“No sabe/ No contesta” de Legna Rodríguez, segundo volumen de la Colección G.

Portada libro 2 Legna

Sí, NO SABE/ NO CONTESTA es un libro promiscuo. Esa es la marca de Legna Rodrígez Iglesias, que en vez de escribir “cuentos”, “novelas” o “poemarios”, dice que no, que “preferiría no hacerlo”, como Bartleby, y publica libros bastardos, degenerados, y gana concursos con su depravación literaria. Sus historias son el reino del desperfecto: nada funciona, secretos atroces revientan como pólvora, el amor disfraza el despotismo o la perversión, los padres atormentan, someten o literalmente destruyen a los hijos, la atmósfera es irrespirable. Pero Legna tiene la prosa, la agilidad y la falta de escrúpulos de una infante terrible.
Engalanado con las “desviaciones” que ningún censo se tomaría el trabajo de registrar, NO SABE/ NO CONTESTA es un libro neurótico. De hospital. Sus quince historias son para perder el juicio.
(Prescripción médica: un comprimido de Carbamazepina –o cualquier otro fármaco anticonvulsivo– antes de leerlo.)
En contraportada: La belleza que anida en las piernas de Mabel Poblet.
Espérenlo…

Banner (con logo de Colección G.)

“Cuba inquieta”, de Ignacio Echevarría en “El Cultural”

Portada_Malditosbastardos

Para los amigos y amigas que no tengan acceso a El Cultural de El Mundo, les adjunto el artículo ya mencionado en anteriores entradas de Ignacio Echevarría sobre la nueva narrativa cubana donde se refiere a Malditos bastardos. Como en otras ocasiones: disculpen la calidad del escaneado.

Descargar aquí:

Malditos Bastardos en El Cultural

El Cultural

“Malditos bastardos” en El Cultural del diario El Mundo, 6 de febrero

Portada_Malditosbastardos

En un interesante artículo publicado por Ignacio Echevarría en el suplemento cultural de El Mundo del día de hoy (titulado Cuba inquieta), se hace mención al genuino, alternativo e independiente proyecto cultural apoyado por ediciones La Palma y encarnado en la Colección G. de la editorial cubana Caja China.

artículo Echevarría

Como decíamos en anteriores comentarios, se mantiene la preocupación editorial española sobre la vitalidad de la creatividad literaria cubana, la cual está demostrando no agotarse en los valores sabidos y consagrados del pasado sino empeñándose en asumir nuevos retos desde diferentes propuestas estéticas.

El Cultural

El número 375 de la revista “Quimera” recomienda “Malditos bastardos” de la Colección G. de Ediciones La Palma

Portada_Malditosbastardos

Dentro de su apartado dedicado a recomendar nuevas creaciones en el mercado editorial, el número de febrero de Quimera recomienda la lectura de Malditos bastardos de la Colección G.

Por cierto que nos enorgullece encontrar alusión de otro narrador cubano: Rolando Sánchez Mejías, quien integrara el mítico volumen llamado Toda esa gente solitaria con 18 relatos cubanos sobre el VIH/SIDA que ediciones La Palma publicó en fecha tan lejana como 1997 y del que solo existen 100 ejemplares en Cuba.

SUMARIO

 El salón de los espejos

Entrevista a Jaime Urrutia, por Antonio Sánchez

101867_NpAdvHover

Entrevista a Adam Thirlwell, por Carlos Fonseca

Entrevista a Álvaro Valverde, por Álex Chico

El cielo raso

Dossier: Literatura Suiza

(Coordinadores: Fernando Clemot y Jordi Gol)

Daniel Rothenbühler: Permeabilidad transfronteriza. Literaturas suizas en el siglo XX

Fernando Clemot y Jordi Gol:

Entrevista a Pierre Lepori

Entrevista a Caroline Coutau, de Zoé Ediciones

Entrevista a Pedro Lenz

1

Entrevista a Roland Buti

Entrevista a Dorothee Elmiger

2

Algunas recomendaciones para seguir la literatura suiza publicada en España

La vida breve

Todas las cosas que veo: relato inédito de Alejandro Morellón

Los pescadores de perlas

Microrrelatos inéditos de Patricia Nasello

El castillo de Barba Azul

Mercados de futuros: poema inédito de Marcos Canteli

La voz humana

Entrevista a La Belloch, por Ana Gorría

zombi

Einstein on the Beach

Álvaro Ceballos Viro: Secreto de confesión

El holandés errante

Fernando Clemot: Los «Sassi»: una épica de la pobreza

matera

El ambigú

Gemma Pellicer: Demonios familiares de Ana María Matute

Miguel Sanfeliu: Anatomía de la memoria de Eduardo Ruiz Sosa

José Antonio Vila: La fiesta de la insignificancia de Milan Kundera

Rebeca García Nieto: A espaldas del lago de Peter Stamm

Stamm

Recomendaciones de Quimera

El viaje a pie de Johann Sebastian, de Carlos Pardo

El imperio de Yegorov, de Manuel Moyano

Los peligros de Paulina y otros cuentos selectos, de Salvador Garmendia

Malditos bastardos: Antología, de VV. AA.

