La Palma distribuye “La autopista: The movie”, de Jorge E. Lage

Gracias al acuerdo entre Cajachina y ediciones La Palma, contamos con un limitado número de ejemplares del inaugural libro de la colección G. “La autopista: the movie”, de Jorge Enrique Lage, a disposición de los amantes de la colección G. en todo el mundo. Se trata de la edición cubana, con ilustración en contraportada de Jorge Otero Escobar.

Banner (con logo de Colección G.)

De esta novela, Rafael Rojas (Libros del crepúsculo, 2014) dijo: “Leyendo La autopista confirmo algo que he comentado aquí y es que la más joven generación de escritores cubanos llega con un repertorio simbólico y un campo referencial fuertemente marcado por la cultura popular y, especialmente, por la cultura popular mediática y electrónica de Estados Unidos -publicidad, series de televisión, Hollywood, nuevas tecnologías-, lo cual establece diferencias clarísimas con la generación inmediatamente anterior, la de los 90, que era más letrada, rusófila y afrancesada. No es extraño que esta nueva generación aparezca ya con un dominio pleno de la novela y el cuento, como géneros literarios, que no pase por el ritual iniciático de la poesía tertuliana y que no haga culto a la escritura fragmentaria, tan celebrada por el postestructuralismo y el postmodernismo en los 80…”

La novela solo se podrá obtener, a partir de noviembre, vía catálogo: http://www.edicioneslapalma.com/catalogo/

02 Jorge Enrique Lage

La PALMA y CUBA; CUBA y LA PALMA

LA PALMA Y CUBA; CUBA Y LA PALMA

La editorial La Palma comenzó su andadura cubana en 1994, de la mano de la poesía, como no podía ser de otro modo. La colección Archipiélago, dirigida por Elsa López, publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80, donde aparecen poetas como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José ponte o Sonia Díaz Corrales. La antología estuvo a cargo de Alicia Llarena, quien también escribió, junto a Osmar Sánchez Aguilera, una interesante introducción a la poética insular.

libro poesía

En el año 1997, trece años después de la fundación de La Palma, la colección Ojo Inmundo dirigida por David Cabrera, publica “Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida”, el primer volumen de relatos vertebrados por la experiencia del VIH a una serie de nóveles escritores cubanos, casi todos desconocidos en el extranjero por entonces y aun en la propia isla, y que hoy forman parte de un pequeño grupo consagrado a la escritura dentro y fuera de Cuba. En esta primera antología de relatos podemos encontrar a Alexis Díaz, Frank Lima, David Díaz, Norberto Marrero, Rolando Menéndez, Miguel A. Fraga o Yoss. La antología fue preparada por José Ramón Fajardo y Lourdes Zayón. El origen de la antología fue el taller literario “La montaña mágica” del sanatorio Santiago de las Vegas o “Sidatorio Villa de los Cocos”, donde los antólogos impartían técnicas narrativas a las personas infectadas por el IVH. El título responde a una de las pasiones de Pepe Fajardo: los Beatles. Cien ejemplares fueron llevados a Cuba ese mismo año y aún hoy, de tarde en tarde, se puede encontrar alguno de ellos en los puestos de libros de segunda mano.

toda esa gente

En ese mismo año, 1997, la colección Tierra del poeta saca a la luz otro tesoro insular: “Escrito para borrar. Cuaderno de playa”, del poeta Orlando González Esteva.

escrito para borrar

Desde esa publicación, la editorial La Palma, orientada en consagrar las creaciones poéticas dentro y fuera de España, no olvidó sus relaciones con la octava isla. En numerosas ocasiones surgieron proyectos, aunque la mayoría de ellos quedó en el inventario de las memorias. No fue así, empero, en el caso de la poeta Soleida Ríos, cuyo poemario, “El libro roto; poesía incompleta y desunida septiembre 1987 – julio 1989”, fue editado en 2003, en la colección Ministerio del Aire, con una Nota debajo de la puerta que dice “este libro se escribe bajo un signo terrible: dios es el hombre y tiene miedo a su edad…”

soleida

En el año 2011, poco antes de su muerte, salió a la luz la última apuesta poética de Lorenzo García Vega, “Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto” en el número 7 de la colección La Palma, dirigida por el también poeta Nicolás Melini.

Lorenzo

A finales de 2013, un equipo de intelectuales españoles con estrechas relaciones con la cultura cubana, aglutinados en la editorial La Palma, pergeñó la idea de recuperar una parte del inmenso material artístico que duerme en el sueño insular. De este modo, surgió la idea de la Colección Cuba, un intento restaurador ajeno a encorsetamientos genéricos, y por tanto heterodoxo, que pretende cubrir el vacío de una suma de minoritarias pero inmensas sensibilidades artísticas que sobreviven talentosamente en la Cuba de hoy pese al aplastamiento de sus condicionantes materiales. El primer número, “Mural de poesía cubana”, abarca la poesía cubana desde sus orígenes al vanguardismo, editado a inicio de 2015 bajo la dirección de Virgilio López Lemus.

