DIEZ NOVÍSIMOS CUBANOS: MALDITOS BASTARDOS EN LA REVISTA LEER DE JUNIO DE 2015

La revista Leer del mes de junio de 2015 recupera una reseña sobre el número 0 de la Colección G. de La Palma, a pocos días de que llegue a las librerías el siguiente número (1) a cargo de Legna Rodríguez Iglesias: No sabe/ No contesta.

Leer, Quimera y El Cultural del Mundo en los medios impresos, Gestiona Radio en los radiofónicos, diarioabierto y Cubacontemporánea en los medios digitales, donde la iniciativa editorial hispano-cubana ha tenido asiento desde el inicio de su andadura, en 2014.

Por otra parte, los propios autores aludidos en la portada del primer número (Leonardo Padura desde La Habana, Pedro Juan Gutiérrez desde Tenerife y Zoe Valdés desde París) han recibido, leído y valorado el proyecto editorial hispano – cubano de las editoriales Cajachina y La Palma.

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LIBROS DESHUESADOS – TRASH BOOKS

pedro juan G

Es un término inventado por mi amigo Enrique Vila Matas: Libros deshuesados. Dice que eso es lo que quieren ahora muchos editores españoles. Libros fáciles de digerir “porque hay que vender”. Libros que no obliguen al lector a pensar ni a poner en función su imaginación. Bueno, lo cierto es que cada año -en América del Norte y Europa-  se venden menos libros en papel y un poquito más en digital. Esto último facilita el pirateo. No se sabe qué pasará dentro de unos años. La inmensa mayoría de los españoles no lee libros. Les basta con el fútbol. Hay encuestas y cifras. Y algo peor aún: en las encuestas los que no leen dicen tranquilamente: “No me interesa leer”. Y ya. Así de simple. Mucho se ha escrito sobre el tema. Vivimos en una época muy visual. Mucha TV, cine, fotografía, y sobre todo internet, que nos acostumbra a leer textos breves. Con este panorama, es lógico suponer que el libro y la lectura estén en peligro. Y que dentro de un tiempo -nadie sabe cuánto- poquísimas personas serán capaces de concentrarse lo suficiente para leer y disfrutar un libro de 300 páginas.  Esto puede traer consecuencias graves en las posibilidades de desarrollar criterios propios. La lectura es esencial para desarrollar nuestra imaginación, y para tener open-mind y ser más invulnerables y autosuficientes intelectualmente. Y menos manipulables.

No obstante, a pesar de todo lo escrito arriba, para mi gusto el panorama editorial español sigue siendo intenso, muy diverso y vertiginoso. Se edita tanto y tan variado que es imposible estar al día. Es cierto que hay una avalancha creciente de libros-basura que se venden mucho. Algunos, incluso, pasan enseguida a convertirse en telenovelas. Es decir, que son perfectos en su idiotez. Más perfección imposible. Hay de todo. Desde esos libros deshuesados -prefiero llamarlos trash books- hasta traducciones impecables de los más exquisitos escritores de todo el mundo. Es un privilegio. No es así en el mundo anglosajón donde se regodean en mirarse el ombligo todo el tiempo. Por ejemplo, recuerdo que Farrar Straus and Giroux, de New York, publicó la edición en inglés de Trilogía sucia de La Habana en enero de 2001. Unos meses antes me enviaron a La Habana el grueso catálogo de ese año. Cuando digo grueso catálogo quiero decir que el catálogo era todo un libro de 400 páginas o más. Pues bien, de esos cientos de libros  casi todos eran anglosajones. Sólo había tres latinos: Un libro de Carlos Fuentes, uno de Elena Poniatowska y el mío.

Así que en España tenemos de todo, incluidas cosas simpáticas. En un stand de una pequeña -casi micro- feria de libros en Canarias, encuentro este libro: Diez narradores cubanos que no son Pedro Juan Gutiérrez ni...etc. Es una colección de cuentos de jóvenes cubanos nacidos en la década de 1970. He leído algunos de sus textos pero no voy a opinar porque no me asienta el papel de profesor, mucho menos el de crítico. No voy a decir si son convincentes o dejan indiferente al lector. Lo que sí es decisivo es que algunos se atreven a escribir  y se ponen socarrones y provocativos, como debe ser. Nadie debe escribir para complacer. Hay que molestar, pinchar, incordiar, sacar de sus casillas al lector y ponerlo a prueba. El pecado capital de un escritor es ser complaciente.

Estos jóvenes se arriesgan, toman el pulso al tiempo y al espacio que les ha tocado. Ya eso es suficiente. “Contar buenas historias. Esa es la única responsabilidad del escritor”, decía Raymond Carver.

pjg y david

CITA CON DIEZ BASTARDOS DE LA LITERATURA CUBANA

00 Gilberto Padilla

Ediciones La Palma quiere, desde Madrid, hacer un repaso literario a Cuba, y comenzó por el género cuento. La primera entrega resultó la compilación Malditos bastardos, número inaugural de la colección G, en coedición con la editorial habanera Cajachina.

Malditos bastardos declara, desde la nota de solapa, su intención de matar al padre, como hace todo grupo generacional: «Diez neuróticos gourmet que decidieron fundar una tradición que fuera distinta». La intención parricida y transgresora está expuesta ya en una cubierta que altera la valoración tipográfica del título para jerarquizar la enunciación de lo que no son: ni Leonardo Padura, ni Zoé Valdés, ni Pedro Juan Gutiérrez.

Aunque la edad de los narradores va de la cuarentena a la treintena, los une un común aire de familia: voz narrativa en primera persona, reiteración de intertextos, escenarios foráneos, desinterés por la tensión dramática, distancia de lo emocional, entre otras.

La voluntad perturbadora de los autores no siempre se traduce en el plano ideotemático, pero en ocasiones sucede, como en el cuento de Ahmel Echevarría, en el cual uno de los personajes protagónicos es dotado con todos los atributos del anciano Jefe de jefes: «No vestía el mono deportivo, pero era él. […] Cómo olvidar su nariz aguileña, la barba no muy tupida y cana, o aquel índice largo, huesudo, afilado. Era él y estaba en su silla de ruedas. Todo de oliva –charretera de ribetes dorados, gorra de plato, medallas y botones pulidísimos, botines de piel. Sonriendo.»

