de sus hermanos mayores, los Pedro Juan Gutiérrez (1950), Reina María Rodríguez (1952), Abilio Estévez (1954), Leonardo Padura (1955), Lorenzo Lunar (1958), Rolando Sánchez Mejías (1959) o Zoé Valdés (1959). Consagrados, a media carrera y recién caídos del cielo: a continuación, un puñado de nombres de todas las orillas.

Antonio José Ponte (Matanzas, 1964), ensayista, poeta y narrador, es un atento lector de la literatura cubana, del interior y del exilio. Expulsado de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en 2003 por su oposición a la dictadura, desde 2007 reside en Madrid y codirige el digital Diario de Cuba. Autor de la novela Contrabando de sombras (Mondadori, 2002), del libro de cuentos Un arte de hacer ruinas (FCE, 2005), o de la desoladora fábula anticastrista La fiesta vigilada (Anagrama, 2007), Ponte cree que en la obra de los literatos cubanos más jóvenes hay “razones para alegrarse”. “Esos libros son literatura antes que literatura cubana. Los jóvenes escritores han leído sin tanta gravedad histórica, con menos dolor y más humor, a los autores del exilio que fueron o son censurados: Reinaldo Arenas, Cabrera Infante o Severo Sarduy. Acercaron su obra a la de autores oscuros, difíciles y relegados. Y por primera vez existen jóvenes académicos cubanos (la mayoría en EE.UU.) que siguen el trabajo de compatriotas de su generación”.

Damaris Calderón (La Habana, 1967) hila sus poemas desde Isla Negra, en Santiago de Chile, en cuya universidad imparte clases de Literatura. Las antologías de la literatura cubana y latinoamericana recientes recogen y elogian sus versos y canciones publicados en más de una decena de poemarios. Títulos como Guijarros (1994), Duro de roer (1999), Ecce Homo (2000), Parloteo de sombra (2004) o Las pulsaciones de la derrota (2014) que construyen con su lenguaje introspectivo y singular una personal lírica de la derrota.

Karla Suárez (La Habana, 1969) emborronaba cuartillas desde niña con sus versos y cuentos y no dejó de hacerlo cuando inició sus estudios de ingeniería. Tras una carrera literaria de fondo, su fama saltó en 1999 el Atlántico al ser premiada con el Lengua de Trapo de Novela por su ópera prima Silencios y fue elegida uno de los 10 mejores nobeles del año por El Cultural. En 2003 se trasladó a París y refinó -en obras como La viajera (2007) o Habana año cero (2011)- sus intereses literarios entre la intimidad y el testimonio. Hoy vive en Lisboa.

Wendy Guerra (La Habana, 1970). Novelista y poeta, autora de obras como Nunca fui primera dama (2008) o Negra (Anagrama, 2013) Guerra escribe desde la capital cubana, mantiene un imprescindible blog en El Mundo con las últimas novedades literarias de la isla (Habáname) y orea en su artículos las esperanzas y miedos de su patria. Asegura que “descubrir un nuevo autor cubano que me guste y me emocione es descubrir una nueva Cuba, lugar donde parece no quedar nadie para contar iniciando un viaje como ese, pero, de repente, como por arte de magia, surge una voz en medio de las ruinas y la noche”.

Ena Lucía Portela (La Habana, 1972) es una de las escritoras cubanas actuales con mayor proyección internacional. En 2002 obtuvo el premio Jaén de Novela con Cien botellas en una pared (Debate, 2002) y próximamente Randon House publicará en España su última creación, Djuna y Daniel. Muy crítica con el régimen cubano ha descrito su trabajo como “individualista, que da más importancia a la literatura que a la política”. Porque “el día después ya ocurrió y todo sigue parecido”.

Rebeca Murga (La Habana, 1973) adscribe su obra al policial cubano, una de las tendencias literarias isleñas más pujantes de las últimas décadas, cómo bien ha mostrado en nuestro país el sello especializado Atmósfera Literaria. Una novela negra de buen contar y cuidado de los personajes, como puede apreciarse en Los aprendices (2013), la ópera prima de Murga.