Última ronda, de Arno Camenisch

Las nemesis, de Philip Roth

Cartografía literaria de Brasil, de Antonio Maura

La Tierra de Jules Verne, de Eduardo Martínez de Pisón

Los poemas muertos, de Raúl Zurita

Salamandra (nº 21-22), del Grupo Surrealista de Madrid

El tercer acto

Miguel Serrano Larraz: Listas

Rolando Sánchez Mejías: Contando

quimera_cubierta_febrero

¿Generación 0? Lineamientos para una generación literaria que no existe, por Kevin Fernández

Interesante contrato con el futuro de Kevin Fernández, escrito en 2012. Una declaración de principios que no sé hasta dónde comparten el resto de malditos bastardos pero que sin duda te provoca ganas de reenviárselo a un colega que sabes que está escribiendo en este justo momento, aunque proponga no caracterizar un período literario por sus escritores sobresalientes, sino por sus escritores mediocres… No se pierdan las peticiones de mejora a otros escritores, generalmente cubanos.

INTRODUCCIÓN

Representar a una generación literaria es una ingenuidad. Referirse a lo que quiere o hará el pueblo cuando en realidad se está hablando de uno mismo es demagogia. En los principios del año 2012, quedan ya como figuras establecidas integrantes de la generación “00” o del 2000, como maestros más cercanos los “novísimos”, que más correcto sería denominar generación del 90, y detrás en el tiempo, una catedral en derrumbe con algunas columnas de calidad que se mantienen en pie. Nuestra generación no ha nacido, se confunde todavía con las demás, es neo–todo, por la misma razón que tiene poca novedad en algo. La crítica literaria, como el tapón de una bañadera, ha impedido que nos conozcamos mejor y sólo las afinidades de la edad y las coincidencias en actividades sociales y cursos nos salvan del aislamiento total. Aquí están, por tanto, los posibles lineamientos o pautas a seguir que tendrá la generación de la que formo parte, a los que se opondrá, o más probablemente, no le importarán un comino. Sirvan de guía e inspiración para cualquier colega.

LINEAMIENTOS GENERALES

Seguir leyendo, escribiendo, observando, escuchando, pensando, meditando, participando en concursos, aprendiendo y enseñando.

Evitar el abuso de gerundios.

Seguir ejerciendo crítica de boca a espaldas de los colegas.

Admitir a cualquier persona que lo desee como integrante de esta aún no surgida generación, sin importar su edad, arte literaria, rasgos del carácter o demás pretextos para rechazar a otros escritores.

Ridiculizar o parodiar a nuestros ídolos y maestros al menos una vez en la vida.

Dejar de aludir a autores y culturas exóticas para demostrar superioridad intelectual.

Tener en cuenta al revisar que las lecturas repetidas, como el óxido, van dejando sólo el metal más resistente. Los clásicos también se forman así, sólo toma más tiempo.

Pensar literariamente en vez de traducir o explicar siempre que se lee literatura. Es lento, aburrido, y en algunos casos, imposible.

Reconocer la existencia de una zona inefable entre lo particular de la imaginación y lo general del lenguaje, donde las simples palabras no pueden navegar con exactitud y sin embargo, esa inexactitud que nos llena las manos de manchas de tinta, a veces nos deja piedras milagrosas que pasan a ser parte del habla universal.

Combinar lo esperado con lo inesperado a todos los niveles del discurso y la arquitectura dramática.

Evitar escribir literatura con destino exclusivo a otros escritores.

Leer primero y revisar después.

Evitar las aplicaciones mecánicas de la preceptiva.

Desterrar la diatriba o la guataconería política a los desiertos del panfleterismo de papel sanitario, o las bocas de los personajes ridículos.

Evitar el suicidio físico en tanto no se haya ganado la inmortalidad.

Trompetillar a quien intente hacer una maestría o un doctorado con este documento.

Entender la síntesis como selección del material correcto, no como anorexia textual.

Incluir en la Literatura Cubana a todo el que quiera formar parte de la literatura cubana, independientemente de su nacionalidad, idioma, religión, raza, sexo, credo político o cualquier otro pretexto que se utilice para apartar u odiar a otra persona.

LINEAMIENTOS SOBRE RELACIÓN CON EL YO ESCRITOR

Seguir escribiendo como nos dé la gana.

Convertir en no opcional el anterior lineamiento.

Abandonar la autocensura, escribir para la gaveta si es necesario.

Seguir escribiendo como mejor lo sepamos hacer.

No maltratar al yo escritor con literatura por encargo que no nos motiva escribir.

Conversar con él, siempre con el pensamiento, para evitar a los loqueros.

Modificar un poco lo que nos dicta.

Imaginar que al público siempre le gustará lo que escribamos, sin importar cómo nos quede.

Evitar exigirle al yo escritor que sea como los de otros.

Realizar ejercicios de lenguaje para entrenarlo y flexibilizarlo.

LINEAMIENTOS SOBRE POESÍA

Escribir lo que nos dé la gana; los lineamientos siguientes son opcionales.

Leer sólo lo que nos guste.

Leer a Luis Rogelio Nogueras atendiendo más a lo que dice que a cómo lo dice, y a José Lezama Lima teniendo en cuenta más cómo lo dice que lo que dice. Utilizar la imaginación antes que la razón en ambos casos.

Evitar la poesía anecdótica, en especial si gira alrededor del grupo de conocidos.

Huir de los malabares con letras sobre la superficie del papel, si se ha pasado del tercero.

Escapar del deconstructivismo.

Escribir cualquier cosa.

No publicar cualquier cosa.

Dejar de repetir experimentos centenarios.

Evitar tomarse en serio a los lingüistas franceses.