Cubierta_muraldepoesia

En febrero de 2014, durante la Feria del Libro de La Habana, se materializó el acuerdo entre Ediciones La Palma y Editorial Cajachina, por la cual se imprimiría en España una colección hermana, aunque no gemela, de la Colección G. habanera, partiendo de un número 0 inaugural que recogería 10 relatos de 10 narrador@s jóvenes y prolíficos en publicaciones y premios. Diez narradores y narradoras que, como bien señala Gilberto Padilla, editor de la colección, no son ni Pedro Juan Gutiérrez, ni Zoe Valdés ni Leonardo Padura… sino Ahmel Echevarría, Orlando Luis Pardo, Legna Rodríguez Iglesias, Jorge E. Lage o Raúl Flores.

Portada_Malditosbastardos

En el año 2015, tras las numerosas alabanzas de revistas como Leer o Quimera, así como de críticos literarios como Ignacio Echevarría o Daniel Serrano, por no hablar del propio Pedro Juan Gutiérrez, que se encontró con el libro en la Feria del Libro de Tenerife y acabó comprándolo, leyéndolo y reseñándolo, La Palma afianza su relación con la Cajachina habanera y saca a la calle, con una semana de diferencia con La Habana, el segundo volumen de la Colección G.; “No sabe/ No contesta”.

Legna

Y para acabar la actualización, la editorial La Palma tiene en imprenta el siguiente volumen de la Colección Cuba. Una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano. En el libro “Cuba: memoria y desolvido” se recogen textos de los orígenes del ferrocarril en Cuba, de la memoria de los cines de pueblo, del ajiaco, o de la toma de La Habana por los ingleses. El autor del libro es José Antonio Michelena y cuenta con una soberbia introducción de Leonardo Padura.

portada n1

Las colecciones G. y Cuba siguen buscando artistas…

“Mural de poesía cubana” en “El marcapáginas de Gestiona Radio”, 12 de septiembre de 2015

Desde los orígenes al vanguardismo

El sábado 12 de septiembre se emitió en directo un coloquio sobre la cuasi antología “Mural de poesía cubana”, una primera propuesta para adentrarse en la poesía insular desde sus orígenes hasta el vanguardismo del siglo XX.

Elmarcapáginas

En la tertulia radiofónica participaron: el conductor, David Arranz; el autor, en conexión directa desde La Habana, Virgilio López Lemus; el responsable de la Colección Cuba de ediciones La Palma, Ignacio Rodríguez; y los contertulios Antonio Domingo y Ricardo Guerrero.

heredia

David Arranz, además de conducir la tertulia, leyó varios de los poemas, entre ellos “Oda a la piña” de Manuel de Zequeira y Arango, “Niágara” de José María Heredia, “Al partir” de Gertrudis Gómez de Avellanada, “Hierro” de José Martí o “Proclama” de José Talet.

Virgilio López Lemus profundizó en la construcción de la identidad nacional cubana a través de la poesía, desde los mismos tiempos de “Espejo de paciencia” (s.XVII), y recalcando la importancia de los elementos identitarios en poemas como los de Heredia (s.XIX), siendo un medio de expresión del pueblo naciente, que se refuerza con la contribución a la creación del Modernismo que realiza José Martí.

Como colofón de la tertulia, autor y editor se comprometieron a trabajar en una segunda edición ampliada para 2016.

VLL

Les invitamos a oír la tertulia íntegra en el siguiente enlace:

http://www.gestionaradio.com/26019-el-marcapaginas-david-felipe-arranz-2-2015-09-12-200000-256kbps-mp3/

Dirige y presenta: David Felipe Arranz

Correo electrónico: elmarcapaginas@gestionaradio.com

Rafael Rojas recomienda LA AUTOPISTA. THE MOVIE (Colección G., 2014), de Jorge Enrique Lage

Lage: de la utopía al apocalipsis

La cultura cubana ha sido un lugar saturado de representaciones utópicas, que apenas en la era global se ve obligado a asimilar sus propios límites. Todavía en la década de los 90 y los primeros años del siglo XXI, buena parte del discurso cultural cubano daba crédito al tópico del “naufragio de la utopía”, con lo cual los encargos providenciales que se hacían a la isla parecían asomarse a una segunda oportunidad, siempre postergada. El malestar que provoca esa vuelta a la geografía, en medio de la globalización, puede interpretarse en algunos de los proyectos literarios mejor armados desde la isla, en los últimos años.

Leo en la última novela de Jorge Enrique Lage, La autopista. The Movie (La Habana, Colección G, 2014), una forma de lidiar estéticamente con ese malestar. Desde su anterior Carbono 14. Una novela de culto (Lima, Ediciones Altazor, 2010), Lage (La Habana, 1979) se había interesado en el tema de la ucronía o la yuxtaposición de los tiempos nacionales, al ubicar la trama en un futuro impreciso de la isla, aunque adherido al siglo XXI y a la “misma Habana del realismo”. Evelyn, la extraterrestre que cae desnuda en la isla, con la Tabla Periódica de Mendeleiev bajo el brazo, luego de una explosión en su planeta, llamado Cuba, es un personaje que plantea desde las primeras páginas esa caotización ucrónica del relato.

El isótopo radiactivo que da título a la novela refiere la aplicación del método del carbono 14 para medir la temporalidad de cualquier objeto  -la ropa interior, por ejemplo- en una ciudad que, a pesar de las múltiples escenas que la asocian con la Habana de hoy, es una cápsula atemporal, con rastros de todas las edades posibles de la isla. El escenario reconocible de La Habana actual, en Carbono 14, es un elemento compensador del futurismo de la novela, toda vez que en el telón de fondo de ese presente perpetuo hacen contacto, como en las terminales de un cable electrónico, el pasado y el futuro de los personajes, sus memorias y sus tramas.