Ahmel Echevarría (La Habana, 1974) se ha llevado con sus novelas y cuentos numerosos galardones en Cuba, y sus ficciones muestran la apertura de la narrativa de la isla a las más actuales problemáticas. En La noria, su última novela, premio Italo Calvino 2013, persigue en la intersección entre la literatura y el ensayo una historia de amor homosexual que transcurre en el Quinquenio Gris, el periodo entre 1971 y 1975 de fuerte represión cultural.

01 AHMEL

Javier Marimón (Matanzas, 1975) teje sus versos desde la orilla enfrente de Cuba, desde Miami, y algunos de ellos han sido reunidos en poemarios como La muerte de Eleanor (1998) o en prestigiosas antologías como La isla entera: Seis décadas de poesía cubana (1995), editada por la Universidad de California. Vanguardista y atento a las modulaciones insospechadas de la figura poética que dispersa en un tormentoso maremagnum discursivo.

Jorge Enrique Lage (La Habana, 1979) es uno de los más experimentales narradores actuales residentes en la isla. Ha trabajado el cuento y publicado tres novelas: El color de la sangre diluida (2007) Carbono 14. Una novela de culto (2010), y La autopista: The movie (2014). En ellas arroja sus redes conceptuales sobre las inequívocas referencias de Cabrera Infante, Pedro Juan Gutiérrez y Reynaldo Arenas, y trabaja un estilo vitalista y onírico que recicla géneros dispares, de la ciencia ficción a la novela negra.

Expediente 02

Óscar Cruz (Santiago de Cuba, 1979), prolífico poeta, se ha aplicado con espíritu militante a mostrar la potencia de la resistencia cívica desde la escritura. En poemarios como Las posesiones (2010) o La Maestranza (2013) ejecuta un original baile existencial cuyos referentes son lo que llama la Montaña (alegoría de la nación) y el Mal (el maleficio que la restringe y la condena), en una búsqueda de la propia identidad que escapa a duras penas de un cansancio de décadas.

Abel González Melo (La Habana, 1980) es uno los principales agitadores de la nueva dramaturgia cubana. Acumula ya una larga lista de títulos (Por gusto, Ubú sin cuernos, Adentro y Nevada), muy representados en la isla. Su obra también se ha estrenado en España. Aquí vimos en 2013, en el Bellas Artes, su gran éxito, Chamaco. Una versión que trasladaba el retrato de los bajos fondos de La Habana a Madrid. Obtuvo el Primer Premio de Dramaturgia de la AECID y sigue sumando traducciones y representaciones en otros países.

Osdany Morales (Nueva Paz, 1981) es una de las autores más rompedoras de la literatura cubana “del exterior”. Vive en Nueva York, y ha publicado libros de relatos como Minuciosas puertas estrechas pero es conocido sobre todo por su originalísimo Papyrus (Premio Alejo Carpentier, 2012). ¿Su argumento? Un escritor recorre las Siete Bibliotecas del Mundo dejando un libro en cada una de ellas y da cuenta de las etapas de un viaje por los orígenes de la escritura, el tiempo y la tautología de la creación”.

03 Osdany Morales

Legna Rodríguez (Camagüey, 1984) ha publicado a sus 30 años una decena de libros entre la literatura infantil, la narrativa, el teatro y, con mayor y apasionada dedicación, la poesía. Libros de versos como El momento perfecto (2012), Chupar la piedra (2013) o La gran arquitecta (2013) en los que disecciona con ánimo lúdico y afán de entomólogo las anatomía del objeto poético.

08 Legna

Carlos Manuel Álvarez (Matanzas, 1989) fue la sorpresa de la pasada Feria del Libro de la Habana con su primer libro, La tarde de los sucesos definitivos (2014), “una de las mejores novelas escritas en esta isla a partir del año 2000”, según Wendy Guerra. Una ópera prima que desnuda la intimidad devastada de una pareja que abre “una nueva etapa de la literatura cubana actual”.

Cuba, escritores de espaldas al mercado, por Ronaldo Menéndez

A Cuba no le gusta el mercado editorial —tal como se entiende la oferta a destajo por parte de los empresarios del libro— y al mercado editorial yo no le gusto. Los escritores que negamos tres veces el mercado tenemos un secreto motivo para hacerlo: no vendemos mucho. Y nuestro más elegante consuelo es la esperanza de llegar a convertirnos en escritor de culto. Un libro es un objeto raro, que puede legitimarse sin su componente comercial porque muchos sabemos que el valor de una obra es independiente de su relación directa con el mercado. Pero eso no tiene nada que ver con otro fenómeno de estirpe humanista: la cultura pertenece a todos y debe estar a su alcance. Malentendido esto con muy buenas intenciones, el Estado cubano decide subvencionar el libro, pilar fundamental de la ciudad letrada.

