Mensaje a las amigas y amigos cubanos de la diáspora (con motivo de «Malditos bastardos»

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Amigos y amigas cubanos y de otras tierras con estrechas relaciones con la isla nos han estado escribiendo para preguntar cómo conseguir el primer libro de la Colección G.

Por el momento el único medio con el cual contamos es el envío postal, mediante el catálogo de Ediciones La Palma: http://www.edicioneslapalma.com/novedades/200/Malditos-bastardos

Desde hace algún tiempo estamos buscando distribuidores para USA y América Latina (por cierto que nuestra amiga Gina fue la primera en solicitar el libro desde Miami). Esperamos que, para 2015, los libros de La Palma puedan estar en las librerías de más países.

portada

Fragmento (i) de Amado del Pino con motivo de la presentación de «Malditos bastardos»

Amado

Dicen que traducir es ya reinvertar una obra. En el caso de la transcripción de los testimonios, como es el caso que nos ocupa, diría que acompañamos al orador, quitando y poniendo palabras que no fueron dichas, uniendo frases que sonaron separadas. En el caso particular de Amado, por su verbo locuaz y vastísima cultura, esta labor es particularmente compleja, sobre todo ahora que nos hemos reencontrado en Madrid después de una década, donde es muy fácil marcar un número de teléfono y pedir explicaciones por tal o cual cosa. Sin embargo, no quiero dejar olvidado, al menos parte, o partes, del discurso de Amado en la Librería Rafael Alberti el pasado día 4. Que lo disfruten.

“…Yendo al título del libro, Malditos bastardos, confieso que me vino a la memoria otras lecturas de otros jóvenes malditos, más en la dramaturgia, que es el mundo en el que me muevo, donde hubo mucho talento pero también mucho provincianismo, muchas vanguardias indigestadas. Sin embargo estos diez chicos son otra cosa. Se trata de una escritura culta, muy internacional, cínica a veces, displicente otras, pero en donde apenas hay experimentalismos gratuitos ni estructuras ilegibles, sino el regreso a una prosa casi clásica -a la que regresaré después-, con muy buena carrera. Coinciden con otros escritores en que desarrollan su carrera en otros géneros, principalmente la novela, algunos con importantes premios, como Ahmel Echevarría, que es vecino mío de columna en Cuba contemporánea, una revista digital que les recomiendo leer. Y yo me preguntaba, cuando leía el libro en mi casa: ¿bastardos en relación a qué, dentro de la tradición literaria cubana? Mayoritariamente es obvio en la negación expresa de una épica larga y retórica que muchos escritores abrazaron, aunque otros no, claro. Me refiero a esa escritura característica de los milicianos heroicos donde los burgueses eran los malos de la película y había que sacarles del juego, aunque lo que estaba mal era principalmente la escritura. Claro que no todos asumieron esto, por ejemplo en los años setenta Miguel Collazo hacía una literatura parecida a esta, pero murió joven, antes de que le dieran el Premio Nacional de Literatura. También me viene a la cabeza Ezequiel Vieta, que hacía una literatura fantástica. Es decir, tampoco fue todo una escritura de milicianos heroicos. Y también estos diez jóvenes de ahora son bastardos en relación a una literatura que hemos leído últimamente, que son los que se dan a conocer a partir del eufemismo -donde los haya-, del llamado periodo especial, donde escritores como Ana Lidia Vega, Ena Lucía Portela, Alberto Guerra, que empezaron a romper con la épica anterior, llenado la literatura de lo que estaba llena la vida: de apagones, de sexo duro, el amor homosexual, de relaciones sin amor, o sea, el jineterismo. Pues estos chamacos, que no tienen todos la misma edad, cosa que me gusta, no quieren seguir en este registro. No hay un apagón, no hay balsas, hay un solo almendrón o carro antiguo, pero está en medio de una carretera cubana, en ese magnífico cuento de Anisley Negrín, Isla al mediodía, con un erotismo muy del siglo xxi, casi xxii, en el que el personaje es una muñeca inflable…”

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Carta de presentación de los maltidos bastardos (y malditas)

00 Gilberto Padilla

Me tocó leer anoche la carta enviada -horas antes del evento- por Gilberto desde La Habana, en donde presentaba a sus bastardos (y bastardas) a la par que transmitía su idea de lo que es (y lo que fue) la literatura cubana del siglo xxi.