En La autopista, sin embargo, ese presente se ha visto dinamitado, no por una explosión en un planeta remoto, llamado Cuba, sino por la agresiva desestructuración de la historia y la geografía que ha producido el megaproyecto de una carretera que atraviesa el golfo de México y el Caribe y une a Nueva Orleans y Miami con las pequeñas islas antillanas, ahora convertidas en estaciones de paso, México, Centroamérica y Suramérica, Cancún, Curazao y Cartagena. El futuro, en La autopista, es un dispositivo ingenieril y tecnológico que ha borrado las naciones y sus capitales, las temporalidades y sus legados. La ciudad, atravesada por la autopista, se sigue llamando “la ciudad”, pero su presencia no carga con aquella habanofilia que, en forma de guiños topológicos, emergía en la novela anterior.

Los personajes de La autopista (el Autista, Vida Guerra, Hu Jintao, Poppy, el Profesor, Cabeza de Cubo…) carecen de ese afecto generacional que todavía se lee en Carbono 14 y que dotaba la ficción de una suerte de lenguaje cifrado. Aquí el futurismo está desaforado, por decirlo así, precipitado en un tobogán de relatos que se ramifican y que desplazan constantemente el eje de la ficción. Todos los personajes son, de hecho, periféricos o secundarios, y cada capítulo -subtitulados todos en inglés, “Breaking News”, “Hard Rock Live”, “Transmetal”, “White Trash”…- abre una subtrama que multiplica el relato. Sin parecerse a ninguno de los narradores que toma como modelo -Diderot, Nabokov, Borges…- las ficciones de Lage serían una buena ilustración del principio de la “novela múltiple”, descrita por Adam Thirlwell.

Sólo que en La autopista el realismo y el drama están reducidos al mínimo. Como si David Foster Wallace, y no Cormac McCarthy, hubiera escrito la trama de The Road, el texto elude la realidad y el drama, aunque sin desembocar en una pastoral de la ciencia ficción. El futuro no es aquí el espacio limpio y minimal de los objetos electrónicos blancos y grises sino el inframundo de Elysium o las ciudades depauperadas, militarizadas o controladas por tribus y mafias urbanas que se ven en Blade Runner o Children of Men. Más bien se trata de una distopía ciberpunk, levantada sobre un Caribe de resorts, capos y ejércitos. A fin de cuentas esta es una novela que, como anuncia el subtítulo, debe más al cine que a cualquier otra novela.

Leyendo La autopista confirmo algo que he comentado aquí y es que la más joven generación de escritores cubanos llega con un repertorio simbólico y un campo referencial fuertemente marcado por la cultura popular y, especialmente, por la cultura popular mediática y electrónica de Estados Unidos -publicidad, series de televisión, Hollywood, nuevas tecnologías-, lo cual establece diferencias clarísimas con la generación inmediatamente anterior, la de los 90, que era más letrada, rusófila y afrancesada. No es extraño que esta nueva generación aparezca ya con un dominio pleno de la novela y el cuento, como géneros literarios, que no pase por el ritual iniciático de la poesía tertuliana y que no haga culto a la escritura fragmentaria, tan celebrada por el postestructuralismo y el postmodernismo en los 80.

La ucronía de Lage es, como decíamos, apocalíptica. En un momento dice: “Lo que fue La Habana. Lo que nunca fue. Lo que sea que haya sido. La autopista lo ha borrado del mapa. En su lugar, el inabarcable asfalto que llena nuestras pesadillas. Pero tenemos una película en marcha. Tenemos un restaurante. Esperamos, de un momento a otro, un disparo de la suerte”. El futuro es el capitalismo y la conexión transnacional, un mundo de conversaciones imaginarias entre Fidel Castro y Roberto Goizueta, de empresarios mexicanos con nombre de jerarcas comunistas chinos y pederastas americanos con nombre de mascotas, de robots, huracanes Katrina y de mafias de Miami y de La Habana. Un mundo desenraizado, donde nadie sabe “dónde está parado”, donde lo que la autopista une por arriba, se vive como una sepultura o una escisión por debajo.

Rafael Rojas, Libros del crepúsculo, 2014

 

02 Jorge Enrique Lage
El escritor cubano Jorge Enrique Lage.

CUBA: MEMORIA Y DESOLVIDO, por José Antonio Michelena (prólogo de Leonardo Padura)