La primera consecuencia de la ausencia de mercado es algo que podríamos llamar síndrome del escritor de espaldas al lector manso. Cortázar hablaba —en tiempos donde aún no estaba de moda el feminismo— del lector macho, o sea, de ese lector activo capaz de desentrañar todos los sentidos de un texto. Por contraste, el lector manso sería ese otro que lee de una manera más ligera y azarosa. Un escritor que trabaja con la conciencia plena (y vacía) de que al otro lado de su libro no hay nadie, sino, como mucho, gente especializada del gremio que lo leerán y juzgarán porque deben hacerlo, se arriesga a observarse el ombligo más de la cuenta.

En una de mis visitas de hace unos años recorrí la isla en busca de libros publicados y de la venia de sus autores para intentar colocarlos en España. El primer problema al que tuve que enfrentarme fue la delgadez extrema de los libros, casi no se trataba de volúmenes. No podía tocar a la puerta de editores españoles con novelas de 70 páginas y libros de relatos de 50. ¿Y por qué esta gimnástica profusión de libros flacos? Sin mercado, y como da igual el precio y la venta, lo mejor es adelgazar los libros en un país con crisis económica: así se puede publicar mucho más, cumplir estadísticas y difundir a gran número de jóvenes autores.

La primera consecuencia de la ausencia de mercado es algo que podríamos llamar síndrome del escritor de espaldas al lector manso

No quiero parecer juez porque soy parte: yo también escribí en Cuba de espaldas al mercado, teniendo como lectores a intelectuales y amigos del gremio. Sigo pregonando que un escritor debe escribir como y lo que le venga en gana, pero el mercado del libro es algo más que el precio en librerías y la engañosa publicidad para venderle bodrios al personal. Lleva asociado un sistema de divulgación, un marco de reseñas y una crítica que le sirven al escritor para autoeducarse. Para tomarle el pulso al campo literario, e ir construyendo de manera realista ese lector modelo del que hablaba Umberto Eco. Cuando en el punto de partida está descartada la posibilidad de ese lector común, manso y anónimo, el escritor se enfrenta a una peligrosa libertad absoluta. Por eso me encontré que mucho de lo que se escribía en Cuba era endógeno, hermético, gratuitamente experimental y hasta cierto punto ilegible. De pronto me vi sumergido en un reino donde los posestructuralistas franceses inspiraban relatos, se inventaban microgéneros que hace tiempo estaban inventados, los temas eran muy locales, el neobarroco seguía siendo una estética de vanguardia, o una idea enrevesada de Foucault explicaba el meollo de una novela.

Como suele suceder, no todo cabe en el mismo saco. Magníficos —y desconocidos en España— son los libros de Sergio Cevedo Sosa, Daniel Díaz Mantilla, Raúl Aguiar, Alberto Guerra, Jorge Enrique Lage o Ahmel Echevarría, entre otros. No obstante a su cualidad de obras exigentes, puedo imaginar que el lector manso consiga paladear a cualquiera de estos autores, y por tanto funcionarían en un mercado más abierto. Pero el sistema de librerías en Cuba se sostiene de espaldas al lector, subvencionado por el Estado, sin que importe promocionar y vender a ninguno de estos autores para un público más allá del gremio.

Si hay oferta es porque hay demanda: el cubano nunca ha querido vivir de espaldas a sus escritores

Si se quiere conocer el libro cubano actual, está la librería de la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), nutrida con lo más selecto que se publica en la isla, y donde jamás pone un pie el simple mortal, sino solo gente del gremio. Lo mismo ocurre con la librería Fayad Jamís, ubicada frente al Instituto Cubano del Libro (ICL), mayormente visitada por los propios escritores cubanos, algún que otro estudiante universitario y los turistas despistados que entran a ver si hay mojitos. La Moderna Poesía, emblemática librería situada en la cabecera de la calle del Obispo, va quedando como reducto aislado. Y hace poco la editorial Verbum, con sede en Madrid y fundada hace 25 años por el exiliado cubano Pío Serrano, acaba de abrir sedes simultáneas en Miami y en la calle Maloja, 567, de Centro Habana, cosa impensable hasta hace un par de años y pequeño síntoma de que el cambio no se limita a Obama y Raúl Castro hablando de las relaciones por venir.