Sin duda la apuesta estética de Gilberto y su editorial cubana está rompiendo los moldes (los temas, el ambiente) pero atención, esto es algo es importante: lo está haciendo desde dentro, con personas (bastardas editorialmente) que se concentran en escribir sobre sus fantasmas personales, ignorando el terreno conocido de la jinetera, la maraca, el ron.

Si hay ruptura o simplemente reacomodamiento vital y estético -como nos dio a entender Amado del Pino también anoche- es algo que está por verse. Y sobre todo algo que vamos a ver desde la Colección G. de Ediciones La Palma próximamente, cuando vayan saliendo de la imprenta los volúmenes monográficos de los bastardos (y bastardas).

Lo que sí creo que deja patente la lectura de este libro es lo siguiente: más allá de los temas u objetos de interés, la creación literaria cubana de la actualidad ha roto fronteras, quiero decir que está dejando de mirarse el ombligo (algo que ha hecho con mucho talento en numerosas ocasiones y que le ha brindado una identidad densa). No solo discurre en La Habana y en NYC, sino que los referentes culturales, incluso la intertextualidad, pertenecen a la cultura universal y, por qué no reconocerlo, a la norteamericana con particular vehemencia.

Para no extenderme más, ya que la idea es presentar un extracto de las palabras de Gilberto, les dejo con él a continuación (no dejen de fijarse en la fecha de escritura de la carta):

Portada_Malditosbastardos

«…Imaginemos, por un momento, que escribimos ese libro en Cuba. Imaginemos la literatura cubana contemporánea como uno de esos departamentos llenos de cuerpos destrozados, suciedad y mal olor. A estos diez Malditos bastardos habría que leerlos desde esa habitación. Es posible que ahí esté el secreto de este libro: en la profanación de las letras cubanas. Amputar a Zoé Valdés, a Pedro Juan Gutiérrez, a Leonardo Padura (que juntos suenan como un bufete de abogados implacables). Porque las editoriales extranjeras han contribuido a una especie de autismo insular, como si la literatura cubana fuera una creación de Anagrama, de Tusquets, de Planeta.

Para averiguar qué provoca un volumen como Malditos bastardos tal vez sirva pensar en la pregunta que nos hacemos después de leerlo. Y esa pregunta no es: ¿qué quiere decir?, sino: ¿qué pasó? Es decir: la misma pregunta que nos hacemos después de un crimen, un delito, una infracción. Porque el verdadero escándalo de estos diez narradores antologados consiste en atentar contra el principio de realidad de “lo cubano”. Lisiar la verdadera plaga de balseros, jineteras y Otelos que salen cada día a contagiar a la narrativa como su ébola. Como si la literatura cubana contemporánea fuera un parque temático, una atracción especial, una reserva natural: ¡Visiten este país disfuncional! –dice la copla– ¡Concédanse el estremecimiento de la cuban experience!

Pero a la vez que esto ocurre, comienza a saberse de la existencia de autores que se rebelan, a principios del siglo XXI, contra esa suerte de estética venérea. Nacidos generalmente en los umbrales de la década de los ochenta, para ellos el contexto de “lo cubano” constituye un mero dato anecdótico, un desafío, más que un mecanismo de legitimación. Autores que no pertenecen al panteón de las grandes editoriales, y por esa única razón no figuran en la alfombra roja del mercado mundial. Diez neuróticos gourmet que decidieron fundar una tradición que fuera distinta. Para ellos, esa Cuba de vademécums –como la de las guías turísticas de Christopher P. Baker o la que reproducen los aparatos ideológicos del Estado (AIE)– es el espejo del vampiro: un sitio donde no se ven reflejados, esto es: un no-lugar, un muro…»

La Habana, 4 de diciembre de 2014

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Presentado el número 0 de la Colección G.

