Apocalipsis La Habana (americans are coming), por María Matienzo

Apocalipsis La Habana (americans are coming)” es una selección de reportajes publicados en el periódico digital Diario de Cuba. Y aunque la digitalidad obliga a contar brevemente, sin rodeos, y estos reportajes están llenos de gente que prefirió no dar su nombre, son definitivamente un pedazo de la realidad cubana en transición.
En estas páginas se habla de hambre, miseria, mentiras, calamidades, del arribo de los americanos y de una Revolución que patalea ante lo inevitable: se está quemando el muro de bagazo que un par de militares y sus correligionarios han construido alrededor de la isla y la verdad se está saliendo.
Quizás el lector encuentre, entre línea y línea, algo de esperanza. Pero la autora no lo asegura. Una recomendación inicial pudiera ser que si alguien quisiera quedarse con la promesa del paraíso comunista que es para muchos Cuba, no lea este libro. Entre sus manos tiene una visión crítica formada dentro del propio sistema.

 

Apocalipsis La Habana

ISBN/13: 9788416179473
Num. Páginas: 208
Tamaño: 150 X 210 mm
Año de publicación: 2016
Editorial: Guantanamera
Precio: 13,90 euros
Temática: PROSA: NO FICCIÓN

El cine y la literatura acompañan a La Palma en La Habana

La Habana, 6 de febrero de 2017

Por: Mario Vizcaíno Serrat

La editorial española La Palma regresó a La Habana con su producción más reciente de reverencia a la cultura cubana: una enjundiosa colección de cartel cubano hecho para cine.

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Durante la presentación en Fresa y chocolate, Luciano Castillo, Guillermo Corral, Reynaldo González, Sara Vega e Ignacio Rodríguez.

   La compilación la armó Sara Vega, especialista de la Cinemateca, perteneciente al Instituto cubano del cine, tras un minucioso recorrido por el cartel para cine nacional desde 1915 hasta la actualidad, que La Palma convirtió en elegante ejemplar.

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Presentado en el centro cultural Fresa y chocolate –como la película de Tomás Gutiérrez Alea- El cartel cubano llama dos veces, editado por la Colección Cuba, atrajo a cineastas, críticos, diseñadores y periodistas que pudieron admirar el detallado trabajo de Vega en el estudio y la clasificación de los mejores carteles de cine cubano.

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Durante la presentación de la Colección G. en la Embajada de España en La Habana: Guillermo Corral, Gilberto Padilla e Ignacio Rodríguez

  Mientras, en la embajada española en La Habana, decenas de lectores tuvieron acceso a cuatro volúmenes de lo más fresco de la literaria colección G: Malditos bastardos, antología con obras de jóvenes narradores que muestra la evolución de la literatura isleña, el cuaderno de cuentos No sabe/No contesta, de Legna Rodríguez, y las novelas Días de entrenamiento, de Ahmel Echevarría, y La autopista, de Jorge Enrique Lage.

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Después de la presentación, en la azotea de la Emabajada, con Pedro Juan Gutiérrez

  De ese modo, La Palma continuó su labor de promoción de buena literatura cubana y agrega ahora, con el libro sobre el cartel para cine, una mirada a otras manifestaciones del arte que valga la pena diseminar fuera de las fronteras de la isla. Una mirada que seguirá deteniéndose y escogiendo dentro de la abundante calidad de la cultura cubana.

El Pequeño Cine Estudio de Madrid venderá el «El cartel cubano llama dos veces»

Madrid, 26 de enero de 2017

A partir de hoy, jueves 26 de enero, el Pequeño Cine Estudio de Madrid vende en exclusiva, con un 5% de descuento, la última obra de Colección Cuba de ediciones La Palma: «El cartel cubano llama dos veces», recientemente presentado en La Habana.

El libro constituye el último trabajo de la Cinemateca de Cuba sobre el cartel cubano, desde 1915, año del que se conserva la primera obra de la cartelística cinematográfica nacional («El veneno de un beso»), hasta el año 2015, es decir, un siglo después. El ensayo de Sara Vega recorre la cartelística cubana exclusivamente centrada en la producción nacional, uno de los aspectos novedosos de esta obra.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID y ediciones La Palma han coeditado esta priemera edición de 1.ooo ejemplares.