Aunque los últimos caracteres quieren esconder un poco la bola, sabemos bien ante quien estamos y es un buen arranque para el cuento, y para la compilación, al menos en el atrevimiento temático. Queda al lector descubrir si los ingloriosos (perdón, malditos) bastardos traen lo que prometen.

Por Antonio Montes Menocal

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Cuba futura, reseña de “Malditos bastardos” en Diarioabierto

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Y la nave va. Malditos bastardos es la Cuba futura y estos escritores nacidos entre los años 70 y 80 demuestran la potencia literaria de una isla irreductible en muchos sentidos

Efectivamente ninguno de estos nuevos narradores tiene demasiado que ver con Leonardo Padura, Zoe Valdés o Pedro Juán Gutiérrez.

Casi todos los aquí seleccionados poseen una fascinante mirada onírica y arriesgan en fantasías al borde de lo críptico pero tan perturbadoras como para que merezca la pena el esfuerzo.

Abundan las ficciones de tono apocalíptico, las referencias a la cultura pop estadounidense y una poesía de la desolación típicamente cubana.

Porque hay una especie de saudade isleña que empapa la mayor parte de los discursos que se contienen en este volumen.

¿De qué hablan estos cuentos? De fantasmas a la deriva y de un Cuba convertida en campo de batalla al modo de un videojuego o de Mad Max y de sueños muy cercanos a la pesadilla y de un anciano en chándal que bien pudiera ser Fidel Castro.

El viejo en chándal es el protagonista espectral del relato que abre el libro: Isla de Ahmel Echevarría Peré. Cierra la compilación un furioso juego literario repleto de trampantojos titulado Cuban American Beauty en el que leemos: “Sweet Home Alahabana: madrecita del alma podrida, en el pecho yo llevo el horror. ¿No es un fastidio no poder olvidarlo todo de un tirón? Borrón y cuento nuevo. En fin”.

Pretende este volumen ser el inicio de una serie de libros donde seguir descubriendo la Cuba futura que dibujan nuevos narradores prestos siempre a epatar .

Merecería Malditos bastardos la atención de los lectores verdaderamente activos que no se arredran ante las apuestas de riesgo.

Resulta emocionante contemplar cómo desde una isla asediada numerosísimos creadores desafían las circunstancias adversas. Y hay que aplaudir (por supuesto) que una editorial se lance a publicar antologías como esta.

Leonardo Padura y Pedro Juan Gutiérrez fueron nueva literatura cubana y ahora viene la novísima literatura cubana exhibiendo músculo.

Jim Jarmusch, Quentin Tarantino y otros francotiradores del cine estadounidense son citados en Malditos bastardos. Mientras en otros lugares del mundo se fabrican best-sellers inanes, en Cuba (visto lo visto) se sigue apostando por la narrativa de alto voltaje.

Conocí una chica que sólo hablaba de cine es la primera frase del cuento Extras. Raúl Flores Iriarte ejecuta una especie de delirio a lo David Lynch con trazos de pesadilla.

Una primera frase de tal calibre ha de recibir el beneplácito de cualquier lector con ganas de serlo verdaderamente.

Sí, puede que algunos de estos cuentos resulten difíciles. Pero para las facilidades ya tienen ustedes todas esas novedades que reposan en los estantes de los grandes almacenes.

Ahora sólo queda que acudan a su librería de guardia y exijan Malditos bastardos. Si no, pueden solicitarlo en www.edicioneslapalma.com. De nada.

Malditos bastardos. Varios autores. Ediciones La Palma. 183 páginas.

DANIEL SERRANO

diarioabierto.es

Cuba futura

Banner (con logo de Colección G.)

El cuentista Leonardo Padura. Nuevos fragmentos a su imán

Padura

El éxito universal de las novelas de Leonardo Padura ha colocado una
sordina en su cuentística, menos conocida que sus hermanas mayores, pero
no poco importante en el conjunto de su narrativa, en el frondoso árbol de
su obra literaria y periodística.

Solo después de publicar diez novelas de Padura, cuando hace mucho tiempo
que su nombre es un imán para los lectores, la editorial Tusquets decidió
dar a conocer una selección de sus cuentos. Ya era hora, porque, como lo
advierte el título de la colección “aquello estaba deseando ocurrir”.¹

“Aquello estaba deseando ocurrir” agrupa trece cuentos procedentes de tres
colecciones: “Según pasan los años” (1989), “La puerta de Alcalá y otras
cacerías” (1998) y “Nueve noches con Amada Luna” (2006). El primer libro
fue publicado en La Habana; los otros dos, en Madrid.

Una de las preguntas más incómodas para los escritores, es aquella en la
que los periodistas quieren saber cuál de los géneros que cultiva es su
preferido. Hace casi veinte años, cuando su saga policial comenzaba a
crecer y conquistar territorios, le pregunté a Padura si en lo adelante
pensaba concentrarse en la novela, si ese género desplazaría al resto, y
él me contestó:

“Mira, creo que nunca dejaré de ser las cosas que soy, que son todas la
misma: seré periodista, ensayista, crítico, cuentista, novelista y hasta
guionista de cine, porque todo se complementa, se comunica y responde a
necesidades similares, aunque su expresión sea diversa”.

Así lo ha hecho el autor hasta ahora: su producción novelística nunca ha
silenciado su periodismo, su ensayística, su cuentística o sus
colaboraciones para el cine. Y quien recorra su obra, en todos esos
géneros, encontrará personajes, historias, contextos, ideas, que se
conectan, dialogan, se integran, en la órbita del planeta Padura.

Un lector atento puede reconocer, en este volumen, a la bolerista de “La
neblina del ayer”; solo que el destino del personaje novelado es distinto
al del representado en el cuento “Nueve noches con Violeta del Río”:
mientras aquella tuvo un trágico final en La Habana, en la flor de su
vida, esta transita hacia la vejez en un club de Miami. Ambos relatos se
sumergen en la atmósfera del bolero para modelar dos historias diversas de
amor, sexo y deseo.