Presentación 3

En la noche de ayer, el número 0 «Malditos bastardos» de la Colección G., fue presentada en la Librería Rafael Alberti de Madrid. Frente al público se sentaron Amado del Pino, Alfredo Lima e Ignacio Rodríguez.

presentación 3 b

Amado del Pino disertó sobre los nuevos presupuestos estéticos de las escritoras y escritores antologados, analizando los relatos desde su atenta lectura y relacionándolos con otros autores insulares consagrados y la cultura cubana en general.

Alfredo 2

Alfredo Lima dramatizó uno de los relatos del volumen de «Malditos bastardos», escogido por Amado del Pino a causa de su dramaturgia, en este caso de Legna Rodríguez: «La planificación», que dice…

«...a esta altura de su vida, la muchacha manca con­tinuaba enamorada de La Reina de La Prosperidad, pero La Reina de La Prosperidad había contraído matrimonio tres años y medio antes con La Mariposa Monarca y ambas vivían en México bajo el imperio de las pirámides. Otro daño irreparable: continuar ena­morada de alguien que ya construyó un hogar en el cual la muchacha manca no teñía ni daba color. Desde los doce años, la muchacha manca tenía una mariposa tatuada en su brazo izquierdo…»

Gilberto Padilla presentó a sus diez malditos bastardos desde La Habana, en un escrito transgresor que fue aplaudido por los presentes. Él no estuvo físicamente pero…

«…Para averiguar qué provoca un volumen como Malditos bastardos tal vez sirva pensar en la pregunta que nos hacemos después de leerlo. Y esa pregunta no es: ¿qué quiere decir?, sino: ¿qué pasó? Es decir: la misma pregunta que nos hacemos después de un crimen, un delito, una infracción. Porque el verdadero escándalo de estos diez narradores antologados consiste en atentar contra el principio de realidad de “lo cubano”. Lisiar la verdadera plaga de balseros, jineteras y Otelos que salen cada día a contagiar a la narrativa como su ébola. Como si la literatura cubana contemporánea fuera un parque temático, una atracción especial, una reserva natural: ¡Visiten este país disfuncional! –dice la copla– ¡Concédanse el estremecimiento de la cuban experience!..»

Para el cierre del evento tuvimos la suerte de contar con la presencia del trovador David Henríquez, quien interpretó una canción inspirada en La Habana, perdón, en La Lisa.

David Henríquez

«Malditos bastardos»: En las librerías de España y venta por catálogo

 

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El número 0 de la Colección G «Malditos bastardos» inicia su andadura por las librerías de España esta semana, con motivo de su presentanción en la Librería Rafael Alberti de Madrid.

La primera edición del número 0 consta de 800 ejemplares y puede conseguirse con un precio rebajado vía correo postal en la web de Ediciones La Palma.

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MARÍA MATIENZO PUERTO (La Habana, 1979)

Narradora y periodista. Ha publicado en Cubaliteraria, Havana Times, Isliada. Ensayos suys han aparecido en las revistas El mar y la montaña, Matanzas y El caimán barbudo. Entre otras, las antologías Isla en Negro y ¿Cuánto cuestan los abuelos? han recopilado algunos de sus cuentos. También ha publicado en las revistas de Literatura Papeles de la Mancuspia, en Otro Lunes, Isliada y Voces. Actualmente forma parte del equipo de redacción de Diario de Cuba.