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Palabras de presentación de «El cartel cubano llama dos veces», de Sara Vega»

El martes 17 de enero se presentó en La Habana el libro sobre la cartelística cubana, de Sara Vega Miche, de quien reproducimos sus palabras de agradecimiento.

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«Agradezco a todos los que asisten a esta presentación  y que no saben si podrán comprar el libro. A los amigos que vinieron por mí, porque se alegran por lo que de alguna manera resulta un premio a mi trabajo.

A todos los que durante mucho tiempo han colaborado conmigo en libros, exposiciones, conferencias, proyectos y en la tarea de documentación catalogación y completamiento tanto del fondo físico como digital de carteles de la Cinemateca de Cuba. Fotógrafos, restauradores digitales, personal de la Biblioteca Nacional y diseñadores, especialmente Claudio Sotolongo, quien no está aquí hoy, pero que desde que era un estudiante del ISDi trabaja conmigo como si recibiera un salario por sus ideas, por su dedicación, porque le conviene.

Especialmente agradezco a Luciano Castillo a quien pertenece esta idea de mirar con atención y en exclusiva,  a los carteles producidos para la promoción del cine nacional los cuales, hasta ahora, no habían sido debidamente atendidos por estar en desventaja dentro de ese inmenso volumen que son los carteles realizados para filmes extranjeros. Él me hizo pensar en ese tema y descubrir cosas en las que no había reparado. A la embajada de España en Cuba cuyo apoyo resulto vital para llevar a vías de hecho esta publicación y por supuesto agradezco  a Ignacio Rodríguez, Nacho, quien apoyó con fuerza y esfuerzo el libro y siempre estuvo al tanto de todo.

También agradezco a Gilberto Padilla, el editor, con quien se trabaja en libertad y con el que  mantuve conversaciones fáciles e inteligentes con relación a la gráfica y a otros asuntos y que aportó sugerencias no solo en el campo de la edición sino también en el diseño.

Especial mención merece Alejandro Rodríguez, Alucho,  quien es el responsable máximo del excelente diseño de este libro y con quien vivimos jornadas tensas debido a la premura de la entrega, lo cual ocurre siempre, pero que con su talento consiguió trasmitir la esencia del contenido y aporto soluciones atractivas y eficaces.

No puedo dejar de mencionar a Dawn y Alyssa, fotógrafos de la Universidad de Los Ángeles, California, quienes en una de sus visitas a la Isla con una rapidez olvidada por estos predios y de manera divertida lograron fotografiar los fondos de  carteles de la Cinemateca, lo que sin dudas hizo posible la excelente reproducción de las obras que aparecen en este libro.

Finalmente a Reynaldo González quien gentilmente accedió a presentar El cartel cubano llama dos veces y recordar mi trabajo durante el tiempo en que también lo incentivó durante los años en que dirigió la Cinemateca de Cuba.

A todos gracias por estar aquí»

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Ediciones La Palma ha publicado a 3 de los 10 autor@s cuyas obras ganaron los Premios de la Crítica Literaria en Cuba para los libros publicados en 2015

En la tarde del pasado jueves 15 de diciembre, se efectuó en La Habana la entrega del Premio de la Crítica Literaria a los 10 libros más importantes, de autores nacionales, publicados en Cuba durante el pasado año. Un jurado, integrado por 7 miembros del Círculo de la Crítica, presidido por la doctora Margarita Mateo Palmer, otorgó los premios, atendiendo, principalmente, a su calidad literaria y a su importancia, según consta en el acta enviada a los medios por el Instituto Cubano del Libro. Las obras distinguidas son:

  1. El convidado del juicio, de Antón Arrufat. Ediciones UNIÓN.
  2. Encuentros cercanos de vario tipo (ensayos sobre literaturas en diálogo), de Mayerín Bello. Editorial Letras Cubanas.
  3. El niño congelado, de Mildre Hernández. Editorial Casa de las Américas.
  4. Virgilio Piñera al borde de la ficción, de Carlos Aníbal Alonso y Pablo Argüelles Acosta. Tomos I y II. Coedición Editorial Letras Cubanas y Editorial UH.
  5. La cinta métrica, de Efraín Rodríguez Santana. Ediciones UNIÓN.
  6. Cuba en sepia, de José Antonio Michelena. Ediciones Boloña.
  7. Recreos para la burocracia, de Sigfredo Ariel. Ediciones UNIÓN.
  8. trillos/ precipicios/ concurrencias, de Alfredo Zaldívar. Ediciones Matanzas.
  9. Esperando por el sol, de Raúl Flores Iriarte. Ediciones Matanzas.
  10. La hija del reo, de Sonia Díaz Corrales. Editorial Letras Cubanas.

De estos 7 autores y 3 autoras galardonados con el Premio de la Crítica, ediciones La Palma publicó, en años precedentes, obras de 3 de ellos. Son las siguientes:

1994: Poesía cubana de los años 80. Antología. La Colección Archipiélago, dirigida por Elsa López, publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80, donde aparecen los poemas «Fuera de toda lógica», «Dicen que antes yo era el humo», «Nada», y «Los otros», de Sonia Díaz Corrales

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2015: Malditos bastardos. El número inaugural de Colección G., dirigido por Gilberto Padilla, presenta una decena de autores y autoras de la Generación Año Cero, entre los que se encuentra Raúl Flores, con el relato «Extras»

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2016: Cuba: memoria y desolvido. El segundo número de Colección Cuba seleccionó la obra de crónicas periodísticas de José Antonio Michelena, cuyo libro gemelo, «Cuba en sepia», se encuentra entre los premiados de 2015

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Dan a conocer Premios de la Crítica Literaria de Cuba, 2015

Maykel Paneque, La Habana,16 de diciembre de 2016

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Una decena de títulos de importantes casas editoriales del país recibieron este jueves el Premio de la Crítica Literaria 2015 en el Centro Cultural Dulce María Loynaz (CCDML) en una ceremonia presidida por Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro (ICL).

El convidado del juicio, del Premio Nacional de Literatura Antón Arrufat, La cinta métrica, de Efraín Rodríguez Santana y Recreos para la burocracia, de Sigfredo Ariel, fueron los libros seleccionados del catálogo de Ediciones Unión.

La hija del reo, de Sonia Díaz Corrales, Encuentros cercanos de vario tipo (ensayos sobre literaturas en diálogo), de Mayerín Bello, y Virgilio Piñera al borde la ficción, compilación de textos hecha por Carlos Aníbal Alfonso y Pablo Argüelles Acosta (tomo I y II), encabezaron los títulos de la Editorial Letras Cubanas, este último en coedición con Editorial UH.

Ediciones Matanzas se llevó dos galardones otorgados a trillos / precipicios / concurrencias, de Alfredo Zaldívar, y Esperando por el sol, de Raúl Flores Iriarte.

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El niño congelado, de Mildre Hernández, (Fondo Editorial Casa de las Américas) y Cuba en sepia, de José Antonio Michelena (Ediciones Boloña) completan los títulos seleccionados.

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Al acto de entrega del Premio de la Crítica Literaria 2015 asistieron también Juan Carlos Santana y Edel Morales, vicepresidentes del ICL, y Jesús David Curbelo, director del CCDML.

El Premio Anual de la Crítica se adjudica a los libros de literatura y arte más importantes publicados por las casas editoriales cubanas durante el periodo de un año, resaltó un comunicado.

Trascendió además que el premio es convocado desde el Centro Cultural Dulce María Loynaz por el Instituto Cubano del Libro y la deliberación la efectúan miembros del Círculo de la Crítica Literaria. El objetivo del galardón es estimular tanto la creación de los autores como el trabajo de las editoriales.

El jurado, presidido por Margarita Mateo Palmer, lo integraron: Daniel Díaz Mantilla, Marilyn Bobes, Cira Romero, Zaida Capote, Eugenio Marrón y David Leyva, cuyo veredicto tuvo lugar el lunes 14 de noviembre en el CCDML.