LINEAMIENTOS SOBRE NARRATIVA

Escribir lo que nos dé la gana; el resto de los lineamientos son opcionales.

Leer sólo lo que nos guste.

Evitar tomarse en serio a los narratólogos europeos.

Evitar tomarse en serio a los narratólogos cubanos, a no ser que los tengas de jurado en un concurso.

Evitar el “bolañismo”, o compulsión por introducir escritores en cualquier parte.

Abandonar la profanación, léase también imitación pedante, de las obras de Alejo Carpentier y Lezama Lima.

Abandonar la intertextualidad en la medida de lo posible ya que no da ninguna gracia estar leyendo un libro y ser invitado constantemente a abandonarlo para leer otro que además es inaccesible.

Escribir narrativa fantástica siempre que se canse uno del realismo, teniendo en cuenta que es la puerta lateral de la realidad y debe vislumbrarla en plano oblicuo.

Escribir narrativa realista siempre que se canse uno de lo fantástico, teniendo en cuenta que no es la realidad, sino nuestra selección inteligente de la realidad para despertar las conciencias dormidas por el ensueño de lo cotidiano.

Evitar escribir la mejor historia del mundo, aunque sólo sea en un aspecto.

Revisar el texto literario como lector, no como corrector ni censor, ni siquiera como escritor.

Seguir escribiendo la novela por cuentos.

Comenzar a escribir la novela por novelas, o una saga de noveletas de 80 a 100 cuartillas que formen en conjunto una grande, única forma de lograr un tomo de más de 500 páginas, dadas las características actuales del sistema editorial cubano.

No demorar menos de cinco días ni más de cinco años en terminar de escribir y revisar un relato de entre 5 y 50 páginas.

No intentar publicar todo lo que se escribe, ser el antólogo de sí mismo.

No confundir la musa con la musaraña.

Trabajar aunque no se nos ocurra nada, ya se nos ocurrirá.

LINEAMIENTOS SOBRE ENSAYO Y CRÍTICA LITERARIA

Evitar la práctica de reseñar libros que se sabe sólo podrán leer unas pocas personas, en una provincia lo suficientemente lejana como para no poder contradecir el comentario.

No caracterizar un período literario por sus escritores sobresalientes, sino por sus escritores mediocres.

Evitar reseñar una obra sin haberla leído bien primero.

Llevar la atención del lector de una reseña a la obra objeto de análisis y no al autor que está escribiendo el comentario.

Ridiculizar lo ridiculizable. Ante una multitud divertida, una sola persona muy irritada que luego aprenderá la lección es un bajo precio a pagar.

Leer a todos los narradores como si fueran Chejov, a todos los poetas como si fueran Vallejo, a todos los ensayistas como si fueran Alfonso Reyes, a todos los dramaturgos como si fueran Shakespeare.

Pedir que se limite la publicación del número de monografías sobre un autor con motivo de su centenario u otra fecha cerrada.

Confeccionar críticas literarias que indiquen formas posibles de abordar la obra, antes que valoraciones o disquisiciones teóricas.

Evitar las citas y notas al pie de página, en especial las que compiten en extensión con el texto que están anotando.

Evitar las bibliografías abultadas, que contengan títulos propios, o que remitan a libros inaccesibles.

Incluir chismes sobre los autores u obras objeto de estudio, siempre que no superen la cantidad de once.

LINEAMIENTOS SOBRE POLÉMICAS

Decir a los demás lo que en realidad pensamos en ese momento, siempre que se recuerde que ninguna opinión es inamovible ni definitiva.

Descalificar a los participantes que utilicen en las polémicas las palabras “revolucionario”, “contrarrevolucionario”, “patria” y “apátrida” o sustitutas, y sobre todo las expresiones “iniciar una revuelta” o “el enemigo acecha”.

Valorar los insultos que empleen más de cinco formas retóricas combinadas.

Valorar el sentido del humor de los polemistas o, en su defecto, el humorismo que de sus polémicas se desprende sin ellos proponérselo.

Hacer creer a las autoridades culturales que todas las polémicas son bromas refinadas que no minan las bases de la nación, para que no se metan donde no saben.

Considerar golpes bajos la práctica de enviar correos electrónicos de respuesta con virus adjuntos.

LINEAMIENTOS SOBRE RELACIÓN CON LOS INTRUSOS, OTROS ESCRITORES Y PÚBLICO

Rechazar la connotación sectaria del término “ciudad letrada”, si no es posible rechazar el término completo.

Continuar el enredo de intrigas, envidias, adulterios, simulacros de adulterios, simulacros de intrigas, simulacros de borracheras elocuentes y otras aventuras personales, ya que los biógrafos pudieran inventarlas de todas formas.

Contradecirse en abundancia a cada entrevista. Aporta dinamismo y novelería a los oídos de la audiencia.

Evitar leer a los demás autores como si fueran competidores.

Evitar leer fijándose en niveles textuales aislados.

Evitar la “ética”, de acusar a alguien sin mencionar su nombre.

Evitar formar juicios sólidos sobre escritores sin haberlos leído antes.

Evitar dejarse influir por un escritor sin haberlo leído primero.

Admirar a un escritor mientras más se lo lee, no mientras menos se lo conoce.

Tomar en serio a los políticos en la medida en que ellos tomen en serio a los escritores.

Satirizar a las personalidades que se lo merezcan, y a las que no, también, pero con profundidad, para que duela más sabroso.