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Marcos me abandona a mi suerte, por María Matienzo

A penas llegamos Marcos me abandona a mi suerte. Aparece la Lupe y yo vigilo a Marcos, no fuera que regresara y me agarrara besando a su mujer. Nos recostamos a la reja. La Lupe parece que arrastra la vida.
Le brindo mis oídos porque sé que no tiene muchos, que con los suyos no le basta. Ella necesita otros dos oídos para que sepan cuánto puede odiar.
Su venganza sea.
Lo veo regresar por la derecha. Cambio la inflexión de la voz para que sepa que el beso que me intenta dar puede ser de muerte. Si Marcos nos descubre, quién sabe qué pueda pasar. Entre sus fantasías no está ver a dos mujeres besándose. Dice que lo ve asqueroso e inútil. Yo quisiera saber cuáles son las fantasías de mi socio.
Debe ser con perros. Él es veterinario. Él ama a los perros más que a su mujer, por eso ella protesta cada vez que me ve y aprovecha la oportunidad para besarme. Ella cree que me gusta y como no la rechazo, no pierde la oportunidad.
Marcos solo ha regresado para asegurarse de que la cola para entrar a la pizzería no ha avanzado y que no lo hemos dejado fuera. Creo que sospecha de nuestros besuqueos. Se vuelve a ir con las manos en los bolsillos, sin mirar atrás. Se va sin curiosidad. Sin pensar en qué tanto hablamos su mujer y yo.
La Lupe es enfermera y ha visto muchas cosas. Ese es su lema. Yo nunca me he acostado con una enfermera, pero pudiera. Aunque no con la Lupe que dice que ha visto muchas cosas.
No me cuenta nada. No se decide. Y mira que le insisto. Ella voltea la cabeza y respira profundo. Me imagino las cosas que ella sabe pero quiero que me las cuente.
A cambio yo le cuento algunas mías. «Ayer me sacaron una muela, pero hoy estoy aquí con ustedes y quiero comerme una pizza para que me duela la cara, la mandíbula, la vida. Para que no sea suficiente con dos dipironas». Ella finge asombro y me pide que la bese. Esta vez me resisto. La Lupe es grande y me fuerza al beso. Entonces comienza a hablar como loca de las desgracias ajenas y no de lo que quiero que me hable.
«¿Qué hace Marcos por allá?» le pregunto para cambiar el tema que me abruma y ella me responde que vigilando la otra cola, la de las oportunidades. Me quedo con mis dudas porque desde donde estoy solo lo veo mirar de un lado a otro.
Estoy a punto de gritarle: «Marcos, come back, come back, come back», mientras me aferro a la reja y mi voz se rasga por la angustia que me provoca la Lupe. Eso es solo una imagen. No me atrevo y yo también aprovecho el impulso y la beso y decido dejarme arrastrar y olvidarme de Marcos que en eso viene corriendo con los puños cerrados y tenemos que seguirlo corriendo también porque se le ha dado su oportunidad.
¡ladrón! ¡ladrón! ―alcanzo a escuchar y me doy cuenta que es con Marcos. Corro.
Con esa cadena de oro que lleva en las manos ya no tendremos que hacer cola en esa cochina pizzería, para comernos esas cochinas pizzas. Me dice en cuanto puede. Miro a la Lupe y ella me sonríe asintiendo. Ella sabía el plan.
Me preocupo. ¿Nos habrá visto? El pelo de la Lupe está revuelto, pero ahora no se sabe si fue del corretaje o del enredo que le provoqué con mis dedos. No sé si Marcos nos vio. No comenta nada. Solo habla sobre su éxito. Lo logró. Ahora debemos esperar. Se cambia de ropa. Él sabe a quién le puede interesar. Mientras nos quedamos a esperarlo nosotras nos tenemos que cambiar de ropa.
Él sale.
Temo que no tengan nada para mí. Le temo más a desnudarme frente a la Lupe. Me equivoco. Tienen ropas para mí. Me ajustan más que las mías. Son nuevas. Pero cuando la Lupe me ve desnuda se me abalanza.
Alterna. Mi boca, mis senos, mi boca, mis senos y decide dejarlo todo para más tarde. Marcos debe estar al regresar. La transacción es rápida.
Marcos regresa con los dólares en el bolsillo y vamos al restaurante de Alberto.
«¿Viste lo bien que le quedan la ropa a Elízabeth?» comenta ella y me golpea las nalgas. Sospecho que hay otros planes. Pero Marcos la reprende por su exceso de confianza. ¿Qué hace su mujer tocándole las nalgas a otra mujer? La Lupe no se ruboriza porque es negra.
Yo bromeo: «¿Qué, tienes miedo?» Él me mira y siento que me reconoce. Yo soy su socia, la que sería incapaz de traicionarlo.
La comida es muy cara y nos tratan como a clientes VIP. Alberto sabe que Marcos deja sus bolsillos en la mesa. Alberto no escatima en elogios y mete la cabeza en mi escote. Marcos le corta las intensiones.
Cae la incomodidad sobre la mesa.
Alberto se va. La Lupe a penas me mira. Se siente traicionada cuando Marcos la besa y le dice que era solo para espantar las moscas. Que él no caga donde come y que ahora yo soy parte del equipo.
«¿De qué equipo?» pregunto yo.
«Ella tan ingenua como siempre» dice la Lupe mirándome a los ojos y descubro que no está jugando. Pretenden que sea parte de la banda. «Nosotras distraemos y él ejecuta».
«wait, wait, wait, yo no quiero ser parte de ninguna banda, además, haciendo qué».
«Lo que ya sabemos que haces» se ríen. Yo misma no sé qué hago y prefiero tomarlo como una broma.
Antes de irnos al apartamento, jugamos a que asaltamos un banco. Me tiro al piso, me enmascaro con la saya de la Lupe y siento su olor. Está excitada. Marcos me dispara con sus dedos hechos pistola y la Lupe me sacude para que no muera. Así cierra la escena y nos recordamos que somos adultos.
«Es que la cerveza y los camarones nos han hecho alergia» dice Marcos y me revuelve el pelo. Siento que recuerda los años en la universidad. Cuando éramos unos chiquillos con sueños, queriendo escalar la montaña más grande del mundo.
«Vamos, que en el apartamento tengo lo que nos hace falta» y nos agarramos a sus brazos abiertos.
La Lupe tiene muy buena mano. Directo a la vena y a penas se siente el pinchazo. Para mí una pequeña dosis, es suficiente. Ellos prueban todos los días.
Vemos el mismo horizonte y yo hago lo que hago. Me quito la ropa y me acaricio.
Bailo desnuda en medio de la habitación y ellos aplauden emocionados.
Me gusta que me miren, que me toquen. Soy perfecta.
Huyo por toda la casa. Los dos quieren tocarme. Llego a un rincón. No tengo escapatoria. Y dejo que hagan conmigo lo que quieran.