Amor, sexo y deseo no faltan en el cuento “Los límites del amor”, aunque
con otros conflictos, otra época y en otro escenario: la guerra de Angola
–donde el flaco Carlos salió mutilado–, que dejará una marca en Ernesto,
un funcionario atrapado entre dos mujeres, en una encrucijada existencial.

Angola es también uno de los contextos de “La puerta del Alcalá”. Allí, el
periodista Mauricio experimentó el miedo “oscuro y tangible” que provoca
la cercanía de la muerte, perdió a un amigo y conoció de otros efectos
devastadores de aquella guerra en la salud física y espiritual de las
personas.

Pero si Ernesto era un personaje de los ochenta, Mauricio es de los
noventa, más cerca de Mario Conde y del propio autor. Con ambos comparte
afinidades, identidades. El encuentro de Mauricio con su amigo, el
arquitecto Frankie, está en el tono del reencuentro de “los socarrones”
con Fernando, en “La novela de mi vida”, o de la despedida de Andrés, en
“Paisaje de otoño”. Allí están las heridas de la diáspora, el destino
torcido por las circunstancias socio-políticas.

El personaje de Frankie pertenece al grupo de los amigos de Conde, tanto
como Carlos, Andrés, El Conejo o Candito. Escrito en 1991, cuando Las
Cuatro Estaciones estaba en embrión, “La puerta de Alcalá” tiene un claro
vínculo con la misma, es el desprendimiento de un coágulo salido de sus
entrañas, según la metáfora de Cortázar.

Angola es un escenario referido en otro cuento, “Según pasan los años”,
una historia de amor, amistad, traición, muerte y desilusiones, un relato
hábilmente contado, en el cual el escritor alterna el plano narrativo del
presente con analepsis que complementan la diégesis, tal como hará en las
novelas posteriores.

En ese texto de 1985, el personaje de Juan Carlos tiene algunas
similitudes con Rafael Morín, de “Pasado perfecto”, mientras que las
expresiones de Elías y de Lucrecia nos recuerdan a Mario Conde. Más aun,
el tono nostálgico y el propio núcleo temático –el sentimiento de pérdida,
lo irrecuperable, lo que el tiempo se llevó– estarán presentes en las
novelas que vendrán, adivinables por la capacidad que muestra el narrador,
incrementada según pasan los años.

“As Time Goes By”, la icónica pieza de Casablanca (1942), y la película
misma, son el sustrato de “Sonatina para Rafaela”, parodia y homenaje al
duro oficio de las pianistas de restaurantes. Curiosamente, este cuento,
que protagoniza una mujer mayor, está escrito en el mismo año (1988) de
“Adelaida y el poeta”, que representa a la dama sesentona de un taller
literario. Más de veinte años separan estos relatos de “La muerte feliz de
Alborada Almanza”, una fábula garciamarquiana con resonancias de Onelio
Jorge Cardoso (“Francisca y la muerte”) y Eliseo Diego (“De cómo su
excelencia halló la hora”).

Diferente, en su expresión, a los tres cuentos anteriores, resulta “La
pared”, un texto donde podemos paladear a Salinger y a Hemingway,
integrados, plenamente asimilados en los diálogos y en la información
sumergida, en el desencanto y las ilusiones pérdidas de Elmer, el
economista que quería ser pelotero, pero obedeció el mandato –social y
paterno– que cortó sus alas. Es la misma frustración que veremos en el
médico Andrés, el amigo de Conde.

Por la condensación de la trama y las ideas, la agilidad y riqueza de los
diálogos, el universo contenido, su perfecta estructura narrativa, el
enigmático y sugerente final, abierto a interpretaciones diversas, “La
pared” es una pieza de Grandes Ligas, escrita en el último año de los
ochenta.

De antología es igualmente “El cazador”, cuento de cacería homoerótica a
la entrada de los noventa, donde el tema se repitió bastante de autor en
autor, pero todo está aquí ya servido, en la historia contada por Padura.

Reflejo de los temas de aquella década es también “Mirando al sol”, un
entramado de marginalidad social, peleas de perros, drogas, promiscuidad
sexual, asesinatos y huida fracasada de la isla.

Conviviendo en años de furia creativa del autor surgió “La muerte pendular
de Raimundo Manzanero” (1993), relato con estructura de investigación
policial, especulación sobre un suicidio que incluye la información
necesaria para conocer sus causas, expuestas en la tesis del narrador.

Acaso fruto de los viajes a Italia del escritor, es esa historia de amor
(una de las cuatro del libro) contada en “El destino: Milano-Venezia vía
Verona” (1996), abonada con elementos autobiográficos, el gusto por la
pintura y los conflictos –y sufrimientos– derivados de la magra economía
de los cubanos.

Ya en la despedida de los noventa, Padura escribió ese divertimento
erótico que es “Nochebuena con nieve”, anclado en uno de sus espacios
predilectos, el barrio de la Víbora, y narrado en primera persona por un
personaje que sumerge sus penas en alcohol.

“Aquello estaba deseando ocurrir” contiene cinco cuentos fechados en la
década de 1980; seis, de los años noventa; y solo dos del nuevo milenio.
No están aquí todos los cuentos escritos por Padura, sino los que él
eligió para representar a su cuentística, la cual, como podrá ver el
lector, es rica y diversa –temática y expresivamente–, alimentada con la
misma savia que nutre toda la obra del autor: la búsqueda de la
autenticidad, la sinceridad, la veracidad artística y la libertad en su
sentido más amplio.

José Antonio Michelena
jamiche47@gmail.com

Disponible en:
http://www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=11137:el-cuentista-leonardo-padura&Itemid=11

“Cuba inquieta”, de Ignacio Echevarría en “El Cultural”

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Para los amigos y amigas que no tengan acceso a El Cultural de El Mundo, les adjunto el artículo ya mencionado en anteriores entradas de Ignacio Echevarría sobre la nueva narrativa cubana donde se refiere a Malditos bastardos. Como en otras ocasiones: disculpen la calidad del escaneado.

