Orlando Luis Pardo presenta en Miami antología de 11 escritores cubanos (aunque no se trata de “Malditos bastardos”)

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Sarah MorenoEl Nuevo Herald, 27 de mayo de 2014

Ante el criterio de algunos cubanólogos, politólogos, historiadores y analistas del caso cubano de toda índole que consideran que uno de los legados del castrismo en la isla es la desconfianza entre los cubanos, Orlando Luis Pardo tiene un criterio diferente.

“El castrismo fue, ante todo, un enfermizo exceso de confianza”, dice el bloguero disidente, en entrevista vía email con el Nuevo Herald. Y es difícil contradecirlo cuando se piensa en las consecuencias de esos letreros que los cubanos pusieron hace cinco décadas a la puerta de su hogares y que rezaban: “Esta es tu casa, Fidel”.

“No confiarnos entre los propios cubanos nos hace más sabios y saludables en tanto pueblo”, afirma Pardo, que ha sido en los últimos años una de las voces más críticas contra el gobierno cubano desde sus blogs Lunes de Post-Revolución y Boring Home Utopics, y que a su vez ha experimentado las consecuencias de esta rebeldía en la persecusión de las autoridades, no solo contra él, sino contra sus allegados.

“Cuando no tenía voz, tenía mucho miedo y vivía sin biografía. En el momento en que recuperé la voz, casi sin darme cuenta, el miedo se hizo entonces mi única mentira”, afirma, precisando el saldo de una postura como la suya en la Cuba actual. “Lo pierdes todo, pero quedas más libre que nadie en el mundo”.

Pardo (La Habana, 1971) ha escrito desde dentro de la isla y “ha posteado” fotos de La Habana que son un revelador testimonio del cataclismo que ha vivido la ciudad y sus habitantes. Ochenta de estas imágenes que vieron primero la luz en el fotoblog Boring Home Utopics serán publicadas este año por Restless Books (Brooklyn, New York), según informa Pardo, ahora desde un punto de la geografía de Estados Unidos.

“Vivo a salto entre ciudades y aviones, sobre todo en Washington, D.C.”, dice el escritor, que el miércoles 28 estará en Miami para presentar en Books and Books Cuba in Splinters, una antología en inglés en la que ha compilado relatos de 11 narradores cubanos de la llamada Generación Año Cero, en referencia a un grupo de escritores que, como él, comenzaron a editar y publicar desde la isla en revistas digitales, a principios del siglo XXI.

“Nos une el deseo de ruptura con la tradición literaria y con los estereotipos que el mundo espera de ‘lo cubano’. Reconocemos que esa voluntad de fuga al final fracasa y uno cae de nuevo bajo el peso de la gravitación nacional. Cuba como fatalidad”, explica cuando se le pregunta cuáles son los elementos en común de las historias antologadas y el criterio de selección. “Elegí los 11 relatos de Cuba in Splinters como quien escribe un testamento generacional, como quien busca una aguja entre los restos de patria, como quien se hace una foto de la familia que nunca fue. Con suerte, aspiramos a inaugurar el siglo XXI literario cubano, que todavía sigue pataleando en provincianismos insulares propios no ya del siglo XX sino incluso del XIX. Quisiéramos que la ‘reiteratura’ cubana se convirtiese en ‘liberatura’ ”.

De esos 11 escritores solo tres residen fuera de Cuba: Jorge Alberto Aguiar Díaz (JAAD), que vive en España y es monje budista; Lien Carrazana Lau, que es parte del equipo editorial de la publicación digital radicada en España Diario de Cuba, y el mismo Pardo. El resto, como, por ejemplo, Lia Villares, una de las más activas blogueras, responsable de las bitácoras Habanemia y Arroz con punk, permanece en Cuba.

“Todos escriben desde cierta noción de exilio”, afirma Pardo, para luego explicar, “no nos parecemos entre nosotros. Entre los autores Cero los hay rusos y chinos, esteticistas y ripiosos, cultos y atroces”.

A principios del 2000, con la publicación de revistas digitales como Cacharro(s), 33 y Tercio, La Caja de la China, DesLiz y The Revolution Evening Post, que llegaron antes del boom de los blogs, muchos de esos escritores emprendieron el camino para ser un poco más libres. Sus publicaciones fueron, como explica Pardo, radicalmente revolucionarias en texto e imagen, pero también poco leídas.

‘Los lectores del tema ‘Cuba’ son mitad conservadores y mitad reaccionarios. Ese será el mejor legado del castrismo: una intelectualidad indignante ante un público paupérrimo”, apunta Pardo, que se graduó de Bioquímica en la Universidad de La Habana en 1994 y trabajó cinco años como biólogo molecular en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, hasta que lo expulsaron por un delito de opinión que afirma no cometió.

“Nunca me decepcionó la Revolución, siempre me resultó de una retórica ajena”, apunta.