Editado por: Nora Lelyen Fernández

Tomado de: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=19979&idseccion=30

 

Luis Antonio de Villena y Virgilio López Lemus conversan sobre poética cubana, bajo la atenta mirada de Justo Jorge Padrón

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El lunes 5 de enero, en la reluciente librería Juan Rulfo de Madrid (Fernando el Católico 86), el poeta español Luis Antonio de Villena y su homólogo cubano, Virgilio López Lemus, disertaron durante una hora sobre los aspectos más personales de la poesía en sus vidas.

Destacó la presencia del poeta canario Justo Jorge Padrón, quien guarda una antigua amistad con ambos poetas.

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Si bien el autor de «Mural de poesía cubana» optó por encuadrar la poesía seleccionada como itinerario de la conformación de la identidad cubana (antes incluso de la Independencia de la Isla), Luis Antonio prefirió acercar la poesía cubana a su vida y rescatar multitud de viviencias y anécdotas con poetas cubanos, tales como Gastón baquero y otros menos conocidos.

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El momento poético no fue ajeno al político y ocurrieron numerosas alusiones a este último. No obstante, para bien de los presentes, el acto transcurrió en clave fraterna.

Luis Antonio aprovechó para animar a La Palma (y a Virgilio en particular) a editar un segundo volumen de poesía cubana donde se recojan autores (y autoras) que no pudieron ser incluidos en este, nacidos ya en el Siglo XX. Especial mención hizo de poetas como Lezama Lima, Emilio Ballagas, Dulce María Loynaz o el propio Baquero.

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Virgilio enseguida sumó a otros, tales como Cintio Vitier, Carilda Oliver (ayer muchos de nosotros supimos que la autora de «me desordeno, amor, me desordeno» vive en La Habana a sus 93 años), Fina García Marruz, Virgilio Piñera o Nicolás Guillén.

Breve guía para rastrear escritoras cubanas

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Por: Javier Rabeiro Fragela

9 de marzo de 2013

Escribí esta especie de guía para un amigo brasileño de visita en Cuba, interesado de pronto en la literatura cubana escrita por mujeres. La escribí y se la entregué, ya que él estaba decidido a iniciar una búsqueda por todas las bibliotecas y librerías del país. Se trata de mi opinión sobre lo que he tenido la oportunidad de leer, de modo que hay muchas ausencias razonables. (No soy un lector sistemático, leo lo que me regalan, encuentro, hurto, o compro.) Pero de todas formas resulta una buena guía para quien de pronto se interese en buscar.

Pudiera comenzar con Juana Borrero, pero no vale la pena, sus poemas son tan espléndidos que hablan por sí solos, son un alegato contra el olvido del tiempo.

Con Gertrudis Gómez sucede lo mismo, nada que hacer.

Aurora Villar Buceta nunca publicó un libro, pero escribió varios cuentos. Abordó una literatura realista que, a pesar de tener ya más de cincuenta años, se siente lozana, refrescante, con innegables valores estéticos.

La expresividad de Dulce María está en cada uno de sus textos, son ondas electromagnéticas que empiezan a vibrar de solo acercarnos a sus libros.

Luego nos topamos con Dora Alonso y Fina García, ambas de una sensibilidad particular y recursos extraordinarios.

Nersys Felipe, María Elena Llana y Esther Díaz Llanillo aparecen después, con obras disímiles que van desde la más exquisita ternura hasta una observación de la línea entre lo posible y lo imposible.

La prolífica Marta Rojas impresiona con su erudición y sus vivencias.

Mirta Yánez aparece con el dominio de las historias que narra, ligado al encanto inevitable de su escritura.

Lina de Feria, llena de revelaciones y hallazgos, hace pensar más de una vez.

Mercedes Melo, con su explosión intertextual asombra, maravilla y enseña.

Nancy Morejón tiene el poder, no hay manera de comparar los latidos de sus versos.

Marilyn Bobes te puede hacer sangrar de placer, sobre todo con su poesía.

Gina Picart nos muestra una escritura bien bordada, con hilos fuertes, a veces epicúreos.

Aida Bahr clava su mirada, como una pica, en el lugar donde quiere que mires.