Descargar aquí:

Malditos Bastardos en El Cultural

El Cultural

El número 375 de la revista “Quimera” recomienda “Malditos bastardos” de la Colección G. de Ediciones La Palma

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Dentro de su apartado dedicado a recomendar nuevas creaciones en el mercado editorial, el número de febrero de Quimera recomienda la lectura de Malditos bastardos de la Colección G.

Por cierto que nos enorgullece encontrar alusión de otro narrador cubano: Rolando Sánchez Mejías, quien integrara el mítico volumen llamado Toda esa gente solitaria con 18 relatos cubanos sobre el VIH/SIDA que ediciones La Palma publicó en fecha tan lejana como 1997 y del que solo existen 100 ejemplares en Cuba.

SUMARIO

 El salón de los espejos

Entrevista a Jaime Urrutia, por Antonio Sánchez

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Entrevista a Adam Thirlwell, por Carlos Fonseca

Entrevista a Álvaro Valverde, por Álex Chico

El cielo raso

Dossier: Literatura Suiza

(Coordinadores: Fernando Clemot y Jordi Gol)

Daniel Rothenbühler: Permeabilidad transfronteriza. Literaturas suizas en el siglo XX

Fernando Clemot y Jordi Gol:

Entrevista a Pierre Lepori

Entrevista a Caroline Coutau, de Zoé Ediciones

Entrevista a Pedro Lenz

1

Entrevista a Roland Buti

Entrevista a Dorothee Elmiger

2

Algunas recomendaciones para seguir la literatura suiza publicada en España

La vida breve

Todas las cosas que veo: relato inédito de Alejandro Morellón

Los pescadores de perlas

Microrrelatos inéditos de Patricia Nasello

El castillo de Barba Azul

Mercados de futuros: poema inédito de Marcos Canteli

La voz humana

Entrevista a La Belloch, por Ana Gorría

zombi

Einstein on the Beach

Álvaro Ceballos Viro: Secreto de confesión

El holandés errante

Fernando Clemot: Los «Sassi»: una épica de la pobreza

matera

El ambigú

Gemma Pellicer: Demonios familiares de Ana María Matute

Miguel Sanfeliu: Anatomía de la memoria de Eduardo Ruiz Sosa

José Antonio Vila: La fiesta de la insignificancia de Milan Kundera

Rebeca García Nieto: A espaldas del lago de Peter Stamm

Stamm

Recomendaciones de Quimera

El viaje a pie de Johann Sebastian, de Carlos Pardo

El imperio de Yegorov, de Manuel Moyano

Los peligros de Paulina y otros cuentos selectos, de Salvador Garmendia

Malditos bastardos: Antología, de VV. AA.

Última ronda, de Arno Camenisch

Las nemesis, de Philip Roth

Cartografía literaria de Brasil, de Antonio Maura

La Tierra de Jules Verne, de Eduardo Martínez de Pisón

Los poemas muertos, de Raúl Zurita

Salamandra (nº 21-22), del Grupo Surrealista de Madrid

El tercer acto

Miguel Serrano Larraz: Listas

Rolando Sánchez Mejías: Contando

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¿Generación 0? Lineamientos para una generación literaria que no existe, por Kevin Fernández

Interesante contrato con el futuro de Kevin Fernández, escrito en 2012. Una declaración de principios que no sé hasta dónde comparten el resto de malditos bastardos pero que sin duda te provoca ganas de reenviárselo a un colega que sabes que está escribiendo en este justo momento, aunque proponga no caracterizar un período literario por sus escritores sobresalientes, sino por sus escritores mediocres… No se pierdan las peticiones de mejora a otros escritores, generalmente cubanos.

INTRODUCCIÓN

Representar a una generación literaria es una ingenuidad. Referirse a lo que quiere o hará el pueblo cuando en realidad se está hablando de uno mismo es demagogia. En los principios del año 2012, quedan ya como figuras establecidas integrantes de la generación “00” o del 2000, como maestros más cercanos los “novísimos”, que más correcto sería denominar generación del 90, y detrás en el tiempo, una catedral en derrumbe con algunas columnas de calidad que se mantienen en pie. Nuestra generación no ha nacido, se confunde todavía con las demás, es neo–todo, por la misma razón que tiene poca novedad en algo. La crítica literaria, como el tapón de una bañadera, ha impedido que nos conozcamos mejor y sólo las afinidades de la edad y las coincidencias en actividades sociales y cursos nos salvan del aislamiento total. Aquí están, por tanto, los posibles lineamientos o pautas a seguir que tendrá la generación de la que formo parte, a los que se opondrá, o más probablemente, no le importarán un comino. Sirvan de guía e inspiración para cualquier colega.

LINEAMIENTOS GENERALES

Seguir leyendo, escribiendo, observando, escuchando, pensando, meditando, participando en concursos, aprendiendo y enseñando.

Evitar el abuso de gerundios.

Seguir ejerciendo crítica de boca a espaldas de los colegas.

Admitir a cualquier persona que lo desee como integrante de esta aún no surgida generación, sin importar su edad, arte literaria, rasgos del carácter o demás pretextos para rechazar a otros escritores.

Ridiculizar o parodiar a nuestros ídolos y maestros al menos una vez en la vida.

Dejar de aludir a autores y culturas exóticas para demostrar superioridad intelectual.

Tener en cuenta al revisar que las lecturas repetidas, como el óxido, van dejando sólo el metal más resistente. Los clásicos también se forman así, sólo toma más tiempo.

Pensar literariamente en vez de traducir o explicar siempre que se lee literatura. Es lento, aburrido, y en algunos casos, imposible.

Reconocer la existencia de una zona inefable entre lo particular de la imaginación y lo general del lenguaje, donde las simples palabras no pueden navegar con exactitud y sin embargo, esa inexactitud que nos llena las manos de manchas de tinta, a veces nos deja piedras milagrosas que pasan a ser parte del habla universal.

Combinar lo esperado con lo inesperado a todos los niveles del discurso y la arquitectura dramática.

Evitar escribir literatura con destino exclusivo a otros escritores.

Leer primero y revisar después.