Asegurar que Fina García Marruz dure muchos años más, a ver si logra ganar al fin nuestro primer Premio Nobel.

Decir a Rubén Rodríguez que si sigue escribiendo y Cuba no se pelea con Dinamarca, el Premio Andersen anda cerca.

Decir a Senel Paz que deje de contar su adolescencia.

Decir a los escritores de la generación de los 90 que no necesitan escribir una novela histórica para que los tomen en serio.

Decir a Eduardo Heras León, que siga dando los cursos de narrativa y lea en voz alta al menos un relato nuestro.

Agradecer a Alberto Guerra por la existencia de estos mismos lineamientos, de los que no es responsable, y preguntarle de dónde sacó la palabra “méntula”

Decir a Alberto Garrandés que su obra es tan agradable como una traducción del Quijote al latín leída por potestades incorpóreas del imperio romano.

Decir a Daniel Chavarría que la superabundancia de burdeles, prostitutas, y sexo anal aburre a partir de la página 120.

Decir a Alberto Garrido que deje tranquilo a Gabriel García Márquez.

Decir a Gleyvis Coro que no nos importan los trabajos que pasa un escritor en Pinar del río para ganar un concurso.

Decir a Adriana Zamora que todavía los robots no saben leer.

Decir a Polina Shviétsova que no imaginábamos que la literatura a la propela de tema semi-ruso fuera tan rentable.

Decir a Orlando Luis Pardo que aún con fotografías los monólogos interiores pedantes son aburridos.

Decir a Mercedes Melo que deje tranquilo a Jorge Luis Borges

Decir a Carilda Oliver que su poesía es genial pero desconfiamos de sus motivos para acercarse a los jóvenes escritores.

Decir a Ángel Santiesteban que la narrativa de la violencia pasó de moda.

Decir a Enrique Saínz que deje de aludir en sus prólogos en son de reproche a escritores que no menciona.

Decir a Rito Ramón Aroche que si no quiere incluir en sus poemas los elementos que permitan entenderlos, por favor lo haga en una nota a pie de página.

Decir a Antón Arrufat que deje tranquilos a Lezama y a Carpentier.

Decir a Mayerín Bello que deje tranquilo a Eliseo Diego.

Decir a Sergio Chaple que deje tranquilo a Alejo Carpentier, y que emplear tablas y gráficas en los ensayos da mucha risa.

Preguntar a Yoss si es uno sólo o existen dobles.

Atenerse a las represalias que esto pudiera ocasionar.

LINEAMIENTOS SOBRE DIFUSIÓN Y ENSEÑANZA LITERARIA

Entender que la institucionalización, cuando no facilita, impide. Por tanto, luchar porque las instituciones estén controladas por amantes de la literatura, y porque hayan vías alternativas, ya que el odio es también una posibilidad.

Tratar de que el escritor haga un favor al publicar y no que el favor se lo tengan que hacer a él.

Incluir en los jurados para premios literarios a personas que nunca hayan escrito una línea pero sean lectores entusiastas.

Convertir la difusión literaria en un proceso competitivo, confeccionando listas de opinión y demás mecanismos.

Luchar porque se otorgue Premio Nacional de Literatura por sufragio universal entre los escritores y lectores conocidos, y que los candidatos sean todos aquellos que han ganado al menos tres veces el Premio de la Crítica, sean presentados o no por una institución.

Luchar porque el Premio Nacional de Literatura pierda promedio de edad, y no sea un premio de consolación para ancianos comprometidos o enfermos terminales.

Potenciar la difusión digital de las obras, en escasez del medio escrito.

Felicitar a Isliada.com

Confeccionar una lista negra con jurados que no lean los trabajos para que no sean incluidos en ningún otro jurado.

Abandonar la idea de que la creación literaria no puede mejorarse mediante el estudio organizado y las demás ramas del arte, en cambio sí, aunque todas estén gobernadas por los mismos principios de motivación e ingenio a la hora de crear.

Escribir por encargo de las personas comunes sin abandonar el estilo propio como otra forma de compartir con la sociedad nuestra creación o de que la sociedad participe en la creación nuestra.

Recuperar la tradición de artesanía literaria de la primera mitad del siglo XIX que tuvo entre otros a Plácido y El Cucalambé como representantes, hasta que el oficio de escribano, esta vez artístico, sea reconocido y se pueda ejercer como cualquier otra actividad artesanal.

Destinar los estudios literarios para los creadores y no para críticos literarios, y reflejarlo así en los documentos sin ningún tipo de vergüenza, con descaro incluso.

CONCLUSIONES

Con los anteriores lineamientos, queda expuesta la carreta delante de los bueyes, una generación que todavía no se ha concebido ya tiene su canastilla. Aquellos que estén de acuerdo con al menos la tercera parte de estos lineamientos, no levanten la mano, no griten, no firmen, esto no es un manifiesto. Pónganse a escribir y a cumplir lo que les guste. Y no lancen nada que el lapidado no pueda revender luego.

ISLIADA, enero de 2012

Banner (con logo de Colección G.)

“Análisis de una generación materializada”, por Javier Rabeiro Fragela

Aquí encontramos un artículo, también de ISLIADA, sobre la Generación Cero. El autor nos recuerda los orígenes de la manada (una manada que siempre anda sola, como dice Ahmel) y luego define a sus bestias predilectas.