Un pirata cubano
El nombre del cubano Diego Grillo aparece en la historia de la piratería vinculado a los célebres Francis Drake (inglés) y Cornelius Pata de Palo Jol´s (holandés), pero mientras estos fueron encumbrados por los gobiernos de sus naciones, el criollo fue hasta el fin de su existencia un paria fuera de la ley. Por eso su vida es una leyenda dibujada a retazos, en la que asoma y se pierde en escenarios y tiempos diversos. Los historiadores nunca se han puesto de acuerdo a la hora de contar sus peripecias y al parecer eso nunca será posible.
Su nacimiento, dicen, ocurre en La Habana hacia 1557. Sus padres serían un innombrado español y una negra esclava. Muy dura debió ser su niñez porque huyó tempranamente de la ciudad. No hacia el monte, como los cimarrones, sino hacia el mar, en busca de otros horizontes. Embarcó de grumete en una nave española y durante un tiempo no hay memoria de su existencia, solo especulaciones de que fue hacia Campeche (México) donde se habría aliado a corsarios holandeses.
Una construcción hecha sobre la base del testimonio del marino portugués Nuño de Silva destaca su vínculo con Francis Drake. Dice de Silva, quien fuera hecho prisionero por Drake en 1578 en costas africanas, que este traía consigo un negrito nombrado Diego, que hablaba español e inglés, al que habría apresado siete años antes a bordo de un galeón español frente a Nombre de Dios. Siguiendo esta versión, Diego sería tomado bajo la tutela del famoso Francis Drake, quien los instruiría, al más alto nivel, en las artes de la navegación, el corso y la piratería. Al lado del marino británico, el mulato isleño se haría un aventajado navegante, al tiempo que mostraría valor y arrojo en los combates.
Son contradictorias las historias de Grillo junto a Drake. Algunas lo sitúan junto al famoso corsario inglés hasta fines del xvi (1596). Si así hubiera sido, el cubano lo habría acompañado en suvuelta a la tierra entre 1577 y 1580. Debe tenerse en cuenta que Drake fue nombrado vicealmirante de la escuadra británica y pasó en Irlanda el año de 1575. Al año siguiente la reina le encomienda una expedición corsaria para operar en las costas americanas del Pacífico. A partir de 1577 comienza una aventura que involucra las naves Pelican, de sir John Hawkins; el Elizabeth, de sir William Winter; el Marigold, el Benedict y el Swan, toda una flota que suponía ir en busca de un continente que se creía existiese en el Océano Pacífico, denominado «Terra Australis Incognita».

(…)

Extracto del libro “Cuba: memoria y desolvido” de José Antonio Michelena, segundo volumen de la Colección Cuba de ediciones La Palma (julio de 2015).

Colección G: pensar la literatura desde la promiscuidad

Por Lorena Sánchez; Cuba contemporánea. 12 Mayo 2015
Portada libro 2 Legna

No. La literatura cubana contemporánea no es solo aquella que publican las casas editoriales en la Isla. La literatura cubana contemporánea no es ni tan siquiera la que comercializan grandes monstruos como Alfaguara, Tusquets, Planeta y Anagrama. Ello es apenas una pequeña parte de todo cuanto se produce, de todo cuanto se consume. Una vez piense así, podrá entender entonces lo que viene a continuación.

Imagine un sello editorial independiente en Cuba. Piense en este sello editorial como una suerte de oasis, un resquicio por el cual pasan varios escritores -algunos conocidos en el país, otros no tanto- que se alejan del canon, de lo simbólicamente establecido como literatura cubana. Entienda que para existir este sello editorial debe sortear obstáculos, estar al amparo de otras instituciones como el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en colaboración con Ediciones Cajachina. Que entre sus múltiples propósitos está el de visibilizar ciertas zonas, ciertos textos que son del agrado -en este caso- de un editor en particular. Un editor a quien le gusta intervenir, armar publicaciones y romper con la precariedad del libro en la Isla.

Eso es Colección G. O quizás un poco más: un sello editorial con apenas un año de existencia que parte de un criterio no ecuménico para privilegiar una estética determinada. Es, desde el punto de vista comercial, un proyecto riguroso que se monta en los estándares internacionales de distribución. Es pensar la literatura desde otra tesitura, desde otra dimensión.

Armar la colección -según cuenta Gilberto Padilla Cárdenas, su editor- tardó apenas 15 minutos. El staff, integrado además por dos de los mejores diseñadores editoriales del país, Eric Silva y Michele Miyares Hollands, desde el pragmatismo de la profesión, tenía bien delimitadas sus intenciones.

“La idea es romper con este sentido medio parroquial de las editoriales cubanas -dice Padilla-, pues si revisamos sus catálogos a veces nos queda la sensación de que son un supermercado mal organizado y que funcionan como una suerte de Arca de Noé, con escritores que tienen un estatus, premios nacionales en su mayoría, con ciertos privilegios, quienes llegan a estas editoriales a resguardarse de todo cuanto acontece en el contexto de la literatura fuera de Cuba”.

No obstante, para el también filólogo y ensayista, en términos internacionales existe un desconocimiento profundo de cuanto se escribe en nuestro país. Incluso, “se tiende a confundir la literatura insular con este invento hecho por Tusquets o Anagrama”.

La noción del editorialismo, que en el mundo marca las grandes revistas y publicaciones del campo cultural, está presente en la colección, en tanto Padilla focaliza determinados textos que eluden lo que él suele llamar el Cuba appeal o esa condición peculiar de los escritores en la Isla de aprovecharse del capital simbólico que tiene la literatura cubana en el extranjero, condición por demás obsoleta, con cierto rechazo, sobre todo en países como España.

En ese sentido, Padilla quería buscar autores con cierto reconocimiento internacional, cuyas maneras de narrar declinaran el “insularismo psicológico, esa maldita circunstancia del agua por todas partes o ese sentimiento de lontananza del cual hablaba Lezama”.