El resto del sistema de librerías, y auténtico síntoma de esa alternativa privada que el Gobierno ha ido permitiendo, son los libreros de segunda mano. Su meca es la propia plaza de Armas, y luego en portales, ventanas, recodos, salas y nichos de viviendas con puertas a la calle. Hay zonas donde la ciudad parece una trajinada biblioteca que se vende. Un cajón de sastre ofertando libros viejos donde conviven portadas de biografías del Che con El reino de este mundo, de Carpentier, junto a los clásicos rusos que se publicaron por miles en entusiastas ediciones de tiempos del comunismo. Es como si, a pesar de la ausencia de mercado del libro, la ciudad quisiera hacerse leer. Convirtiendo en vitrina cualquier espacio, para decir que si hay oferta es porque hay demanda: el cubano nunca ha querido vivir de espaldas a sus escritores.

Babelia, El País, 31 de octubre de 2015

Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970) es autor de libros como Rojo aceituna (Páginas de Espuma) y Contar las huellas (Alba).

29 tatuajes/ La central, Madrid

La Central 1

“Un hombre ve a otro hombre con tatuajes y se pregunta si este hombre estuvo preso.

La gente se hace preguntas que puede responderte, y la respuesta combina con sus creencias.

Yo me pregunto si un hombre al ver mis tatuajes se pregunta si estuve presa.

Y la respuesta combina con mis creencias.

Pero estoy equivocada, esa no es la respuesta.

La verdad es que sí, estuve presa.

Cada vez que estuve presa me hice uno.

En la cárcel de mujeres una mujer le hace un tatuaje a otra, y esa mujer le pide que se lo haga con cariño.

Así que son tatuajes nacidos del amor.

Duele porque quema.

El tatuaje.

Y el amor”

Legna

No Sabe/ No contesta

Legna Rodríguez Iglesias

Colección G.

Ediciones La Palma

Librería La Central, Madrid

Autores cubanos desde la octava isla: Isliada, 22 de octubre de 2015

Por: Rafael Grillo

Para los que echamos de menos que las editoriales foráneas no se interesen por otros autores cubanos que no sean Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura, enterarse de la labor, ya sostenida en el tiempo, por la española Ediciones La Palma a favor de la literatura de la isla grande del Caribe, es una situación muy grata.

En los últimos meses, Isliada ha tenido mucho contacto electrónico con Ignacio Rodríguez, representante de esa editorial radicada en Madrid, y él nos ha puesto en conocimiento de la más reciente Colección Cuba (identificada en página de internet como La Octava Isla) y sus nuevas publicaciones, así como de fructíferas ediciones anteriores y venideras.

Cabe empezar por lo último de lo último, el lanzamiento más fresquito, de septiembre pasado, cuando en un esfuerzo conjunto entre La Palma y Colección G vio la luz No sabe/No contesta, nuevo libro de Legna Rodríguez Iglesias, la autora que en 2011 obtuviera el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Según la apasionada nota de contraportada se trata de “un libro neurótico. De hospital. Sus 15 historias son para perder el juicio”. También se le califica de “libro promiscuo”, por la imposibilidad de encasillarlo en las etiquetas al uso de “cuentos”, “novela”’ o “poemario”.

No es la primera vez que Legna pasa por el catálogo de este proyecto, ni tampoco el primer volumen salido de este esfuerzo combinado. Pues a este volumen 1 le antecedió un número 0, la antología recopilada por Gilberto Padilla y titulada Diez narradores cubanos que no son Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura ni…, donde además de la autora nacida en Camagüey, 1984, se incluyó a otros escritores  actuales, y ya multipremiados en certámenes nacionales, de los conocidos dentro de la Generación 0, como Ahmel Echevarría, Jorge E. Lage y Raúl Flores.

Desde febrero de 2014, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, la autóctona Colección G (desprendimiento de la Editorial Cajachina del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso) había pactado este hermanamiento con el sello madrileño para la impresión y distribución en España de esta colección que se sumaría a la Colección Cuba, su predecesora dentro de Ediciones La Palma.

