by Sampsonia Way / July 29, 2013
En la Cuba de hoy varios autores –unos muy jóvenes y otros pasados los treinta– desafían los cánones tradicionales literarios. ¿Quiénes son? ¿Qué están escribiendo? Algunos nombres han sido presentados por otras publicaciones, mas leer un compendio de su obra era, hasta hoy, imposible. Sampsonia Way invitó a su columnista Orlando Luis Pardo Lazo para que editara una antología con los nombres, que según su criterio como escritor y bloguero de La Habana, podrían ser claves en el futuro de la literatura cubana.
Pardo Lazo optó por concentrarse en lo que él llama Generación Año Cero y que, distinto a lo que estamos acostumbrados, no aglutina a sus miembros por edad sino por el año en que estos empiezan a publicar: el 2000. Según el editor, el nombre también hace referencia a que estos escritores empiezan “desde cero”, sin experiencia previa.
Generación Año Cero es un fenómeno eminentemente urbano, muy de La Habana, tanto en la biografía de sus autores como en sus temáticas. Si existen otras coincidencias entre ellos, son la tendencia de sus miembros a no aceptar ninguna etiqueta, ni siquiera el nombre de Generación Año Cero, y su presencia en el espacio cibernético. La mayoría de sus historias deconstruyen desde los paradigmas despóticos de la identidad nacional hasta la propia tradición literaria ad usum.
Si bien es cierto que resultaría imposible incluir a todos los cuentistas de este grupo, también lo es que esta muestra, bajo el título de “GENERACIÓN AÑO CERO: NUEVARRATIVA EN LA LITERATURA CUBANA e-MERGENTE”, es una puerta abierta a un nuevo movimiento literario.
Sampsonia Way presenta el prólogo escrito por Pardo Lazo, como la primera entrega de una serie que incluye 16 cuentos acompañados de la biografía de sus escritores, así como fragmentos de entrevistas que han concedido a diferentes medios de comunicación. La serie ha sido ilustrada con la obra de los artistas contemporáneos El Sexto y Luis Trápaga, quienes hasta la fecha no han participado en ninguna exhibición internacional.
Nueva Bandera Cubana por El Sexto.
Prólogo por Orlando Luis Pardo Lazo
Nueva narrativa o nuevarrativa es un término retador. En especial si viene de Cuba, una isla más bien claustrofóbica todavía hoy, en estos tiempos post-revolucionarios en que el general Raúl Castro trata de reformar toda la vida social para preservar todo el control sobre la misma (incluida la cultura, por supuesto, y la literatura).
La nuevarrativa cubana emerge, pues, no como reacción pasiva sino como resistencia activa. Y emerge desde cero, inesperada, desde los márgenes de la tradición literaria y el mainstream, casualmente justo durante los llamados años cero en Cuba: la década decadente de los 2000´s.
Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana de 1971, donde aún reside y resiste. Como bloguero independiente, es escritor y fotógrafo. Su más reciente libro de ficción se llama BORING HOME (Garamond, 2009). Desde 2010 es el editor el e-zine literario y de opinión VOCES.
Por edades, técnicamente no se trata de una sola generación, pero en algún punto de sus meteóricas carreras se han llamado a sí mismos así: Generación Año Cero. Siendo un fenómeno ante todo urbano, interesado mucho más en la prosa que en la poesía o el ensayo, ya han ocupado los espacios públicos y privados con sus lecturas performáticas, que involucran otras expresiones artísticas como la música y el video-clip.
Expulsados o auto-excluidos de algunas instituciones cubanas según sus bizarras biografías, en sus textos muchos mutan con facilidad de la irreverencia a la indolencia a la incredulidad a la iconoclastia, deseosos de deconstruir todo discurso previo sobre lo que se supone sea la “cubanidad”, desde lo erótico hasta lo político, y apostando mejor por una cierta cubanidad descubanizada.
Así, la nuevarrativa comprende un amplio rango de tópicos que se mueven del realismo sórdido más que sucio de Lizabel Mónica y Jhortensia Espineta, a la ciencia ficción de Erick Mota y las intertextualidades de Osdany Morales. Algunos de estos escritores llegan incluso a expresarse directamente en inglés, como el melómano Raúl Flores, en una especie de xenofilia que aspira a escapar del fundamentalismo hispanista. Otros, como la artista del performance Polina Martínez Shviétsova o el traductor Abel Fernández-Larrea, musicalizan su prosa narrativa con los acordes genéticos de una lengua post-soviética llegada como de otro planeta (o de una paleo-Revolución que en Cuba todavía no del todo pasó, pues nuestros gobernantes son octogenarios que sobrevivieron al Boom y a la Caída del socialismo real). Y hay hasta quienes se apropian de un francés aprendido viendo festivales de cine europeo, como la bloguera Lia Villares. Mientras que otros dan cabida en sus obras a un humor de sutiles raíces sociales, como Carlos Esquivel y Gleyvis Coro Montanet. No son pocos los que exploran el formato digital underground cubano, desarrollando peñas para la polémica como Espacio Polaroid (en Ciudad de La Habana) y revistas literarias y de opinión (en Cuba no son legales) al estilo de: Cacharro(s) de Jorge Alberto Aguiar Díaz, Lizabel Mónica y Orlando Luis Pardo Lazo; 33 y 1 tercio de Raúl Flores, Michel Encinosa y Jorge Enrique Lage; The Revolution Evening Post de Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage y Orlando Luis Pardo Lazo; La Caja de la China de Lien Carrazana; Des-Liz de Lizabel Mónica; y Voces de Orlando Luis Pardo Lazo junto a la reconocida bloguera cubana Yoani Sánchez y su esposo el periodista independiente Reinaldo Escobar.