Los cinco de la tribu o la franquicia de una colección

En abril de 2014 los lectores cubanos -aquellos que tuvieron la oportunidad de enterarse- asistieron a la presentación de un nuevo volumen del escritor habanero Jorge Enrique Lage en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC. La autopista: The movie aparecía por primera vez en el contexto cubano bajo el rótulo de la Colección G, como si se tratara de una ceremonia de iniciación.

Banner (con logo de Colección G.)

En esta ocasión los amantes de Lage descubrían una novela relacional, donde se narraban los desmanes de Roberto Goizueta, el químico cubano que fuese presidente de la Coca-Cola; la historia de Spencer Elder, el niño desnudo que apareciera en la portada de Nevermind, segundo álbum de estudio de la banda norteamericana Nirvana; el entrenamiento diario de un grupo de peloteros en la Base Naval de Guantánamo, entre otras subtramas.

“A nivel conceptual la novela era fantástica”, comenta Padilla, “porque rompía con aquella metáfora de la Isla que había disciplinado nuestra narrativa durante los últimos 20 años. En rigor, La autopista… es un no lugar, una zona de transición, la cual no aporta identidad, ni sentimiento de pertenencia. Nociones como estas me interesaban para abrir la colección”.

Poco tiempo después este sello editorial iniciaba el camino hacia otra línea promocional: el mercado europeo. Con Malditos bastardos, segundo texto de la colección, Padilla buscaba no solo posicionar la literatura cubana contemporánea en el extranjero, sino además la representatividad de otros autores. Un texto que fuera recomendado por la Revista Quimera, en España, y mencionado por el crítico español Ignacio Echevarría en el suplemento El Cultural del diario El Mundo.

“No se trata de una antología de la Generación Cero, un concepto que me parece fascinante en un contexto como el nuestro donde no existen taxonomías críticas, sino que más bien utilizo el término (de)generación para estos diez narradores; o sea, el residuo, lo que va quedando, porque no todos los escritores de una generación perduran. En resumen, Malditos bastardos es un libro heterogéneo en cuanto a estéticas y temáticas de los relatos, con cierta diversidad sexual, geográfica e ideológica”, señala.

Pero durante este año Colección G se ha nutrido de una suerte de catálogo con autores cubanos contemporáneos muy puntuales entre los que figuran Ahmel Echeverría, Jorge Enrique Lage, Legna Rodríguez, Osdany Morales y Erick J. Mota.

“He rastreado en la obra de estos narradores, textos que pueden funcionar internacionalmente”, indica Padilla. De esta manera, a la franquicia de la colección se une No sabe/No contesta, libro de cuentos de la escritora camagüeyana Legna Rodríguez, próximo a publicarse tanto en Cuba como en España, una suerte de homenaje a autores como Charles Bukowski y César Vallejo.

“Legna es medio (de)generada con el tema de los textos -sostiene Padilla-, escribe en un territorio muy extraño y a veces pone a prueba la paciencia del lector. Por eso, desde el punto de vista editorial quería crear una dimensión paralela a la lectura, donde el libro de Legna está lleno de caligramas, figuritas que a nivel textual y visual funcionan”.

De Ahmel Echeverría, Colección G llevará más adelante al campo literario español Días de entrenamiento, volumen que ganara el Premio Franz Kafka de Novelas de Gaveta, publicada por FRA en la República Checa en 2012. Mientras, Osdany Morales, radicado en Nueva York, llega a nuestro contexto con Too Much Information, donde se aúnan dos noveletas (Zeta y Graneros soleados), formato poco explorado en la literatura cubana. Erick J. Mota, por su parte, regresa con su novela Habana Underguater, con la cual obtuvo el Premio TauZero de Novela Corta de Fantasía y Ciencia Ficción en 2008.

En tanto, Gilberto Padilla indaga en la literatura de Jorge Enrique Lage y selecciona relatos -algunos inéditos, otros que aparecieron en fragmentos de novelas- en que el escritor habanero fantasea con un prototipo de mujer específico, mujeres made in Lage, según Padilla. “Será un libro armado editorialmente, que pienso titular Topless. Antología de mujeres extrañas”.

Aunque son estos cinco narradores quienes integran el catálogo, a Gilberto Padilla le interesa explorar otros géneros: “Estoy preparando una antología de ensayos cuyo título será Vacas locas y funcionará como partenaire de Malditos bastardos, pues se trata de diez ensayistas que no tienen el encanto de ser vacas sagradas. Además, quisiera hacer algo con la poesía, armar libros mayores, de más alcance. Pero estos son solo proyectos”.

Visualidad y artes plásticas: literatura desde otra dimensión

Hay en Colección G un elemento añadido: la ruptura del libro cubano como folleto, la visualidad, su factura, el diseño gráfico. “En sentido general -explica Padilla- la literatura cubana se piensa de un modo unidireccional y me molestaba que las editoriales cubanas no tuvieran en cuenta estos elementos a la hora de gestar un texto. Razón por la cual incluí artistas plásticos cubanos y contemporáneos en el diseño de esta colección, para traer al contexto de la literatura insular un poco de promiscuidad entre las artes”.

Así, en Malditos bastardos, por ejemplo, el lector podrá encontrar en contraportada la pieza Pelotón, del artista espirituano Adonis Flores, con la intención -según Padilla- de representar la imagen de la literatura cubana que también es bélica y a quien se le unen, como parte del catálogo de la colección, Jorge Otero, Glenda León, Rocío García y Mabel Poblet.