Muchos prefieren comparar la literatura con el béisbol o el boxeo, pero creo que la analogía feliz está en el golf, un juego elitista, que precisa de fuerza, perspectiva, y mucha concentración para recorrer sin desánimo el espacio geográfico en donde se desarrolla, un espacio que pudiera comparar con el universo. En el golf no vale el jonrón ni el knock out, hay que intentar otras sutilezas más poderosas a veces que el toque de bola o el jab. En Cuba se utiliza bastante la analogía del boxeo o la pelota, pero Cuba también puede ser reinventada y su literatura (para mí una de las mejores) puede habitar el inconmensurable espacio de un terreno de golf. Y en este terreno, en la yarda 2000, quisiera colocar a la Generación 0, ese fenómeno que, sin antología (como sí sucedió con Los Novísimos) se oxigenó a sí mismo y lanzó una bola al aire que todavía no llega a caer.

Me referiré a un conjunto de narradores que le dieron forma al fenómeno, los mismos que, de una manera plural hicieron el largo swing que golpeó esa pelota que aún flota en el aire y amenaza con romper alguna que otra ventana de los edificios que bordean este imaginario campo de golf. (Advierto que muchos de los narradores de la Generación 0 no se consideran parte de ella ni parte de nada, pero igual son y serán miembros vitalicios, lo que demuestra lo poco que podemos hacer como entes individuales y la omnipotencia de ese artefacto nombrado Generación. Advierto, además, que solo me referiré a los autores iniciáticos del fenómeno, pues, en realidad, la mayoría de los escritores actuales forman parte de él, no por la estética de sus obras, sino por el tiempo en que fueron y están siendo publicadas.

Lo que pretendo escribir es que la Generación 0, de la que tantos formamos parte, se impuso, existe, es una referencia indirecta para la escritura de ahora mismo, aunque los escritores actuales continúen dándole forma a una nueva generación más global, generación neo-todo, como apuntó Kevin Fernández en su ensayo “¿Generación 0? Lineamientos para una generación literaria que no existe”, porque los escribas actuales, que son los de ahora, los que comenzaron a escribir a inicios del 2000, los que escriben desde los noventa y los ochenta y los setenta, cincuenta, los que comenzaron a escribir tal vez junto a Silvestre de Balboa, se apropian de casi todo y la variedad es enorme.

Algunos de los narradores iniciáticos de la Generación 0 son: Raúl Flores Iriarte, Jorge Enrique Lage, Ahmel Echevarría, Michel Encinosa, Polina Martínez Shvietsova, Arnaldo Muñoz, Orlando Luis Pardo. Debería incluir muchos otros nombres, pero la lista sería inmensa (toda la narrativa de estos últimos años) y estamos hablando de los precursores. De todas formas, los autores nombrados representan a la perfección el despliegue que se originó a partir del año 2000, y que, por un afán de identificación (tal vez organización) con su tiempo algunos empezaron a nombrar Generación 0.

Hay quien todavía se pregunta: Bueno, ¿y qué hace especiales a estos escritores?  Y hay quien responde: Lo mismo que hace especial a cualquier escritor: la propuesta. O sea, la mecha encendida de sus obras, las granadas que nos explotan en las manos un vez que cerramos los libros o leemos sus cuentos. Voy a mencionar, desde mi punto de vista, algunos de los aspectos que más me han impresionado-dinamitado de estos autores, de los cuales he tenido la oportunidad de leer casi todo, aunque, a decir verdad, me hubiera bastado con un libro o un cuento, pues no me uno al concepto de que es necesario esperar la decantación del tiempo, el cual, contrario a lo que se cree, nunca será el propicio para evaluar nada debido a su inherente capacidad de cambio. Ya sabemos: el presente no tiene el mismo significado en el futuro, se transforma en un presente inmóvil en ese instante que la emoción nos tocó y fuimos sinceros con esa emoción.

Quiero volver a hacer énfasis en el axioma de que los integrantes de la Generación 0 son el resultado de la generación precedente y están, como todos los escritores cubanos, indisolublemente ligados a la marea de la literatura pasada y futura. No tienen, por supuesto, edad, y eso es lo más importante, ya que en literatura, si observamos con cuidado, descubrimos que no existen escritores jóvenes ni viejos, ni menores ni mayores.

¿Qué diferencia a los escritores de la Generación 0 de los escritores pasados, presentes y futuros? Nada y todo. Tienen sus particularidades y sus semejanzas con respecto a los otros, pero lo más importante es la circunstancia de haber empezado a publicar a inicios de los 2000 y de hacerlo a través de una óptica nunca antes vista, como mismo hicieron Los Novísimos, y la promoción que los precedió y todos en su momento. Son escritores que tienen su punto de partida en el realismo, pero luego hacen un cruce, o una voltereta, y sus historias empiezan a adentrarse en una dimensión que no es ambigua, ni fantástica, ni siquiera roza la ciencia ficción, es un lugar donde sus creaciones son posibles gracias a sus talentos o empeños de ver el final del arcoiris. Voy a ejemplificar:

Raúl Flores hace aparecer una existencia para la cual una persona estaría preparada si tuviera en el pecho un órgano habitualmente llamado corazón. Sus detractores dicen que utiliza una onda pop y palabras en inglés, cuando precisamente esa es su estética, su intención. Y son detractores, claro está, que nunca han escuchado canciones en la radio ni saben, supongo, lo que es un dolor de muelas en el corazón, como decía Heine. Es decir, detractores extraterrestres, o que al menos no viven en este siglo. Pero lo que hace a Raúl Flores un escritor único es lo mismo que ha convertido en escritores únicos a todos los demás: su capacidad de emocionarnos, lanzar granadas contra las paredes de nuestra mente.