Si la irreverencia y frescura con que se expresan los autores de Cuba in Splinters –publicada por O/R Books, de Nueva York, en traducción de Hillary Gulley– pueden crear la ilusión de que hay espacios de libertad más amplios en isla, el espectro de la censura gravita aun sobre la cultura cubana.

“Sigue en pie la actitud despótica del Estado hacia la libre creación en Cuba. Sigue en pie el matonismo [el talante de matones de la cúpula gobernante] que desprecia todo intento intelectual”, dice Pardo, que en el prólogo de la antología recuerda el acto de suprema guapería de Fidel Castro cuando, durante la famosa reunión con los intelectuales en la Biblioteca Nacional en 1961, desenfundó la pistola y pronunció la frase: “Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”.

Como apunta Pardo, hoy hay escritores encarcelados en Cuba, entre ellos, Angel Santiesteban, autor del blog Los hijos que nadie quiso. Otros no tuvieron otro recurso que tomar el camino del exilio para no estar en la misma situación.

“A mí desde el 2008 me advirtieron que nunca más publicaría una letra en Cuba. En este sentido, Abel Prieto fue un ministro matón, un sargento asesino con pelos de oveja, un taquígrafo del totalitarismo. Como Ministro de Cultura, Armando Hart era un ángel comparado con él, además de que escribía mucho mejor que Prieto, y tuvo la delicadeza de no publicar novelas. No estoy ironizando. Lo que es más: antes que Hart, Fidel Castro es el Ministro de Cultura que todo autor merece en las sociedades paternalistas. La literatura cubana está escrita en una lengua muerta llamada Fidel”, dice el escritor.

A pesar de esta imposibilidad de publicar en su país, las semblanzas biográficas de Pardo dicen que “su residencia es en La Habana y que vive temporalmente en Estados Unidos”. Por otra parte, cuando el Nuevo Herald le preguntó cuál fue el momento en que se dio cuenta que no podía vivir en Cuba, el escritor fue firme en su respuesta.

“Descubrí que no podía vivir más en Cuba cuando el domingo 22 de julio del 2012 asesinaron a sangre fría a Oswaldo Payá, acaso tras someterlo a un juicio sumarísimo antes de ejecutarlo. ¿Has visto la foto de Fidel Castro haciendo la L después de la Primavera Negra de 2003? Una hiena”, dijo Pardo, afirmando a su vez que ese día decidió que “mi cadáver no quedaría en Cuba, que tendrían que venir a matarme en el exilio, lo cual es más fácil. Todas las noches me despierta puntualmente la misma pesadilla: despierto y estoy en Cuba; poco después, caigo en la cuenta de que estoy en Cuba porque estoy muerto”.

Una pesadilla similar vive el protagonista del relato suyo que Pardo eligió para incluir en la antología, El hombre, el lobo y el bosque nuevo ( The Man, The Wolf and The New Woods), cuyo título parodia el cuento de Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo, en el que se inspira el filme Fresa y chocolate.

Pardo narra el regreso a la isla, 20 años después de vivir fuera, de Diego, el homosexual. “Diego soy yo: lúcido, sexual, escéptico, chocofresa”, expresa Pardo. “David es Senel Paz: lúgubre, lujurioso, estulticio, insípido. David es quien cuenta el cuento de Senel Paz en 1991: El lobo, el bosque y el hombre nuevo, pletórico de patetismo y pudor [un texto que yo adoro, por cierto]. Diego, en cambio, es quien narra mi cuento, una crónica cínica de cómo Cuba se convirtió en nuestro cadalso anacrónico”.

Desde la azotea de la casa de Nancy en Lawton, la mujer madura, voluptuosa y suicida –el personaje que interpreta Mirtha Ibarra en el filme de Tomás Gutiérrez Alea–, el Diego de Pardo contempla La Habana como si fuera el Aleph. En este cuento que incluye a Lezama Lima, pero también a Jorge Luis Borges y a Robert Arlt, a Calvert Casey y a los grupos musicales Habana Abierta y Habana Oculta, la literatura cubana se comporta menos provinciana, como se propuso la Generación Cero. La cuestión es que Diego ha vuelto a Cuba, pero Cuba no lo quiere. Es un final sugerente para zanjar ese dilema tan candente entre algunos exiliados: volver o no volver a la isla.

“He hablado en universidades desde Miami hasta Alaska, y no es que haya tanta diferencia tampoco: todo es desierto. Soy un paria perfecto, como en Cuba”, cuenta Pardo cuando se le pregunta a qué se dedica en estos días.

Muchísimas personas me han apoyado, incluso desde posiciones políticas que no comparto. Quiero expresar, pues, mi gratitud a un exilio que no tiene que reconciliarse con nadie, porque de nada es culpable”.

Los autores en Cuba están súper satisfechos con contar con este libro en sus manos, en un país que no reconoce las antologías ‘de grupo’. Ojalá podamos hacer pronto un lanzamiento dentro de la Isla”, concluye.

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