“La primera vez que caminé sin rumbo por Barcelona llegué hasta el Camp Nou. No entré. No había partido. Me senté a mirar por fuera el estadio más grande de Europa, la catedral del Barça. Un cartelón decía: Mes que un club. Para entonces el catalán ya me parecía una lengua arrogante.
Solo volví al Camp Nou en otra ocasión, y fue para encontrarme con el duelo más intenso del fútbol mundial. No me creía del todo estar sentado allá dentro. Aquella noche noté que Cristiano Ronaldo, la estrella del Real Madrid, tenía una protuberancia junto al cuello, un bulto que se le marcaba bajo la camiseta blanca. Pensé que podía ser un tumor benigno…”
FUERA DEL JUEGO