El romance de La Palma con la literatura cubana comenzó, en verdad, desde 1994, cuando su colección Archipiélago publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80 (integraba a autores como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José Ponte y Sonia Díaz Corrales). Más tarde, en 1997, fue dentro de la colección Ojo Inmundo que salió Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida, un volumen en el que participaron Alexis Díaz Pimienta, Ronaldo Menéndez y Yoss, entre otros.

Ese mismo año acogió la salida del poemario Escrito para borrar. Cuaderno de playa, de Orlando González Esteva; y detrás han conseguido espacio más poetas: Soleida Ríos (El libro roto. Poesía incompleta y desunida , 2003), y Lorenzo García Vega (Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto, en 2011, poco antes de su muerte).

Ya en 2013 toma cuerpo la idea de crear una Colección Cuba, cuyo primer lanzamiento sería el Mural de poesía cubana, en 2015, que abarca desde los orígenes hasta el momento vanguardista de esa expresión en la isla y fue coordinado por un experto del nivel de Virgilio López Lemus.

La última apuesta de Colección Cuba está todavía en imprenta y será Cuba: memoria y desolvido, nada menos que una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano, con textos alegóricos al origen del ferrocarril en Cuba, la memoria de los cines de pueblo, el ajiaco, la toma de La Habana por los ingleses… Quien fraguó ese libro es José Antonio Michelena y cuenta con el sabor adicional de una introducción escrita por el recién galardonado con el Premio Princesa de Asturias, Leonardo Padura.

Puestos al corriente de esta andadura amable y quijotesca de La Palma por los caminos de la literatura cubana, que pareciera contradecir al desdén por nuestras letras mencionado al inicio, sólo resta animarlos a regresar a la rebeldía de Legna Rodríguez y emprender la lectura de No sabe/No contesta.

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La Palma distribuye “La autopista: The movie”, de Jorge E. Lage

Gracias al acuerdo entre Cajachina y ediciones La Palma, contamos con un limitado número de ejemplares del inaugural libro de la colección G. “La autopista: the movie”, de Jorge Enrique Lage, a disposición de los amantes de la colección G. en todo el mundo. Se trata de la edición cubana, con ilustración en contraportada de Jorge Otero Escobar.

Banner (con logo de Colección G.)

De esta novela, Rafael Rojas (Libros del crepúsculo, 2014) dijo: “Leyendo La autopista confirmo algo que he comentado aquí y es que la más joven generación de escritores cubanos llega con un repertorio simbólico y un campo referencial fuertemente marcado por la cultura popular y, especialmente, por la cultura popular mediática y electrónica de Estados Unidos -publicidad, series de televisión, Hollywood, nuevas tecnologías-, lo cual establece diferencias clarísimas con la generación inmediatamente anterior, la de los 90, que era más letrada, rusófila y afrancesada. No es extraño que esta nueva generación aparezca ya con un dominio pleno de la novela y el cuento, como géneros literarios, que no pase por el ritual iniciático de la poesía tertuliana y que no haga culto a la escritura fragmentaria, tan celebrada por el postestructuralismo y el postmodernismo en los 80…”

La novela solo se podrá obtener, a partir de noviembre, vía catálogo: http://www.edicioneslapalma.com/catalogo/

02 Jorge Enrique Lage

La PALMA y CUBA; CUBA y LA PALMA

LA PALMA Y CUBA; CUBA Y LA PALMA

La editorial La Palma comenzó su andadura cubana en 1994, de la mano de la poesía, como no podía ser de otro modo. La colección Archipiélago, dirigida por Elsa López, publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80, donde aparecen poetas como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José ponte o Sonia Díaz Corrales. La antología estuvo a cargo de Alicia Llarena, quien también escribió, junto a Osmar Sánchez Aguilera, una interesante introducción a la poética insular.