Mayra Montero nos narra su perspectiva. Algunos me han dicho que no hace literatura cubana porque no vive en Cuba, sin embargo, eso no tiene la menor importancia, ¿acaso no son cubanas Alejandra Pizarnik, Laura Esquivel, Nadine Gordimer, Margaret Atwood, J.K. Rowlings o Marguerite Yourcenar?

Laidi Fernández, a veces nostálgica, a veces divertida, nos insufla su aliento.

Mariela Varona es la emancipación, la libertad.

Mylene Fernández es la inspiración.

Nara Mansur nos canta con una voz histriónica y emotiva.

Anna Lidia Vega crea una enajenación en el lector, es como una droga, una vez que la lees no puedes vivir sin ella (deberían prohibirla).

Karla Suárez va en busca del rastro de la anécdota, su rocío es perdurable.

Haydée Sardiñas es el realismo con espejuelos azules.

Teresa Cárdenas hace magia con la tradición, enriquece el folclor con sus historias.

Ena Lucía Portela te mostrará la verdadera cara de las cosas, su ironía, unida a la argucia literaria, organizan incendios.

Rebeca Murga es para mí la introspección contenida, el pensamiento en su recorrido.

Mildre Hernández, no puedes morir sin robar sus escritos y leerlos en secreto como una carta dirigida a tu alma.

Gleyvis Coro, directa como una saeta, puede atravesarte en segundos.

Evelyn Pérez logra sacudir montañas. Cuidado.

Souleen Dell’Amico, su sensibilidad es trastornadora, léela a distancia.

Yanira Marimón, golpe seco y estremecedor.

Yordanka Almaguer, una suculenta experimentación clásica (si es posible que eso exista).

Adriana Normand, concisión sin límites.

Polina Martínez, hondura estructural, estética que reventará en tus manos.

Aymara Aymerich, lucidez encendida todo el tiempo.

Greity González, se me antoja como un moderno clasicismo con una elaboración terminada.

Agnieska Hernández, el desafuero, lo impensable.

Dazra Novak, aborda la escritura con puntos de vista que derretirán tu intelecto.

Yamila Peñalver, construye su texto con un cincel de apropiaciones sui generis.

Adriana Zamora, una voz que te perseguirá sin querer a todas partes, aun después de haber cerrado el libro.

Zulema de la Rúa, sensualidad pura.

Mónica Ravelo, caracterización de la intensidad.

Elaine Vilar, imaginación, alas en los pies.

Anisley Negrín, intensidad, bridas rotas, llegar a algo.

Marvelys Marrero, hay una marca en lo que toca (no se quita con jabón).

Jamila Medina sabe tender trampas con hilos de araña, caerás en ellas.

Liany Vento, tiene algo que decirte, ve a buscarlo.

Susana Haug, su lenguaje te tomará de la mano para señalar a lo lejos.

Legna Rodríguez, esde la erupción de sus palabras, ¿qué no se convierte en lava?

Marlene Lufriú, tendrás deseos de desayunar sus textos, saborearlos como un helado.

Hay más, muchas más que no he leído y tal vez leeré. Muchas veces me he preguntado cuál será la mejor de todas, cuál se burlará eternamente del tiempo. Una mañana le hice esa pregunta a Alberto Guerra. Fue una pregunta general, me refería a todos los escritores de la historia. Alberto sonrió, señaló a su izquierda y me dijo esta cosa interesante: “El mejor escritor de la historia será siempre el muchachito(a) de trece años que vive al doblar de la cuadra, ese que le ha mostrado sus textos inéditos a varias personas y que cuando se habla de literatura, ya tarde en la noche, sale a relucir como el muchachito(a) que escribe tremendos cuentos”.

Supongo que eso es lo que me ocurre con la literatura cubana escrita por mujeres. Después de leer un cuento o un libro me digo: ¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo estas mujeres escriben tan bien? ¿Cómo son tan buenas? Luego, por supuesto, le doy paso a la negación, cierro los ojos ante lo evidente. Me digo con los dedos cruzados: Son una mierda. No sirven para nada.

 

 

El cartel de cine cubano llama dos veces.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo apoya el proyecto artístico de La Cinemateca de Cuba, en alianza con ediciones La Palma. El libro de cartelística del cine cubano será el 4º volumen de la Colección Cuba.