Evitar las aplicaciones mecánicas de la preceptiva.

Desterrar la diatriba o la guataconería política a los desiertos del panfleterismo de papel sanitario, o las bocas de los personajes ridículos.

Evitar el suicidio físico en tanto no se haya ganado la inmortalidad.

Trompetillar a quien intente hacer una maestría o un doctorado con este documento.

Entender la síntesis como selección del material correcto, no como anorexia textual.

Incluir en la Literatura Cubana a todo el que quiera formar parte de la literatura cubana, independientemente de su nacionalidad, idioma, religión, raza, sexo, credo político o cualquier otro pretexto que se utilice para apartar u odiar a otra persona.

LINEAMIENTOS SOBRE RELACIÓN CON EL YO ESCRITOR

Seguir escribiendo como nos dé la gana.

Convertir en no opcional el anterior lineamiento.

Abandonar la autocensura, escribir para la gaveta si es necesario.

Seguir escribiendo como mejor lo sepamos hacer.

No maltratar al yo escritor con literatura por encargo que no nos motiva escribir.

Conversar con él, siempre con el pensamiento, para evitar a los loqueros.

Modificar un poco lo que nos dicta.

Imaginar que al público siempre le gustará lo que escribamos, sin importar cómo nos quede.

Evitar exigirle al yo escritor que sea como los de otros.

Realizar ejercicios de lenguaje para entrenarlo y flexibilizarlo.

LINEAMIENTOS SOBRE POESÍA

Escribir lo que nos dé la gana; los lineamientos siguientes son opcionales.

Leer sólo lo que nos guste.

Leer a Luis Rogelio Nogueras atendiendo más a lo que dice que a cómo lo dice, y a José Lezama Lima teniendo en cuenta más cómo lo dice que lo que dice. Utilizar la imaginación antes que la razón en ambos casos.

Evitar la poesía anecdótica, en especial si gira alrededor del grupo de conocidos.

Huir de los malabares con letras sobre la superficie del papel, si se ha pasado del tercero.

Escapar del deconstructivismo.

Escribir cualquier cosa.

No publicar cualquier cosa.

Dejar de repetir experimentos centenarios.

Evitar tomarse en serio a los lingüistas franceses.

LINEAMIENTOS SOBRE NARRATIVA

Escribir lo que nos dé la gana; el resto de los lineamientos son opcionales.

Leer sólo lo que nos guste.

Evitar tomarse en serio a los narratólogos europeos.

Evitar tomarse en serio a los narratólogos cubanos, a no ser que los tengas de jurado en un concurso.

Evitar el “bolañismo”, o compulsión por introducir escritores en cualquier parte.

Abandonar la profanación, léase también imitación pedante, de las obras de Alejo Carpentier y Lezama Lima.

Abandonar la intertextualidad en la medida de lo posible ya que no da ninguna gracia estar leyendo un libro y ser invitado constantemente a abandonarlo para leer otro que además es inaccesible.

Escribir narrativa fantástica siempre que se canse uno del realismo, teniendo en cuenta que es la puerta lateral de la realidad y debe vislumbrarla en plano oblicuo.

Escribir narrativa realista siempre que se canse uno de lo fantástico, teniendo en cuenta que no es la realidad, sino nuestra selección inteligente de la realidad para despertar las conciencias dormidas por el ensueño de lo cotidiano.

Evitar escribir la mejor historia del mundo, aunque sólo sea en un aspecto.

Revisar el texto literario como lector, no como corrector ni censor, ni siquiera como escritor.

Seguir escribiendo la novela por cuentos.

Comenzar a escribir la novela por novelas, o una saga de noveletas de 80 a 100 cuartillas que formen en conjunto una grande, única forma de lograr un tomo de más de 500 páginas, dadas las características actuales del sistema editorial cubano.

No demorar menos de cinco días ni más de cinco años en terminar de escribir y revisar un relato de entre 5 y 50 páginas.

No intentar publicar todo lo que se escribe, ser el antólogo de sí mismo.

No confundir la musa con la musaraña.

Trabajar aunque no se nos ocurra nada, ya se nos ocurrirá.

LINEAMIENTOS SOBRE ENSAYO Y CRÍTICA LITERARIA

Evitar la práctica de reseñar libros que se sabe sólo podrán leer unas pocas personas, en una provincia lo suficientemente lejana como para no poder contradecir el comentario.

No caracterizar un período literario por sus escritores sobresalientes, sino por sus escritores mediocres.

Evitar reseñar una obra sin haberla leído bien primero.

Llevar la atención del lector de una reseña a la obra objeto de análisis y no al autor que está escribiendo el comentario.

Ridiculizar lo ridiculizable. Ante una multitud divertida, una sola persona muy irritada que luego aprenderá la lección es un bajo precio a pagar.

Leer a todos los narradores como si fueran Chejov, a todos los poetas como si fueran Vallejo, a todos los ensayistas como si fueran Alfonso Reyes, a todos los dramaturgos como si fueran Shakespeare.

Pedir que se limite la publicación del número de monografías sobre un autor con motivo de su centenario u otra fecha cerrada.

Confeccionar críticas literarias que indiquen formas posibles de abordar la obra, antes que valoraciones o disquisiciones teóricas.

Evitar las citas y notas al pie de página, en especial las que compiten en extensión con el texto que están anotando.

Evitar las bibliografías abultadas, que contengan títulos propios, o que remitan a libros inaccesibles.

Incluir chismes sobre los autores u obras objeto de estudio, siempre que no superen la cantidad de once.

LINEAMIENTOS SOBRE POLÉMICAS

Decir a los demás lo que en realidad pensamos en ese momento, siempre que se recuerde que ninguna opinión es inamovible ni definitiva.

Descalificar a los participantes que utilicen en las polémicas las palabras “revolucionario”, “contrarrevolucionario”, “patria” y “apátrida” o sustitutas, y sobre todo las expresiones “iniciar una revuelta” o “el enemigo acecha”.

Valorar los insultos que empleen más de cinco formas retóricas combinadas.

Valorar el sentido del humor de los polemistas o, en su defecto, el humorismo que de sus polémicas se desprende sin ellos proponérselo.