«Elizabeth, dale que nos toca» me susurra la Lupe mientras me agarra por la cintura y me arrastra al interior del apartamento. Allí está el viejo gordo que no es extranjero ni un carajo, pero que tiene dinero y cadenas y celular caro.
Marcos se despide. Cierra la puerta con una sonrisa. Acaba de cerrar el negocio.
Empiezo a bailar en medio de la escena. Me quito la ropa poco a poco en lo que la Lupe acaricia al viejo. Lo besa.
«Este negocio da». Pienso porque sé que en cualquier momento entra Marcos con una pistola, amenaza al viejo y nos podremos ir sin que el viejo llegue a tocarme. Cuánto ha cambiado mi socio. Esta es la última vez. Es verdad que el negocio es redondo. Yo tengo mis ventajas.
Bailo en la esquina de la cama. Lupe desnuda al viejo. Se desnuda ella. Ya estoy en blumers. Marcos no acaba de llegar.
La música la escogió el viejo. La Lupe se la mama. Yo estoy a punto de vomitar. Marcos no llega. ¿Cómo la Lupe se atrevió a tanto?
La oscuridad se hace casi absoluta dentro del cuarto. Miro a la puerta. Pero con mirar no basta. Llegó el compás en que me quito el blumers. Marcos no llega y la Lupe me empuja a la cama.
«Lo siento, mi hermana, cambió el libreto» me dice al oído con todo su odio resumido mientras el viejo me penetra y yo no grito porque sé que la tragedia a penas empieza