La obra consiste en la selección, diseño e impresión de un volumen que represente lo más destacado de la cartelística cubana hasta el presente (2015). El libro será preparado por la especialista en cartelística de la Cinemateca de Cuba Sara Vega Miche y antologado por su Director, Luciano Castillo. El diseño correrá a cargo de ediciones Cajachina (Colección G.), dirigido por Gilberto Padilla. La distribución comercial será realizada por UDL y catálogo de La Palma.

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Hasta ahora, los libros sobre el cartel cinematográfico cubano, nunca la mirada se ha focalizado exclusivamente en los carteles realizados para la cinematografía nacional, aspecto novedoso de este proyecto. A pesar de las ausencias, pues no a todos los filmes cubanos se le realizaron carteles (de hecho, filmes documentales, incluso muy importantes no tienen carteles y en peor caso se encuentra la animación), el libro representará una aproximación novedosa al tema.

El fondo digital de la Cinemateca de Cuba cuenta con más de 600 títulos de filmes cubanos y de coproducciones, de los cuales posee aproximadamente 520 imágenes. Hay muchos y muy buenos carteles de filmes cubanos que, al ser reproducidos en el libro propuesto, darían una validación en exclusiva, sin competir con los carteles realizados para filmes extranjeros, como ha ocurrido en otras publicaciones sobre el tema.

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La obra contará con un texto introductorio a propósito del tema y concerniente a la gráfica realizada por los emblemáticos diseñadores Eduardo muñoz  Bachs, Antonio Fernández  Reboiro, Alfredo Rostgaard, Antonio Pérez (Ñiko) entre otros y producida por la Cinemateca desde los años 60 hasta la actualidad. El análisis abarcará también lo relativo a los carteles producidos en los últimos tiempos en que una generación de jóvenes se ha encargado de la realización de la gráfica promocional del ICAIC y que en  algunos casos ha diseñado e impreso carteles desde los márgenes de lo alternativo.

Habrá una reproducción a toda página de una selección de los mejores carteles. Cada cartel aparecerá con su ficha correspondiente (título, autor, año, técnica y medidas). Los datos concernientes a la técnica y las medidas se definirá más adelante, pues en la mayoría de los casos la técnica (serigrafía) y medidas (76 x 51 cm) se repetirían.  Como no serán reproducidos todos los carteles, al final del libro aparecerán todos, en pequeño formato, como referencia del quehacer de esta gráfica referida al cine cubano. En este caso también estas imágenes tendrían suficha al pie.

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Al final del libro, habrá un apartado destinado a reproducir una selección de bocetos originales como expresión del proceso de entrega y adecuación de los diseños al tamaño estándar para serigrafía, artesanal técnica de impresión en la que fueron impresos la casi totalidad de los carteles.

La edición será de 1.000 ejemplares.

La poesía está presente en todos mis actos y sueños

El poeta, traductor y crítico literario Virgilio López Lemus arriba este año a su 70 aniversario con una vasta obra publicada entre poesía y ensayística

Autor: Madeleine Sautié | madeleine@granma.cu

21 de julio de 2016

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De una vastísima obra que alcanza en cifras 12 cuadernos de poesía y más de 20 de ensayo es au­tor Virgilio López Lemus (Fo­mento 1946), un hombre de obligatorias re­fe­ren­cias en las letras cubanas con­tem­po­rá­neas a juzgar por sus desempeños co­mo poeta, crítico, tra­ductor, pro­fesor titular de la Facultad de Ar­tes y Letras y acucioso investigador literario, cuyos saberes tocan figuras esenciales de la literatura insular.

Sonriente y sociable, creyéndose realmente importante solo para su familia y sus amigos, y desde luego “para mí mismo, pues no puedo vivir sin mí”, su nombre ha estado en los jurados de los más importantes concursos literarios cubanos, algunos españoles y del Premio Ibe­roamericano de Poesía Pablo Ne­ru­da del 2012. Miembro de tribunales académicos y docentes nacionales e internacionales, su madera de conferencista lo ha llevado a universidades de más de 15 países, su obra ha sido traducida a varios idiomas y desde el año 2000 al 2013 ha sido nominado para el Premio Nacional de Literatura.