Hacer creer a las autoridades culturales que todas las polémicas son bromas refinadas que no minan las bases de la nación, para que no se metan donde no saben.

Considerar golpes bajos la práctica de enviar correos electrónicos de respuesta con virus adjuntos.

LINEAMIENTOS SOBRE RELACIÓN CON LOS INTRUSOS, OTROS ESCRITORES Y PÚBLICO

Rechazar la connotación sectaria del término “ciudad letrada”, si no es posible rechazar el término completo.

Continuar el enredo de intrigas, envidias, adulterios, simulacros de adulterios, simulacros de intrigas, simulacros de borracheras elocuentes y otras aventuras personales, ya que los biógrafos pudieran inventarlas de todas formas.

Contradecirse en abundancia a cada entrevista. Aporta dinamismo y novelería a los oídos de la audiencia.

Evitar leer a los demás autores como si fueran competidores.

Evitar leer fijándose en niveles textuales aislados.

Evitar la “ética”, de acusar a alguien sin mencionar su nombre.

Evitar formar juicios sólidos sobre escritores sin haberlos leído antes.

Evitar dejarse influir por un escritor sin haberlo leído primero.

Admirar a un escritor mientras más se lo lee, no mientras menos se lo conoce.

Tomar en serio a los políticos en la medida en que ellos tomen en serio a los escritores.

Satirizar a las personalidades que se lo merezcan, y a las que no, también, pero con profundidad, para que duela más sabroso.

Asegurar que Fina García Marruz dure muchos años más, a ver si logra ganar al fin nuestro primer Premio Nobel.

Decir a Rubén Rodríguez que si sigue escribiendo y Cuba no se pelea con Dinamarca, el Premio Andersen anda cerca.

Decir a Senel Paz que deje de contar su adolescencia.

Decir a los escritores de la generación de los 90 que no necesitan escribir una novela histórica para que los tomen en serio.

Decir a Eduardo Heras León, que siga dando los cursos de narrativa y lea en voz alta al menos un relato nuestro.

Agradecer a Alberto Guerra por la existencia de estos mismos lineamientos, de los que no es responsable, y preguntarle de dónde sacó la palabra “méntula”

Decir a Alberto Garrandés que su obra es tan agradable como una traducción del Quijote al latín leída por potestades incorpóreas del imperio romano.

Decir a Daniel Chavarría que la superabundancia de burdeles, prostitutas, y sexo anal aburre a partir de la página 120.

Decir a Alberto Garrido que deje tranquilo a Gabriel García Márquez.

Decir a Gleyvis Coro que no nos importan los trabajos que pasa un escritor en Pinar del río para ganar un concurso.

Decir a Adriana Zamora que todavía los robots no saben leer.

Decir a Polina Shviétsova que no imaginábamos que la literatura a la propela de tema semi-ruso fuera tan rentable.

Decir a Orlando Luis Pardo que aún con fotografías los monólogos interiores pedantes son aburridos.

Decir a Mercedes Melo que deje tranquilo a Jorge Luis Borges

Decir a Carilda Oliver que su poesía es genial pero desconfiamos de sus motivos para acercarse a los jóvenes escritores.

Decir a Ángel Santiesteban que la narrativa de la violencia pasó de moda.

Decir a Enrique Saínz que deje de aludir en sus prólogos en son de reproche a escritores que no menciona.

Decir a Rito Ramón Aroche que si no quiere incluir en sus poemas los elementos que permitan entenderlos, por favor lo haga en una nota a pie de página.

Decir a Antón Arrufat que deje tranquilos a Lezama y a Carpentier.

Decir a Mayerín Bello que deje tranquilo a Eliseo Diego.

Decir a Sergio Chaple que deje tranquilo a Alejo Carpentier, y que emplear tablas y gráficas en los ensayos da mucha risa.

Preguntar a Yoss si es uno sólo o existen dobles.

Atenerse a las represalias que esto pudiera ocasionar.

LINEAMIENTOS SOBRE DIFUSIÓN Y ENSEÑANZA LITERARIA

Entender que la institucionalización, cuando no facilita, impide. Por tanto, luchar porque las instituciones estén controladas por amantes de la literatura, y porque hayan vías alternativas, ya que el odio es también una posibilidad.

Tratar de que el escritor haga un favor al publicar y no que el favor se lo tengan que hacer a él.

Incluir en los jurados para premios literarios a personas que nunca hayan escrito una línea pero sean lectores entusiastas.

Convertir la difusión literaria en un proceso competitivo, confeccionando listas de opinión y demás mecanismos.

Luchar porque se otorgue Premio Nacional de Literatura por sufragio universal entre los escritores y lectores conocidos, y que los candidatos sean todos aquellos que han ganado al menos tres veces el Premio de la Crítica, sean presentados o no por una institución.

Luchar porque el Premio Nacional de Literatura pierda promedio de edad, y no sea un premio de consolación para ancianos comprometidos o enfermos terminales.

Potenciar la difusión digital de las obras, en escasez del medio escrito.

Felicitar a Isliada.com

Confeccionar una lista negra con jurados que no lean los trabajos para que no sean incluidos en ningún otro jurado.

Abandonar la idea de que la creación literaria no puede mejorarse mediante el estudio organizado y las demás ramas del arte, en cambio sí, aunque todas estén gobernadas por los mismos principios de motivación e ingenio a la hora de crear.

Escribir por encargo de las personas comunes sin abandonar el estilo propio como otra forma de compartir con la sociedad nuestra creación o de que la sociedad participe en la creación nuestra.

Recuperar la tradición de artesanía literaria de la primera mitad del siglo XIX que tuvo entre otros a Plácido y El Cucalambé como representantes, hasta que el oficio de escribano, esta vez artístico, sea reconocido y se pueda ejercer como cualquier otra actividad artesanal.

Destinar los estudios literarios para los creadores y no para críticos literarios, y reflejarlo así en los documentos sin ningún tipo de vergüenza, con descaro incluso.