Este arco iris de subjetividades e-mergentes ya ha ganado casi todos los premios nacionales dentro de Cuba, pero aún es virtualmente inédito fuera de la Isla. Algunos nuevos nombres se han sumado a la Generación Año Cero (Jamila Medina, Anisley Negrín, Arnaldo Muñoz Viquillón, Legna Rodríguez y Evelyn Pérez, por ejemplo), pero no aparecen en esta antología inicial, cuya primicia publica ahora Sampsonia Way Magazine, con la gráfica de dos artistas contestatarios de La Habana: el grafitero Danilo Maldonado “El Sexto” y el pintor Luis Trápaga.
Por Luis Trápaga.
Creemos que antologar, como traducir, es traicionar. Traducir una antología es, por lo tanto, una doble traición. Pero, en literatura, sólo las posiciones radicales son creativas. Todo arte auténtico parte del desastre y, ya sabemos, el lenguaje existe porque la comunicación es imposible.
Habría, pues, que pensar lo literario literalmente desde la herejía, nunca desde las estéticas de un ecumenismo cultural. Habría que antologar desde la angustia, decidir desde el delirio, instigar desde lo imposible. En literatura, el pacifismo es el peor pecado: todo panorama poético invita a ser violado con un corte longitudinal, que es el más efectivo si estuviéramos hablando en términos de abrir venas y arterias con cada narración. Y es que toda antología es siempre un poco suicida (y otro tanto censora).
Cuba entera se comporta como tal. Un gueto de personajes mitad patriotas y mitad apátridas. Una clínica sin clic, pues en pleno 2013 el gobierno aún no autoriza el derecho ciudadano a la información, lo cual incluye por supuesto a internet.
Entonces, puestos a antologar en Cuba —coto cerrado entre una represión feudal de puertas adentro y la utopía terrena de cara a la izquierda internacional—, la labor del editor ha de ser casi heroica. Si, como es el caso de este dossier exclusivo para Sampsonia Way Magazine, se trata de voces emergentes en la Isla literaria, entonces ya no tendremos una simple selección, sino una apuesta que nos pone en peligro. Se trata de una botella lanzada al futuro, que puede explotar como una granada de infinitos significados o que puede regresar a duras penas hasta el lector como un boomerang vacío.
Seamos sinceros: nadie sabe qué pasará mañana con los ya no tan jóvenes autores cubanos de esta llamada Generación Año Cero, ahora antologados desde Pittsburgh o tal vez Pittsburghabana por primera vez en español a la par que en inglés.
Seamos incluso cínicos: tampoco importa mucho qué pasará. Literatura y profecía no son sinónimos. No hay garantía de éxito, más allá del universo único de cada texto autoral. La literatura no implica certeza, es sólo un síntoma de la experiencia humana, que es básicamente una experiencia imaginaria: ficción iluminada por la memoria emotiva y expresada según los límites del lenguaje. Esa es toda la sabiduría que cabe dentro de lo literario. Y la sabiduría termina muchas veces en el golpe de efecto de un fracaso.
Lo que es más: estos autores no temen, sino que buscan infatigablemente ese fracaso. Una carrera de éxito es siempre sospechosa, cuando no acarrea la culpa y cierta sensación de colaborar con el statu quo.
No. A nuestros antologados tampoco les encaja nada bien, dentro del campo minado de lo literario, esa noción standard del éxito, ni una idea naif de lo democrático. En la nación literaria, la mayoría tiende a estar equivocada, dormida entre los lugares comunes del canon de la tradición y los milagros del mercado. De manera que una especie de “público privado” ha de ser concebido una y otra vez por cada generación literaria, especialmente si se trata de una generación de cubanos que parecen esquivar el clásico concepto de campo literario, para provocar a un camping literárido secuestrado por un Estado obsoleto que aspira a ser el Máximo Narrador.
Así, entre las ficciones mayoritarias del poder y la literatura menor de esta nuevarrativa a ras del Año Cero o 2000, la Cultura Cubana con mayúsculas no gana nada o, mejor, gana la nada. Vaciamiento de autor versus violencia de Estado. En ese nihilismo espontáneo —donde se prioriza lo histriónico antes que lo histórico, el hedonismo de todo exilio interior antes que la barbarie revolucionaria, lo íntimo antes que lo institucional (lo doméstico aún no domesticado: la libertad residual), y la retórica antes que el relato—, estaría sin duda el rasgo más visible de este fenómeno escritural que Sampsonia Way Magazine intenta fotografiar: el Hombre Nuevo está cansado de ser no un intelectual comprometido, sino de que lo comprometan fuerzas ajenas a su obra y su voluntad.
Los lectores del mundo se asoman, pues, a una literatura que intenta ubicarse lejos de los estereotipos de la cubanía, sin por ello evadir el tedio terminal de un día a día habitado al límite que, a los efectos de estos autores, es un día a día de resistencia al margen de la contemporaneidad.
Me gustó mucho esto, me vi clarita en su descripción de esa generación.
Muchas gracias!