Desde el punto de vista del diseño gráfico, la portada de los libros es tipográfica, incluyendo, además, una frase que de alguna manera alude al contenido del volumen: “Ha sido muy simpático, porque ello ha creado una suerte de confusión con el título de los textos, lo cual denota que en nuestro país faltan conocimientos sobre la arquitectura de la información”.

A nivel editorial la colección roza las 120 páginas, imitando el viejo formato de Anagrama, con el propósito de hacer un libro manuable para el lector, y las notas editoriales se dan el lujo de ser efectistas, sarcásticas, extremadamente bien escritas. Detalles que, de un modo u otro, se deben tener en cuenta a la hora de gestar un libro en la actualidad.

“Leer es un placer difícil -concluye Padilla-, un acto espacial. Por ello debemos buscar estrategias, pensar en cómo insertarnos en el mercado y marcar la diferencia”.

portada

CITA CON DIEZ BASTARDOS DE LA LITERATURA CUBANA

00 Gilberto Padilla

Ediciones La Palma quiere, desde Madrid, hacer un repaso literario a Cuba, y comenzó por el género cuento. La primera entrega resultó la compilación Malditos bastardos, número inaugural de la colección G, en coedición con la editorial habanera Cajachina.

Malditos bastardos declara, desde la nota de solapa, su intención de matar al padre, como hace todo grupo generacional: «Diez neuróticos gourmet que decidieron fundar una tradición que fuera distinta». La intención parricida y transgresora está expuesta ya en una cubierta que altera la valoración tipográfica del título para jerarquizar la enunciación de lo que no son: ni Leonardo Padura, ni Zoé Valdés, ni Pedro Juan Gutiérrez.

Aunque la edad de los narradores va de la cuarentena a la treintena, los une un común aire de familia: voz narrativa en primera persona, reiteración de intertextos, escenarios foráneos, desinterés por la tensión dramática, distancia de lo emocional, entre otras.

La voluntad perturbadora de los autores no siempre se traduce en el plano ideotemático, pero en ocasiones sucede, como en el cuento de Ahmel Echevarría, en el cual uno de los personajes protagónicos es dotado con todos los atributos del anciano Jefe de jefes: «No vestía el mono deportivo, pero era él. […] Cómo olvidar su nariz aguileña, la barba no muy tupida y cana, o aquel índice largo, huesudo, afilado. Era él y estaba en su silla de ruedas. Todo de oliva –charretera de ribetes dorados, gorra de plato, medallas y botones pulidísimos, botines de piel. Sonriendo.»

Aunque los últimos caracteres quieren esconder un poco la bola, sabemos bien ante quien estamos y es un buen arranque para el cuento, y para la compilación, al menos en el atrevimiento temático. Queda al lector descubrir si los ingloriosos (perdón, malditos) bastardos traen lo que prometen.

Por Antonio Montes Menocal

portada MB

El cuentista Leonardo Padura. Nuevos fragmentos a su imán

Padura

El éxito universal de las novelas de Leonardo Padura ha colocado una
sordina en su cuentística, menos conocida que sus hermanas mayores, pero
no poco importante en el conjunto de su narrativa, en el frondoso árbol de
su obra literaria y periodística.

Solo después de publicar diez novelas de Padura, cuando hace mucho tiempo
que su nombre es un imán para los lectores, la editorial Tusquets decidió
dar a conocer una selección de sus cuentos. Ya era hora, porque, como lo
advierte el título de la colección “aquello estaba deseando ocurrir”.¹

“Aquello estaba deseando ocurrir” agrupa trece cuentos procedentes de tres
colecciones: “Según pasan los años” (1989), “La puerta de Alcalá y otras
cacerías” (1998) y “Nueve noches con Amada Luna” (2006). El primer libro
fue publicado en La Habana; los otros dos, en Madrid.

Una de las preguntas más incómodas para los escritores, es aquella en la
que los periodistas quieren saber cuál de los géneros que cultiva es su
preferido. Hace casi veinte años, cuando su saga policial comenzaba a
crecer y conquistar territorios, le pregunté a Padura si en lo adelante
pensaba concentrarse en la novela, si ese género desplazaría al resto, y
él me contestó:

“Mira, creo que nunca dejaré de ser las cosas que soy, que son todas la
misma: seré periodista, ensayista, crítico, cuentista, novelista y hasta
guionista de cine, porque todo se complementa, se comunica y responde a
necesidades similares, aunque su expresión sea diversa”.

Así lo ha hecho el autor hasta ahora: su producción novelística nunca ha
silenciado su periodismo, su ensayística, su cuentística o sus
colaboraciones para el cine. Y quien recorra su obra, en todos esos
géneros, encontrará personajes, historias, contextos, ideas, que se
conectan, dialogan, se integran, en la órbita del planeta Padura.

Un lector atento puede reconocer, en este volumen, a la bolerista de “La
neblina del ayer”; solo que el destino del personaje novelado es distinto
al del representado en el cuento “Nueve noches con Violeta del Río”:
mientras aquella tuvo un trágico final en La Habana, en la flor de su
vida, esta transita hacia la vejez en un club de Miami. Ambos relatos se
sumergen en la atmósfera del bolero para modelar dos historias diversas de
amor, sexo y deseo.