CONCLUSIONES

Con los anteriores lineamientos, queda expuesta la carreta delante de los bueyes, una generación que todavía no se ha concebido ya tiene su canastilla. Aquellos que estén de acuerdo con al menos la tercera parte de estos lineamientos, no levanten la mano, no griten, no firmen, esto no es un manifiesto. Pónganse a escribir y a cumplir lo que les guste. Y no lancen nada que el lapidado no pueda revender luego.

ISLIADA, enero de 2012

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“Análisis de una generación materializada”, por Javier Rabeiro Fragela

Aquí encontramos un artículo, también de ISLIADA, sobre la Generación Cero. El autor nos recuerda los orígenes de la manada (una manada que siempre anda sola, como dice Ahmel) y luego define a sus bestias predilectas.

Muchos prefieren comparar la literatura con el béisbol o el boxeo, pero creo que la analogía feliz está en el golf, un juego elitista, que precisa de fuerza, perspectiva, y mucha concentración para recorrer sin desánimo el espacio geográfico en donde se desarrolla, un espacio que pudiera comparar con el universo. En el golf no vale el jonrón ni el knock out, hay que intentar otras sutilezas más poderosas a veces que el toque de bola o el jab. En Cuba se utiliza bastante la analogía del boxeo o la pelota, pero Cuba también puede ser reinventada y su literatura (para mí una de las mejores) puede habitar el inconmensurable espacio de un terreno de golf. Y en este terreno, en la yarda 2000, quisiera colocar a la Generación 0, ese fenómeno que, sin antología (como sí sucedió con Los Novísimos) se oxigenó a sí mismo y lanzó una bola al aire que todavía no llega a caer.

Me referiré a un conjunto de narradores que le dieron forma al fenómeno, los mismos que, de una manera plural hicieron el largo swing que golpeó esa pelota que aún flota en el aire y amenaza con romper alguna que otra ventana de los edificios que bordean este imaginario campo de golf. (Advierto que muchos de los narradores de la Generación 0 no se consideran parte de ella ni parte de nada, pero igual son y serán miembros vitalicios, lo que demuestra lo poco que podemos hacer como entes individuales y la omnipotencia de ese artefacto nombrado Generación. Advierto, además, que solo me referiré a los autores iniciáticos del fenómeno, pues, en realidad, la mayoría de los escritores actuales forman parte de él, no por la estética de sus obras, sino por el tiempo en que fueron y están siendo publicadas.

Lo que pretendo escribir es que la Generación 0, de la que tantos formamos parte, se impuso, existe, es una referencia indirecta para la escritura de ahora mismo, aunque los escritores actuales continúen dándole forma a una nueva generación más global, generación neo-todo, como apuntó Kevin Fernández en su ensayo “¿Generación 0? Lineamientos para una generación literaria que no existe”, porque los escribas actuales, que son los de ahora, los que comenzaron a escribir a inicios del 2000, los que escriben desde los noventa y los ochenta y los setenta, cincuenta, los que comenzaron a escribir tal vez junto a Silvestre de Balboa, se apropian de casi todo y la variedad es enorme.

Algunos de los narradores iniciáticos de la Generación 0 son: Raúl Flores Iriarte, Jorge Enrique Lage, Ahmel Echevarría, Michel Encinosa, Polina Martínez Shvietsova, Arnaldo Muñoz, Orlando Luis Pardo. Debería incluir muchos otros nombres, pero la lista sería inmensa (toda la narrativa de estos últimos años) y estamos hablando de los precursores. De todas formas, los autores nombrados representan a la perfección el despliegue que se originó a partir del año 2000, y que, por un afán de identificación (tal vez organización) con su tiempo algunos empezaron a nombrar Generación 0.

Hay quien todavía se pregunta: Bueno, ¿y qué hace especiales a estos escritores?  Y hay quien responde: Lo mismo que hace especial a cualquier escritor: la propuesta. O sea, la mecha encendida de sus obras, las granadas que nos explotan en las manos un vez que cerramos los libros o leemos sus cuentos. Voy a mencionar, desde mi punto de vista, algunos de los aspectos que más me han impresionado-dinamitado de estos autores, de los cuales he tenido la oportunidad de leer casi todo, aunque, a decir verdad, me hubiera bastado con un libro o un cuento, pues no me uno al concepto de que es necesario esperar la decantación del tiempo, el cual, contrario a lo que se cree, nunca será el propicio para evaluar nada debido a su inherente capacidad de cambio. Ya sabemos: el presente no tiene el mismo significado en el futuro, se transforma en un presente inmóvil en ese instante que la emoción nos tocó y fuimos sinceros con esa emoción.

Quiero volver a hacer énfasis en el axioma de que los integrantes de la Generación 0 son el resultado de la generación precedente y están, como todos los escritores cubanos, indisolublemente ligados a la marea de la literatura pasada y futura. No tienen, por supuesto, edad, y eso es lo más importante, ya que en literatura, si observamos con cuidado, descubrimos que no existen escritores jóvenes ni viejos, ni menores ni mayores.

¿Qué diferencia a los escritores de la Generación 0 de los escritores pasados, presentes y futuros? Nada y todo. Tienen sus particularidades y sus semejanzas con respecto a los otros, pero lo más importante es la circunstancia de haber empezado a publicar a inicios de los 2000 y de hacerlo a través de una óptica nunca antes vista, como mismo hicieron Los Novísimos, y la promoción que los precedió y todos en su momento. Son escritores que tienen su punto de partida en el realismo, pero luego hacen un cruce, o una voltereta, y sus historias empiezan a adentrarse en una dimensión que no es ambigua, ni fantástica, ni siquiera roza la ciencia ficción, es un lugar donde sus creaciones son posibles gracias a sus talentos o empeños de ver el final del arcoiris. Voy a ejemplificar:

Raúl Flores hace aparecer una existencia para la cual una persona estaría preparada si tuviera en el pecho un órgano habitualmente llamado corazón. Sus detractores dicen que utiliza una onda pop y palabras en inglés, cuando precisamente esa es su estética, su intención. Y son detractores, claro está, que nunca han escuchado canciones en la radio ni saben, supongo, lo que es un dolor de muelas en el corazón, como decía Heine. Es decir, detractores extraterrestres, o que al menos no viven en este siglo. Pero lo que hace a Raúl Flores un escritor único es lo mismo que ha convertido en escritores únicos a todos los demás: su capacidad de emocionarnos, lanzar granadas contra las paredes de nuestra mente.