Virgilio no tiene “mecanismos afi­nados para cierta convivencia so­cial llamada diplomacia”. A veces llega a ser amigo de sus jefes y prefiere tratar a sus jefes antes y después de sus cargos. No es dado a buscar premios “porque la vida me premió con un oficio que adoro y en todo caso me gustaría que me conozcan por mí mismo y mi labor”. Tiene un alto sentido de la lealtad y “lo he sido profundamente con las gentes que más he amado y con mi país.”

De no haber sido poeta, le hubiese gustado ser astrónomo, profesión extraor­dinaria que admira y materia sobre la que lee incansablemente. “Me pro­pongo ser en toda la extensión de la palabra, bueno, ojalá lo lograse siempre, siempre.”

—Un poeta probado se ha dedicado a escribir sobre la obra de otros. ¿Por qué?

—Creo que soy al menos para mí mismo un “poeta probado”, es la vocación fundamental de mi vida y a la que he entregado lo que he podido. Como nada poético me es ajeno y creo que la poesía es ara y no pedestal, deseo ser un servidor del hecho poético sea quien sea el autor o autora cuyos textos me conmuevan. Co­mo “servidor”, que es mejor que lla­marme “crítico”, he deseado ser de utilidad en el rescate y homenaje de grandes o menos elevados poetas del panorama nacional cubano y he deseado también concentrarme en el estudio de las poesías de lenguas española y portuguesa.

“A la larga me he dado cuenta de que más allá de ser un crítico, me he ido convirtiendo en un ‘ca­tador’ de poesía escrita, incluso oral, y disfruto enormemente cuando des­cubro entre los más jóvenes el nacimiento de un poeta de verdad, pues en este oficio muchos son los llamados y pocos los elegidos.”

—¿Qué fascinación produjo la poesía en Usted, y desde cuándo, para que la vida no le alcance trabajando para ella?

—Sí, esa es la palabra justa: fascinación. Cuando era niño, claro que leí a Martí, pero también mi abuelo me obsequió El Arquero Divino, de Amado Nervo, y un no sé qué poderoso nació en mí o quizá si lo traía en mis genes. En la adolescencia sentí el em­brujo de Bécquer y de Tagore. Luego, Rimbaud, Rilke y Pessoa colmaron mi deslumbramiento, Höl­derlin, Whit­man, Darío, Antonio Ma­chado, Bor­ges, Neruda, ¡qué poetas esos poetas! Cuando leí a Lezama Lima entré en pánico: “Esto es ser poeta”, me dije, “no puedo volar tan alto”.

—¿Cuáles son, a su juicio, las obras más importantes que ha aportado a la crítica literaria cubana?

—Es una pregunta difícil, pues lucho por no ser vanidoso y pensar que hago cosas “eternas”, nadie las hace. Pero creo que mi mejor libro de ensayo es Narciso, las aguas y el espejo (2004 y 2007), y el de crítica literaria más hondo es El siglo entero. El discurso poético de la nación cubana en el siglo XX (2008). Tam­bién he hecho un libro docente quizá valioso: Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española (2009), que es obra de sín­tesis versológica y de algunos aportes míos, premiado por la Aca­demia de Ciencias.

“Tengo inédito un Diccionario breve de versología hispánica y creo que he hecho algunas contribuciones al estudio de la estrofa llamada décima en el ámbito del idioma, así como una mirada que deseo creer que es honda sobre Samuel Feijóo.”

—¿Qué se experimenta cuando uno se sumerge en el mundo interior de otros poetas para descifrar sus valores?

—Experimento gozo. Sentido de la belleza emotiva o intelectiva. De­seo luego comunicar aquello que descubro desde varias lecturas atentas. Quizá pueda cumplir con la idea de Juan Marinello, quien proponía que la crítica debe orientar, develar y ser creativa. El ensayo literario es labor de bellas letras, la crítica es oficio de servicio social más directo. Pero primero hay que sentir, vibrar al unísono, y he tratado de hacerlo con muchos, muchos poetas, más de cien. A no pocos les he dedicado estudios o libros enteros, sobre todo a Dulce María Loy­naz, al español Justo Jorge Padrón y al ya aludido Feijóo.