libro poesía

En el año 1997, trece años después de la fundación de La Palma, la colección Ojo Inmundo dirigida por David Cabrera, publica “Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida”, el primer volumen de relatos vertebrados por la experiencia del VIH a una serie de nóveles escritores cubanos, casi todos desconocidos en el extranjero por entonces y aun en la propia isla, y que hoy forman parte de un pequeño grupo consagrado a la escritura dentro y fuera de Cuba. En esta primera antología de relatos podemos encontrar a Alexis Díaz, Frank Lima, David Díaz, Norberto Marrero, Rolando Menéndez, Miguel A. Fraga o Yoss. La antología fue preparada por José Ramón Fajardo y Lourdes Zayón. El origen de la antología fue el taller literario “La montaña mágica” del sanatorio Santiago de las Vegas o “Sidatorio Villa de los Cocos”, donde los antólogos impartían técnicas narrativas a las personas infectadas por el IVH. El título responde a una de las pasiones de Pepe Fajardo: los Beatles. Cien ejemplares fueron llevados a Cuba ese mismo año y aún hoy, de tarde en tarde, se puede encontrar alguno de ellos en los puestos de libros de segunda mano.

toda esa gente

En ese mismo año, 1997, la colección Tierra del poeta saca a la luz otro tesoro insular: “Escrito para borrar. Cuaderno de playa”, del poeta Orlando González Esteva.

escrito para borrar

Desde esa publicación, la editorial La Palma, orientada en consagrar las creaciones poéticas dentro y fuera de España, no olvidó sus relaciones con la octava isla. En numerosas ocasiones surgieron proyectos, aunque la mayoría de ellos quedó en el inventario de las memorias. No fue así, empero, en el caso de la poeta Soleida Ríos, cuyo poemario, “El libro roto; poesía incompleta y desunida septiembre 1987 – julio 1989”, fue editado en 2003, en la colección Ministerio del Aire, con una Nota debajo de la puerta que dice “este libro se escribe bajo un signo terrible: dios es el hombre y tiene miedo a su edad…”

soleida

En el año 2011, poco antes de su muerte, salió a la luz la última apuesta poética de Lorenzo García Vega, “Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto” en el número 7 de la colección La Palma, dirigida por el también poeta Nicolás Melini.

Lorenzo

A finales de 2013, un equipo de intelectuales españoles con estrechas relaciones con la cultura cubana, aglutinados en la editorial La Palma, pergeñó la idea de recuperar una parte del inmenso material artístico que duerme en el sueño insular. De este modo, surgió la idea de la Colección Cuba, un intento restaurador ajeno a encorsetamientos genéricos, y por tanto heterodoxo, que pretende cubrir el vacío de una suma de minoritarias pero inmensas sensibilidades artísticas que sobreviven talentosamente en la Cuba de hoy pese al aplastamiento de sus condicionantes materiales. El primer número, “Mural de poesía cubana”, abarca la poesía cubana desde sus orígenes al vanguardismo, editado a inicio de 2015 bajo la dirección de Virgilio López Lemus.

Cubierta_muraldepoesia

En febrero de 2014, durante la Feria del Libro de La Habana, se materializó el acuerdo entre Ediciones La Palma y Editorial Cajachina, por la cual se imprimiría en España una colección hermana, aunque no gemela, de la Colección G. habanera, partiendo de un número 0 inaugural que recogería 10 relatos de 10 narrador@s jóvenes y prolíficos en publicaciones y premios. Diez narradores y narradoras que, como bien señala Gilberto Padilla, editor de la colección, no son ni Pedro Juan Gutiérrez, ni Zoe Valdés ni Leonardo Padura… sino Ahmel Echevarría, Orlando Luis Pardo, Legna Rodríguez Iglesias, Jorge E. Lage o Raúl Flores.

Portada_Malditosbastardos

En el año 2015, tras las numerosas alabanzas de revistas como Leer o Quimera, así como de críticos literarios como Ignacio Echevarría o Daniel Serrano, por no hablar del propio Pedro Juan Gutiérrez, que se encontró con el libro en la Feria del Libro de Tenerife y acabó comprándolo, leyéndolo y reseñándolo, La Palma afianza su relación con la Cajachina habanera y saca a la calle, con una semana de diferencia con La Habana, el segundo volumen de la Colección G.; “No sabe/ No contesta”.

Legna

Y para acabar la actualización, la editorial La Palma tiene en imprenta el siguiente volumen de la Colección Cuba. Una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano. En el libro “Cuba: memoria y desolvido” se recogen textos de los orígenes del ferrocarril en Cuba, de la memoria de los cines de pueblo, del ajiaco, o de la toma de La Habana por los ingleses. El autor del libro es José Antonio Michelena y cuenta con una soberbia introducción de Leonardo Padura.

portada n1

Las colecciones G. y Cuba siguen buscando artistas…

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