Jorge Enrique Lage es otra cosa. Se trata de un narrador congelado, que nos despereza, nos despierta con su inteligencia y disposición. No es cínico, ni mordaz, ni sarcástico, hay que inventar algún término para él, ya que tiene la virtud de crear su propio género y ser inimitable. Es el espectáculo de un pensamiento sui generis, personal.  De más está decir que para coger toda su onda no se precisa tanto de emoción sino de curiosidad, de un gusto por los laberintos “Lageanos” (por poco escribo “cínicos”) del cerebro. Sus detractores dicen que utiliza unas imágenes y unos presupuestos estéticos alarmantes, y eso, a mi juicio, podría ser el mayor elogio. Son detractores, sin duda, predispuestos a no recibir nada que no esté acorde con su idea de literatura, por lo que no les resta otra salida que detenerse en el límite. No ven las olas de un mar tempestuoso, quiero decir.

Michel Encinosa es el típico escritor sin costados, redondo. Su literatura siempre cae de pie porque sabe encallarse en el ángulo que soñamos. Parece tener siempre una propuesta, en realidad una pregunta para todos nosotros: ¿Qué somos? ¿Existe alguna manera de escapar de esta locura en donde un Dios hermafrodita llamado Vida nos ha colocado? Hay en Michel una correspondencia muy orgánica entre historia y lenguaje, o sea, entre lo que se propone y alcanza a elaborar. Como también cultiva la ciencia ficción nos parece un escritor híbrido, o mejor, un tipo al que Dios le ha revelado todo y nos lo ofrece sin códigos. Sus detractores dicen que a veces le da rienda suelta a la fantasía, sin entender que su obra está por encima, por debajo, y por los bordes de la fantasía y por eso mismo nos hace imaginar mundos e ignorar el tacto de lo real. No saben, por supuesto, que le hacen un favor al subrayar ese criterio.

Arnaldo Muñoz es lo más cercano a lo que muchos catalogarían como alta escritura. Su lenguaje es su mejor personaje y es también un virus que nos obliga a llegar hasta la última página de sus historias. Es uno de esos escritores con un estilo tan fuerte que nos corta el aliento del asombro. No solo sabe lo que hace, sino que sabe lo que haces y lo que vas a hacer. Me refiero a un lenguaje omnisciente, en el cual nada queda afuera y son apresadas todas las particularidades de la literatura. Cada una de sus novelas está atravesadas por una marca de originalidad, y, aunque la mayoría pertenecen al género policial apenas lo advertimos, pues sus novelas se van por encima de cualquier género. Sus detractores dicen que es medio barroco-lezamiano, lo que constituye, sin discusión, el más álgido de los halagos.

Con Ahmel Echevarría entramos en el tiempo del simbolismo. Tenemos la impresión, al leerlo, de que todos los actos de la existencia son trascendentes y que solo lo admitimos, o lo advertimos, al sumergirnos en su obra. Hay una especie de ritualización de la conciencia, y si eres un lector con alas en la cabeza saldrás bastante enriquecido de ese vagabundeo por las nubes. Es un escritor epidérmico que sabe metamorfosear su tormento en maravilla. Si el lector tiene engrasadas las piezas de su mente podrá llegar muy lejos con él. Tiene detractores que, como buenos detractores, nunca tendrán la razón.

Polina M. Shvietsova es la escritora del impacto y la detonación. En ese orden. Primero sorprende gracias a su súbita independencia y luego, tras el eco, empieza a diluir nuestra sangre. Con un leguaje poético semejante a diminutas alfileres, nos encaja su mensaje, por lo que un lector prejuicioso, o acomodado a ciertas zonas recomendables, puede hacer reacción alérgica, pero un lector más activo, digamos, un lector metafísico, puede arriesgarse a soportar el ardor de los pinchazos y sacar buen provecho de la experiencia. Siempre dolerá, recuerden que hablamos de un tipo de escritor que escribe con armas blancas. Sus detractores afirman que Polina no hace una auténtica literatura, y eso, claro está, es un halago demasiado hermoso; sabemos que no es fácil hacer una literatura-no-auténtica.

El último de mi análisis es Orlando Luis Pardo, un escritor que negocia con fuego y arcilla. No es un artesano porque sería algo simple de definir, tampoco un mago, porque la literatura, como todos saben,  es un acto de ilusión palpable, demostrable. Diré simplemente que Orlando es un escritor que dobla las palabras para hacer arabescos con el lenguaje y regalarnos una nueva-otra interpretación del mundo. Con Orlando el lenguaje no es un personaje, es un disfraz. El lector no se interesa por lo que oculta, ni mucho menos por lo que muestra, queda en un estado virginal, de expectación consciente. Los detractores de Orlando lo culpan por embrollar sus historias con espejismos, y quizá tuvieran razón si los espejismos fuesen solo espejismos.

El análisis de esta generación pudiera extenderse si me apoyara en la labor de todos los escritores actuales que también forman parte de ella, pero el resultado sería el mismo, ya que el asunto central consiste en reconocer un fenómeno que hace mucho dejó de ser paranormal y se ha materializado para formar parte incuestionable de la literatura cubana. Un fenómeno, es bueno aclararlo, ni mejor ni peor que los otros que ya se han producido, y que le ha dado paso a nuevas visiones que chocan entre sí y comienzan a crear ese universo con forma de pelota de golf que toda generación debe golpear cada vez más lejos.

Los escritores de ahora mismo, que son los mismos que han escrito desde siempre, están conformando una suerte de escrituras individuales que, vistas en perspectiva, organizan un horizonte ecléctico bastante razonable. Negar esa circunstancia es como negar el metabolismo del tiempo, y como eso no es posible, la pelota de golf aún sigue en el aire, lista para caer en un hoyo o ser lanzada más lejos, con el poder de un jonrón.

Marzo de 2014

04 flores1

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