Jorge Enrique Lage es otra cosa. Se trata de un narrador congelado, que nos despereza, nos despierta con su inteligencia y disposición. No es cínico, ni mordaz, ni sarcástico, hay que inventar algún término para él, ya que tiene la virtud de crear su propio género y ser inimitable. Es el espectáculo de un pensamiento sui generis, personal.  De más está decir que para coger toda su onda no se precisa tanto de emoción sino de curiosidad, de un gusto por los laberintos “Lageanos” (por poco escribo “cínicos”) del cerebro. Sus detractores dicen que utiliza unas imágenes y unos presupuestos estéticos alarmantes, y eso, a mi juicio, podría ser el mayor elogio. Son detractores, sin duda, predispuestos a no recibir nada que no esté acorde con su idea de literatura, por lo que no les resta otra salida que detenerse en el límite. No ven las olas de un mar tempestuoso, quiero decir.

Michel Encinosa es el típico escritor sin costados, redondo. Su literatura siempre cae de pie porque sabe encallarse en el ángulo que soñamos. Parece tener siempre una propuesta, en realidad una pregunta para todos nosotros: ¿Qué somos? ¿Existe alguna manera de escapar de esta locura en donde un Dios hermafrodita llamado Vida nos ha colocado? Hay en Michel una correspondencia muy orgánica entre historia y lenguaje, o sea, entre lo que se propone y alcanza a elaborar. Como también cultiva la ciencia ficción nos parece un escritor híbrido, o mejor, un tipo al que Dios le ha revelado todo y nos lo ofrece sin códigos. Sus detractores dicen que a veces le da rienda suelta a la fantasía, sin entender que su obra está por encima, por debajo, y por los bordes de la fantasía y por eso mismo nos hace imaginar mundos e ignorar el tacto de lo real. No saben, por supuesto, que le hacen un favor al subrayar ese criterio.

Arnaldo Muñoz es lo más cercano a lo que muchos catalogarían como alta escritura. Su lenguaje es su mejor personaje y es también un virus que nos obliga a llegar hasta la última página de sus historias. Es uno de esos escritores con un estilo tan fuerte que nos corta el aliento del asombro. No solo sabe lo que hace, sino que sabe lo que haces y lo que vas a hacer. Me refiero a un lenguaje omnisciente, en el cual nada queda afuera y son apresadas todas las particularidades de la literatura. Cada una de sus novelas está atravesadas por una marca de originalidad, y, aunque la mayoría pertenecen al género policial apenas lo advertimos, pues sus novelas se van por encima de cualquier género. Sus detractores dicen que es medio barroco-lezamiano, lo que constituye, sin discusión, el más álgido de los halagos.

Con Ahmel Echevarría entramos en el tiempo del simbolismo. Tenemos la impresión, al leerlo, de que todos los actos de la existencia son trascendentes y que solo lo admitimos, o lo advertimos, al sumergirnos en su obra. Hay una especie de ritualización de la conciencia, y si eres un lector con alas en la cabeza saldrás bastante enriquecido de ese vagabundeo por las nubes. Es un escritor epidérmico que sabe metamorfosear su tormento en maravilla. Si el lector tiene engrasadas las piezas de su mente podrá llegar muy lejos con él. Tiene detractores que, como buenos detractores, nunca tendrán la razón.

Polina M. Shvietsova es la escritora del impacto y la detonación. En ese orden. Primero sorprende gracias a su súbita independencia y luego, tras el eco, empieza a diluir nuestra sangre. Con un leguaje poético semejante a diminutas alfileres, nos encaja su mensaje, por lo que un lector prejuicioso, o acomodado a ciertas zonas recomendables, puede hacer reacción alérgica, pero un lector más activo, digamos, un lector metafísico, puede arriesgarse a soportar el ardor de los pinchazos y sacar buen provecho de la experiencia. Siempre dolerá, recuerden que hablamos de un tipo de escritor que escribe con armas blancas. Sus detractores afirman que Polina no hace una auténtica literatura, y eso, claro está, es un halago demasiado hermoso; sabemos que no es fácil hacer una literatura-no-auténtica.

El último de mi análisis es Orlando Luis Pardo, un escritor que negocia con fuego y arcilla. No es un artesano porque sería algo simple de definir, tampoco un mago, porque la literatura, como todos saben,  es un acto de ilusión palpable, demostrable. Diré simplemente que Orlando es un escritor que dobla las palabras para hacer arabescos con el lenguaje y regalarnos una nueva-otra interpretación del mundo. Con Orlando el lenguaje no es un personaje, es un disfraz. El lector no se interesa por lo que oculta, ni mucho menos por lo que muestra, queda en un estado virginal, de expectación consciente. Los detractores de Orlando lo culpan por embrollar sus historias con espejismos, y quizá tuvieran razón si los espejismos fuesen solo espejismos.