Amado del Pino (Tamarindo, Camagüey, 1960)

Amado del Pino (Tamarindo, Camagüey, 1960). Licenciado en Artes Escénicas. Especialización en Teatrología y Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (ISA). Premios: 2005 Accesit en el Concurso de Dramaturgia de la Embajada de España en Cuba por su obra “En falso”. 2005 Recibe la Distinción por la Cultura Nacional. 2003 Premio UNEAC de Teatro “José Antonio Ramos” por “Penumbra en el noveno cuarto”. 2003 Premio Anual de la Crítica Literaria por “El zapato sucio”. 2003 Premio de Teatrología Rine Leal por el libro de ensayos “Sueños del mago. Estudios de dramaturgia cubana contemporánea”. 2002 Premio de Dramaturgia Virgilio Piñera por “El zapato sucio”. 2000 Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro por la obra de toda la vida, otorgado por el Ministerio de Cultura. 2000 Placa Avellaneda por su labor como crítico teatral. 1999 Obtiene, por quinta ocasión, el Premio del Concurso Nacional de Periodismo 26 de Julio. 1995 Recibe el Premio Razón de Ser, de la Fundación Alejo Carpentier, por su proyecto de libro “Las noches de Virgilio Piñera en el teatro cubano”. 1988 Es elegido miembro de la UNEAC. 1987 Premio de Actuación de la UNEAC por su desempeño en la película “Clandestinos”. 2008 Premio Carlos Arniches por su obra «Cuatro menos». Desde 2006 reside entre Cuba y España.

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LIBRERÍA RAFAEL ALBERTI DE MADRID

Situada en el centro de Madrid, en el barrio de Arguelles, la librería Rafael Alberti comenzó su actividad en el mes de Noviembre de 1975. Desde entonces se ha convertido en una de las librerías de referencia en Madrid.

En el año 2005 fue galardonada por el Ministerio de Cultura y la CEGAL con el V Premio Librero Cultural por su proyecto «Encuentros en Alberti», con el que ha conseguido convertir el espacio de la librería en uno de los referentes culturales en Madrid. Muchos han sido los poetas, escritores, editores, que han dejado palabras y experiencia en las paredes de Alberti, por dar algunos nombres: Jose Luis Sampedro, Jose Antonio Muñoz Rojas, Angel González, Francisco Brines, Ernesto Cardenal, Bernardo Atxaga, Joan Margarit, Juan José Millás, Elvira Lindo, Luis García Montero, Luis Muñoz, Ida Vitale, Juan Cruz… y así hasta más de 200 creadores literarios, poetas  y ensayistas.

Los editores independientes madrileños, concedieron el Premio Bibliodiversidad en año 2004 a la librería Rafael Alberti por la variedad y riqueza de su fondo editorial (más 20.000 títulos).

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Contacto: info@libreriaalberti.com

Estamos en: calle Tutor, 57 28008 Madrid

Teléfonos: 915443370 – 915442908

Nuestro horario:
de 10-14 mañanas
de 16.30 a 20 tardes

sábados: de 10.30 a 14

Presentación de la Colección G. y su número 0 inaugural «Malditos bastardos»

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El próximo jueves 4 de diciembre, a las 7:30 de la tarde, tendrá lugar en la Librería Rafael Alberti de Madrid (calle Tutor 57, Metro Moncloa y Argüelles) la presentación de la Colección G. y de su primer número «Malditos bastardos».

 

  • Presentación de los invitados y breve comentario sobre el origen de la Colección G. Ignacio Rodríguez, Ediciones La Palma
  • Lectura de la carta enviada por Gilberto Padilla desde Cuba, Director de la Colección G.
  • Introducción al contexto literario cubano actual. Amado del Pino, Premio Nacional de Dramaturgia, Cuba.
  • Lectura de un relato del libro por Alfredo Lima (Aladino), Actor de teatro, Cuba

Conversatorio: 15 minutos

Vino y sones cubanos

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