Amor, sexo y deseo no faltan en el cuento “Los límites del amor”, aunque
con otros conflictos, otra época y en otro escenario: la guerra de Angola
–donde el flaco Carlos salió mutilado–, que dejará una marca en Ernesto,
un funcionario atrapado entre dos mujeres, en una encrucijada existencial.

Angola es también uno de los contextos de “La puerta del Alcalá”. Allí, el
periodista Mauricio experimentó el miedo “oscuro y tangible” que provoca
la cercanía de la muerte, perdió a un amigo y conoció de otros efectos
devastadores de aquella guerra en la salud física y espiritual de las
personas.

Pero si Ernesto era un personaje de los ochenta, Mauricio es de los
noventa, más cerca de Mario Conde y del propio autor. Con ambos comparte
afinidades, identidades. El encuentro de Mauricio con su amigo, el
arquitecto Frankie, está en el tono del reencuentro de “los socarrones”
con Fernando, en “La novela de mi vida”, o de la despedida de Andrés, en
“Paisaje de otoño”. Allí están las heridas de la diáspora, el destino
torcido por las circunstancias socio-políticas.

El personaje de Frankie pertenece al grupo de los amigos de Conde, tanto
como Carlos, Andrés, El Conejo o Candito. Escrito en 1991, cuando Las
Cuatro Estaciones estaba en embrión, “La puerta de Alcalá” tiene un claro
vínculo con la misma, es el desprendimiento de un coágulo salido de sus
entrañas, según la metáfora de Cortázar.

Angola es un escenario referido en otro cuento, “Según pasan los años”,
una historia de amor, amistad, traición, muerte y desilusiones, un relato
hábilmente contado, en el cual el escritor alterna el plano narrativo del
presente con analepsis que complementan la diégesis, tal como hará en las
novelas posteriores.

En ese texto de 1985, el personaje de Juan Carlos tiene algunas
similitudes con Rafael Morín, de “Pasado perfecto”, mientras que las
expresiones de Elías y de Lucrecia nos recuerdan a Mario Conde. Más aun,
el tono nostálgico y el propio núcleo temático –el sentimiento de pérdida,
lo irrecuperable, lo que el tiempo se llevó– estarán presentes en las
novelas que vendrán, adivinables por la capacidad que muestra el narrador,
incrementada según pasan los años.

“As Time Goes By”, la icónica pieza de Casablanca (1942), y la película
misma, son el sustrato de “Sonatina para Rafaela”, parodia y homenaje al
duro oficio de las pianistas de restaurantes. Curiosamente, este cuento,
que protagoniza una mujer mayor, está escrito en el mismo año (1988) de
“Adelaida y el poeta”, que representa a la dama sesentona de un taller
literario. Más de veinte años separan estos relatos de “La muerte feliz de
Alborada Almanza”, una fábula garciamarquiana con resonancias de Onelio
Jorge Cardoso (“Francisca y la muerte”) y Eliseo Diego (“De cómo su
excelencia halló la hora”).

Diferente, en su expresión, a los tres cuentos anteriores, resulta “La
pared”, un texto donde podemos paladear a Salinger y a Hemingway,
integrados, plenamente asimilados en los diálogos y en la información
sumergida, en el desencanto y las ilusiones pérdidas de Elmer, el
economista que quería ser pelotero, pero obedeció el mandato –social y
paterno– que cortó sus alas. Es la misma frustración que veremos en el
médico Andrés, el amigo de Conde.

Por la condensación de la trama y las ideas, la agilidad y riqueza de los
diálogos, el universo contenido, su perfecta estructura narrativa, el
enigmático y sugerente final, abierto a interpretaciones diversas, “La
pared” es una pieza de Grandes Ligas, escrita en el último año de los
ochenta.

De antología es igualmente “El cazador”, cuento de cacería homoerótica a
la entrada de los noventa, donde el tema se repitió bastante de autor en
autor, pero todo está aquí ya servido, en la historia contada por Padura.

Reflejo de los temas de aquella década es también “Mirando al sol”, un
entramado de marginalidad social, peleas de perros, drogas, promiscuidad
sexual, asesinatos y huida fracasada de la isla.

Conviviendo en años de furia creativa del autor surgió “La muerte pendular
de Raimundo Manzanero” (1993), relato con estructura de investigación
policial, especulación sobre un suicidio que incluye la información
necesaria para conocer sus causas, expuestas en la tesis del narrador.

Acaso fruto de los viajes a Italia del escritor, es esa historia de amor
(una de las cuatro del libro) contada en “El destino: Milano-Venezia vía
Verona” (1996), abonada con elementos autobiográficos, el gusto por la
pintura y los conflictos –y sufrimientos– derivados de la magra economía
de los cubanos.

Ya en la despedida de los noventa, Padura escribió ese divertimento
erótico que es “Nochebuena con nieve”, anclado en uno de sus espacios
predilectos, el barrio de la Víbora, y narrado en primera persona por un
personaje que sumerge sus penas en alcohol.

“Aquello estaba deseando ocurrir” contiene cinco cuentos fechados en la
década de 1980; seis, de los años noventa; y solo dos del nuevo milenio.
No están aquí todos los cuentos escritos por Padura, sino los que él
eligió para representar a su cuentística, la cual, como podrá ver el
lector, es rica y diversa –temática y expresivamente–, alimentada con la
misma savia que nutre toda la obra del autor: la búsqueda de la
autenticidad, la sinceridad, la veracidad artística y la libertad en su
sentido más amplio.