El análisis de esta generación pudiera extenderse si me apoyara en la labor de todos los escritores actuales que también forman parte de ella, pero el resultado sería el mismo, ya que el asunto central consiste en reconocer un fenómeno que hace mucho dejó de ser paranormal y se ha materializado para formar parte incuestionable de la literatura cubana. Un fenómeno, es bueno aclararlo, ni mejor ni peor que los otros que ya se han producido, y que le ha dado paso a nuevas visiones que chocan entre sí y comienzan a crear ese universo con forma de pelota de golf que toda generación debe golpear cada vez más lejos.

Los escritores de ahora mismo, que son los mismos que han escrito desde siempre, están conformando una suerte de escrituras individuales que, vistas en perspectiva, organizan un horizonte ecléctico bastante razonable. Negar esa circunstancia es como negar el metabolismo del tiempo, y como eso no es posible, la pelota de golf aún sigue en el aire, lista para caer en un hoyo o ser lanzada más lejos, con el poder de un jonrón.

Marzo de 2014

04 flores1

“El pecado original de la literatura cubana” por Leopoldo Luis

Amigos, amigas, rastreando por la red he encontrado un artículo esclarecedor sobre la condición y destino de los nuevos creadores en Cuba (o debiera decir de Cuba). Sin duda la exposición de motivos no nos deja indiferentes; es parte, precisamente, de lo que llevó a ediciones La Palma a apostar por difundir la Colección G. en España en boca de sus “Malditos bastardos”.

Hace poco conocí a un escritor nacido en Cuba, residente en Texas y en tránsito por la Florida, adonde vino a presentar un libro. Un intelectual formado en la Universidad de La Habana que enseña literatura en Houston y publica una novela en Miami. Le comenté a un colega de trabajo y su respuesta me dejó pasmado: “Está bien”. Pero no estaba tan bien desde mi estrecha visión acostumbrada a los estrechos bordes de una Isla igual de estrecha. Se lo dije. “Es buena para él esa universalidad”, añadió el colega. Tal vez no fue “universalidad” lo que dijo sino “cosmovisión” o “ampliación de los horizontes” o cualquier otra cosa… Lo que importa es la idea. Lo que importa —desde su visión acostumbrada a los anchos bordes de un Continente todavía más ancho— es la riqueza que aporta al Individuo dotado de identidad cultural el injerto en tallo ajeno, con la subsiguiente diversificación de una Cultura por naturaleza híbrida. “¿Y el país?”, me dije. El País. El doloroso desmembramiento de una Nación dotada de identidad cultural que se reparte en miles de pequeñas piezas. Riqueza individual vs pobreza nacional… El pecado original, ¿quién lo comete? ¿La Serpiente o Eva?

Un grupo de jóvenes escritores cubanos recibe un curso gratuito de técnicas narrativas y resuelve cambiar el rostro a la literatura insular. Escriben uno, dos, tres cuadernos de narrativa o poesía (la mayoría en el límite de las 80 cuartillas) y los ponen a concursar. Algunos ganan. Al año siguiente los incluyen en el programa de actividades de la Feria Internacional del Libro. Los galardonados viajan a provincia. Los más afortunados irán al extranjero en representación de la “joven literatura cubana”. Los cuadernos se publicarán con cierto retraso, pero se publicarán al fin y los autores tendrán la opción de comprar cincuenta de ellos a precio de costo (unos cincuenta centavos menos que el precio de venta) y los regalarán a familiares, los presentarán en peñas, cosas así… Si el escritor tiene a su vez un buen amigo contará con una reseña laudatoria en la sección cultural de una revista. Fuera de su provincia no se entera nadie (si el escritor vive en provincia). Fuera de La Habana no se entera nadie (si el escritor vive en La Habana). Fuera de Cuba no existen (ni los de La Habana ni los de provincia).

Las razones que determinan la no-existencia de un escritor cubano vivo son varias: a) El escritor vive en un pueblito de Las Tunas y cuando al fin le publican sus cuentos, la tirada, que no rebasa los quinientos ejemplares, no sale de las librerías locales y los almacenes del Centro Provincial del Libro. b) El escritor vive (o no) en la capital y se alza con un premio más o menos importante que le garantiza su inclusión en el Plan de Publicaciones del Año. El resultado es un volumen digno (impreso probablemente en Colombia) que se añeja en los estantes o se esfuma incomprensiblemente para jamás volver a escena. c) El escritor no vive en Cuba, en cuyo caso el interés por su obra decae hasta desaparecer entre los editores del patio.

Un grupo de escritores cubanos se organiza en la Diáspora y funda una peña literaria que se reúne una vez por mes. Como no hay Centro Provincial del Libro ni Unión de Escritores y Artistas ni concursos ni premios, optan por publicarse a sí mismos, crean un sello editorial y echan mano a plataformas independientes en la web. Los escritores podrán comprar sus propios libros (con alguna rebaja en el caso de los autores) y revenderlos después durante presentaciones efímeras. Los amigos se encargarán de reseñar las obras en blogs también efímeros y no pocas veces hostiles a los motores de búsqueda. Para favorecer el desconocimiento los desconocidos se desconocen entre sí desde sus respectivos pedazos de costa y la literatura cubana (o escrita por cubanos, no importa si más allá o más acá) termina por desconocerse a sí misma.