—¿Cuánto de regocijo y de in­satisfacciones tiene la misión de un crítico de literatura?

—Yo diría cuánto de incomprensión tiene el oficio crítico. No nos ha­ce monedita de oro, el crítico de vo­luntad honesta no puede decir elogios vanos, no puede ser el socio que glorifica. Es un oficio que no nos hace simpáticos para diversos creadores que a veces se la cobran de variadas formas: ninguneo, silenciamiento, ha­­bladurías incluso sobre nuestro carácter o vida privada, cerrar puertas, puñaladitas. Yo, por ejemplo, no soy ni deseo ser un polemista, yo trabajo, y si mi labor vale la pena, creo tener suficiente valentía para exponerla. Es un oficio al que debían pa­gar por peligrosidad.

—¿En qué momentos vuelve a la poesía, a ser poeta?

—No, no, yo no tengo momentos para la poesía, la amo entrañablemente y por eso está presente en todos mis actos y sueños, hasta en los menos poéticos. Pero sí que su escritura debe venir cuando llega el instante raro de la emoción, que diría Martí. Mis alegrías, mi dolor y mis lucubraciones son lo que en­tiendo por poesía. Pero también creo que ella está integrada a las fuerzas creativas del cosmos, supera con creces al género literario de igual nombre, y se asienta en la inteligencia y la sensibilidad creativa humanas.

—Una nueva entrega, Elogio de los poetas, acaba de ver la luz. De sus páginas emergen gratitud y nostalgia. ¿Son estos sentimientos los que lo invadieron mientras lo escribía o es impresión de esta lectora?

—Siento gratitud ante la belleza que otros, mediante las palabras, ponen ante mi vista y oído. Pien­so que toda poesía es “mi” poesía porque la que yo escribo quiere ser de todos. Nostalgia sí siento, pues hubiera deseado tener dones más amplios para que mi laboriosidad fuese más fecunda. Elogio de los poetas (2016) es una suerte de re­membranza de personalidades cu­ba­nas que tuve la suerte de conocer, y es un complemento por me­dio de mi memoria, de mi labor diferente como crítico y estudioso de sus obras.

—¿En qué nuevos proyectos tra­baja? ¿Cuáles considera debe emprender la crítica literaria cu­ba­na en estos tiempos?

—Tengo un libro inédito sobre un gran poeta europeo del que no hablo por ahora; estoy armando otro con estudios sobre poetas de España; he concluido un nuevo vo­lumen, el quinto, sobre la décima; tengo tres libros de poemas inéditos. He publicado una decena de libros traducidos del portugués y otra do­cena de antologías de poesía y tengo inédita y sin editor una que considero muy valiosa sobre la poesía neorromántica cubana, la corriente lírica menos estudiada de Cuba. Creo poco inteligente no publicarla. No sé otra cosa que deba hacer la crítica literaria de ahora sino lo que ha he­cho siempre: otear, admirar, dese­char o exaltar, opinar. Un crítico opina, no es un magister dixit. Allá el soberbio que crea serlo. Un crítico debe estar al tanto de la evolución de su género y de las llamadas “ciencias de la literatura”, pero ser él, no vomitar sabiduría, que lo haría un pedante.

—Llamarse Virgilio es casi un compromiso. ¿Alguna anécdota breve sobre la coincidencia?

—Sí, como no: una vez fui a lanzar un libro en presencia de José Antonio Portuondo, y el presentador me llamó Virgilio Piñera, quien había muerto cinco años antes. Por­tuondo preguntó si aquello era un lanzamiento o una sesión espiritista. Cintio Vitier, quien me llamaba “Virgilio, el bueno”, me hacía sonreír preguntándome si ya tenía terminada La Eneida.

“En una ocasión, cuando salía de mi casa en Marianao, un vecino me llamó y me dijo que no sabía que yo era un escritor tan importante, porque oyó por la radio una exaltación, supuestamente sobre mí. A la sazón ponían en escena Electra Garrigó. Y mi barbero solía decirme: ‘Si vas a comer, espera por Virgilio’. Mi nombre es un desafío para cualquier escritor”.

Granma

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