José Antonio Michelena
jamiche47@gmail.com

Disponible en:
http://www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=11137:el-cuentista-leonardo-padura&Itemid=11

“No sabe/ No contesta” de Legna Rodríguez, segundo volumen de la Colección G.

Portada libro 2 Legna

Sí, NO SABE/ NO CONTESTA es un libro promiscuo. Esa es la marca de Legna Rodrígez Iglesias, que en vez de escribir “cuentos”, “novelas” o “poemarios”, dice que no, que “preferiría no hacerlo”, como Bartleby, y publica libros bastardos, degenerados, y gana concursos con su depravación literaria. Sus historias son el reino del desperfecto: nada funciona, secretos atroces revientan como pólvora, el amor disfraza el despotismo o la perversión, los padres atormentan, someten o literalmente destruyen a los hijos, la atmósfera es irrespirable. Pero Legna tiene la prosa, la agilidad y la falta de escrúpulos de una infante terrible.
Engalanado con las “desviaciones” que ningún censo se tomaría el trabajo de registrar, NO SABE/ NO CONTESTA es un libro neurótico. De hospital. Sus quince historias son para perder el juicio.
(Prescripción médica: un comprimido de Carbamazepina –o cualquier otro fármaco anticonvulsivo– antes de leerlo.)
En contraportada: La belleza que anida en las piernas de Mabel Poblet.
Espérenlo…

Banner (con logo de Colección G.)

Luis Antonio de Villena sobre “Mural de poesía cubana”

cubierta_muraldepoesia

Decadencias

Luis Antonio de Villena

MURAL DE POESÍA CUBANA

Digámoslo claro: en este momento no existe especialista que pueda seguir no ya la literatura, sino ni la poesía tan siquiera que se escribe en el mundo en español.  Habrá que tener (necesariamente) una idea global del conjunto, pero se puede saber –y hasta entender- que hay profesores universitarios especialistas en “literatura mexicana”, por ejemplo… Creo que son en este momento (y desde el siglo XIX) cuatro los grandes centros desde los que irradia la inmensa poesía en español: Argentina, Chile, México, España y probablemente Cuba. Aunque quede muy cerca Perú, Nicaragua… Es difícil.  Quizá llame la atención Cuba, por su insularidad y porque habiendo grandes prosistas (Martí, Alejo Carpentier, Lezama, Virgilio Piñera, Cabrera Infante…) es en la poesía –parece- donde Cuba sobresale más. Un cubano exilado –ya sabemos lo de las dos Cubas pero una literatura obviamente única- acaba de publicar  (Ediciones La Palma) una breve y muy bien hecha, dentro de sus límites estrictos, antología de la poesía cubana, desde sus orígenes  -la inevitable oda “A la piña” de  Manuel de Zequeira y Arango, muy dieciochesca, cuando finaliza ese siglo y comienza el siguiente- hasta los vanguardismos de la medianería del siglo XX: Juan Marinello, Regino Pedroso (que era medio chino)  o el muy purista (de “poesía pura”) Mariano Brull…

Se me dirá que falta toda la gran poesía que desde “Orígenes” llega hasta hoy mismo: Lezama, Baquero, Vitier, Carilda Oliver, Antón Arrufat, Díaz Martínez o Raúl Rivero, seguro que entre muchos más. Pero lo que quiere demostrar la pequeña y astuta “Mural de poesía cubana” de Virgilio López Lemus, es la riqueza y singularidad de la poesía de la isla (consciente de la singularidad frutal mucho antes que de su independencia) con exóticos nombres neoclásicos que mezclan al latino Horacio con el mamey y la papaya, grandes románticos, como el gran José María Heredia de “El Niágara” o más delicados cual el casi becqueriano  Juan Clemente Zenea, pasando por la dama que nacida en Cuba vivió casitoda su vida en España, Gertrudis Gómez de Avellaneda.  Un romanticismo amplio que sabe llegar  a las décimas populares criollas y luego, enorme, la gran eclosión modernista de José Martí, espléndido escritor que los escolares españoles estábamos casi obligados a ignorar (pese a su nada escaso amor aEspaña) porque buscó la independencia, Julián del Casal –el gran lujo primero de la poesía cubana, epítome del decadentismo  “Amo el bronce, el cristal, las porcelanas…”-, Juana Borrero y luego un ausente acaso por populismo,  José Ángel Buesa, popular sonetista de muy buen hacer, en una poesía (la cubana) llena de espléndidos sonetos. Por cierto, ¿hay hoy fuera de los cantautores, que son otra cosa, poetas tan radicalmente populares como fue Buesa en la isla?  Claro, una pequeña antología, pero sabia, porque deja el apetito abierto hacia los dos lados, y porque nos muestra una muy rica poesía, que aunque conectada con la total del idioma, bien podría estudiarse en sí misma, como le pasa a las otras grandes hispánicas, incluida la española. ¿Cómo valorar la rica y plural poesía cubana de hoy, sin recorrer siquiera este sucinto mural?  “Más suave que pera/en Cuba es la gratísima guayaba…” Ahí está.

Miércoles, 4 de marzo de 2015

Villena

Translate »