Las razones que determinan el no-conocimiento de la literatura cubana actual varían: a) Se escribe en el batey de un antiguo ingenio matancero y a los vecinos del autor, a sus allegados, a los menguados lectores, a las autoridades del municipio, tanto el sujeto como su obra les importan un bledo. b) Se escribe en un suntuoso apartamento del Vedado y el autor conquista premios sucesivos y consigue llamar la atención de los colegas del gremio; comienzan a emplearlo como jurado en concursos similares a los que ganó unos meses antes, lo inscriben en la Unión de Escritores y lo dejan envejecer tranquilamente. c) Se escribe en cualquier ciudad del mundo desde la condición de inmigrante y se logra publicar un par de libros en editoriales mediocres o de limitado alcance que no mueven un dedo para mercadear sus productos. Escritores itinerantes tildados de “traidores” en la patria que los vio nacer (y partir). Escritores estacionarios tachados de “oficialistas” fuera de la patria que los vio quedarse (y tal vez morir). Parias literarios para los adalides de la orilla opuesta… El pecado original, ¿quién lo comete?

ISLIADA, agosto 2014

Libros

Libro de Daniel Acevo Rodríguez

“La casa de los náufragos”, artículo de Ahmel Echevarría en la revista Quimera (España)

01 AHMEL

Este tiempo de fin de año 2014 y principios de 2015 está siendo prolijo en información sobre Cuba. Más allá del deshielo político y lo que esto significará para la isla, la nueva narrativa cubana ha sido objeto de diversas alusiones, comenzando por el dossier de la revista “Quimera” del mes de diciembre; seguido por la publicación de la antología “Malditos bastardos” de Ediciones La Palma (probablemente el hecho más relevante, en España, de esta “nueva” generación); apuntalado por los artículos (3) del diario El País (recogidos en este blog), señalada por el monográfico sobre literatura cubana con la Colección G. de fondo en “El Marcapáginas” de Gestiona Radio, seguido por la recomendación de lectura efectuada nuevamente por la revista “Quimera” en el mes de febrero, y otros que vendrán.

Volviendo al dossier sobre Cuba publicado en “Quimera”, quisimos que al menos el texto de Ahmel Echevarría pudiera ser difundido en nuestro blog, ya que Ahmel es uno de los malditos bastardos que integran el proyecto editorial hispano cubano que se da cita en la Colección G. En el artículo nos habla de algunas de sus influencias más personales, como la de Guillermo Rosales, para después pasar a explicar al público español la génesis literaria de los que él considera los escritores y escritoras más representativos, aclarando que fue Orlando Luis Pardo quien supo aprovechar el potencial que estaba surgiendo en los albores del siglo XX para hacerse un primer hueco en el cielo literario de Cuba y de fuera.

Estos escritores propuestos por él, son: el propio Orlando Luis Pardo, Jorge Enrique Lage, Raúl Flores, Michel Encinosa, Polina Martínez, Arnaldo Muñoz, él mismo, Osdany Morales, Dazra Novak, Legna Rodríguez, Agnieska Hernández, Abel Fernández-Larrea, Anisley Negrín, Yunier Riquenes.

Perdonen la calidad del archivo PDF que se adjunta. En él podrán ver, además, las portadas de las ediciones cubanas de cada uno de los autores señalados. Debo pedirles que presten especial atención al libro de Lage, “La autopista. The movie”, el primer número de la Colección G. cubana, el cual pude conseguir el año pasado en su papel original durante la Feria del Libro. Al comenzar a leerlo entendí el entusiasmo de Gilberto Padilla, editor de la colección, cuando se refería a que estábamos ante una nueva forma de hacer literatura en Cuba: la otra utopía.

Para leer el artículo completo, pinchen en el siguiente enlace:

Quimera diciembre 2014

portada_diciembre Quimera

“Malditos bastardos” en Elmarcapáginas de Gestiona Radio

Elmarcapáginas

“Malditos bastardos” en El Marcapáginas, con David Felipe Arranz

En la noche de ayer me tocó asumir, en el programa cultural “El Marcapáginas”, la primera difusión radial de la Colección G. en las tapas de su primer libro de relatos “Malditos bastardos”. Un equipo de 6 personas (Victoria Arnau, Maika Giménez, Sonia Villarroel, Eugenio Fontaneda, Alicia González y María Pizarro), bajo la batuta de David Arranz, comentó algunos de los aspectos más característicos de la propuesta de ediciones La Palma.

Algunos de los relatos aludidos fueron “American beauty”, “Las cosas ya no son lo que eran antes”, “Isla” o “La planificación”, señalando su carácter transgresor y utópico (en su sentido primigenio de falta de ubicación, en este caso de referencias insulares) y redundando en la apuesta original del editor: que estos malditos bastardos, que suman algunos de ellos, pese a su juventud, casi tres lustros de escritura y premios, son una disrupción del panorama “tópico” de la literatura cubana, al menos la que se hizo famosa para el público español con las respuestas creativas a la (de)generación del Periodo Especial.

CAM01811

Como no podía ser de otra manera, en el debate estuvo presente la fortaleza creativa que Cuba practica desde hace décadas, repasando algunos de los mayores exponentes en el mundo literario, tales como Lezama Lima, Carpentier o Cabrera Infante. Transcribo aquí una frase que se dijo en algún momento de la conversación que me gustó especialmente, cuando se aludió el tema de las restricciones materiales frente a la riqueza espiritual: “la voracidad de no haber tenido”. Tomado en su sentido espiritual, creo que resume muy bien la actitud de una gran parte de los cubanos.

Pueden escuchar el programa completo en el siguiente enlace:

http://www.gestionaradio.com/programas/marcapaginas-con-david-felipe-arranz/

Banner (con logo de Colección G.)

Translate »